martes, 20 de septiembre de 2011

UN BUSTO DE MARIANO MORENO

Mariano Moreno no hubiera permitido su nombre en calles ni en plazas, ni su imagen en bustos o retratos presidiendo aulas ni salones. Su temperamento nos delata esa opción. Sin embargo, los argentinos desde fines del siglo XIX tenemos la inclinación de redescubrir nuestra Historia, de recuperar a nuestros próceres con esas honras. Y no fue errado el objetivo que persiguieron quienes iniciaron esa tradición, considerando que la Argentina se formó demográficamente con una inusitada heterogeneidad de inmigrantes de todos los rincones del mundo, que se sumaron a los pueblos originarios, a los descendientes de los conquistadores, a los africanos traídos compulsivamente; todos y cada uno con su cultura y su lengua.
Hay en nuestro país hermosos monumentos que rememoran la gesta emancipadora y a sus héroes máximos. Hay estatuas y bustos. También Quilmes tiene los suyos, como la estatua ecuestre del Gral. San Martín que se halla en la plaza homónima, única en su tipo pues en una obra del escultor Antonio Sassone, que no tiene réplicas, hecha especialmente para el pueblo de Quilmes. También hay bustos como el de Domingo Faustino Sarmiento en la plaza mencionada; el de Guillermo Enrique Hudson y el de Manuel Belgrano, en la plaza  del Bicentenarioo, el último recientemente instalado, obra de la artista Norma Cistaro.
Y Mariano Moreno tiene su busto en Quilmes, en la plaza que lleva su nombre, pero lejos está de honrar nada, pues su estado es deplorable, ofensivo para quienes sentimos un respeto genético por el bien público. Ese busto está frente a la Escuela Nº 72, cuyos alumnos seguramente pasan todos los días frente a esa imagen y nada les despierta ni les dice pues los bronces no hablan, pero remiten a un mensaje que debería ser claro si la imagen representara, con alguna dignidad, a quien vivió alguna vez y dejó una huella indeleble en la tadición de los argentinos. 

¡No importan los bronces que se vacíen para nuestros prohombres, importan sus obras!... pero si se realizaron, debemos hacernos responsables de los objetos que en nuestra casa representan nuestra cultura y nuestra tradición.  
La plaza Mariano Moreno está al sudeste del la ciudad, es romboidal con respecto a la orientación de las calles, allí reaparece la calle Cevallos, después de interrumpirse en Matienzo, aproximadamente 14 cuadras, y en la plaza desemboca la calle Ascasubi. Está en el barrio que algunos llaman “Villa Juanita”, y en el centro tiene el demudado busto.
Apenas 32 años de existencia para forjar un ideal y procurar realizarlo transformando la vida política de nuestra tierra.
 Quizá esta revelación alerte a las autoridades municipales y a entidades moreneanas e históricas para que actúen antes que la desidia nos deje sin identidad.
No faltará quién diga: "poco van a durar las reparaciones", ¡Pues, no importa! ¡Tantas veces ataque el vandalismo tantas veces saldremos a combatirlo con las armas del ejemplo, de la única conducta posible!  
"Es justo que los pueblos esperen todo bueno de sus dignos representantes; pero también es conveniente que aprendan por sí mismos lo que es debido a sus intereses y derechos" 
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"Felizmente, se observa en nuestras gentes, que sacudido el antiguo adormecimiento, manifiestan un espíritu noble, dispuesto para grandes cosas y capaz de cualesquier sacrificios que conduzcan a la consolidación del bien general" 
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«Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía».
MARIANO MORENO

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