jueves, 21 de marzo de 2013

GRACIELA MARINA GONZALEZ MARELLI - NUESTROS DESAPARECIDOS (COLABORACIÓN)



“No sé cuánta conciencia puede haber en la sala de lo que significaba el ’77: el horror, la represión, los coches en la calle rodando  a paso humano,  con las ametralladoras apoyadas en las ventanas,  mirando de arriba a abajo a todo el mundo, las caídas. Era tal el nivel de secuestros que teníamos una consigna:  al que iban a secuestrar tenía que buscar una ventana y gritar su nombre para que por lo menos alguien se enterara... ¡Estamos hablando del horror!”, dijo llena de lágrimas. “¡No sé qué otra palabra existe en el diccionario!”  
(TESTIMONIO DE CRISTINA ZAMPONI)




Entre las numerosísimas víctimas del Terrorismo de Estado que Argentina sufrió desde la década de 1970, se hallan varios ex-alumnos de la Escuela Normal Mixta de Quilmes. Hoy mencionaremos especialmente a Graciela Marina González Marelli, de la que poco se ha publicado hasta la fecha.


1969 - Graciela es la tercera de arriba hacia abajo

Graciela fue la mayor de tres hermanas, hija de Romeo Fernando González y de una docente quilmeña, Nélida M. L. Marelli de González - a quien llamaban Nelly -, que ejerció la profesión en nuestra escuela, entre otras (fue también vicedirectora desde 1972 y Directora desde 1978 en la Escuela Nº 83, vicedirectora de la Escuela Media Nº 3 de Quilmes y directora en la Escuela de Adultos Nº 43 que funcionaba en el turno vespertino de la primaria 31). 

Esta joven había nacido el 3 de setiembre de 1951. Vivía de niña y adolescente en Bernal Oeste, en el mismo barrio que otros familiares. Le seguían Cristina Teresa, quien estudió magisterio en nuestro establecimiento, en el nivel terciario, y Marcela Nelly, también conocida como "Keli", que estudió en una escuela de Wilde. 

Provenían de una familia de afinidad política radical, sin embargo las muchachas se inclinaron por una activa militancia política asociada a otro partido, lo que costó las vidas de la primera y la tercera de ellas. Según nos testimonia una colega de la profesora, fue la madre quien las había iniciado en la militancia social en favor de los más carenciados, inducida por sus convicciones religiosas. 
Graciela había terminado sus estudios primarios en la escuela cercana, la Nº 31 y luego cursó de primero a tercer año en 5ª división de la Normal, y pasó a cuarto y quinto 4ª. Allí entabló estrecha amistad con otra jovencita, vecina del mismo barrio, aunque antes no se habían conocido. Se recibieron de maestras con la última promoción del secundario que obtuvo ese título, en 1969. Luego siguió la carrera de Profesora de Sordos e Hipoacúsicos en la Universidad del Salvador. Se casó con un abogado de apellido Duarte, que pudo evitar a los perpetradores y la sobrevivió, y se sospecha que pudo haber estado embarazada al momento de su secuestro, el  28 de febrero de 1977, acaecido en su domicilio de Ezpeleta. Está registrada en la CONADEP con el Nº 2.300, Declaración Nº 6.019; no se ha reportado su paso por algún Centro Clandestino de Detención. Aparentemente sus captores habrían pedido dinero a la familia, asegurándoles que la enviarían a Montevideo. No existen pruebas de que tal traslado se llevara a cabo. Creemos que no se han encontrado sus restos todavía. Su nombre integra la larga lista de la Causa 1° del Circuito Camps.

Solicitud de puño y letra de Graciela

El mismo año "Keli", de 19 años, se suicidaría (según algunos en una calle de Ranelagh, según otros en Av. Calchaquí), ingiriendo una pastilla de cianuro, cuando estuvo a punto de ser apresada. Aparentemente su cuerpo fue levantado y conducido a la Comisaría 3ª de Quilmes, aunque cuando su madre quiso verlo le negaron que se encontrara en dicha dependencia policial.

 

                               Detalle de la foto de 5º 4ª 1969



Graciela es descripta por su amiga como una persona extremadamente solidaria, sensible, íntegra, muy bella y con algunos problemas de salud (era alérgica y asmática). Habían veraneado juntas dos años, con otros familiares y se frecuentaban constantemente. Sin embargo, Graciela tuvo mucho cuidado de no poner en riesgo a sus relaciones que no compartían la misma actividad política; las invitaba a participar, pero si no mostraban interés les advertía cuando se iba a llevar a cabo alguna reunión para que no se acercaran. Por el mismo motivo se negó a ser testigo de la boda de una amiga. También buscando mayor seguridad se mudó a Ezpeleta, aunque los trágicos hechos posteriores evidenciaron la inutilidad del intento.
Demostraba su generosidad con acciones solidarias que realizaba en la Villa Itatí  y en Villa Azul - dos barrios de emergencia -, y a menudo llevaba pobladores de ese asentamiento a su casa, para preocupación de la madre.
La desdichada madre realizó todos los esfuerzos posibles por dar con el paradero de su primogénita. Cualquier indicio que le acercaran la movía a trasladarse, incluso a otra provincia, para procurar hallarla. Vanamente y sin el acompañamiento de su ex esposo, que desistió de la búsqueda.



Su amiga ha conservado una tarjeta sin fechar donde Graciela había escrito un texto premonitorio: "Muchas cosas han sucedido a lo largo de nuestro corto camino. Ambas hemos elegido caminos que con el correr del tiempo nos van alejando no porque nosotras así lo querramos sino por esas cosas que van sucediendo. (Nombre del destinatario omitido deliberadamente) pase lo que pase, desde lo mejor hasta lo inevitable, siempre estarás presente y siempre recordaré los viejos tiempos que pasamos juntas y pensaré en los futuros que quizás nunca podamos pasar. Graciela".



Investigación Raquel Gail

1 comentario:

Silvia dijo...

Gracias por la nota tan documentada. Nélida Marelli fue mi profesora en la Escuela Normal Superior de Quilmes en los años 78 y 79. Era una docente con mayúsculas que penaba la desaparición de Graciela y la muerte de Marcela.