martes, 14 de julio de 2015

FRANCISCO ABBATANTUONO, “FRANCISQUIN”

Decían en el barrio que mientras nacía Francisquín [1] la partera silbaba el tango “La morocha” de Saborido y que él en lugar de ponerse a berrear a la primera nalgada la imitó. A pesar de su porte enjuto y magro Francisco Abbantantuono guardaba una inmensidad tanguera.
Sus padre fueron emigrantes italianos que desembarcaron y rumbearon en tren a La Plata donde los esperaban paisanos suyos, pasaron por Quilmes, se encantaron con la paz pueblerina y se propusieron que alguna vez vendrían a vivir allí.
El 13 de febrero de 1895 en la capital de la provincia nace Francisco y en 1907 se radicó con sus padres y su hermano Salvador en Quilmes. Ese año en que Carlos Gardel cantaba en los cafés del Abasto y en los comités de Balvanera y Palermo. Cuando el tango había prendido fuerte en los barrios y suburbios capitalinos, no así en el “trocen”; como decía Francisco Canaro. “a los que se aventuren con el tango por Corrientes (la calle) van a correr la liebre”

Fue Salvador, que tocaba el violín por cifras, quien le enseñó y lo entusiasmo a profundizar en el aprendizaje de la música.
Inmediatamente se puso a componer y a darle música a cuanto poema caía en sus manos. A los 20 años integró el terceto que dirigía el badoneonista Francisco Tremari y Atanasio Barragán en guitarra. El primer escenario fue el de la Sociedad de Fomento Juventud Modelo de Bernal donde hizo una imperecedera amistad con el arquitecto don Carlos Facio entusiasta del folklore nacional y propulsor de agrupaciones tradicionalistas como “Rinconada Pampa y “El Rodeo”. 
El trato con Tremari y su bandoneón lo hicieron entusiasmarse con ese instrumento, pero estaba muy lejos de sus posibilidades adquirir uno, de modo que un amigo del barrio, Carlos Gandolfo, le facilitaba el suyo para que fuera incursionado en sus secretos. Mientras tanto seguía en el trío de Tremari, hasta que un mal día en
uno de esos tole-tole que se armaba en los boliches por minucias interpretó el violín en la cabeza de un individuo pasado de copas que no era muy amante de la música y se quedó sin instrumento.
Tras este contratiempo se puso a juntar los pesos necesarios para adquirir un nuevo violín, pero el día que llegó a la suma necesaria y fue a la casa de música a hacer la compra tan deseada se encontró con la sorpresa que lo reunido le alcanzaba para un bandoneón y así cambió de instrumento para siempre.
Era un bandoneón de 65 voces con el que llegó a interpretar, en poco tiempo, 14 piezas con la ayuda de los hermanos Pedro y Carlos Marcucci. [2] 
Su notable capacidad de observación, de imitación y un perfecto oído musical le permitió aprender la sustancia de la música y a interpretar cuanto instrumento llegara a sus manos.
Con el guitarrista Atanasio Barragán y el violín de Julio Videla formó la primera orquesta. Debutaron en el café Tassano frente a la estación de Bernal. [3] Luego pasó al café de Cerutti [4] con Luis Damiano en violín y en el piano Antonio Pérez Cruz que lo acompañó hasta su retiro en 1942.
Con vertiginosa celeridad su fama fue adquiriendo relieve y lo reclamaban de clubes de Avellaneda, Berazategui como La Armonía, Bernal, Ezpeleta como La Esperanza, Hudson, Florencio Varela, La Plata y de la Capital Federal.
Como casi todos los músicos e interprete de su época, [5] también Francisquín trabajaba de día y tocaba de noche: - “Muchas noches íbamos a pie y volvíamos de la misma manera de los bailes... Recuérdese que hasta la aparición del colectivo en 1928 y hasta que el automóvil o se generalizó, en 1922, los únicos medios de locomoción eran el tren a Buenos Aires y La Plata, el tranvía 22 hasta Retiro e internamente las ‘Victorias’ o el’ Mateo’...”
En radiofonía debutó con la orquesta de Enrique Saborido en Radio Sténtor y luego en las radios del Pueblo y Splendid con la suya propia, que integraron Eliseo Pressón, Trabasso, Calona, Blanco y Dentaro, todos bandoneonistas; Vicente Galotti, Antonio Sacchiero, Frenzel; los violinistas hermanos Lorente, guitarristas: Vicente González y Lidio Bellatti; baterista Ignomerielli y chansoniere Héctor Tiscornia, cuyo nombre artístico era "Héctor Robert". La mayoría, vecinos de La Colonia. Con esta orquesta, acompañó en sus comienzos a, la luego popular militantes peronista y diputada Juanita Larrauri.
Además de las presentaciones en teatros y bailes, de los rigurosos ensayos que exigía Francisquín a sus músicos y a sí mismo, escribía partituras para poetas como Teófilo Ibáñez cuando este poeta y galán quilmeño cantaba con la orquesta de Roberto Firpo y puso música al tango de Gorrindo "Sombras del ayer".
Ya avanzado en edad se dedicó por entero a la enseñanza, aunque hizo incursiones breves en algunos clubes o centros para adultos mayores.

Los últimos acordes de la Típica de Francisquín (en el centro de camisa azul) en el Centro de Jubilados "Algo por que vivir"
Entre sus alumnos más destacados estuvo a Rodolfo Maggi, Daniel Binelli que tocó con Osvaldo Pugliese y Piazzolla y José Carbone, que acompañó a Alfredo Malerba.
Sus últimos ritmos se oyeron en el Centro de Jubilados, “Algo por qué vivir” donde rearmó su orquesta con sus amigos de siempre. 
Francisco Francisquín Abbatantuono murió cerca de los 85 años rodeado del cariño de quienes fueron sus compañeros, amigos y alumnos de siempre, su esposa Rita, Héctor Tiscornia y Josefina Haydee B. Yori de Tiscornia, entre otros. En la casa de estos últimos, en la calle Oliveri entre Bernardo de Irigoyen y Sáenz Peña hasta los años `90, se realizaban peñas, una vez por mes, donde se reunían: Francisquín y su esposa Rita, los hermanos Calona, Máximo Barbieri, Juan Arrestía con su recitado, Primitivo Collavita, Carlos "Virola" Yori con su humor, Luis Rey, Vicente Zoccoli, Pucciarelli, Rumi, José Santobono, Celia Limberg, Cristina y Jorge Polizotto el arpa de Aspitia y los Maderal que vivían enfrente y otros tangueros, milongueros y folkloristas del un Quilmes que se quedó muy atrás del siglo XX. 
“Qué me contás Francisquín / las milongas del Alsina / siempre repleto de minas / desde el principio hasta el fin. / Tu bandoneón y el violín / le iban haciendo un convite / a la voz del negro Brites / que lucía su prestancia, / y al cantar con elegancia / le daba al tango un desquite.” [6]
De "La Colonia de Valerga - El segundo barrio de Quilmes" (1874-1974)
de Chalo Agnelli. Ed. Jarmat, 2010.
BIBLIOGRAFÍA


Ver en EL QUILMERO del jueves, 8 de mayo de 2014, BARRIO DE TANGO http://elquilmero.blogspot.com.ar/2014/05/barrio-de-tango.html/

Ver en EL QUILMERO del miércoles, 10 de agosto de 2011, HÉCTOR ALEJANDRO TISCORNIA (1920 - 2008) - BARRIO DE TANGO 

http://elquilmero.blogspot.com.ar/2011/08/barrio-de-tango-hector-alejandro.html/


Ver en EL QUILMERO del lunes, 25 de octubre de 2010, BARRIO DE TANGO

 http://elquilmero.blogspot.com.ar/2010/10/barrio-de-tango.html/

NOTAS

[1] De anuario “El Sol” 1927-1977. 
[2] Carlos Marcucci era autor del tango Mi dolor.
[3] Parte de esa propiedad es hoy el bar La Roca de un descendiente de Antonio Tassano. 
[4] En Lavalle y Alem, en Quilmes. Donde se reunieron varias generaciones de jóvenes quilmeños y los dirigentes de la Liga Quilmes y la Liga Albión de fútbol. Tenía cuatro billares. 
[5] Vicente Greco era canillita, Ángel Villoldo, linotipista; Pascual Contursi, zapatero; Roberto Firpo letrista de vidrieras, etc.


[6] Ver Bibl. Arrestía, J. pág. 77

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