miércoles, 30 de diciembre de 2015

EL CONTRABANDO EN LAS COSTAS DE QUILMES A COMIENZOS DEL SIGLO XVII POR DR. JOSÉ A. CRAVIOTTO


Este afán de EL QUILMERO de recuperar la microhistoria local, a sus historiadores y las obras que nos legaron, reproducimos esta investigación que hizo el Dr. José Alcides Craviotto [1] para la revista “Marina”, publicada por segunda vez en el diario “El Sol” el sábado 13 de mayo de 1944, hace 70 años. Es un trabajo que dilucida muchas confusiones sobre los diferentes derroteros que tomaban las embarcaciones en el Río de La Plata durante los siglos XVI y XVII. Y demuestra, a pesar de la escasez de oportunidades y medios de la época y la geografía, cómo ciertos propietarios llegaron a hacer notables fortunas. La obra de Craviotto, según aseveramos en otras notas, es gigantesca, lamentablemente, la mayor parte de ella fue publicada en diarios, revistas o apartados de publicaciones históricas de diferentes instituciones. [2] 
Tras varios días y largas horas nos atrevimos a realizar una transcripción no exacta al original pues encontramos errores tipográficos, deterioro del papel y datos que su autor da por sobreentendidos para la época y que hoy no son cercanos al común.
 (Chalo Agnelli)
EL CONTRABANDO EN LA COSTA A COMIENZOS DEL SIGLO XVII

Por Dr. José A. Craviotto

“Los hombres de la conquista y la colonización
deben ser juzgados de acuerdo a la época en que vivie­ron,
en lo que pensaban, sentían y obraban
de acuerdo a las necesida­des de entonces y no a las de hoy.”
PUERTO COLARES 
Durante la primera centuria de la ciudad de Buenos Aires, fundada por don Juan de Garay en 1580, su campaña se extendía prácticamente a lo largo de la costa del Río de la Plata, desde el Riachuelo hasta cerca de Punta Piedras, en el extremo norte de la ensenada de Samborombón corriendo hacia el interior con un ancho
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de pocas leguas. En la costa que indicamos - prescindiendo de aquella situada al norte de la ciudad -; se desarrolló activamente el contrabando, como consecuencia de la férrea política prohíbicionista de aquella época. 
En casi todo el siglo XVII permanecieron desconocidos los puertos de la ensenada de Barragán y el que determinaba la Atalaya en la Magdalena, por lo cual el lugar era cómodo para efectuar operaciones de carga y descarga en los buques que contrabandeaban; lo fue el antiguo puerto Colares, en la desembocadura del arroyo Conchitas, lejos de la vigilancia a que estaban sujetas - o debían estarlo - las embarcaciones que fondeaban en el surgidero frente a la ciudad de Buenos Aires. 
“SILVEREN WERELT"
 El 22 de julio de 1590, penetraba en las aguas del Río de la Plata el buque holandés “Silveren Werelt” (Mundo de Plata) Su piloto, Enrique Ottsen escribió una narración del viaje. De su relato, se
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hizo una publicación en la Biblioteca Oficial de Marina, de donde tomamos los datos que se darán a continuación. El buque holandés al navegar por el río, siguió una derrota distinta de la acostumbrada en aquella época y reconoció los bancos principales “cuya verdadera extensión y forma eran desconocidas por los españoles radicados en la Colonia”. Era general, a fines del siglo XVI, que los buques españoles siguieran en su navegación, la costa del Uruguay hasta cerca de la isla del San Ga­briel, poniendo luego proa a Buenos Aires, evitando así el Banco Inglés. Año después, "con el aumentó de calado de los buques - dice la publicación antes señalada - fue necesario explorar el estuario en busca de una línea de mayor pro­fundidad, eligiéndose una ruta, que con pocas variantes, es la actual.”

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Boungainville, en su obra “Viaje alrededor del mundo” (1766), inserta una carta del río con el derro­tero a seguir, que difiere poco del que conocemos ahora. [3] Explica el autor de la publicación que el buque holandés, luego de recalar en Punta Piedras, se recuesta sobre la actual costa argentina y la sigue, internándose en el Río de la Plata; determina un ba­jío que concuerda con la posición general del Banco Chico, que según cartas de principios del siglo XVIII, formaba parte integrante del Banco Ortiz, y concluye esta parte diciendo que el buque holandés siguió la línea de mayor fondo, que aún existe, entre el Banco Chico y la costa, lo que sorprendió a los españoles, quienes acostumbraban recostarse hacia la Banda Oriental.
El 29 navegamos al O.NO - escribió Ottsen - y varamos en un banco de arena, movediza a un cuar­to de legua de tierra y tres leguas al Sur de ‘Bonas Aeres’ (sic); desde allí para el Sur la tierra está cubierta de árboles”; continuaron al día si­guiente navegando en tres brazas y a legua y media de tierra y, des­pués de una legua de camino divi­saron la población de Buenos Aires, "que es un país sin árboles, llano y abierto, divisando también algunas casas”... 
El autor de la publicación (de la Biblioteca Oficial de Marina) expre­sa al respecto que, el diario de Ottsen, “nos habla de una derrota de entrada a Buenos Aires, de có­mo aparece éste a la distancia, e in­dica finalmente el fondeadero. Es un documento náutico en toda regla y la derrota que aconseja, cercana a la costa y a distancia deter­minada, no es otra que el canal de Punta Indio o Rada Exterior, al Oeste del Banco Chico”. 
PRIMEROS PROPIETARIOS 
La costa baja y cubierta de árboles, que se extendía de SE a NO, casi paralelamente a la de­rrota del buque holandés, en los años más inmediatos a la entrada de este buque al Río de la Plata, no tenía propietarios, excepto la parte comprendida entre el Ria­chuelo y un punto situado frente a la población de Wilde, que perte­necía al Adelantado Vera y Aragón, desde el año de la fundación de Buenos Aires.
El 24 de diciembre de 1635, el vecino de aquella ciudad, Gerónimo de Benavides, pidió y obtuvo merced del gobernador Pedro Esteban
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Dávila, de unas tierras en el “Pago de la Magdalena”. En su petición exponía que durante todo el tiem­po que había gobernado Francisco de Céspedes, antecesor de Dávila, “había rondado y vigilado la costa del Río de la Plata, hacia el S. E. del Riachuelo - la llamada entonces Banda del Sur - para descubrir los navíos que por este río entrasen” y dar aviso al gobernador. Y continuaba: “por tener V S. la misma satisfacción, me tiene encar­gado lo mismo, lo cual estoy conti­nuando con mucho trabajo de mi persona e hijos”. Decía después: “Por ser continuo el trabajo y por­que estoy pobre y no tengo más de una suerte de tierras en la barranca de este río, en el Pago de la Magdalena, y tengo dos hijas que remediar, [4] suplico a V. S. me haga merced, en nombre de S. M., de tres leguas de tierra de las sobras que caen en la barranca hasta el Río Grande,[5] que corren desde el puerto que llaman de Don Gaspar, hasta la estancia de don Antonio Gutiérrez Barragán, que es todo playa de este río, anegadizo, y tendrá de ancho por donde más, cuarto y medio de legua, desde la barranca, hasta topar con el Río Grande, por estar vacas [6] y despobladas, que en ello recibiré merced. (textual) El gobernador Dávila, con igual fecha, diciembre 24 de 1635, concedió a Benavides la merced de tierras que había solicitado. 
Tal extensión de tierras estaba comprendida en el bañado, en la parte que se extiende desde las ba­rrancas hasta la costa del río,
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entre dos puntos, situados: uno frente al ramal a Villa España del F. C. Sur (hoy Roca) y otro algo hacia el SE de la estación Villa Elisa del mismo ferrocarril; en la costa, su extensión estaba comprendida desde la actual Punta Lara hasta el accidente geográfico denominado hoy Punta Colorada, en la costa del partido de Quilmes, desembocadura del arroyo Conchitas. 
En planos antiguos, existentes en el Archivo de la Dirección de Geo­desia de la Provincia de Buenos Aires, el citado límite Norte de la merced hecha a Benavides, llegaba precisamente hasta, la desembocadu­ra del Conchitas, en el punto denominado Puerto Colares. En la carta náutica publicada por la Dirección Hidrográfica de Madrid en el año 1812, de acuerdo a los trabajos efectuados por el teniente de fragata Oyarvide se consigna también la llamada Punta Colares. De acuerdo a una información del Servicio Hidrográfico del Ministerio de Marina, "la actual Punta Colorada es la que antiguamente se llamaba de Colares, siendo sus coordenadas 34º 45’ 21’’; 58º 14’ 0’’.” 
PUERTO DE DON GASPAR 
Llama la atención la profundidad de las aguas en este punto; tanto en la carta de Oyarvide como en las actuales, se anotan profundidades mayores a corta distancia de la costa, que en otros
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puntos de la misma. En la “Carta del Río de la Plata, de Buenos Aires a Montevideo”, publicada por el Servicio Hidrográfico, 9ª edición de 1933, se anotan sondas de 17 y 20 pies, y la salida al fondo de 22 pies se hace sobre una mínima de 16 pies, rumbo NE partiendo de la citada Punta Colorada. Iguales datos se consignan en las planchetas 3928 a y 3928 b, edi­tadas por el Instituto Geográfico Militar. 
Vale decir que la vigía establecida por Benavides en años anterio­res al 1635 (Céspedes había comenzado su gobierno en 1624), controlaba la costa en un punto deno­minado '“puerto de don Gaspar”; que dicho "puerto” tenía aguas más profundas que todos los demás puntos de la costa conocidos en aquellos años, y que desde dicho “puerto” hasta el canal por el cual había navegado el “Silveren Werelt”, 36 años atrás, mediaba un corto trecho de aguas también profundas fácilmente navegables por los buques de porte mayor de aquellas época. 
LA ESCASEZ Y LAS VAQUERÍAS 
Los primeros años de la ciudad de Buenos Aires fueron penosos para sus pobladores, que no encontraban en aquellas fértiles tierras otros productos que los que proveían de una mísera caza y una difícil pesca. Coni, para el año 1585, calculó un rodeo vacuno de
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675 cabeza e indicó que en los años siguientes “son numerosos los docu­mentos que confirman la escasez del ganado vacuno en Buenos Aires, y su lento, aunque progresivo aumento”. 
El autor mencionado se refiere al rodeo de animales mansos. Dice más adelante: “debe tenerse en cuenta que al lado de ese rodeo manso debía existir otro alzado, que fue formándose desde el primer día de la fundación, con la huida constante de animales a la pampa y de cuya existencia sólo se dieron cuenta los pobladores muchos años después. Este rodeo cimarrón, que aumentaba mucho más rápidamente que el realengo, [7] por no sacar provecho de él, fue el que habría de constituir, andando el tiempo, las céle­bres vaquerías del Río de la Plata.” 
Durante dos siglos por lo menos, el rodeo cimarrón debió ser muy superior, en número al manso. 
MELCHOR MACIEL 
En 1608, vale decir, 28 años des­pués de la fundación de la ciudad, se, presentó al cabildo un interesado solicitando licencia para hacer matanza de ganado cimarrón. Era Melchor Maciel, futuro estanciero en la zona, del actual partido de Quilmes, y propietario de embarcaciones que llegaban con mercaderías hasta las costas atlánticas del sur del Brasil; la anotación correspondiente, en actas capitulares, constituye la primera mención que se conoce hoy sobre la existencia del vacuno cimarrón en cantidad apreciable. 
LA VAQUERÍA

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Pocos años después, de 1612 a 1620, el vacuno cimarrón se extiende lentamente por la pampa, estando ya próximo el momento en que aparecerá en cantidad tal que asombrará a los propios pobladores; así lo expresa Coni, quien agrega: "en 1621, el gobernador Diego de Góngora dice: ‘el vacuno (cimarrón) no es en tanta cantidad, aunque la hay para poder sustentarse mayor población que ésta, y sacarse cada año hasta ochenta mil cueros sin que haga falta, este (el ganado) resulta del doméstico que se ha alzado de la estancia poblada y se ha hecho cimarrón’...” Ya en esos años, las salidas a ‘vaquear’ que había iniciado Maciel en 1608, representaban un trabajo de varios días y muchos hombres, hasta avistar la hacienda, llevarla a recostar contra un monte, laguna o riacho, rodearla y trabajar hasta masacrarla, o disponer un arreo a otro destino. Llamose a esta faena establecer “vaquería”, donde se hacían, dice un autor: “las matanzas desordenadas, para la extracción del cuero y carne para las necesidades locales; y algo de cuero y carne que se exportaba a España, o entraba en la vía del contrabando”. Un dato de la situación de las estancias de los años inmediatos al 1635, muestra que muchas de ellas se encontraban en la zona paralela a la costa, desde el actual Quilmes hasta el río Samborombón y tanto más agrupadas - dentro de su corto número - en las tierras cercanas a la Atalaya, Ensenada de Barragán y en parte, Puerto Colares.
Las grandes necesidades de la primitiva Buenos Aires, en las décadas siguientes, el 1580, provocaron iniciativas tendientes, a lograr el tráfico de mercaderías y artículos de importación de imprescindible importancia, en trueque o en pago de los frutos de exportación de la tarea rural. Pero las iniciativas que no faltaron en repetidas oportunidades hallaron las trabas del prohíbicionismo de la época; algunas concesiones especiales y muchas violaciones de las leyes permitieron el desarrollo de un comercio incipiente, en el cual, los cueros desempeñaron un importante papel en la exportación. 
EL CONTRABANDO 
El contrabando nació, pues, como una necesidad destinada a permitir la exportación de frutos codiciados en Europa y la llegada a la Colonia, de artículos de imprescindi­ble necesidad: “los colonos Españoles del litoral atlántico - ha dicho un autor - entraban en tratos con portugueses, holandeses, franceses e ingleses, sin
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importarles que fue­sen piratas o bandidos, buscando siempre obtener mercaderías europeas baratas y dar salida a sus fru­tos”. 
En el contrabando quedaron complicados hasta varios gobernadores de Buenos Aires, pero pese a las leyes y a la vigilancia más o menos tolerante que ejercía, buques extranjeros: “abandonaban pasajeros en las costas, que luego se escondían en las chacras o en las mismas casas del poblado donde les proporcionaba caballos, alimen­tos, etc. El contrabando rompía todas las barreras. La vida misma lo imponía. Era una fuerza progresista en la estrechez y miseria del Buenos Aires colonial”. [8] 
Antes del descubrimiento de la Ensenada de Barragán como puerto de ultramar, en 1727, el único punto de la costa del Río de la Plata cu­ya profundidad - como hemos di­cho - permitía a los buques
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acercarse a ella a cortas distancias, era la zona que hemos indicado como de pasajeros en las costas que luego se llamó puerto Colares y, primitivamente, en 1635, puerto de Don Gaspar. Un singular antecedente que estimamos muy poco conocido, nos hace creer que el puerto Don Gaspar recibió su nombre del propietario de las tierras altas sobre la barranca casi frente al mismo punto, general Gaspar de Gaete. 
LOS IZARRA-GAETE 
Las tierras repartidas por Garay en 1580, al Sudeste del Riachuelo sobre la barranca, en la parte más próxima al antiguo Puerto Colares pertenecían a sus propietarios Pedro de Izarra, Antón Roverto y Alonso Gómez. Consta documentalmente que Izarra el 22 de julio de 1602, compró a su lindero Antón Roverto la estancia “que llaman del Corbatón” - agregamos que cada una de las
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propiedades entregadas por Garay para estancias, medían media legua de frente por la barranca, por legua y media de fondo hacia el SO rumbo verdadero, aunque en la práctica, no se conservaron los rumbos ni las medidas. 
Muerto Izarra en 1622, sus bienes, entre otros la estancia del Corbatón, [9] pasaron a ser propiedad de su hija Polonia, casada con el Ge­neral Gaspar de Gaete. [10] Cabría aquí suponer que el cita­do "puerto de don Gaspar” conocido como tal en los años en los cuales el contrabando hizo necesaria una vigilancia adecuada, servía de punto de embarque cómodo para los curso obtenidos en las vaquerías iniciadas pocos años antes y quizás, a los que provenían de la estancia del Corbatón, situada en sus inmediaciones. El puerto de don Gaspar, situado en un punto de fácil acceso, requirió en años anteriores al 1635, una guardia destinada a vigilar el paso de buques. Años después, la guardia continuaba y, por muchos años, fue un punto en donde la actividad ilícita del contrabando se ejerció con relativa frecuencia. 
CONCLUSIÓN 
Los hombres de la conquista y la colonización deben ser juzgados
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de acuerdo a la época en que vivie­ron, en lo que pensaban, sentían y obraban de acuerdo a las necesida­des de entonces y no a las de hoy. El contrabando de aquellos años de prohibiciones comerciales, estaba prohibido por las leyes, pero era tolerado por los gobernadores, admitido por los cabildos y favorecido por la población al advertir sus proficuos resultados. “Era un contrabando nacional que se llevaba a cabo a puerto abierto y velas desplegadas… y gracias al cual una sociedad incipiente vivía, trabajaba y progresaba.”

Dr. José Alcides Craviotto, de la Junta de Estudios Históricos de Quilmes
“El Sol”, sábado 13 de mayo de 1944
Compilación, transcripción, argumentación y compaginación Chalo Agnelli
Quilmes, 2014
BIBLIOGRAFÍA 
Artesano E. “Contenido social de la Revolución de Mayo”. Buenos Aires 1941, tomo 1.
Azarola Gil L. H. “Los Maciel en la historia del Plata”. Buenos Aires, 1940.

Coni E. A. “Agricultura, comercio e industrias coloniales”. Buenos Aires 1941. “Historia de las vaquerías de Río de la Plata”. Madrid. 1930.
Puiggros R. “De la Colonia a la Re­volución”. B. Aires, 1940
Savon M. (Tte. de navío) “Descu­brimientos y exploraciones en la costa sur, durante el siglo XVI”, tomo VIII de la Biblioteca del Ofi­cial de Marina, B. Aires, 1929.
Sors de Tricerri G. "El puerto de la Ensenada de Barragán”, La Pla­ta, 1933.
Trelles M. R. “Registro Estadís­tico de Buenos Aires, 1860”. Tomo I, B. Aires, 1861.
Craviotto J. A. y Barrera Nicholson O. “Algunos aspectos de la vida rural en el antiguo pago de la Magdalena”. “La Verdad”, Quilmes, julio 9/1943.
Archivo de la Dirección de Geo­desia de la Provincia de Buenos Aires
Biblioteca Oficial de Marina
Biblioteca Popula Pedro Goyena
Biblioteca Pública Municipal Domingo Faustino Sarmiento
Instituto Geográfico Militar 
FOTOS 
1.- Plano del puerto de la ensenada de Barragán, realizado a pedido del consulado de Buenos Aires por Pedro Cerviño y Juan de Indarte. 1789.
2.- Estuario del Río de La Plata con ambas costas, ya figura Quilmes. 1780
3.- Copia del Viaje alrededor del Mundo de Bougainville en el Museo Malvinas e Islas del Atlático Sur de Buenos Aires 
4.- Río de La Plata, Kitchin 1772. Están marcados los bancos de arena.
5.- Mapa de la Rivera del Plata en la América Meridional 1776. Publicado por pirmera vez en el diario El Sol, en noviembre de 1945, por Juan Carlos Buceta Basigalup; publicado por el sacerdote jesuita Chalevoix. Lleva la leyenda en francés: “Carte de la Riviere de la Plata dans l’ Amerique meridionale par Mr. Bellin Ingr. De la marine 1756” Ver en EL QUILMERO del jueves, 28 de enero de 2010, QUILMES EN UN MAPA DEL AÑO 1756 - JUAN CARLOS BUCETA BASIGALUP http://elquilmero.blogspot.com.ar/2010/01/quilmes-en-un-mapa-del-ano-1756-buceta.html/
6.- Plano copiado por el Dr. Craviotto en el Archivo de la Dirección de Geo­desia de la Provincia de Buenos Aires, donde figura la Cañada de Gaete.
7.- El Partido de Magdalena separado del resto del Pago de la Magdalena, Partido de Quilmes.
8.- "Arreando ganado" Óleo de Jorge Pizzanelli.
9.- Arroyo del Náutico.
10.- La Ribera, foto de Silvia Marmori de su libro "Fotos de la Ribera"
11.-  Idem ant.
12.- El Río de La Plata según el viaje de la 'Silveren Werelt'. En la publicación Craviotto coloca la imagen invertida a propósito.  
NOTAS

[1] Ver en EL QUILMERO del domingo, 24 de noviembre de 2013, DR. JOSE ALCIDES CRAVIOTTO - LAS PUERTAS DE NUESTRA HISTORIA http://elquilmero.blogspot.com.ar/2013/11/dr-jose-alcides-craviotto-las-puertas.html/ 

[2] Craviotto, María Cesira – Maier, Carlos Guillermo. “Dr. José A. Craviotto el historiador de Quilmes”. Bibl. Pública Municipal Domingo F. Sarmiento. Serie Bio-bibliográfica. Nº 1. Quilmes, 1966.

Ver en EL QUILMERO del miércoles, 15 de junio de 2011. “DOCUMENTOS HISTÓRICOS DEL DR. JOSÉ ALCIDES CRAVIOTTO” http://elquilmero.blogspot.com.ar/2011/06/documentos-de-investigacion-historica.html/ 

[3] Agregamos nosotros que en la “Delineación de la boca del Río de la Plata” por el capellán Juan Ramón, mapa publicado en el año 1863 ya se indican claramente dos rutas una que parte de Montevideo y corre paralela a la costa oriental hasta la Colonia actual y otra que cruza el río desde Montevideo hasta la costa argentina con rumbo aproximad S.SO y desde allí paralelamente a la costa, sigue el rumbo del “Silveren Werelt”. 

[4] Proveer de dote para casarlas convenientemente.


[5] Río de La Plata 
[6] Vacantes, sin propietario. 
[7] Esta palabra hace referencia a las tierras de propiedad del rey y por extensión se adjudica al ganado existente en esas tierras. 
[8] De esta manera también hacía entrar a los esclavos. 
[9] Ver en EL QUILMERO del sábado, 1 de noviembre de 2014, LOS GAETE Y LOS IZARRA - A LO LARGO Y MÁS ALLÁ DE LA HISTORIA QUILMEÑA http://elquilmero.blogspot.com.ar/2014/11/los-gaete-y-los-izarra-lo-largo-y-mas.html/ 
[10] Ver en EL QUILMERO del viernes, 3 de febrero de 2012, POLONIA IZARRA http://elquilmero.blogspot.com.ar/2012/02/polonia-izarra.html/

 

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