viernes, 4 de diciembre de 2015

GUILLERMO ITHURSARRY - CUARTA ENTREVISTA TRANSMIGRATORIA (1936/2015)



Por Chalo Agnelli
“Ser historiador significa tender puentes
Entre el pasado y el presente, observar
ambas orillas y tomar parte activa en ambas”
Bernhard Schlink de “El lector”
Anagrama, 2010, Pág. 170

Tener iniciativas es digno de elogio porque es con iniciativas que se llegan a plasmar en realidades los principios que delimitan el cumplimiento del papel que juega cada uno como unidad activa en una organización social.
Hacemos un nuevo viaje transmigratorio para entrevistar a un vecino que no necesitó nacer en Quilmes para sentirse hijo de este pueblo y como tal prodigarse en la concreción de mejoras para el bien común; como vimos en las anteriores visitas hechas a don Santos Angeletti y a don Santiago Goñi.
Hijo de vascos don Guillermo Ithursarry o Ythursarry - pues aparece de las dos formas escrito en la prensa local - es un hombre de considerable tamaño, tanto a lo largo como a lo ancho y sobre todo en valores humanos. Una voz estentórea, risueño y generoso en el trato, multifacético; goza de un contagioso optimismo y del aprecio de toda la vecindad. Lo encontramos en la estación, en el andén sentado en un banco esperando que llegue la formación de las 14:05. 
EL QUILMERO.- ¿Cómo le va don Guillermo? Vengo desde otros tiempos a recuperar su figura meritoria. 
GUILLERMO ITHURSARRY.- ¿De otros tiempos?... Gracias por la visita, pero no soy una persona importante como para que se me recuerde con distinción. Soy un trabajador, un vecino como tantos en este Quilmes nuestro. 
EL Q. – Pero sus iniciativas nos benefician aún en el lejano futuro, don Guillermo. ¿Cuándo llegó a Quilmes? 
G. I.- En 1906. Vine de Bahía Blanca. Todavía esto era un pueblo. Aún no habían levantado el suntuoso palacio municipal que tenemos hoy día ni el hermoso edificio de la Escuela Nº 1 que trazó la mano hábil de don Pedro Etchevertz. Aquí viví mi juventud. Vine como trabajador del ferrocarril Sud. Fui guarda de estación, señalizador, boletero, hice mantenimiento… 
El. Q.- ¿Qué edad tenía? 
G.I.- Y yo nací en 1887, o sea que tenía 19 años, si no hago mal la cuenta. ¡Ya me tienen que jubilar! 
EL Q.- Simultáneamente tuvo otros empleos ¿No? 
G. I.- En 1920, con un capitalito que reuní, abrí en la avenida Centenario, hoy se llama Uriburu (H. Yrigoyen), a muy pocos pasos de la calle Rivadavia un negocio de venta de cigarrillos y revistas. Creo que fue el primero de ese rubro que se instaló en Quilmes. El comercio marchó muy bien y a los pocos meses le anexé un salón de lustrar. Llegué a tener seis lustrabotas trabajando simultáneamente. Pero sin dejar el trabajo en el ferrocarril. 
El Q.- ¿Lustrabotas? 
G. I.- Sí. La proximidad con al estación era una garantía. Los caballeros que venían caminando a tomar el tren por las calles polvorosas de Quilmes hacían su parada en mi establecimiento para
llegar a cualquiera de las dos capitales con zapatos o botas rutilantes. ¡Jajajajajjajajaj!
El Q.- Además, mucho antes, el 31 de octubre de 1911, se concretó una aspiración suya. ¿Verdad? 
G. I.- No sólo mía. También tuvieron que ver don Carlos Radaelli y don Bautista Gagliardi. En realidad brotó de la banda de música fundado en 1897. 
El Q.- ¿Cómo fue eso? 
G. I.- En 1890, los veteranos de Giuseppe Garibaldi, el que fraguó la unificación italiana, habían emigrado a la Argentina. Algunos de los que se establecieron en Quilmes ingresaron a la Sociedad Artesanos de La Colonia, en el barrio de ese nombre, ahí, del otro lado de las vía, el barrio que fundó don Santiago Valerga… más precisamente en la intersección de las calles Vicente López y Córdoba (hoy Pte. Perón). [1] Por diferencias que no vienen a cuenta, en 1897, algunos se agruparon y crearon la Societá Filarmónica Volontari di Garibaldi. ¡Eh! ¡Cómo me sale el italiano!
¡Jajajajajja! Yo pertenecía a esta última (en la foto Ithursarry en el centro). La música fue una de mis pasiones. Era inspector de banda. Teníamos la sede en Garibaldi 90, pero como todas las actividades grupales, algunos van desertando, otros los atrapa el laburo, la familia, otros se fueron a pueblos vecinos, entonces yo propuse la formación de un cuerpo de bomberos voluntarios. Así fue, amigo, que el martes 31 de octubre se constituyó la Sociedad de Bomberos Voluntarios de Quilmes. 
El. Q.- ¿Usted debe haber encabezado la comisión…? 
G. I.- ¡No! Yo soy bueno sobre la montura, como dicen los gauchos. Para los temas administrativos y leguleyos, había gente muy capaz. El presidente fue don Miguel Oliveri, de familia vieja de Quilmes; ese gran comerciante que es don Mariano Giaimo, fue vice y los acompañaron: Adelchi Vanoli, Luciano Panier, Alfredo Tabou, Cayetano Paolini, Antonio Tonello, Constancio Carbonetti, Juan Capelletti, Zoilo Flores y mi amigo don Carlos Radaelli. El socio numero uno es don Bautista Gagliardi. 
El Q.- ¿Y los fondos? 
G.I.- Y, formamos una comisión honoraria ¡Jajajjajajajaj! Con los bolsillos más cargaditos del pueblo. 
El Q.- ¿Cómo es eso? 
G. I.- Nombramos para esa comisión honoraria a políticos que siempre son un buen lazo para conseguir insumos a nivel oficial: don Manuel V. Ramella y a don Pablo Castro como presidente y vice, respectivamente. Ramella era intendente en ejercicio ese año y Castro lo sería en el siguiente. Y también integramos a la
Comisión a comerciantes fuertes: don Félix Fornabaio, don Emilio Ithuralde, don Gotardo Spelzini, Antonio y Pedro Fiorito, Juan Pallaviccino, Alberto Machado, un cervecero don Juan Baenninger, uruguayo de origen alemán muy quilmeño ¡Jajajajajajaj! don Juan Gualtruzzi, don Santiago Borro… funcionarios como don Enrique Soneyra y Guillermo y Francisco Tollo. Era la gente más representativa de la comunidad a la largo y a lo ancho del Partido ¡Qué es bastante grande! ¿No? 
El Q.- Cierto. Y lo fue más. Quilmes es madre de ciudades. ¿Qué instrumento tocaba usted don Guillermo? 
G. I.- ¡La bandurria! Pero era bastante malo. Era mi rinconcito de expansión espiritual. Practicaba poco, pero actué en las dos bandas la de La Colonia y la Garibaldi. Siempre encontraba algo que me atraía y distraía. ¿Sabe? Ese año `11, ignoré las calles de tierra, las huellas profundas que dejaban los carros y los pozos y compré un automóvil. No era como el ‘De Dion Bouton’ de transmisión a cadena de don Antonino Cambaceres, dueño de la quinta "La Elisa", la que estaba allí donde ahora levantaron el Hospital. El mío
era un poco más moderno; un Ford T, 1908. Fue el primero en Quilmes… creo… También lo usaba de taxi. Entre formación y formación, si llegaba de la Capital alguna señora grande, cargada de bultos y vivía cerca la alcanzaba hasta su casa… si era buena moza también ¡Jajajajajajajaj! A la que siempre llevaba era a la señorita Mena, ella era comisionista de damas. Y dos o tres veces por semana viajaba a la Capital a hacer compras para las señoras de Quilmes. Volvía cargada como una mula, la pobre; entonces la llevaba hasta la casa de los Borzi, allí vivía, en Tres de Febrero, bah! Alem ahora. Era cerca, de modo que estaba a horario en la estación para el arribo de la siguiente formación. 
El Q.- Sí, sí, sí Conocía a la señorita Mena… Pero ¡Usted era el hombre orquesta, don Guillermo! Y volviendo a los bomberos. En esos años ¿Dónde tenían el cuartel? 
G. I.- Las primeras reuniones se hacían en mi casa, Centenario 610 (H. Yrigoyen) hasta que establecimos nuestra sede social en la calle Garibaldi 90, como le dije antes. Certera la elección de la calle ¿No? 
El Q.- ¿Cuál fue su primer incendio? 
G.I.- El de la fideería del Sr. Marenzi, en la calle Alem entre Alvear y Brown, siniestro en el que con inteligencia suplimos la insuficiencia de elementos. 
EL. Q.- ¿No contaban con todos los implementos? 
G. I.- No. Los que teníamos eran bien rudimentarios, por cierto. Luego pudimos adquirirlos gracias a los aportes de esos vecinos y otros. Teníamos varios baldes y no muchos metros de soga. Poco
tiempo después vino a sumarse una remesa de hachas que donaron los Bomberos de Avellaneda. Contábamos con dos picos comunes, dos palas anchas y dos de punta. Don Napoleón Fracchia donó un mortero para disparar las granadas con que se llamaba a prestar servicio. La Cervecería donó una chata de cuatro ruedas, arneses para caballos, una escalera y don Augusto Otamendi, dos caballos. Con una contribución de la Edificadora del Sur compramos un matafuego y la Prefectura nos cedió en préstamo un bote para los casos de inundación. Ese fue nuestro comienzo. 
El Q.- A usted se lo podría definir a través de sus numerosas iniciativas. ¿Verdad don Guillermo? Además de todo lo narrado hay un episodio consagratorio, el que se refiere al establecimiento de los servicios de ómnibus ¿No? 
G. I.- Sí. Hace unos 15 años atrás, aproximadamente, aparecen en Quilmes las primeras “cucarachas”, como denominábamos a aquellos taxi-colectivos o auto-colectivos, producto del ingenio de los taxímetros porteños que circulaban durante gran parte del día con sus banderas de libre en alto ante la falta de pasajeros por los costos de la crisis económica que existía en el país. [2] Se podían transportar hasta 6 personas, tres en el asiento trasero, dos en transportines desplegables y otro junto al chofer. El pasajero pagaba la tarifa de acuerdo al trayecto realizado al descender. Después llegaron los ómnibus. Eran pesados, con características tranviarias: plataforma de ascenso, linternón sobre el techo y con una capacidad de entre 20 asientos. [3] 
El Q.- Fue un pionero de los colectivos… 
G.I.- No hubo otros precursores, don Mauro Albanese, Murialdo, Grecco, Cañás, Arrechea, Barrios, Mórtola, López, Cristiani. Don Mauro Albanese creo una compañía junto a su hermano Santiago, Fernando Barreneche, José Narvarte, Eusebio Cima, Eduardo Toyo, Roberto Stafforini, Justino Barrabino, Martín Galli, Benito Guerrero… Muchos fueron los pioneros. Yo fui uno de tantos. 
 Uno de los primeros ómnibus de fines de la década del `20. Foto Hugo Morón
El Q.- Pensar que la gente lo recuerda, tan sólo por ser uno de los que ideó la Sociedad de Bomberos Voluntarios y es un hombre múltiple. Ha hecho de todo y todo bueno para la comunidad. Pero ¿Cómo hacía para atender el comercio, la estación, la cucaracha…? 
G. I.- Y, el colectivo lo manejaba los fines de semana y los feriados. Los demás días tenían un chofer. En la tabaquería tengo personal. Siempre fui muy activo y me hago tiempo para todo. Apago incendios, manejo el colectivo y lo sacó del barro cuando se queda atascado, pues como verá hay muchas calles que después de una de esas lluvias intermitentes que se suceden aquí, el barro se pone pegajoso y cuesta avanzar con el colectivo lleno. Es divertido… 
El Q.- Usted si que no sabe lo que es el ocio ni el aburrimiento don Guillermo. Ahora lo voy a dejar pues tengo que volver a… pero trataré de reproducir de la mejor manera posible todo lo que charlamos, aquí en esta hermosa estación. Vale la pena volver al pasado y comprobar que hubo un tiempo que si no fue mejor, el entorno suplía las carencias, no como… Adiós don Guillermo. 
G. I.- Adiós, amigo, vuelva pronto con más tiempo y llevo a recorrer las calles del pueblo con mi Ford… por el barro no se preocupe…
La vida es la única oportunidad. Cada uno la vive a su manera, como puede, con los instrumentos que se le dieron en el hogar que nació, en la forma en que fue criado, en el entorno de personas que acompañaron su formación y con ciertas particularidades que le son propias e irrepetibles, por algunas causas o condiciones que aún los psicólogos ni los genetistas no han sabido explicar con total precisión. Algunos pasan anónimamente, con serenidad, sin grandes aspavientos, altibajos ni infortunios; otros sobresalen porque no se conforman solo con eso de permanecer y transcurrir y desbordan sus particularidades positivas y enriquecedoras que los hacen sobresalir de la multitud anónima.
Estos son modelos de vida.

Investigación, compilación y “entrevistador” Chalo Agnelli
ILUSTRACIONES 
Jorge Luis Barton
FUENTES
Archivo de la Biblioteca Popular Pedro Goyena
Hemeroteca del diario “El Sol” de Quilmes.
Schbib, Claudio “Fuego y Agua”. Ed. Tiempo Sur. Quilmes, 2000.
Revista “Fuego y Agua” Publicación de la Soc. de Bomberos Voluntarios de Quilmes. Número del cincuentenario. 1961. Dirección Juan Cornaglia.
Revista “Vida Quilmeña”. 2º Aniversario, abril 1935. Pp. 43 y 45
NOTAS


[1] Edificio que aún se halla en pie. Ver “Fuego y Agua” Pp. 25; 26 y 29,
[2] Revista El Auto Colectivo -año 69 Nº 529
[3] http://www.busesrosarinos.com.ar

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy linda nota sobre mí bisabuelo. La leí cuando salió hace unos años y ahora la volvemos a recordar.