SALMAN SALE ANDAH VERSUS ODILÓN
VICENTELA
Chalo Agnelli
del libro "La Colonia
de Valerga"
Terminaba la década del 20. Las
figuras pugilísticas de boxeadores como Luis Ángel Firpo, Justo Suárez y los
hermanos quilmeños Victorio y Valentín Campolo entusiasmaban a los jóvenes y
hacían del Boxing Club un centro barrial imprescindible para los varones de
Quilmes.
En Vicente López al 700, frente al Club, ex Sociedad Cosmopolita Artesanos de La
Colonia,
tenía una tienda y mercería Salman Sale Andah, un inmigrante druso que a
pesar de su origen se lo conocía por “el turco Salomón”.
El turco en los momentos
que la clientela escaseaba pasaba las horas apoyado en la puerta de su negocio
observando con interés, curiosidad y cierta envidia la asiduidad y el entusiasmo de los aficionados
que concurrían al Boxing y,
cuando podía, se sumaba a la euforia de los encuentros pugilísticos.
Otro de los concurrentes a cada
match era un sanjuanino cervecero, Odilón Vicentela, que no perdía oportunidad
de mofarse y motejar al turco por su pronunciación enrevesada cuando prorrumpía
en exclamaciones estimulando al contendiente de su preferencia. Esto provocaba
que se trenzaran en discusiones violentas, cargadas de improperios autóctonos
de cada origen ante la mirada risueña de los demás asistentes.
Un grupo de jóvenes aprovechó el
conflicto para su diversión y convencieron al turco y al sanjuanino a que
zanjaran su conflicto sobre la lona.
Vale en este punto describir a
los personajes de esta anécdota para que se advierta lo insólito de la lucha.
Odilón era un hombre moreno de poco más de 1.87
m
de estatura, con un vientre considerable, sus brazos dos troncos que culminaban
en manos que semejaban palas de panadero. Pesaría poco más de 100 kilos. Sus
cejas encontradas le daban un aspecto de permanente enojo cosa totalmente ajena
a la realidad, ya que era afable, gentil y generoso con sus vecinos y
compañeros cerveceros. Pero su aspecto imponía respeto. En cambio Salman medía
1:65m, muy delgado, enjuto, de aproximadamente 62 kilos y de manos pequeñas.
Por supuesto que ninguno de los dos
tenía la menor idea boxística de modo que los jóvenes que prepararon la broma
se repartieron los contrincantes y previo al encuentro recibieron varias
lecciones teórico-prácticas; las que reunían gran cantidad de vecinos que se
destornillaba de risa de la torpeza de ambos.
Salman tenía como entrenadores a
Ángel Camarero, Elías Scarabotti y Ángel Ronconi y Vicentela a Carlos Barreta,
Lucas Blanco y Erundino Mejídez. Los principales promotores del encuentro.
Al atardecer los vecinos los veían
correr en distintas direcciones, levantando polvo, sudando copiosamente,
agitando sus brazos y bufando, saltando zanjas, seguidos por una corte de pibes
imitando sus movimientos muertos de risa.
Mientras los promotores seguían
azuzando a los contendientes llevándoles murmuraciones de uno y otro que
exacerbara la rivalidad.
La pelea se realizó el 22 de octubre
de 1927, frente al Quilmes Boxing Club, presidido por Raúl Carranza.
Se había hecho una promoción
inusitada con carteles donde se comparaba Vicentela con el “Toro salvaje de
las pampas” y Salman con Jack Dempsey. Así la noticia se desparramó
por todos los rincones de Quilmes, las quintas vecinas y hasta los compatriotas
del turco vinieron desde Buenos Aires. Entre los personajes quilmeños que se
vio en los bancos preferenciales del improvisado ringside se recuerda a:
Rodolfo López con su hermano Eduardo, a Atanasio Lanz, a los hermanos Oliveri,
a Héctor Wilde, Isidoro Iriarte, Francisco Fernández Melo, Luis Ricagno, Juan
Stanfield, Alberto Bick, Carlos Perli, Agustín L. Roca, Plácido Zito, Isaías
Grosman y varios miembros de la colectividad inglesa como el Dr. Pennington y
los Hutchison.
Ofició de árbitro Victorio Campolo.
Salman lució una extraña “robe de chambre” y Vicentela un sacón de lana,
que seguramente le había tejido su madre, allá, bajo alguna higuera provinciana.
El sanjuanino entró en el ruedo
saltando como una pelota en torno a la mole del turco, intentándole un panzazo
que Salman respondió con otro que lo arrojó violentamente contra un rincón del
ring. Vicentela se repuso y entró otra vez en el bailoteo mientras el turco
mantenía su izquierda extendida para alejarlo. El sanjuanino hacía fintas como
si empuñara una daga en su derecha. Transcurría la pelea y el cansancio los fue
venciendo.
“Una inesperada y risueña incidencia
matizó la pelea: en un cambio de golpes, la mayoría lanzados al aire, Salomón
se pegó al cuerpo de su adversario en un estrecho abrazo que culminó
mordiéndole a este la tetilla izquierda, con gran enojo de Vicentela cuyos
panzazos y furibundos guadañazos era aguantados estoicamente por el turco que
sólo atinaba a extender al máximo su izquierda, pretendiendo con ello alejar el
sanjuanino que justo es reconocer, con su empuje, decisión y, sobre todo, sus
panzazos y alguno que otro golpe llevó la mejor parte de la pelea imponiéndose
finalmente por puntos en fallo unánime.”
De lo recaudado el ganador se llevó
$ 289; $ 260 el perdedor y el Boxing una suma menor que permitió luego instalar
unas gradas fijas de buena madera.
Posteriormente se intentó
programar una revancha, pero los improvisados púgiles no entraron en el juego
de los “graciosos” ya que había nacido entre ellos una sincera amistad que les perduró
toda la vida.
El Plata, 1927
Todas las noches, en el
local del Quilmes Boxing Club, puede verse a dos formidables figuras, dando
saltitos en la cuerda, tirar trompis a la bolsa de arena y sudar la gota. En
su idioma natal invocan a Mahoma, Alá y a Mustafá Kemal, dando bríos inusitados
al bravo Sale, que con tales piropos se sale de la vaina como quien dice...
Todas las noches se
presencia este espectáculo, que a buen seguro tendrá que pagarse en lo
sucesivo, dado la gran cantidad de “mirones” que acuden.
A $ 0.20 por barba, daría a Salomón y Vicentela
una excelente ganancia. Afortunado rival el que se adjudique el triunfo por puntos,
o por consunción lenta, que para voltear esas moles fuera preciso un guinche
hidráulico.
Los bravos pugilistas siguen
su entrenamiento con entusiasmo, alentados por sus numerosos partidarios,
especialmente Salomón, que tiene a su favor la simpática y bullanguera colonia
turca entre nosotros. La preocupación de ambos rivales, por ahora, es rebajar
la inquietante panza que los alarga. Esperan con ello disminuir unos 20 años
por lo menos, con lo que ganarán en eso y menos blanco para el rival, que se jugará
entero con tal de clasificarse campeón de algo.
El campo de entrenamiento es
ya una bella exhibición de carnes, que puestas al kilo, daría una “bolsa”
colosal para cualquiera de los gordos, en aras todo del triunfo que esperan
obtener el mes próximo, allí mismo, mediante un asalto de box, que no sabemos
si será de boxeo, pero un asalto notable y colosal, ya lo creo que lo será.
Vicentela argentino, y Salé
turco, son los héroes de este original certamen pugilístico ganadero, que
llenará de bote en bote las instalaciones del Club.
Lo deseamos de todo corazón.
El Plata, 1927
El Sol, revista del 50º aniversario 1/11/1977. Recuerdos de don José Jove.
Diario El Plata de Quilmes.