Hoy, 31 de agosto de 2010, a las 14:30, recibí de Alicia Silva Rey un mensaje que me produjo una nostálgica congoja. Decía: “Chalo, hola! No sé si te has enterado ya, pero lamentablemente, mi tío PEPE CAMPELO, falleció el sábado 28 de agosto, a los 97 años. Mi prima Laura, me lo comunicó con estas palabras: ‘La única vez que estuvo enfermo en su vida, fue hace dos semanas atrás y el sábado murió’. Más no podría pedirse para la propia Vida. El 1º de agosto llamó a mi mamá (Gilda Giordano) para saludarla por su cumpleaños; en mayo, ella a su vez, lo había llamado a él para desearle un cumpleaños feliz. Era inteligente, amable, lúcido; ha sido siempre, como le dije a mi prima, uno de los hombres más lindos del mundo. ¡Dos semanas de estar enfermo!...no me lo imagino a Pepe enfermo, pero así fue.”
La vida me dio la alegría de conocerlo, tratarlo y creo que fui distinguido con su reconocimiento. Estas partidas no pueden dejar de apenarnos, pero con una leve sonrisa en la comisura de los labios cuando se piensa que don Pepe Campelo tuvo una vida magnífica.
La gigantesca sombra de su eterna compañera, la señera maestra, historiadora, militante de la cultura, doña Lila Giordano, no le hizo mella y andaban juntos por la vida con paso grato.
No fue un anciano mezquino, malhumorado, negativo, no había perdido el optimismo y sobre todo tenía en cuenta a los demás y una memoria prodigiosa. Asombrosamente cuando nos encontrábamos por la calle o en algún evento me mencionaba cosas que yo había escrito o que estaba haciendo y me dejaba consternado. Era sumamente generoso.
Él no fue un artista de relumbre, un gran escritor, ni músico, ni poeta, no había publicado libros ni dicho sonoros discursos, él fue esposo, padre, abuelo, amigo de sus amigos, vecino y fiel quilmeño, el fue tan sólo un GRAN HOMBRE.
Estoy seguro que don Pepe Campelo, como el Prof. Orlando Cella o Valo Barrera, Lía Mancedo, Cacho Martínez, Ely Fontana o Alfredo San José, Carlos Calzetta, Salvador Ingrassia... no morirán jamás, yo sé que charlan sentados en los bancos de las plazas, pasean por el malecón de la Ribera y por la peatonal Rivadavia, asisten a exposiciones en el Museo Roverano, a alguna charla en la Biblioteca Moreno, a un concierto en la Catedral o en la Casa de la Cultura. Están. Sí, ellos están y con ellos tantos otros que fueron y son el perfil de esta comunidad.
Mi homenaje a don PEPE CAMPELO.
(La foto es del 27 de marzo de 2009 en la presentación de mi libro "Dr. José Antonio Wilde", en el Círculo Médico)