“Somos
una generación dueña de un pasado, de
una experiencia, de una memoria y de una responsabilidad de
la que no podemos evadirnos.
Responsabilidad
que se manifiesta en cada uno de los roles que
asumamos: como padres, educadores, comunicadores, etc., y
desde esos lugares contribuimos, por acción u omisión, a
la construcción de la memoria de las jóvenes generaciones.” Laura Benadiba
El
ideario conservador está basado en la “tradición”
lo que no es opuesto al cambio, pero sí rechaza todo cambio que sea intempestivo, que no
contribuya a preservar la identidad nacional establecida por una clase social y
su cultura heredada. Repulsa toda revolución que desequilibre el orden social
preestablecido.
En la nota de Bartolomé Mitre, publicada en "Los Debates" en 1852, postula lo que establece como 'la idea orgánica de nacionalidad', ratificada en la inauguración de la estatua del Gral. San Martín. "Buscamos la nacionalidad argentina", sostiene ese 13 de setiembre de 1862, en el diario "La Nación Argentina" (Nº1)
Nacionalidad que utilizó para escribirse la sangre de Pavón; que necesitará luego: la sangre de la guerra de la triple "infamia" (1865-1870); la sangre nativa derramada en la conquista del mal llamado "desierto" (1878-1885); la de la las luchas por la capitalización de Buenos Aires (1880); la sangre que tiño las calles porteñas en 1890, y toda la que manchó a las provincias en las vanas luchas intestinas, entre feudalismo y progreso.
La
identidad conservadora de los argentinos la describió con sutil ironía Lucio Vicente López (1848-1894)
en su miscelánica novela “La Gran Aldea” (1884): “En el partido de mi tía, es necesario
decirlo para ser justo, y sobre todo para ser exacto, figuraba la mayor parte
de la burguesía porteña; las familias decentes y pudientes; los apellidos tradicionales
esa especie de nobleza bonaerense pasablemente beótica, [1] sana, ilustrada, muda, orgullosa, aburrida,
localista, honorable, rica y gorda; ese partido tenía una razón social y política
de existencia; nacido a la vida al caer Rozas, dominado y sujeto a su solio durante
veinte años, había, sin quererlo, absorbido los vicios de la época, y con las
grandes y entusiastas ideas de libertad, había roto las cadenas sin romper sus
tradiciones heredadas”.
Victoriano
Miguel Félix Husi fue el primogénito del ex intendente Victoriano Huisi y de
Avelina Tobal de larga y honda ascendencia quilmeña; nació en Quilmes el 18 de mayo de 1887. [4] Como su padre desarrolló una notoria
carrera política: ocupó la secretaría municipal durante dos períodos, 1930 y
1931, Tras el golpe de estado cívico militar del 6 de setiembre de 1930 que inauguró la llamada "década infame", fue comisionado municipal de Florencio Varela
entre el 6 de septiembre de 1930 y el 22 de junio
de 1931 (Resolución del 22/6/1931 lo reemplazó el Dr. Alfredo Chimento), durante la intervención federal de la provincia que
ejercía el Dr. Meabe. Luego don Victoriano fue concejal en Quilmes por el Partido
Demócrata Nacional (línea del conservadorismo) en 1932 y 1933 y en 1935;
en 1936 fue electo intendente por dicha agrupación. Era presidente de la república Agustín Pedro Justo, entronado por la "Concordancia", contubernio formada por conservadores, radicales antipersonalistas y socialistas independientes.
Victoriano Miguel Huisi, durante nueve años, fue empleado del
Senado de la Provincia y simultáneamente asesor letrado de la Compañía de Electricidad provincial.
Durante su gestión el 15 de junio de 1937, se inauguró la
fábrica Ducilo y presidió los actos que recibió a la comitiva oficial,
compuesta entre otros por el Presidente de la Nación, General Agustín P. Justo;
el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Dr. Manuel Fresco y otros
funcionarios nacionales y provinciales. Así también como personalidades del
comercio, industria, periodistas, vecinos, superando más de un millar.
A
fines de 1938, surgieron una serie de diferencias entre el intendente Huisi con
los concejales de su mismo partido. Desacuerdos que llegaron a cobrar un cariz
tanto inesperado como desproporcionado.
Si
bien fue cesanteado por los concejales de su parcialidad, Huisi siguió concurriendo normalmente a
la intendencia. El 22 presentó un minucioso
balance de caja correspondiente al año 1938, rubricado por él, por el
secretario Mariano Castellanos, el contador Modesto Arró y por el tesorero J.
M. Oropesa, que luego tergiversaría este documento con acusaciones directas
contra Huisi (después de muerto) ante la justicia, aliándose con el Concejo en
rebelión. Ernesto A. Garibotti [7]
que había asumido interinamente
requirió el apoyo de la fuerza pública al titular de la cartera de gobierno Dr.
Alberto Espil, para sacar al Intendente de la municipalidad, pero Espil negó la
cooperación solicitada.
Huisi,
a pesar de todas estas dificultades, no alteró nunca su agenda. El 29 de
diciembre de 1939 participó en un extraordinario almuerzo en un recreo de la
Ribera con todo el personal de la municipalidad en retribución del año
transcurrido y en ofrenda de buenos augurios para el entrante. [8] El 31 de ese mismo mes se reunió con la comisión de vecinos encargada de
organizar las fiestas de Carnaval que por esos años tenía una preponderancia popular
y extraordinaria en las tradiciones locales.
DESTITUCIÓN.
Dice
en “Apuntes de la Década Infame en
Quilmes” el historiador Jorge Márquez: [9] “Una
curiosidad de la historia política de nuestra ciudad se observó en tiempos en
los que el Concejo Deliberante se dividió y uno de los grupos sesionó en un
local privado ubicado en la calle Olavarría. Pero eso sería un aspecto de la
crónica, casi secundaria ante la magnitud de las consecuencias: aquellos
concejales, sin reunir los dos tercios de los votos necesarios, ni demostrar
malversaciones, ni delitos de parte del intendente Victoriano Huisi, lograron
suspenderlo en sus funciones.”
A fines de enero el Poder Ejecutivo
provincial anunció que enviaría como veedor investigador al Dr. Edgardo Míguez,
quien nunca se hizo presente y se expidió sin haber pisado Quilmes. Algunas
figuras locales íntimamente vinculadas con las células centrales del conservadorismo
como el señor Juan Ithuralde,
parecieran haber tenido presencia en el gobierno provincial para zanjar el
conflicto apuntando a los intereses del partido de Quilmes.
LA SUSPENSIÓN EFECTIVA
El 10
de febrero, el gobierno de la provincia determinó la suspensión efectiva de
Victoriano Huisi quien dos días después apeló ante la justicia. En su descargo
señaló que la ruptura con sus correligionarios se debió a que nunca estuvo
dispuesto a tomar medidas perjudiciales para la mayoría, opuestas a los
objetivos por los que el pueblo de Quilmes lo había elegido, algunas de ellas
que se hubieran podido tomar como delictivas. El
día en que Huisi debía entregar la intendencia a Garibotti, se hizo presente a
primeras horas de la mañana, a pesar que colaboradores y familiares le
sugirieron lo contrario. Esperó en su despacho con algunos colegas, su esposa y
su hermana Avelina. Enterado el H.C.D. reunido en la calle Olavarría demoraron
su presencia en la Intendencia deseando que Huisi, agotado por la demora ya que
conocían sus problemas de salud, se retirara. No fue así, dos horas después de
lo establecido el veedor de la gobernación intimó a las nuevas autoridades a
dar curso al acto. Allá fueron todos los concejales, salvo algunos radicales y
se presentaron en la oficina del intendente que hizo labrar las actas
correspondientes manifestado su desacuerdo ante la medida y dejando establecido
que proseguiría la causa que reivindicara su persona en la función pública.
Incluso estrechó la mano del Sr. Garibotti y de algunos de los que habían sido
sus compañeros de lucha en algún momento y ahora se veían traicionado por
ellos. Su salida del municipio fue acompañado de aplausos, ovaciones y también
abucheos, pero las cosas no pasaron a mayores. Caminando se fue hasta su casa
de la calle Alsina de donde no saldría hasta nueve meses después, muerto.
Ernesto Garibotti quedó a cargo del
Departamento Ejecutivo interinamente, hasta el 13 de noviembre en que el HCD no lo confirmó,
reemplazándolo por el concejal Alfredo Fazzi, por el período que fenecía en
marzo de 1940. Garibotti pasó al cargo de presidente de la municipalidad.
Ambos,
tanto Garibotti como Fazzi, luego, también fueron sospechados de fraude a las
arcas municipales de modo que el gobierno de la provincia intervino nuevamente al Partido y fue cuando el 15 de mayo de 1940 designó comisionado al ilustre Dr.
Fernando Pozzo, que permaneció en ese cargo hasta el 15 de abril de 1941.
ACUSACIONES CONTRA EL INTENDENTE DEPUESTO
Cuando
el Dr. Huisi fue obligado a dejar su cargo había en caja $ 275.000. Pero la
causa por malversación de fondos siguió hasta octubre de 1941. El juez a cargo era el Dr. Gomila, secretaría
del Dr. Menéndez. En el sumario levantado por el instructor Blas Francisco
Inglese al ex tesorero José M. Oropesa señaló como máximo culpable al Dr.
Huisi, a través de una serie de acusaciones sin pruebas fehacientes, sólo
algunos recibos. Con inexplicable encono acusó abiertamente del desfalco al ex
intendente, ya por esos años fallecido.
Oropesa declaró que había asumido el cargo
de tesorero el 5 de enero de 1936, sin dinero en caja. Prosiguió sus funciones
hasta que en octubre, agotadas las partidas afirmó que recibió la orden del Dr.
Huisi de pagar la suma de $ 9000 en jornales y mercaderías fuera de presupuesto
y las partidas agotadas. En enero, febrero y marzo de 1937, dijo que se vio
obligado a efectuar otro pago idéntico por la suma de $ 7000 y a fin de año de
$ 5000 a $ 6000, mediante órdenes siempre emanadas del departamento ejecutivo.
Agregó que se le indicó otorgara $ 1000 al procurador Enrique V. García para
responder a una demanda entablada por la C.O.S.Q.U.E., contra la municipalidad
y se excusó afirmando que no pudo contabilizar esa suma porque faltaba la
autorización escrita del Intendente. Oropesa durante dos años no efectuó
rendición de cuentas y el dinero que utilizaba en los pagos figuraba como saldo
de caja. Afirmó que en 1938, el Dr. Huisi le dio la orden que entregara $ 700 al
odontólogo y periodista Emilio Mauri Casabal, sin justificar el destino y
posteriormente $ 900 para abonar a la casa “Los
Gobelinos” de la Capital Federal, adornos adquiridos y colocados en un
comité político por Mauri Casabal, quien también recibió $ 500 con un
compromiso de devolución (cosa que nunca hizo) y un adelanto de sueldo de $ 200
que percibía en la municipalidad como empleado.
También acusó al Intendente de haberle
ordenado: 1º entregar $ 5000 a un concejal para que haga quórum en una sesión
del H.C.D., pues era una conveniencia política; 2º poco antes de Navidad le
debió entregar $ 1500 al señor Federico J. Fariolli; 3º a fines de el año 1938
agotada una partida global de $ 50.000 tuvo que efectuar pagos que sumaron $
8000, 4º a principios de 1939 (aún Huisi no había renunciado) el cobrados de
impuestos Tulio Moldes confesó una falta de $ 1900 y el doctor Huisi le ordenó
que recibiera en cambio dos cheques contra el Banco de Avellaneda, uno por $
1000 y otro por $ 900, este último se hizo efectivo, pero el otro no se pudo
por falta de fondos.
Oropesa sólo
presentó como documentación un recibo del procurador Enrique García al serle
entregado el dinero mencionado; una factura de “Los Gobelinos” por $ 379 y una orden del Dr. Huisi para entregar
$680 a Mauri Casabal. No
presentó ninguna otra documentación que legitime sus dichos pues afirmó que
Huisi se comprometió a regularizar la situación inmediatamente y para ellos le
pidió los recibos correspondientes el 8 de febrero de 1939 (cuando, en
realidad, ya no estaba en sus funciones), pero nunca se produjo la reposición y los documentos no aparecieron.
Sumó a sus acusaciones, con lo que también
lo auto incriminaba, que desde que ocupó ese el cargo nunca hizo un arqueo de
caja, lo que tampoco se hizo cuando asumió el Dr. Garibotti, lo que hubiera
servido para poner en evidencia el dinero faltante. Dice el informe publicado
en los medios de prensa que Oropesa ante la falta de fondos “... recurrió para efectuar los balances a un
medio engañoso, se acogía a la tolerancia que se acuerda para presentar
aquellos - que vence el 31 de enero del año siguiente al ejercicio - y entonces
con el dinero recaudado en ese mes cubría el déficit.” [10]
Todo esto lo hacía a espadas de los intendentes, tanto de
Huisi como de Garibotti e inquirido por las causas que lo movían a actuar de
ese modo dijo: “... que no se atrevía a
oponerse a las órdenes del doctor Huisi por temor a que lo declarara cesante.”
El juez Gomila determinó varias diligencias para
establecer la veracidad de los dichos:
“...ya que puede tratarse de una coartada para atenuar su responsabilidad,
haciendo acusaciones contra el Dr Victoriano M. Huisi, ex intendente de
Quilmes, fallecido hace tiempo.”
CONSECUENCIAS
Efectivamente, la crisis de deslealtades y
acusaciones infundadas de sus propios correligionarios, en poco tiempo, se le
manifestaron al ex intendente tanto psíquica como físicamente y cayó enfermo de
tal gravedad que nueve meses después falleció,
fue el 4 de noviembre de 1939, dos años después que su hermano Manuel. Trágico destino para esta familia.
NUEVA
CAUSA
El Tribunal de Cuentas de la Provincia de
Buenos Aires luego de las investigaciones y tuvo pronunciamientos desfavorables
para el municipio de Quilmes al resolver sobre las rendiciones correspondientes
a 1939. Se declaró responsable al intendente Alfredo Fazzi que había asumido el 13 de noviembre de 1939, por el
desfalco de $ 39.533,93 y a los concejales Antonio Castagnini, Manuel A.
Castellanos, Francisco A. Garbini, Ernesto V. Ghilini, Edgard Lombardo King,
Juan F. Muñiz Riaño, Nicasio F. Tejada, José F. Varino, Juan Mazza, Dr. Emilio
C. Planes y Alfredo L. Bollo, por haber votado una ordenada acordando
aguinaldos. Estos debían reponer el dinero faltante proporcionalmente. Se
inhabilitó al contador Pablo J. Armendáriz y al que se desempeñó como tesorero
José M. Oropesa que fue detenido.
El miércoles 22 de octubre de 1941, el
diario El Sol informa que el ex
concejal Muñiz Riaño solicitó rectificación del fallo producido por el Tribunal
de Cuentas. El ex edil en discrepancia con el fallo aducía extralimitaciones en
las funciones que le competen a esa institución que le obligaba a pagar una parte
del dinero faltante en el erario municipal, que fue notificado en el expediente
Q396/940, correspondiente a la rendición de cuentas del ejercicio
administrativo 1939, que con fecha 13 de octubre de 1940, fue notificado por la
policía de Quilmes y entre paréntesis pone “procedimiento criminal”, como
aludiendo a su indignación por la medida. Manifiesta su disconformidad también
con la calificación de “extralimitación en las funciones de los concejales”,
aludiendo a la Ordenanza Nº 1290 la que, agrega, no fue sancionada como “dádiva” ni “aguinaldo” (así entre comillas) sino “para pagar el trabajos extraordinario de empleados que fuera de sus
horas habituales de oficina por imperio de las necesidades ineludibles de
mantener el trabajo al día dentro de un ambiente perturbado como el que regía
durante las postrimerías del año 1938 y principios de 1939 y que motivó la
suspensión en sus funciones la suspensión del intendente señor Huisi, trayendo
aparejado un cúmulo de trabajo extraordinario...” Y agrega Juan F. Muñiz Riaño que el Tribunal no
había obrado equitativamente pues excluyó de los concejales acusados a uno de
ellos, Leandro Jeanneret que también votó la ordenanza que resultó afirmativa
por unanimidad. Vale mencionar que los concejales radicales no se habían
trasladado al nuevo ámbito de sesiones del Concejo Deliberante en la calle
Olavarría, pero de todos modos los conservadores eran mayoría y tenían quorum.
INTERVENCIÓN
DE LA FAMILIA
También la sociedad quilmeña se vio convulsionada y sobre manera la familia Huisi, quien una vez esclarecida la causa envió a todos los
medios periodísticos locales y nacionales la siguiente carta abierta (seguramente escrita por doña Avelina Husi de Segui): Los familiares del Dr. Huisi se dirigen al Pueblo Quilmes y como una reivindicación a su
memoria exponen: La aprobación de las cuentas de los ejercicios administrativos
de los años 1936, 1937, 1938, efectuada por el Tribunal de Cuentas de la Provincia de Buenos Aires y el
reciente fallo del Sr. Juez del Crimen Dr. Teofilo Cornila, arrojan plena luz sobre la administración comunal del Dr. Victoriano M. Huisi. Ambos fallos de autoridades distintas, pero con idéntico propósito de descubrir la verdad, llegan a la misma conclusión: la reivindicación amplia de la actuación del
Dr. Victoriano M. Huisi al frente de la Comuna de Quilmes. La integridad de
carácter y la honradez de su conducta en defensa de los intereses vecinales, le
granjearon la malevolencia de los que pretendían hacer valer su posición
oficial para el logro de fines inconfesables. De ahí la campaña difamatoria que
se inició en el C. D. con proyecciones de escándalo, para crear el clima
propicio para el triunfo del plan concebido por los acusadores, de inhibirlo de
la función pública que ostentaba. Ni los halagos ni las amenazas vencieron la inflexibilidad de su
conducta. Prefirió enfrentar los odios políticos, antes que declinar deberes
inalienables que hubieran empequeñecido su función. Y lo hizo con valentía y
admirable intuición. De los complotados de ayer, de los que se alzaron un día
como acusadores públicos, uno ya ha sido condenado por la justicia del crimen
como mal funcionario público conjuntamente con el empleado infiel a quien se le
dispensó el honor de la custodia del tesoro comunal y que no pudo justificar la
veracidad de las temerarias afirmaciones con que pretendió eludir su
responsabilidad. El fallo del Sr. Juez
Dr. Gomila que honra a la Justicia por que sus conclusiones, son el fruto de
pacientes investigaciones realizadas en medio de intereses complotados por
hacer recaer la responsabilidad de hechos delictuosos sobre la memoria de un
muerto, es una lección ejemplar y la esposa, madre y hermanas que suscriban se
sienten confortadas por ello. No se borrará con eso
el dolor de las horas pasadas ni se borrará tampoco la amargura que acompañaron
los últimos días del Dr. Huisi, pero la amplia reivindicación de su memoria que
acaba de hacer la justicia, representa para nosotros, la tranquilidad de
conciencia y la paz de espíritu, arrebatada por los que fueron sus
correligionarios y a quienes culpamos como autores y cómplices de un daño moral
irreparable: Ernesto A. Garibotti, Alfredo Fazzi, Antonio A. Castagnini,
Francisco E. Garbini, Ernesto Ghilini, Edgard Lombardo King, Juan F. Muñiz
Riaño, Alfredo L. Bollo y José S. Varino. Para todas aquellas
personas que nos hicieron llegar sus sentimientos de solidaria simpatía en los
momentos de prueba, nuestro más profundo agradecimiento, que lo hacemos
extensivo con íntima satisfacción a toda la prensa quilmeña, y muy
especialmente al diario ‘El Sol’ y a los semanarios ‘El
Plata’, ‘El Demócrata’. Para don Modesto Arró el distinguido profesional que
actuó al frente de la Contaduría Municipal con inteligente contracción, nuestro
imperecedero reconocimientos por la ímproba labor realizada en el
esclarecimiento de la verdad” Quilmes,
mayo 10 de 1941.- Firman: Alina García de Huisi - Avelina Tobal de Huisi – Avelina
Huisi de Seguí y María de las Mercedes Huisi de Taboada. [11]