UN POCO DE HISTORIA
Allá por 1870, en el pueblo de Quilmes, hubo un Juez de Paz - como entonces se titulaba al ejecutivo municipal - que se propuso dar a los vecinos un lugar bello donde transitar y transcurrir las rutinarios tardes de invierno y los soporíferas anocheceres de verano, e ideó un paisaje digno a su patrio nombre para la plaza "25 de Mayo", también llamada plaza Principal o Mayor (aunque todas tenían el mismo tamaño)
REPERCUSIONES
Cuando presentó la ocurrencia a la Corporación Municipal, varios municipales (actuales concejales) consideraron la idea un derroche inútil “habiendo tantas cosas que subsanar en el pueblito” (siempre exitió y existe eso de desmerecer las "cosas pequeñas", desconociendo que muchas cosas pequeñas hacen las grandes cosas), pero Giráldez insistió y logró convencerlos. El conflicto estalló cuando para completar su obra de ornato, Giráldez propuso instalar una fuente en el centro de la plaza. En un primer momento nadie se opuso
pues creían que la llamada “fuente” para don Tomás era un simple pilón con fines utilitarios, de confort ambiental. Por supuesto, aún no había agua corriente y si bien muchos tenían pozos y cisternas, la Municipalidad en la canícula veraniega regaba las calles polvorientas con agua traída del río por el camino abierto en 1867, con una carreta tirada por bueyes en grandes recipientes de cuero encerado; con gran trabajo y mucha demora.
que él creía que debía ser una plaza y contrató a un jardinero-parquista para ser riguroso y espléndido. Mandó extirpar el frondoso yuyal, la cina cina (Parkinsonia aculeata), la cicuta, el abandono y le dio geometría. En esta tarea lo ayudó el genovés Antonio Ghiorsi "Piquetín”, el jardinero, quintero y hortelano exclusivo de don Andrés Baranda.
Pero cuando los municipales vieron el diseño del proyecto que orgulloso exhibía el señor Juez, las diferencias fueron sonantes y extensas y más tronantes y excesivas cuando se percataron de las estatuas, pues Giráldez, creía que una fuente sola no daba suficiente donosura a un espacio de esparcimiento público digno de un pueblo que se perfilaba creciente y progresista.
LAS CUATRO ESTACIONES
Las estatuas siempre fueron objetos decorativos de rigor en una plaza que se precie y así lo hizo saber en prolongada y retórica perorata a los municipales el Juez titular. Los resultados fueron : don los siguientes: don Andrés Baranda, en forma general, no miraba con malos ojos el asunto, su tema era que se plantaran nuevas especies de árboles, empresa que él había iniciado en su administración y se quitara la contumaz cicuta (él se beneficiaba pues su domicilio estaba frente a la plaza en la esquina de las calles 11, hoy Sarmiento y 12 hoy Rivadavia); don Eduardo Bernal, hermano de Félix, rara vez se hacía ver por el pueblo de modo que antes de votar preguntaba cuál era la decisión de la mayoría y se acoplaba a ella; don Tomás Flores acataba todo lo que proponía el juez de paz de turno; don Francisco Casares estaba entusiasmados con la innovación; Remigio González y Orleans Larralde, comerciantes, vieron que la atracción de la plaza les sumaría parroquianos y dividendos; Manuel Fabal, Pablo Pardo y Martín Puig no estaban convencidos y murmuraban por lo bajo pues eran vecinos nuevos y aún no se sentían colocados del todo. Luego sus esposas les hicieron ver que, con la responsabilidad de hijas casaderas, una plaza y sus infaltables retretas, era una salida al problema.
LA PLAZA PRE-GIRÁLDEZ
Nos contaba don Manuel Ales, que le contaban sus padres, que les contaban sus abuelos, que al igual que las demás plazas, la Mayor o Principal, estaba cercada con alambres; no se sabe si para que no entraran los niños y se perdieran en la jocunda fronda o para que no salieran las alimañas que la habitaban. [2]
La nueva parquización requirió algunas modificaciones. En primer lugar los eucaliptos no eran apropiados para una plaza. Esta idea se encontró con la sólida oposición de don Andrés Baranda - “el árbol de la buena sombra” - que se jactaba que eran almácigos de las semillas que le había dado don Domingo Faustino en persona en 1858 y que él había sembrado en su quinta al fondo de su casa, otras en la chacra que tenía próxima al arroyo Las Piedras, comprada a don Pedro Costa y varias en la estancia que había adquirido en 1849, [3] en el partido de Carmen de Las Flores y allí, en Quilmes, en la plaza de Mayor.
Esta fue la única obstrucción que Giráldez, famoso por su gran poder de convicción y de ignorar cualquier oposición a sus designios, no pudo vencer.
LAS OBRAS
Primero encargó que encuadraran la manzana según las normas
Verano |
Junto a la actual calle Alsina, se ubicó el molino, el reservorio donde se realizaría la presión gravitacional y los dispositivos del sistema cerrado de recirculación que mediante cañerías subterráneas llevarían el agua hasta el surtidor.
Se realizó una base de mampostería cuadrangular en tres plataformas superpuestas, cada una menor que la inferior. En cada
Otoño |
Próximo a la mitad de cada uno de los laterales de la base se pusieron faroles con velas de sebo, que en 1872, se acondicionaron para querosén. La iluminación fue todo un adelanto que se sumó a los “cuantiosos” 34 faroles que iluminaban al pueblo de Quilmes, desde las actuales calles San Martín hasta Paz y desde Olavarría hasta Videla; más allá sólo la luna, con suerte, abría senderos.
Finalmente fuente y estatuas llegaron tras seis viajes en la carreta de Marcelino Córdoba, con cierta demora, pues en abril había llovido copiosamente. El fango gomoso que se hacía en los caminos enterraba las patas de los bueyes hasta los ijares y en las ruedas se hacía un mazacote de barro que frenaba la marcha.
OTOÑO EN PRIMAVERA
El "otoño" llegó en primavera, pues la carreta que lo traía volcó en una cuneta lodosa y el armazón de madera que lo protegía se
Invierno |
Las estatuas eran modelos tomados del original del escultor genovés Francesco Pietrosanti, un cuarteto similar al que se había colocado en la plaza de Armas de Lima en 1865, donde don Tomás Giráldez, conoció en un viaje que hizo a esa ciudad por temas comerciales y pensó reeditar en su pueblito bonaerense. También en la plaza de Armas de Copiapó, Chile, había emplazadas estatuas similares y en 1892 (circa), otro cuarteto fue colocado en la plaza Mariano Moreno de la ciudad de La Plata.
EMPLAZAMIENTO E INAUGURACIÓN
El lugar que ocupó cada estación no es posible determinarlo pues
Primavera |
Y llegó el día en que las estatuas conocieron Quilmes desde sus pilares. Pobladores de todos los pueblos vecinos hacían miniturismo para conocer la fuente. Y sobre todo, gracias a las anheladas retretas, que comenzaron sábados por la tarde y domingos después de misa de once, se concretaron numerosos matrimonios a la vera de la fuente, entre ellos los de las hijas de los municipales Manuel Fabal, Pablo Pardo y Martín Puig.
Don Tomás Giráldez, gozó de su exitosa obra por poco tiempo, pues la llegada del ferrocarril en 1872, lo impulsó a otro cometido personal que no alcanzó el éxito deseado; pero esto puede conocerse en los avatares que significó la llegada del primer tren a Quilmes y la ubicación que tendría la estación en el pueblo.
Toma nocturna de la fuente iluminada, ya sin las estatuas. Detrás, también iluminada, la Escuela Nº 1. Fiestas patronales de 1927 (Diario Norte) |
Prosiguieron varios cambios en la plaza “25 de Mayo”. Dice el
En rojo quinta de la familia Casares |
En rojo solar de la familia Pitré |
El 2 de marzo de 1882, la Municipalidad dispuso retirar los eucaliptos. Don Andrés Baranda había muerto dos años antes y no hubo protestas. Pero la ordenanza se cumplió recién entre el 5 y el 29 de julio de 1888, tarea a cargo de don Héctor Radlich. [4] Esemismo año, el 16 de setiembre, la plaza cambio su nombre por “Constitución”.
En 1929, según la investigación de la profesora Matilde Salustio: “Como parte del plan de embellecimiento se construyó una rotonda sobre la avenida Otamendi con un diámetro de 176 m y sobre esta se dispuso una pérgola de 70 m de largo que contó con 86 columnas artísticas de cemento armado, entrelazadas con vigas de cemento y cubiertas de enredaras.” [5] Recuperadas de su domicilios alternativos, la municipalidad mandó colocar las cuatro estaciones frente a esa rotonda.
Últimos años de la fuente en la plaza ya sin las estatuas en torno. Detras la Esc. Nº 1. De perfil el guardaplaza municipal don Pancho Cuitiño (circa 1948) |
Pilar de una de las estatuas en la rotonda de la Ribera, caida por los efectos de la sudestada de 1941. |
Ayer el día estaba frío, gris y ventoso. Volví al parque solitario.
Generalmente hay mucha gente haciendocaminatas salutíferas, pero ayer el parque estaba solo. Fui hasta el pedestal y conjeturé el destino del resto de la estatua que perdió allí sus pies. ¿Era la que representaba el verano, el otoño, el invierno o la primavera? ¡Cuántas cosas habrán visto en los 144 años que habitó Quilmes! ¡Qué aún habita! ¡Los pies no tienen ojos! Y estos ni siquiera pueden partir… o quizá lo hacen durante la noche, cuando nadie los ve, bajan del pedestal y recorren los senderos oscuros y la fronda de ese parque que es su destino definitivo y tal vez se llegan hasta la plaza San Martín tan atestada ya de símbolos para la memoria y con tan poco ornato como una vez le dio don Tomás Giráldez.
Quilmes, diciembre 1970 - 2014
Ales, Manuel. “Remembranzas quilmeñas” Municipalidad de Quilmes. Serie Archivos y Fuentes de Información. 1970, Quilmes.
Salustio, Matilde. “El tiempo libre en la Argentina – El balneario de Quilmes – Primer balneario popular del río, 1915 – 960” Ed. Piro. Quilmes, 2009.
Prof. Manuel Ales. - Poeta don Juan Arrestía - Prof. Celiar R. Cella
Periodista Víctor Giordano - Prof. Juan Carlos Lombán - Don Luis Otamendi - Prof. Alicia Otamendi Etchevertz - Fotógrafo Carlos Scott - Sra. doña Filomena M. de Baunelle y Martel - Sra. doña Josefina H. B. Yori de Tiscornia.
Las fotos que representan las cuatro estaciones son las que se hallan en la plaza Mariano Moreno de la ciudad de La Plata, nada tienen que ver con las que hubo en Quilmes.