F.S.- Así es... (se queda pensando)
El Q.- Entonces usted es pariente de los Casavalle, pues una hija de López, prima suya, se casó con Carlos Casavalle, vecino ocasional de Quilmes en su casa de Mitre esquina Nicolás Videla.
F. S.- ¿Casavalle?...
EL Q.- Casavalle era el propietario de la Librería de Mayo, que por el valor histórico de sus publicaciones se lo llamó el “Librero de la Patria”. [1]
EL Q.- ¿Qué ocupación tenía Manuel Gervasio López?
F. S.- Mi tío tenía una chacra en este partido y una pulpería cerca de Santa Catalina (oeste de Lomas de Zamora) En la segunda Restauración (año 1833) fue teniente de milicias de la compañía del capitán Grigera y fue comisionado por el General Pinedo para hacer tropas de ganado y abastecer al Ejército Restaurador. Con motivo de la caída de Rosas después de Caseros, fue procesado, acusado de confiscación de bienes, pero luego lo absolvieron de culpa y cargo; sin embargo murió de pena poco tiempo después al ver mancillada su honorabilidad con tal proceso… Cuando lo destituyeron fue reemplazado por Martín J. de la Serna el 8 de febrero de 1852, lo recuerdo bien pues había estado en mi casa tomando mate ese día. A pedido de de la Serna se dividió el partido de los Quilmes creando el de Barracas al Sur que hoy se llama Avellaneda. En la nueva jurisdicción reducida del partido de Quilmes nombraron juez de paz a don Andrés Baranda… Mi padre repetía siempre que don Manuel Gervasio López había sido un hombre muy digno.
EL Q. (Lo saco del tema que evidentemente lo entristece) ¿Cómo era el Quilmes de su niñez y juventud?
F. S. ¡Sí! (Recupera rápidamente el ánimo) Yo conocí a Quilmes en “pañales edilicios”, con escasas construcciones de material, muchos ranchos y predominaban los baldíos sin cerco y todo a la “buena de dios”. Mi señora madre que también murió a fines de 1862, sabía decir, no sé si en broma o en serio, que no quería ser enterrada aquí, por temor que turbasen su último sueño los cerdos de Marteluna.
EL Q.- ¿Marteluna?
F. S.- Se trataba de un vecino de este barrio (Se refiere al centro de Quilmes) cuya piara andariega, no sólo llegaba hasta la plaza principal en sus dañinas correrías alimenticias, sino que hasta se atrevía a cruzar la calle, que hoy se llama Rivadavia, e iba a hozar en los terrenos de la Iglesia parroquial donde estaba el enterratorio.
EL Q.- ¡Ah! Sí. El Dr. Craviotto lo nombra en su libro.
F. S.- Claro, yo se lo conté ¿Escribió un libro?
EL Q.- Sí, primeros lo publicó el Archivo de la Provincia y luego la Municipalidad, “Quilmes a través de los años”. Pero cuénteme ¿Cómo eran esos pañales edilicios que usted menciona don Francisco?
F. S.- Conocí la antigua Casa Municipal, la que hizo construir don Andrés Baranda, cuyo frente más o menos era el que conservaba hasta el año 1910, en que se construyó el actual Palacio que diseñó el arquitecto Ítalo Benedetti, y recuerdo también la antigua Iglesia. Si señor, la recuerdo como si fuera hoy y le hablo del año 1852. Era una construcción de material sobre la calle Mitre, casi a mitad de cuadra, de “media agua” como se decía entonces, más bien pequeña. Sobre uno de sus muros se elevaban dos pilares que servían de soporte a una viga, de la que pendían dos campanas cuyas sogas caían hasta el suelo. Yo hice un día de sacristán campanero (ríe a carcajadas) Una travesura infantil que todavía recuerdo.
EL Q.- Cuente la travesura.
F. S.- Bien. Se la voy a relatar, es bien corto el cuento. Mi madre me mandó a comprar hilo a la tienda “El Sol” de González, en la esquina de la calle del Comercio y la del Progreso, hoy son Mitre y Humberto Primo, y viendo las campanas y sus cuerdas colgantes, me tenté y se me ocurrió dar unos cuantos tirones de ellas y así lo hice. De inmediato llegó hasta mí, sorprendido por el inusitado repique, el Párroco Andrés Ramos, [3] con el propósito de darme una severa reprimenda, pero al reconocerme, comprendió la infantilidad de la falta y me acompañó hasta aquí, donde me entregó a mi madre que luego se encargó de la reprimenda (ríe a gusto)
F. S.- En el año 1869 fui nombrado Alcalde del Cuartel 1º, (el área céntrica de Quilmes) designación salvadora, pues como funcionario público se me permitió quedar en Quilmes y no formar parte de la “leva para las fronteras’’ que se hacían temporalmente. Había, sido designado oficial del contingente que ese año debía marchar, y debo confesarle que recibí muy complacido la alcaldía, que me eximía de ‘visitar’ a los pampas, tehuelches y ranqueles, visitas que a veces duraban años y de las que no todos volvían y si volvían, bastante maltrechos por cierto.
EL Q.- ¿Cuál fue su actuación en la llamada Revolución del `80?
F. S.- En 1880, cuando la Revolución, yo no estaba en Quilmes, me encontraba en el Azul dedicado a la ganadería. Allí conocí y traté en ese entonces a los comandantes Leyría, Villar y Supisiche y
F. S.- No es molestia. Aquí tengo unas que le di vez pasada al periodista de "La Verdad", que también vino a hacerme una nota. Ahora, con tantos años en este pueblo, soy como una especie de rareza... (ríe) Esta me la sacaron en la "Cigarrería del Fotógrafo" que estaba en la calle Rivadavia 52. Mirá la abundante barba que tenía... bien negra y brillante, le ponía mucho cuidado (ríe) Esta otra es más reciente, me la tomó don Santiago de La Fuente ¿Lo conocés? Fue para esa publicación que te cuento.
EL Q.- Muchas gracias don Francisco. Las escaneo, ¡Bah!, digo, las copio y se las devuelve a la brevedad. Ha sido para mí un honor esta entrevista. Le daré saludos suyos a su bisnieto, Tacho, [5] que también es una figura notable en el Quilmes de mañana.
RETORNO
No me deja de asombrar descubrir en estas personalidades al Quilmes de ayer, la bonanza de su gente, el silencio amodorrado que sólo musicalizan los pájaros que sobrevuelan el pueblo por centenares. Salí de la casa de don Francisco, volví a cruzar la plaza y pensé ir hasta la casa de don Santiago Goñi que vive allí cerca, pero ya no era una hora apropiada para una visita, sobre todo que en esta época aún no hay celulares para avisar con antelación y los teléfonos aún son lujos de algunos pocos. De modo que tomé rumbo al enclave estratégico desde donde despego a mis transmigraciones temporales y volví a este 2015, que recién empieza.
Quilmes, 1987 - 2014
Periódico “La Verdad” Número aniversario, 1936.
[3] Nicola Levaggi nació el 6 de diciembre de 1840, en Cicagna, Génova. Era hijo de Lorenzo Levaggi y Benedicta Daneri. Llegó a la Argentina junto a sus padres, en 1842, radicándose en la ciudad de Buenos Aires. Al arribar al país, los oficiales de la aduana castellanizaron su nombre, transformándolo en Nicolás Levalle. El 10 de octubre de1857, ingresó como asistente en la Academia Militar; dos años más tarde, en 1859, se encontraba en la 2º Compañía del 1er Escuadrón del Regimiento de Artillería Ligera, actuando también como asistente. Participó en la Guerra de la Triple “Infamia” donde fue herido dos veces y de la Conquista del Desierto. Fue uno de los fundadores del Círculo Militar, jefe del estado mayor, general y tres veces ministro de guerra y marina bajo las presidencias de Miguel Juárez Celman, Carlos Pellegrini y José Evaristo Uriburu. Comandó las tropas que vencieron en la Revolución del Parque de1890, y mantuvo una estrecha relación con Julio Argentino Roca. Gravemente enfermo, para intentar curarse viajó a Francia, pero al enterarse que no tenía remedio, regresó para morir en su patria adoptiva. No lo logró: murió el 28 de enero de1902, a bordo del barco que lo traía, ya cerca de Buenos Aires. Sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta.
[4] Ver en EL QUILMERO del 29 de mayo de 2012 OSCAR TACHO SOTO - BIOGRAFÍA - "EL ÁRBOL DE LA BUENA SOMBRA" y en RETRATOS EN LA CIUDAD del martes, 9 de diciembre de 2014, OSCAR TACHO SOTO - MÚSICO Y ECOLOGISTA (MAYO 2003)
1 comentario:
¡Como cambia la vida!...
Y no siempre para bién...
En esta involución se perdió el hábito de vivir en un mismo lugar durante mucho tiempo.
Pero no fue por circunstancias de mejoramiento edilicia, sino porque son MUY POCOS los protagonistas que pueden mostrar una trayectoria limpia.
Hoy viven haciendo cagadas (perdón por el exabrupto) y cambian de domicilio para no ser localizados.
Lamentable.
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