En el ámbito de la Educación podemos pensar en Faustino Beltrán (doctor en Química, maestro, creador de la Didáctica de la Química criolla, fundador del ISFD 24); Francisco Salustio (docente, fundador de escuelas y proyectos educativos); José María Medina (mítico director del Chaparral, entre los años ‘60 y 1974); Lorenzo Camera (arquitecto, director del Chaparral hasta su intervención en 1976, docente de Matemática).
Más recientemente Carlos Cebeiro (profesor de Química, creador del proyecto que puso al Chaparral en la escena pública en los ‘90, este año se cumplen 25 años de la 1ᵃ participación de esa Escuela en una Feria Mundial de Ciencias).
Cada uno tomó la palabra en público, presentaciones de libros, efemérides, actos escolares, exposiciones, clases y desde allí debatió, argumentó, defendió, criticó. Pero hubo una figura silenciosa, que desde una invisible trinchera de una biblioteca, construyó puentes indestructibles con todas las Artes y Ciencias: Carlos Alberto Córdoba.
Quilmes le debe un homenaje. No matemos con silencio su obra, su construcción institucional donde estuvo, en cada lugar que estuvo. Lo perdimos hace muy poco y el dolor es profundo. No salimos todavía del primer duelo.
El año pasado en la Feria del Libro en el Chaparral, circulaba con un fuerte dolor en su espalda. Ni eso lo detuvo. Después su cuerpo dijo basta. Pero sus mails enviando artículos destacados, muestras, presentaciones, links, reseñas de libros, etc., lo mantienen vivo.
Carlos no es cenizas, es fuego que arde cerca de un grupo de jóvenes que leen apasionadamente un libro que él les ayudo a descubrir.
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