Por María Rosa Mariani
Si bien los Hudson creían que los niños debían crecer en
libertad y alentaban la construcción y el aprendizaje por descubrimiento; no
descuidaron su educación que en aquel tiempo, planteaba sus dificultades.
Cuenta que los hijos de las familias inglesas pudientes
se educaban en Inglaterra; lo que resultaba imposible para ellos. Tampoco
podían enviarlos a la ciudad, no solamente por razones económicas sino que
según sus dichos: “El único colegio
inglés para varones, dirigido por un delicado y enfermizo caballero británico,
constituía el foco de todas las fiebres y demás enfermedades propias de la
juventud enclaustrada en un local malsano”.
En la Provincia de Buenos Aires, los niños se educaban
por fuera de las instituciones escolares con algún miembro de la familia o un
tutor, muchas veces de origen extranjero. En el Pago de La Magdalena contratar
un maestro particular era caro, pero sus padres encontraron en los “maestros itinerantes” la alternativa que
les ofrecía la opción de educarlos. Dos maestros británicos que a cambio de
casa y comida permitirían preservar y re construir su identidad.
Cuando habían pasado unos meses desde la mudanza a
Chascomús, los padres les informaron que habían contratado un preceptor, quien
viviría en la casa y dictaría clase durante la mañana y parte de la tarde. Se
llamaba Mr. Trigg. “Un solterón, sin hogar, después de veinte o
treinta años de vagar por las pampas, vivía con poco o ningún dinero en el
bolsillo y exento de bienes, salvo su caballo (nunca tuvo más de uno a la vez),
el engorroso recado y sus maletas, las cuales contenían su guardarropa y todo
lo que poseía. Carecía de baúl. A caballo, con sus alforjas detrás, viajaba a
través del país, visitando a todos los pobladores ingleses, escoceses e
irlandeses, ovejeros en su mayoría, … Cuando Mr. Trigg encontraba una casa
donde existían niños suficientemente grandes, para enseñarles las letras, allí
se conchababa por mes como un puestero o un peón, para instruirlos, viviendo
con la familia”. …
Antes de dejar su país había actuado en el teatro y las
noches invernales brindaba dos horas de lectura a la familia. “Primaba entonces Dickens como el escritor más
popular del mundo, y Mr. Trigg acostumbraba a leer a Dickens para deleitar a
sus oyentes. Allí él podía desplegar sus cualidades histriónicas hasta el
summum, caracterizando cada personaje del libro, adoptando su voz, gestos,
maneras y expresiones, que ajustaba perfectamente. Las veladas asumían carácter
de representación teatral, más que de lecturas”.
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Fue despedido tras aplicar castigo corporal a los niños y
un tiempo después su lugar fue ocupado por, el padre O’Keefe. …”El buen
sacerdote, que, después de vagar por el mundo, había sido impulsado a este país
por los vaivenes de su existencia, y ansiaba conseguir un sitio retirado donde
permanecer a la espera de alguna oportunidad para ejercer su ministerio”.
Agrega Hudson que: “No fue un profesor
muy efectivo, porque no sabía ser severo, ni siquiera medianamente firme, y
jamás nos castigaba en forma alguna. Cuando no aprendíamos nuestros deberes,
bondadoso con nosotros, trataba de conformarnos, afirmando que habíamos hecho
lo posible y que más no podía esperarse de nuestro esfuerzo y de nuestra
capacidad. Por otra parte, siempre mostrábase dispuesto a buscar cualquier
pretexto para darnos asueto en la tarde”. Con una mirada muy crítica, los
pinta como desposeídos, que optaron por la enseñanza para evitar la miseria.
Lic. María Rosa Mariani – 11/9/2020
Dibujos de Franco Mosca de la Ed. de junio de 1945. Editorial Péuser