sábado, 19 de junio de 2010

RECUPERANDO NOTICIAS - ARQUEOLOGÍA QUILME

Los arqueólogos bucean en la memoria de los quilmes

 

La Nación.- Sábado 21 de marzo de 1998

 

Un grupo de investigadores de esta ciudad busca restos de la reducción indígena.

Unos 40 investigadores realizaron ayer en la ciudad de Quilmes una jornada sobre el rol del vidrio en la arqueología histórica. Este noble material, capaz de desafiar el paso del tiempo, se vuelve de gran valor científico a la hora de reconstruir la memoria de las civilizaciones.
La organizadora del encuentro fue la licenciada Zunilda Quatrín, antropóloga de la Universidad Nacional de La Plata, que realiza actualmente en esa casa de estudios su doctorado en arqueología, dedicado a la historia de Quilmes. Junto a un equipo de colegas, todos quilmeños, encabeza el Proyecto arqueológico Quilmes, fruto de un convenio entre la municipalidad de esa ciudad y el Centro de Arqueología Urbana del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas de la Universidad de Buenos Aires.
Quilmes es considerado íntegramente un sitio arqueológico: durante más de dos siglos vivió allí parte de la comunidad indígena de los quilmes. Eran unas 200 familias -más o menos mil personas- que llegaron caminando a la ciudad que hoy lleva su nombre desde el valle de Yokavil, en el oeste tucumano, expulsados de su tierra luego de resistir durante más de 130 años a la dominación española. Entre 1666 y 1812 vivieron en una reducción que funcionó como encomienda real. Los indios pagaban tributo al rey con su trabajo.
La jornada dedicada ayer al vidrio en la arqueología histórica es algo así como una bifurcación en medio de la extensa tarea que lleva adelante el equipo del Proyecto Arqueológico Quilmes. La licenciada Quatrín, que se especializó en el vidrio como registro arqueológico, invitó a otros colegas a compartir sus experiencias en el tema.

El vidrio como registro
La investigadora explicó que el vidrio comenzó a fabricarse en el siglo XVI, en Europa. Primero fue un subproducto para impermeabilizar sus superficies de lozas y cerámicas. Luego se impuso como envase y más tarde como recurso edilicio, por ejemplo, en ventanas.
Desde el punto de vista arqueológico, el vidrio tiene una gran ventaja: su durabilidad. Pero no siempre es sencillo fecharlo.
- Normalmente -dijo la licenciada Quatrín- la antigüedad de la pieza surge del contexto de todo el resto de las piezas halladas. Lo ideal sería hacer análisis para ponderar, con la colaboración de químicos, las variaciones de los componentes del vidrio según las épocas. La mezcla de elementos es siempre igual, pero varían las proporciones de la materia prima de acuerdo a si ésta estuviera más o menos disponible. El vidrio antiguo era más tosco pero más resistente.
Otra marca del tiempo consiste en analizar las bases y los picos de las botellas y determinar si se trata de piezas sopladas o de molde, o una combinación entre ambas.
Durante las jornadas, expusieron sus hallazgos distintos investigadores. El doctor Daniel Schavelzon, pionero de la arqueología histórica en la Argentina, presentó vidrios hallados durante excavaciones realizadas en San Telmo, pertenecientes a los siglos XVI, XVII y XVIII. Marcelo Báez expuso sus trabajos en arqueología urbana, basados en el análisis de la presencia del vidrio en los residuos cotidianos. Otro de los investigadores, Mariano Ramos, contribuyó con un análisis acerca de la relación entre el vidrio y el contrabando: la primera fábrica de vidrios de la Argentina fue Rigolleau, instalada a fines del siglo último. La arqueología estableció que muchas de las piezas que llegaban al país, por ese entonces carísimas, eran fruto del contrabando.
La licenciada Quatrín relató que si bien oficialmente hacia 1800 sólo podían residir indios en Quilmes, la documentación muestra que pese a las prohibiciones oficiales también vivían europeos que, lejos de los controles que sí había en Buenos Aires, podían dedicarse libremente a la legendaria tarea de los piratas, comerciando con buena parte del entonces Virreinato del Río de la Plata.

Arqueología histórica oficial
Entre nosotros, la arqueología se considera histórica luego de la llegada de los españoles a América. "En arqueología prehispánica -explicó la licenciada Quatrín- tenemos relativamente pocos materiales arqueológicos comparados con los que surgen luego de la conquista: cerámica indígena, piezas y trabajos en piedra, puntas de flecha, en zonas secas y áridas tejidos, restos de fauna y vegetales. La arqueología histórica abre enormemente el espectro y, además de los registros escritos, agrega los vidrios, las cerámicas, las lozas europeas e hispanoamericanas, pero no realizadas con técnicas indígenas, la indumentaria, los materiales de construcción, los metales."
Parte del grupo que coordina la licenciada Quatrín, hoy integrado por 30 personas -5 rentados y 25 ad honorem- trabaja desde 1989, pero sólo se constituyó orgánicamente en 1995. Cuando los arqueólogos comenzaron a excavar para reunirse con la historia de su ciudad, se encontraron con una gran cantidad de materiales para clasificar y con un enorme desafío: construir lo que ellos llaman la historia no oficial de Quilmes.
Esto supone el inevitable paso por la memoria de los indios traídos por la fuerza desde Tucumán, cuyos descendientes actuales, que viven aún en los Valles Calchaquíes, están en contacto con los arqueólogos a la espera de restos de sus antepasados.
Los investigadores determinaron que, cuando en 1818 se repartieron las tierras de la otrora reducción indígena, la actual catedral y el resto de los edificios de la manzana histórica de Quilmes fueron construidos nada más y nada menos que sobre el cementerio de los indios.
"Todo indica que el cementerio no fue respetado -afirmó la licenciada Quatrín-. Prueba de ello son los restos que hemos encontrado, donde se mezclan lozas, vidrios y cerámicas con huesos humanos rotos a pala, que nosotros no exponemos por ética."
El año último, los investigadores recibieron el aviso de que sería reformado el atrio de la Catedral. Era la oportunidad ideal para buscar allí restos humanos enteros, tal como habían sido enterrados cuando el lugar era un cementerio indígena. Sin embargo, tras una interminable sucesión de autorizaciones y negativas, el grupo no pudo trabajar.
"El atrio ya había sido reformado cuando la Comisión Nacional de Arquitectura ordenó detener las obras y autorizar el ingreso de los arqueólogos -reflexionó la licenciada Quatrín-. Creemos que 500 años después del llamado Descubrimiento de América, hay muchos sectores que todavía no quieren saber qué pasó realmente. Y no sólo con los quilmes, sino con una gran cantidad de comunidades.”

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