Escribió la docente e historiadora, mujer de la cultura doña Lila Giordano de Campelo: “Constituye una verdad indiscutible que la historia de los pueblos la escriben sus instituciones... Otra verdad difundida y compartida es la que sostiene que la historia de los pueblos la escriben los pueblos mismos.”
El 15 de octubre Leopoldo Russo, profesor, actor y director de teatro, hubiera cumplido años. Esta “carta abierta” se publicó en el diario El Sol el martes 10 de abril de 1984, bajo el título “Carta abierta para un aniversario sin festejo”. Era intendente el radical don Eduardo Vides, apenas hacía un año que el pueblo argentino recuperaba la democracia después de 7 años, 8 meses y 17 días de saqueo, de horror y de muerte. No fue fácil para nadie, pues la democracia, hasta esa fecha, no había tenido nunca continuidad en la Argentina y políticos y funcionarios estaban improvisando pues el estrago era grande.
Si bien eran momentos en que todo estaba por recomponerse, por reordenarse, un funcionario tomó una decisión desafortunada creyéndose en el deber de “democrátizar” y “poner orden” en todos los ámbitos de su dirección por igual, sin apreciar que el teatro quilmeño tenía una historia sólida y proyectiva, que no necesitaba ningún reordenamiento pues larga había sido la experiencia que cargaban para sortear todo tipo de dificultades. De esto último, aún pueden dar buena cuenta los fundadores: don Norberto Martín y don Antonio Di Notto.
En la misma hoja del periódico la nota editorial del diario se hace eco de la desolada diatriba de Russo y dice en sus últimos párrafos:
[…] En el transcurrir de los años muchas expresiones han ganado prestigio, no sólo en el ámbito municipal, sino también en el orden nacional e internacional. Incluso ha sido el esfuerzo de algunos grupos para poder integrar con solidez un equipo de trabajo apropiado y pocas han sido las satisfacciones materiales ya que son esforzados profesionales por vocación.
Y en Quilmes, está por cumplir 35 años el Teatro; Luz y Sombra, creado el 15 de abril de 1949, que sin duda alguna jugó, desde ese momento un importante papel en la historia de la cultura quilmeña.
Era intención del elenco y quienes lo dirigen recibir a la democracia con alegría, homenajeando a las autoridades electas por el voto popular. Nadie asistió a la función.
Más allá de este hecho anecdótico, en enero, el día 12, se encontraron con las puertas cerradas del teatro. No hubo explicaciones, no hubo aviso, no hubo contemplación.
Catorce actores, que le significaban una mísera migaja del presupuesto al municipio, que dedicaron largas horas de su escaso tiempo libre en beneficio de la cultura popular, fueron despedidos sin contemplaciones.
Luz y Sombra cumplirá 35 años de vida. Pasaron los años, pasaron los gobiernos, y aquí estamos con un teatro cerrado y 14 actores sin trabajo.
Fue un día 15 de abril, cuando nació el Luz y Sombra. Fue un día 15 de octubre cuando nació Leopoldo Russo. Vaya esta nueva publicación de su Carta Abierta, llena de pasión por el teatro, de dignidad, como homenaje a su trayectoria, a su vida; en gratitud por tanto que dio al público, a sus alumnos, a sus colegas, sus amigos. Y como homenaje al teatro - que él y el teatro son lo mismo - que sigue palpitando en Quilmes con los mismos bríos que 29, que 64, que 134 años atrás.
15 DE ABRIL DE 1949. Esta fecha, así a secas, sin recordatorio previo, tal vez no tenga mucha significación, salvo para un pequeño y reducido grupo de hombres y mujeres de Quilmes, que allá en el tiempo, esperanzados e impulsados por el fervor de la juventud y las ganas de hacer para el espíritu, se largaron a la aventura de fundar un teatro y luego andarlo para nuestra ciudad.
Lejos estaban aquellos muchachos que se reunían en la mesa de un café que el andar iba a ser tan arduo como extenso, pleno de goces, pero, también plagado de escollos y amarguras, duro, ingrato, con alegrías ante un éxito y reflexión ante una equivocación o ante un fracaso.
Sólo el público y nada más que el público con avidez, su apoyo tácito, su aplauso o su crítica fue el motor generador de este movimiento teatral reconocido a través de casi cuarenta años de vida.
Aquellos muchachos, viejos compañeros, fundaron una sala allá por La Colonia, la construyeron con sus propias manos, con su amor y sus bolsillos y el público los apoyó en un idilio de muchos años; colmó ese teatrito tantas veces durante tantas noches, hasta que un día se dieron cuenta que todo les quedaba chico. Con nuevos bríos construyeron otro, esta vez en pleno centro de Quilmes.
Era lo que esperábamos los que por aquella época, como fue mi caso, solo éramos público, nos sentíamos honrados con esa inauguración. Martín y su grupo nos regalaban un teatro ¡Otro más! Era todo un lujo para la ciudad de aquellos tiempos.
Quilmes tenía ahora un nuevo elemento que destacaba su perfil particular entre las ciudades de la Zona Sur, un teatro amasado por sus propios hombres, aplaudido por su público y apoyado - algunas veces abiertamente y otras a regañadientes - por los sucesivos gobiernos municipales.
Eso quedó demostrado cuando allá por 1966 la Municipalidad de Quilmes le hace lugar entre sus filas y funda el Teatro Municipal que seguirá llamándose Luz y Sombra. Mejor homenaje imposible.
El Municipio cede un viejo salón de la Casa de la Cultura y allí mágicamente y con las manos y el sudor de aquellos muchachos ya mayores y con otros que nos sumamos a la lucha se vuelve a construir otro teatro, el tercero, ahora mejor acondicionado.
Así continúa el trabajo, los estrenos transcurren al pasar del tiempo, el grupo va creciendo, estudiando, perfeccionándose, también equivocándose, pero corrigiendo o tratando de hacerlo sobre la marcha; se investiga, se trabaja llevando a escena lo mejor del teatro argentino y universal, pues ese es y sigue siendo el compromiso. Basta leer las carteleras para comprobarlo.
Hoy a los treinta y cinco: El Silencio. Porque el 15 de abril de 1984 tal vez no diga mucho, salvo para un pequeño y reducido grupo de bohemios que ayer fundaron un teatro, que ayudaron a mantenerlo, que lo hicieron crecer y qué hoy están en plena calle, prohibida su entrada al teatro y arrojados de él como a delincuentes.
Quizás el 15 de abril en años venideros, se convierta en una efeméride importante para la historia cultural del pueblo quilmeño, pero en el futuro, nunca hoy. Es lamentable reconocer que en nuestro país siempre ocurra así, que es necesario morir primero para ser reconocido después. Seguimos envueltos en un amor necrófilo por lo que fue y no en un amor sano por lo que es o puede llegar a ser. Y dicho esto, pues el próximo domingo nuestro querido teatro Luz y Sombra estará en silenció y en las verdaderas sombras, por primera vez, en toda su extensa trayectoria.
Es incomprensible e inaceptable que hoy, cuando todo el país está de pie para el trabajo, cuando el presidente Alfonsín pide a los cien días de su gobierno unión y trabajo mancomunado, y cuando en el teatro sus integrantes esperábamos también de pie el momento del despegue, nos hayan empujado y puesto literalmente “de patitas en la calle”, en nombre de no se sabe bien qué restructuración.
Y cuando pedimos explicaciones concretas se nos contesta con vaguedades inconsistentes como que: “podemos volver a reintegramos”… “pero, no todos”… “o algunos”… “los que fueran necesarios” y que debemos presentarnos a un “concurso” o “selección” o “evaluación”.
Entonces uno llega a la triste conclusión de que a pesar de los cambios, uno siempre tiene que estar rindiendo examen ante el funcionario de tumo.
Y es allí donde comienza el grotesco, ante la pregunta de “¿¡Ante quiénes debo rendir esa prueba!?”… la respuesta no puede ser más irrisoria, ante una especie de junta integrada por Norberto Martín, director del teatro. Claudia Dessy, directora del teatro infantil Alfonsina Storni, y ante un asesor teatral sacado de la galera de la Dirección de Cultura y que seguramente debe estar cobrando un sueldo que ya no cobran los actores despedidos.
Y digo irrisoria, pues con Martín he trabajado durante 20 años… ¿No me conoce? La señora Dessy me ha visto actuar durante casi otros tantos… ¿No me conoce? Yo sé que ellos no son culpables de estos nombramientos, pero mi preocupación es otra y hasta cómica en medio de este drama ¿Y a mí, quién me conoce?
Esta pregunta después de 22 años de lucha por y para el teatro quilmeño, esta pregunta sin respuestas es enloquecedora. Yo no lo hice y ni pienso hacerlo, pero con el mismo derecho y como ciudadano yo podría haber preguntado quién es esa persona desconocida que se nombra como Director de Cultura, ante quién dio examen, qué méritos, qué antecedentes posee para manejar los destinos culturales de una ciudad de la importancia de Quilmes, con qué derecho se ignora la lucha, la trayectoria de un grupo de artistas quilmeños que están orgullosos de serlo.
Es muy grave que un funcionario pueda pensar y proceder así y es más grave aún pues uno tiene derecho a pensar los peor y los peor es pensar en: razones de simpatía personal, o políticas, o de ignorancia; de quién es quién en el ámbito cultural de la ciudad o de querer acomodar a otros o de pequeñas vendettas pueblerinas o de intrigas palaciegas o de desconocimiento de la materia que se maneja, en fin. El razonamiento puede ser interminable y nunca sano. A mi personalmente me gustaría encontrar respuesta a todas estas incógnitas.
Le había prometido al director del Teatro volver este año después de un pequeño descanso y estar arriba del escenario festejando un nuevo aniversario, pero esta alegría se vio frustrada. Hoy el teatro está en silencio, oscuro, inactivo y cuando todo el país exige ponerse en marcha, cuando en plena democracia todos estamos dispuestos a trabajar para reconstruir el país despedazado, nos echan, nos sacan, nos despiden solapadamente en nombre de una libertad disfrazada de justicia. Yo me pregunto ¿De qué justicia? Así es de simple el acontecer de este aniversario; así es de simple y doloroso.
Hasta que yo y mis compañeros no encontremos la respuesta concreta, sentiremos que la Renovación y el Cambio propuestos, son solo cortinas de humo que continúan tapando las listas negras y las prohibiciones.
Esperamos que alguien nos escuche y que alguien nos reconozca, por lo menos si así sucede, este aniversario tendrá un sabor menos amargo. Leopoldo Russo - L.E 5.199.327
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