martes, 31 de diciembre de 2013

VIOLETA SHINYA, SEMBLANZA - A LOS 103 AÑOS DE SU NACIMIENTO (1910-2003) POR ANA MARÍA DE MENA


El sábado 3 de agosto de 2013, fue el 10º aniversario de la partida de Violeta y el día 10 se cumplen los 103 años de su nacimiento. Como su tío-abuelo nació y murió en agosto.
Efectivamente, el 10 de agosto de 1910 nació en Buenos Aires Violeta Gladys Shinya, hija de Laura Denholm Hudson, sobrina del gran Guillermo Enrique Hudson y de Georges Yoshio Shinya, un joven japonés que había llegado a nuestro país embarcado en la Fragata Sarmiento en setiembre de 1900, y que en ese comienzo del Siglo XX fue el primer inmigrante de ese origen en pisar suelo argentino.
Laura Denholm Hudson, Violeta niña, su padre y su abuela materna
A los cinco años, la pequeña Violeta perdió a su mamá quedando al cuidado de su padre y de su abuela, Mary Hellen Hudson, hermana menor del escritor. Ella había permanecido durante algún tiempo en el ranchito que había sido propiedad familiar, donde había nacido el escritor, y conservó algunos animales embalsamados por él, que se pueden ver en la actualidad en el museo que lleva su nombre.

       La abuela Mary Hellen Hudson, de notable parecido con su hermano G.E. Hudson, y su nieta.
Se trata del Museo y Parque Ecológico Cultural que depende de la Provincia de Buenos Aires y está en Florencio Varela.

Violeta recibió una educación esmerada y solía contar la lectura y comentarios que su abuela le hacía de las cartas que el autor de “Allá lejos y hace tiempo” le enviaba desde Inglaterra.
 Su padre no tuvo nunca un cargo diplomático, pero divulgó incontables artículos sobre las relaciones argentino-japonesas en los diarios más importantes de Argentina, Chile, Uruguay y Japón. De esa forma fomentó los vínculos de nuestro país con los del suyo y contribuyó a las relaciones comerciales. Se ocupó de brindar a su hija de una orientación profundamente humanista que ella ponderó siempre. Violeta solía comentar que el padre descendía de samuráis.
Con el Embajador de Japón en Argentina y Rubén Ravera, director del Museo
Vivió mucho tiempo en Colegiales y estudió en el Colegio Normal Nº 10 de Buenos Aires de donde egresó como maestra en 1929. En la Universidad de Buenos Aires obtuvo el título de Profesora en Letras, convirtiéndose así en la primera docente nikkei (descendiente directa de padres japoneses nacida en América) y la primera universitaria nikkei en nuestro país. Durante treinta y cinco años ejerció la docencia.

Con Taro Takano en el Festival de Cosquín, con sus típicos anteojos a lo Victoria Ocampo.
 Brindó conferencias, charlas radiales y colaboró con su padre en las publicaciones del “Argentin Djijo” y en “La Plata Hochi”, dos medios orientados a la comunidad japonesa. También tradujo libros escritos por él.
Recibiendo parte del techito del rancho natal de Hudson. Lo entrega Gregorio Serventi y la acompaña el Presidente de la Asociación Amigos del Museo
Como contrapartida de una estatura menuda, Violeta estaba dotada de un gran temperamento. Trabajó afanosamente en la divulgación de la obra literaria de su tío-abuelo ornitólogo, escritor, naturalista y fino observador de aves y vegetación que describió detalladamente. También tradujo “El ombú”, “Un naturalista en el Plata”, “La edad de cristal”, “Un niño perdido”, “Días de ocio en la Patagonia” y “Páginas luminosas”, obras de Hudson que fueron publicadas por prestigiosas editoriales.
Violeta saluda a Adolfo Bioy Casares
Dirigió el Museo y Parque Evocativo G.E. Hudson desde que se fundó en 1964 hasta 1991, cuando se hizo cargo el. Prof Juan Carlos Lombán. Durante esos años contribuyó a su crecimiento, fomentó visitas, enriqueció el patrimonio institucional y fue vínculo permanente entre las autoridades de la Embajada Japonesa en Argentina y el Museo.
Violeta fundó la Asociación Amigos del Museo Hudson que presidió durante mucho tiempo. Siempre siguió atentamente el desarrollo de sus actividades, fue amiga de María del Carmen Pereyra, bibliotecaria de la entidad durante muchos años; y en ella sigue siendo referente, ya que dejó discípulos y su impronta de trabajo.
 En la postguerra, el país oriental fomentó la enseñanza de la lengua inglesa para incentivar el intercambio tecnológico y comercial y esto favoreció el conocimiento y aprecio por la obra de Hudson, en armonía con el amor y respeto a la Naturaleza que traducen sus textos, dos rasgos de la cosmovisión nipona. Violeta viajó tres veces a Japón - en una oportunidad en compañía del actual Director del complejo - para promover subsidios de fundaciones niponas que permitieran extender los límites del solar natal del escritor e incentivar el intercambio cultural.
Viajó a Estados Unidos e Inglaterra para gestionar contribuciones que permitieran introducir mejoras en esa institución tan cara a sus sentimientos. Su trabajo posibilitó aportes del Lloyds Bank, la Municipalidad local y la Fundación Suntory. Se recuerdan también la divulgación de la obra hudsoniana del ex embajador Masao Tsuda y del artista Taro Takano - cultor del folklore argentino y admirador de Atahualpa Yupanqui - con quienes ella mantuvo intercambios. A Takano lo acompañó a una edición del Festival de Cosquín.
Cada 4 de agosto, fecha de nacimiento del escritor, concurría a la recordación que ella había promovido desde la fundación del Museo y se convirtió en una celebración tradicional. Tan fuerte ha sido su accionar que en el medio regional se la mencionaba por su nombre y no hacía falta agregar más, porque su figura se imponía inconfundiblemente con solo decir “Violeta”.
En 1998 fue declarada Ciudadana Ilustre de Florencio Varela; entonces las personalidades del quehacer cultural del lugar y distritos vecinos se acercaron para acompañarla. Dos años más tarde fue agasajada en Buenos Aires con motivo de su cumpleaños número noventa.
Buenos Aires, Varela, Quilmes, donde cultivó amistades y Berazategui, donde siempre recordó a Don Gerónimo Narizzano - el hudsoniano que llevaba a sus alumnos al solar natal del escritor para poner en libertad pajaritos que compraba enjaulados, en memoria del naturalista - contaron con su presencia en distintas actividades culturales.
En 2000 tuvo la última intervención pública cuando se presentó la biografía de Narizzano en el Centro Cultural Rigolleau, a la que accedió gustosa por los gratos recuerdos que tenía del recordado maestro.
Un año después la Fundación Cultural Argentino - Japonesa la incorporó a su Consejo de Notables.
En 2002 concurrió al Museo de Florencio Varela por el que tanto había hecho, para el aniversario de su ilustre tío-abuelo. Temperamental y coqueta, comentaba su fastidio por permanecer sentada durante el acto…mientras lucía elegante, calzando tacones altos, cuando orillaba los noventa años! Esa sería su última visita.
Un año más tarde, el 3 de agosto de 2003 se detuvo su corazón. Hubo conmoción porque los allegados al ranchito de Hudson nos preparábamos para asistir al día siguiente al aniversario del escritor, cuando nos enteramos. Telefónicamente nos fuimos avisando unos a otros la novedad. Por esa vez la conmemoración se trasladó al 18 de agosto, la fecha de partida del autor de “Días de ocio en la Patagonia”.
En 2005 se realizó en el Museo Hudson una Jornada de homenaje a la cultura de Japón y el grupo Linautas integrado por Adriana González, Jorge Patalogna y Gerardo Mauderli Winkel pintó un mural en una pared del Centro Cultural Violeta Shinya.
En 2010 cuando se cumplió el centenario del nacimiento de Violeta se realizaron actividades para recordarla. Entre ellas, la Lic. Graciela Linari - quien le ha dedicado varias páginas en su publicación “Palabras con historia”- y María del Carmen Pereyra, una de sus fieles amigas, presentaron el trabajo “Sumi… mujer en flor” una compilación gráfica digital realizada con sentido poético. Sumi era el apelativo que Violeta había recibido de su padre y así la llamaban sus familiares.
Las grullas pintadas para homenajearla, en el Centro Cultural que lleva su nombre 
Próximos a cumplirse 103 años de su nacimiento, esta evocación concluye aquí, con agradecimiento a su persona que tanto y tan bien ha sembrado.
                                                 Ana María de Mena
Periodista, historiadora, docente, hudsoniana.
Miembro Honoraria de la Junta de Estudios Históricos de Quilmes

1 comentario:

Alan Argento dijo...

Muy buen artículo. Gracias por compartir. Siempre está bueno aprender más sobre la colectividad japonesa en nuestro país. Saludos.

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