Esta recordación es el deber genuino de un verdadero y sentido homenaje a aquel grupo de jóvenes y adultos que se sumaron y fue creciendo con el pasar de los días. A ellos, colaboradores ilustres para nuestra historia, reciban nuestro inmenso y eterno agradecimiento: sin ellos no se hubiera logrado lo que logró. Ellos estuvieron presentes siempre que se los necesitó. Quienes estuvimos en ese tiempo nos sentimos agradecidos por aquella tarea que considero heroica por su entrega inolvidable.
UN LEJANO ACONTECER
Y hoy, cercanos a esa fecha del 15 de Abril, creo necesario informar a la gente joven y a los adultos también en este nuevo tiempo de la modernidad, que tal vez no tengan noticias del muy su lejano acontecimiento. Por esa simple razón deseo contarles muy sucintamente una pequeña historia de lo que fueron los antecedentes y de la época en que se gestó este Teatro.
SOCIEDAD DE AYUDA A LA REPÚBLICA ESPAÑOLA
Históricamente, por el año 1936, se reunía una numerosa cantidad españoles en una Sociedad que llamaron S.A.R.E. (Sociedad de
La Sociedad en un principio tuvo su sede en la planta baja de la calle Alem entre Moreno y San Martín sobre la vereda Sur.
Conlcuida la guerra civil en España, ésta se convirtió en el "Centro Español" que tuvo su sede en la avenida Hipólito Yrigoyen, en el primer piso y la terraza del edificio que contenía lo que fue el "Cine Moderno", hoy "Iglesia del Puente".
En ese lugar el mismo grupo de españoles republicanos, entre quienes estaba mi padre, se allegaban también los jóvenes parientes, hijos y amigos de esos hombres de bien y formábamos una alegre cofradía de "diletantes", donde nos divertíamos bailando, leyendo puesto que poseía una nutrida biblioteca con muy importantes volúmenes de muy diversos temas y otros de las bellas artes, que cuando muchos años después el Centro dejó de funcionar, nunca supe donde fue a parar.
También escuchábamos música de todo tipo y nacionalidad y ahí me aficioné a las canciones francesas de la época y a cantantes como Charles Trenet entre muchos otros. Para quienes gustaran, había una buena cantidad de música clásica y, especialmente sinfónica. También nos aficionamos a cantar pero sin nada más que ganas, y aprendimos a bailar algunos sones tradicionales de España como "muñeiras", la "jota", un poco de "baile andaluz" y algunas "danzas vascongadas".
GRANDES VOCES
Apoyados por miembros de la "Comisión Directiva" pudimos hacer reuniones de poesía y recitado y funciones culturales con invitados
Rafael Albereti |
En ese entonces ya se hablaba de teatro entre las personas mayores, conspicuos concurrentes a esos espectáculos del Buenos Aires. Hubo presencia en nuestro "Centro" de escritores españoles como el dramaturgo Jacinto Grau y otros que no recuerdo, llegados como exiliados a la Argentina huyendo de las persecuciones del franquismo. Recuerdo una hermosa mujer de edad madura, de la que no recuerdo su apellido (María Teresa León), poeta y esposa de Rafael Alberti.
En medio de aquel tropel de artistas e intelectuales sentíamos que nos aportaban como una oportunidad única y conocimientos y la sensibilidad artística que nos entusiasmaba y hasta pensábamos que podían contagiarnos de algo de lo que pensaban y decían en el bellísimo idioma que no estábamos acostumbrados a escuchar tratado con buen gusto. En ese tiempo y en la oportunidad de la terminación de una de esas reuniones culturales, un integrante de la Comisión Directiva, el señor García (de quien no recuerdo su nombre de pila), propietario del bazar "Aladino" (que aún permanece en el mismo lugar donde estaba entonces, en la calle Mitre a escasos metros de la calle Alem, frente al colegio de la Inmaculada Concepción de monjas), ex actor y cantor de "zarzuelas”, nos propuso a los que ahí estábamos "hacer teatro". Fue el comienzo de algo que jamás nos hubiéramos imaginado.
EL ENSAYO
Ese señor fue "un profeta". Nos trajo una obra teatral con esa obra y de la mano de nuestro descubridor aprendimos que era un "ensayo". Con García descubrimos una nueva forma de disciplina
no impuesta en ensayos a lo largo del tiempo. Debió ser 1943 ó 1944. La obra tenía el título de "La honra de los hombres” estaba dividida en dos actos y la estrenamos en la terraza del nuestro "Centro". Su autor era el comediógrafo español don Jacinto Benavente que había obtenido el premio Nobel del 1925, compartido. Fue la primera obra de teatro que leí e interpreté en el personaje de "Cristian". La obra se desarrollaba en un ambiente de Suecia o Noruega. Pasados algunos años el autor escandinavo Enrique Ibsen fue mi primera influencia teatral, después de haber leído su drama "Epectros".
"LA VIRGENCITA DE MADERA"
Había visto, varios años antes del período del Centro Español, un circo construido con tirantes de madera y chapas acanaladas de zinc, situado en la calle Alsina, que se llamaba "Campos" u "Ocampo", al que me llevó mi madre después del colegio.
Terminado el espectáculo circense, sobre la pista cubierta de aserrín y alfombras y sobre un escenario elevado situado detrás de la misma pista vi por primera vez representar una pieza teatral; fue "La virgencita de madera", un éxito de los hermanos Ratti. Este espectáculo y, mucho después, los del Centro Español fueron mis mejores contactos con el teatro.
Irma Pantigoso, Victoria Rey, Mircia Paz y Norberto Martín. |
La comisión del "Centro" estaba integrada por personas con sus familiares y amigos, entre ellos José Martín, Jesús Edreira, su sobrino Ángel Edreira que llegó a ser secretario del Quilmes Atlétic Club, su prima Irma Edreira, el señor Vilariño y su hija Haydee, Ramiro Pérez y sus hijas Celia y Pilar; los amigos Obdulio Manini, Armando Salvo, Cucú Naboulet hijo de don León Naboulet, destacado hombre de bien en la provincia de Misiones, como bibliotecario en Posadas, mi hermana Beba Martín y mis amigos dilectos Ernesto Comesaña y Antonio Di Notto y otros posteriores como los hermanos Acuña y tantos otros perdidos en mi memoria por la distancia del tiempo.
Todas estas circunstancias estaban circundadas por los hechos dramáticos de un mundo que se desangraba en otra guerra monstruosa y nosotros, jóvenes, tratamos de sobrellevar los dolores que afectaban a nuestros padres y parientes, por la pérdida de vidasde los allegados que se habían quedado en Europa, aconsejados por miembros de la Comisión Directiva nos dispusimos a continuar con el proyecto de la actuación y así surgió como una tormenta la idea de formar un conjunto de teatro independiente, como los había en la Capital; lo hicimos y se llamó "Tiempo y Espacio" liderado por Ernesto Comesaña, Obdulio Manini y Ángel Edreira, que comenzamos haciendo la obra "Camino del Tabaco" propuesta por Comesaña. Era una pieza dramática, de autor estadounidense, que transcurría en el tiempo de la depresión de aquel país.
De abajo hacia arriba: Norberto Martín, Irma Martín Pantigoso, Mircia Paz, Antonio Dinoto y José Martín, en el Micro Teatro de la calle Bernardo de Irigoyen (primer sala de Luz y Sombra) |
LOS SALONES TEATRALES
Aquí la reseña de todas las salas teatrales que hicimos: el primero en la casa de mi padre don José Martín en la calle Bernardo de Irigoyen 741 de La Colonia.Luego el 15 de Abril de 1949, fecha de la fundación del teatro “Luz y Sombra", otra sala en una propiedad de la esquina de Alem y Moreno; una casa muy antigua con árboles delante y rodeada de verjas de hierro sobre un cerco de media pared, donde vivía la familia de René Romano; un integrante que se retiró al poco tiempo. En esa casa había vivido la familia López que dio tres intendentes a Quilmes: José Andrés (1904/1905), José Eduardo (1926) y Rodolfo Adalberto ‘Robín’ López y un diputado, Rodolfo Alberto López, padre de “Robín”.
LA SALA DE LA COLONIA
Habíamos armado un escenario de algo más de dos metros de profundidad por el ancho del salón, menos unos 60 centímetros de "hombros" para que los actores pudieran "aforar". En ese mínimo lugar hicimos nuestras primeras armas como escenógrafos, iluminación, dirección y aprendizaje actoral. Pusimos en escena obras cortas: Chejov, Paúl Geraldí, del argentino Osvaldo Dragón, "Los de la mesa 10", que tuvo un éxito inimaginado. Aquel éxito, nos animó a emprenderla con obras en varios actos y nos fue muy bien, desde luego convocamos a artistas de la zona para que hicieran los diseños escenográficos. Así aportaron su talento: José Eduardo Pardo, Manuel Oliveira, Aldo Severi, Ludovico Pérez. Pardo ayudaba con los carteles de publicidad, Oliveira pinto una calle de París para la primer versión de la pieza de Jean Anohuil "El baile de los ladrones" y Severi, hizo similar tarea en la primera versión de "La zorra y las uvas" del brasileño Figueiredo. Se hizo una primera versión de la comedia "Ninotchka" de los franceses Leigen y Sauvajon y muchas obras que con el tiempo volveríamos a presentar en escenarios más amplios.
Después de casi diecinueve temporadas decidimos cambiar de sala por otra que albergara más cantidad de público, con un escenario acorde a las exigencias que presentaban "puestas" que requerían mayor espacio. Así que el señor Alfredo Santomé consiguió un galpón en la calle Moreno 635, entre Rivadavía y Alem. El alquiler no era caro y comenzamos la mudanza. El lugar había sido un depósito de lavandina. Allí, cimentamos, durante cuatro años, el prestigio que adquirido con mucho trabajo y dedicación de horas y horas incontables hasta muy entrada la noche.
Periódico "El Periodista", 4/11/1977 |
Dejamos la sala porque aumentaron el alquiler de $ 450 a $ 1200, importe que no podíamos pagar. No se recaudábamos tanto como para aguantar esa suma. Los problemas estaban a punto de agotar nuestra voluntad y paciencia, así que se decidió donar el material acumulado durante esos años, a la municipalidad de Quilmes. Era intendente Rodolfo ‘Robín’ López. Fue el señor Héctor Pereiras, secretario de cultura, quien diligenció el trámite ante el gobierno de la provincia de Buenos Aires. Ello significó la continuidad del teatro
"QUILMERÍADA"
Tengo el deber de mencionar a quienes fueron los arquitectos fundamentales de ese templo destruido y sin ruinas sobre las que recordar que fue el teatro en la Casa de la Cultura: Antonio Mari, Antonio Di Notto, Guillermo y Carlos Bataglia, Luis Capponi, Mircia Paz, Irma Pantigoso, Leticia Corsiforti, Alfredo Faces, Carlos Romero, Horacio Martín, Juan Vergara, Leopoldo Russo, Carlos Calzeta, Jorge Franquet, Cristina Ruberto, María Luisa Fedeli, Alejandro Martín, Horacio Carballido, los hermanos Roberto y Mario Arias y mucho, muchos más que se fueron sumando a la "Quilmeríada" y están en la memoria colectiva.
No quiero mencionar a los depredadores que desde tiempo atrás socavaron la función tradicional del teatro y la esencia de lo que sus fundadores representaban y terminaron cercenando uno de los organismos intelectuales más rotundos de esta Ciudad y Partido de Quilmes; reducto de vida democrática, de inclusión social y participación popular, de denuncia ante el agravio y vocero de verdades… y sobre todo, de un Arte equiparable a las grandes salas de la Capital Federal y del país todos.
La historia todo lo devela y la historia brilla con una luz incandescente sobre el Teatro Luz y Sombra.
En estas memorias está nuestro tributo a Quilmes, a su gente, y el mío personal a colegas de ayer, de hoy y de siempre, con quienes emprendí esta patriada que hoy cumple 65 años.
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