"A.B.C.", en sus primeros tiempos, se editaba en talleres propios de la Capital Federal. Mauri Casabal el 15 de julio de 1922, había editado la primera revista ilustrada que tuvo Quilmes, “El Plata”. En una primera época, “El Plata” y “A.B.C.” llegaban al público simultáneamente, hasta que el primero fue sustituido por el hoy octogenario, pero siempre joven, “El Sol”, aunque siguió saliendo como revista semanal ilustrada. Este tema ya fue tratado por EL QUILMERO en 2012, cuando el diario El Sol cumplió 85 años, Quilmes el Bicentenario de su declaración de Pueblo Libre y la Escuela Normal Superior su Centenario. Quizá parezca reiterativo, pero aquí se intenta ampliar la causa judicial que motivó la fundación de ese periódico.
“El Plata” fue un periódico social que alcanzó desde sus números iniciales extraordinaria difusión. Se imprimía en el taller del señor Vicente Mederos. Lo dirigió, en sus primeros tiempos, el mismo Mauri Casabal, odontólogo, hombre culto, idealista y bohemio, idóneo como pocos para las actividades periodísticas; con sus iniciativas extraordinarias para la época sacudió el ambiente social. José Antonio Blanco actuaba como administrador, hasta su llegada a Quilmes se había desempeñado en el periodismo rosarino.
Estos hombres supieron rodearse de un grupo de jóvenes a los que entusiasmaron con sus audaces ideas, originándose así “El Círculo", una de las entidades sociales que más actividades desarrolló para la sociabilidad de los quilmeños, en épocas que no había clubes ni centros de esparcimiento convocantes, pues sus bailes y puestas teatrales [1] reunían a muchas familias quilmeñas, de la Capital Federal y de La Plata.
Mauri Casabal era su líder. En “El Círculo" todo salía de lo usual o chabacano, desde las motivaciones que producían los eventos que se organizaban, la inusitada ornamentación de los salones – que generalmente eran o el de la Municipalidad (actual Casa de la Cultura) o la sala del teatro Cristóbal Colón de la Soc. Italiana - , hasta las orquestas para los bailes, seleccionadas entre las más populares de la época. La vida de “El Círculo” estaba vinculada estrechamente con "El Plata" que hacía amplia promoción de los eventos.
Posteriormente, desinteligencias con el tipógrafo e impresor Vicente Mederos provocaron cambios en la revista. La dirección fue asumida por Martín Gálvez García, acompañado por un prestigioso conjunto de periodistas: Egidio Bucich, Juan Carlos Buceta Basigalup, José Neira y Julio E. Faggiano.
Buceta Basigalup fue su administrador durante 5 años. Tiempo después ese notable periodista que fue don Francisco Urrestarazu dirigió la publicación. A partir de ese momento se agregaron a esa palestra de hombres de prensa: Tomás Serves y Jorge Luis Barton, quien fue su secretario de redacción varios años. Además de los nombrados actuaron en “El Plata” como redactores, cronistas o colaboradores: Emilio C. Molinari, Guillermo White (corresponsal de La Nación durante muchos años) Agustín J. Rives, José Domingo Sosa del Valle (director de la Escuela Normal de Quilmes), Obdulio Doreste, Armando Bucich (luego intendente municipal en 1955), la conspicua feminista y militante de la cultura Adela García Salaberry, Dora Barrera Nicholson de Ricagno, Paula Boassi y muchos otros.
"El Plata" tuvo larga vida como semanario, con dirección y redacción en la calle 25 de Mayo 247 y administración en Rivadavia 281.
“A.B.C.” alcanzó en Quilmes una gran difusión tanto por el interesante material de lectura como por su abundante material gráfico y original presentación. Fue la primera publicación que imprimió parte de sus páginas en papel de ilustración y en colores. Contaba con una nutrida Información social y deportiva. Entre sus redactores y cronistas se contaron: Manuel Bianchi, José Camarero, Enzio Galvani, Juan Carlos Nolfi, Luis Senones y los colaboradores: Edmundo Gutiérrez, Juan Manuel Sainz, Pablo Molinari, José Cacciola, Ricardo González, etc. [2]
EDITORIAL EN A.B.C. EN JULIO DE 1928
La siguiente editorial, que rescatamos de hemerotecas particulares, fue escrita por el Dr. Mauri Casabal al cumplir la revista su primer año. Resulta una declaración de principios, un tanto grandilocuente, exagerada de autoponderación, retórica y por momentos contradictoria. Toda la furia era contra Vicente Mederos y al final de la misma develaremos las circunstancias que la alimentaron.
NOTA EDITORIAL: “El tres de julio del año pasado (1927) nació «A. B C.» nueva denominación conque reemplazamos nuestra actuación al frente del extinto «El Plata» (Ya veremos por qué), fundado en julio de 1922. Hechos conocidos, producto de la necesidad natural de de
Dr. Emilio Mauri Casabal |
Con el rico caudal de estar hoy más libres que nunca de tutelajes que obscurece el pensamiento, llegamos al primer aniversario, en paz siempre con nuestra conciencia, y en lucha continua, implacable, contra los elementos perniciosos que el azar pone en el camino de la renovación quilmeña, afanosos de mantener todavía privilegios intolerables, o patente de personas decentes que llevó por extraña blandura de carácter a confundirlos y aun elevarlos a un primer plano, sobre las figuras dignas de nuestra sociedad, y sus fuerzas vivas, en cuya bondad creemos, y en cuya defensa, sacrificaremos siempre comodidad y simpatías ocasionales.
No nos importa en absoluto el halago personal. Reemplazamos la blandura de las palabras amables, por la fe permanente, inmutable, profunda, que tenemos en la limpieza de nuestras intenciones. Por un ídolo que cae o una falsa aureola de honestidad que destruimos, nacen nuevos valores, se distingue la luz propia de los que valen, y nos acercamos insensiblemente al ideal supremo de enaltecer y reunir en abrazo de hermanos, a los que producen y dignifican el lugar donde se vive. Conscientes de la dificultad enorme que habría de traernos la pretensión de hacer periodismo leal para todos, en una ciudad cuya prensa está al servicio de ideales políticos o apetitos personales no nos arredró ni la furia de los ignorantes ni la maldad, de los que templan su única arma para atacarnos, en la murmuración o la infamia.
“A. B. C”, plasmó su juventud con cuerpo vigoroso y sano. No hay fallas morales ni materiales de las que debamos arrepentimos, y contra su indomable energía se estrellan los débiles de espíritu, que aun en pleno siglo actual, suponen que la inteligencia se detiene o derriba con las palabras muertas de otros tantos muertos que caminan.
Ayer como hoy somos protagonistas de nuestros actos, siempre conscientes, jamás fabricados con los laureles de terceros, o la reputación de quiénes valen más que nosotros. Rendimos homenaje a los que nos enseñan el camino simple y llano de la virtud, y apartamos a veces a puntapiés, a quiénes se oponen de manera torpe, a este sino inevitable de los que pueden levantar bien alta la frente en cualquier parte.
“A. B. C.” irá fincado en la amargura que produce tanta piedra opuesta en el camino de los buenos, para templar su espíritu con serenidad reflexiva, y mucha abnegación, que suele llegar hasta el sacrificio. Reconocemos que la criatura humana es imperfecta, y que a todos nos alcanza por igual algunos de los diez mandamientos bíblicos. Pero en el caso de discernir justicia, valoramos mucho más los esfuerzos de quienes denodadamente luchan por alzarse del nivel de la masa común, y ahogan en germen, las malas pasiones, o la sed enfermiza de los que condenó la Providencia a ser juguetes siempre de la corriente que los lleva.
Así explicaría “A. B. C”, cuya pluma no sirvió nunca para escribir con odio, rencor o despecho, sentimientos que no conocemos, y que acaso por tenerlos tan a menos, suele tomarnos a veces desprevenidos y nos hace sentir el dardo envenenado de tanta medianía que anda suelta por las calles de Quilmes.
Pese a estas pequeñas menudencias que fatalmente se producen en la trayectoria de quienes pretenden renovar y sacudir la deteriorada armazón social de la ciudad, tenemos fe absoluta en nuestra obra en marcha. La presentación excepcional de “A.B.C”, considerado el primer periódico ilustrado de la provincia, es un ejemplo elocuente de que nada detiene el progreso de una hoja que abate lo espurio. Más bien demuestra de que en el pueblo quilmeño aletea un alma sana, vigorosa, que alienta a los contados paladines francos, audaces, sinceros, impertinentes de tanto decir las cosas tal cual son, que recogen sus francos pensamientos y sus afanes de renovación.
Solemos utilizar con excesiva frecuencia la palabra fuerte para corregir errores. Deberíamos disculparnos en cada caso, de manchar la pureza de intención con frases que hacen sangrar. Pero, hemos comprobado que no hay otro recurso para depurar valores. No olvidemos que de la piedra bruta trabajada primero a golpes de martillo, nace más tarde la obra maravillosa del artista, que da formas con su finísimo buril, a la escultura que encierra sus sueños.
“A. B. C”, es así, y maneja con igual eficacia el martillo y el buril. Se acabaron los tiempos de poner una mejilla y después la otra para recibir las bofetadas. El respeto hay que conquistárselo ahora a fuerza de lucha. Renegamos una y mil veces, del respeto o la simpatía alcanzada a título de no hacer nada o porque tenemos un apellido, o un auto, o una casa confortable.
Nos place al cumplir un año de vida “A. B. C.”, felices de la labor periodística en Quilmes, hacer nuevamente nuestra semblanza de moral y procedimientos. Confiamos en esa alma anónima, generosa del pueblo quilmeño, y en nuestra indomable energía, para seguir adelante. Y con nosotros podrán contar hasta la Eternidad los vecinos decentes con un vocero que no habrá de atarse jamás a ningún vencedor, o que sirva para sus redactores, intereses mezquinos que no sean los saludables y permanentes de la colectividad.
Vicente Mederos, de origen canario, establecido con imprenta en la calle Rivadavia esquina San Martín - una vieja casa demolida en 1942, propiedad que había sido de la familia Casares -, era el linotipista e impresor de varios medios de prensa locales. Entre ellos “El Plata”, del que fue administrador algunos años. Resultó que los propietarios de ese medio se retrasaron en el pago de una tirada y sin aviso previo el señor Mederos confiscó un Anuario y luego, siguió lanzando la revista como director propietario. Si bien, el propietario fundador saldó la mayor parte de la deuda, Mederos se mantuvo en sus trece. Esto obligó a la sociedad fundadora de la revista, a hacer una denuncia judicial de expropiación arbitraria que llegó a la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires. El conflicto fue largo. Mauri Casabal acompañaba a la justicia con iracundas diatribas a través de panfletos, folletos y conferencias públicas, tanto en el Club Social como en la sala del teatro Colón de la Sociedad Italiana.
En julio de 1927, por el juzgado del Dr. Julio M. Facio, se inicio el juicio contra Vicente Mederos por los delitos de “estafa, defraudación, calumnia e injurias graves”. El juicio lo siguió don José A. Blanco como socio. Defendió al ex administrador el doctor Pedro M. Battini Gallardo, abogado especializado en el fuero criminal.
SUCESOS PREVIOS
En vísperas de finalizar la impresión de “El Plata”, ya desaparecido en ese momento, en los talleres gráficos de Mederos, por la adquisición de imprenta propia, paso dado por Blanco y Mauri Casabal en consideración a los reiterados desencuentros de trabajo y opinión con dicho señor; entre los cuales, lo ocurrido con el “Anuario 1927”, desbordó el vaso. Tras una álgida reunión ambas partes acordaron en solucionar la situación: Mederos aceptó pasar de copropietario de la publicación a único propietario tras el pago de una suma a fijar de común acuerdo por las partes.
Pero el 25 de junio de 1927, rectificándose de su acuerdo, Mederos envió un telegrama a Blanco, dándole cuenta de que transfirió a terceros la propiedad del semanario e instándolo al pago inmediato de lo que se le debía.
Si era ya grave la transferencia de la propiedad de “El Plata” sin consentimiento del señor Blanco, que era uno de los socios, más grave todavía pareció la imposición de pago, cuando las cuentas mensuales se habían liquidado en tiempo y forma.
Blanco no aceptó el procedimiento y por medio de terceros se hizo lo posible nuevamente de hacerle comprender a Mederos, la gravedad de sus actos. No sólo el contenido del telegrama en cuestión manifestaba la existencia de una defraudación al disponer de un bien del que solo era copropietario.
Juan Domingo Pozzo, abogado que contaba con gran ascendiente en la comunidad, intervino en un primer momento, pero nada pudo obtener de Mederos, quien secuestró la edición de “El Plata”, correspondiente al 26 de junio, lo que de acuerdo a derecho, constituía un delito.
Habiendo llegado el conflicto a tal punto, se dispuso iniciar una demanda por daños y perjuicios contra Mederos; y se adoptaron las medidas para continuar con la publicación de “El Plata”, pero cambiándose su nombre por “A.B.C.” por cuanto el señor Blanco, en su carácter de administrador, arrendatario y copropietario de “El Plata.” desde marzo de 1927 no iba a poder utilizar ese nombre, sin el consentimiento del otro propietario, Vicente Mederos.
Adoptadas estas providencias, en salvaguarda de los intereses del señor Blanco, de los suscriptores y anunciantes, Vicente Mederos resuelve editar por sí y ante sí el extinto “EL Plata”, violando dos cláusulas terminantes del contrato: su alquiler a Blanco, que caduca recién en 1928, y su condición de copropietario desde marzo de 1927.
Se agravó la situación cuando Mederos manifestó en el “El Plata” apócrifo y en carteles que se pegaron en la calle Rivadavia y en la estación del ferrocarril, expresiones un tanto subidas de tono y ofensivas tanto para Blanco como para Mauri Casabal. Además hizo suscribir el semanario espurio en la Biblioteca Nacional, adjudicándose la absoluta propiedad del “El Plata”. Lo cual lo hacía pasible de delito de estafa y defraudación. Un verdadero berenjenal. Su objetivo era evitar la publicación de “A.B.C.” pues significaba una competencia imposible de superar.
Imagínense los lectores, teniendo en cuenta que Quilmes apenas hacía poco más de diez años había dejado de ser pueblo, lo que significó este despropósito. No faltaron las declaraciones de adhesión hacia unos y hacia otros; bandos que se enfrentaban de palabra en la Confitería Colón y hasta alguna vez también volaron vasos y botellas entre los parciales.
OTROS ANTECEDENTES AGREGADOS AL PROCESO
El Dr. Battini Gallardo, abogado de José Antonio Blanco, presentó un escrito acompañado con pruebas y documentos que expresaban con más detalle lo que antecede; agregando los recibos de pagos efectuados a Mederos desde marzo de 1924, que destruían la acusación de la deuda existente. Se le recordaba al juez que Mederos estaba repitiendo con José A. Blanco para despojarle de “A.B.C.”, el procedimiento, que en 1924, había realizado contra el doctor Emilio Mauri Casabal, hasta hacerse de sus derechos sobre el periódico “El Plata”. En aquel entonces, por falta de documentación que avalara su apropiación meses después prometió devolver el medio con la promesa de que repararía los daños ocasionados. Pero pasaron tres años y la reparación no se hizo efecto.
El escrito de Battini Gallardo terminaba su alegato con una semblanza moral de Mederos y detallando otras dos causas, la primera con una firma comercial de la localidad de la que quedó deudor moroso de un préstamo que pidió para comprar una imprenta; y la segunda la que le seguían tres obreros: Rufino Sarmiento, Alfredo Reppetti y Manuel Medina con quienes tenía una deuda de $ 3000 (en esa época una suma considerable)
El periódico “A.B.C.” - fuente de esta investigación - sigue con un serie de acusaciones no sólo judiciales, sino también personales contra Mederos. Recuerda que carecía de crédito, en las casas mayoristas de la Capital; la sospecha de malversar fondos de la Asociación Española de Socorros Mutuos "La Unión". Pero Mederos, como se dijo, no estaba sólo, pues el enfrentamiento también guardaba diferencias ideológicas, manifiestas para el público más formado, pero no explicitadas en “A.B.C.” y otros medios. Las personas que hacían causa común con Mederos también fueron advertidas que serían señaladas públicamente; al respecto concluye el medio consultado: “Si las circunstancias lo exigen, daremos a conocer la foja de servicios de esos individuos, que tienen la desvergüenza de pretender desagraviar (sic) a instituciones y familias, como si esas familias e instituciones, mendigasen la defensa de unos cuantos ladrones, para mantener intacto su buen nombre.”
La causa económicamente no benefició enteramente a ninguna de las partes, pero Quilmes se favoreció con creces pues de este proceso nació con fuerza inusitada el matutino del Gran Buenos Aires, “El Sol”, que llegó a sus 85 años, primero bajo la batuta férrea del insigne don José Antonio Blanco, maestro de periodistas; y hoy en la emprendedora posesión de la familia Ghisani.
(Quilmes, 1977 – 2007) Colaboración de Prof. Mora Camarero
Deprati de Barati, Mario Guarnieri, Javier V. Ruiz Mederos y
Raúl Galvani Fotos: Alcibíades Rodríguez y Carlos Scott
Hemeroteca del diario El Sol
http://elquilmero.blogspot.com.ar/2012/11/jose-antonio-blanco-85-anos-de-el-sol.htm/
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