domingo, 26 de julio de 2015

JUAN DEL POZO Y SILVA, EL ENCOMENDERO TRAJINANTE



“Para escribir historia es necesario que no exista ninguna pasión, ninguna preferencia, ningún resentimiento, lo que es imposible evitar cuando a uno le afecta el acontecimiento. Creemos simplemente poder asegurar que para describir bien este acontecimiento o al menos para relatarlo justamente, es preciso estar algo lejos de él, es decir, a la distancia suficiente para estar a salvo de todas las mentiras con las que pueden rodearle la esperanza o el terror.”
Marqués de Sade, 
Historia secreta de Isabel de Baviera, reina de Francia (Prefacio)

LA TRAVESÍA – LA REDUCCIÓN – QUIRÓS – DEL POZO Y SILVA – LA ENCOMIENDA – LAS TIERRAS DE LA REDUCCIÓN – ENCOMIENDA REAL – ORIGEN Y TRAYECTORIA – MATRIMONIO - CARGA PÚBLICA – UNA SOCIEDAD EN COMANDITA – ACCIONAR DE GANADO CIMARRÓN – DESCENDENCIA – EL OBISPO AZCONA – FUENTES – NOTAS 

por Chalo Agnelli
LA TRAVESÍA
En 2003, publiqué "La travesía", un cuento que había obtenido el Primer Premio de la UNESCO Mar del Plata en diciembre del año anterior. Es uno de los relatos semificcionales del libro "Historias de más acá",  libro que se editó a insistencia del Prof. Lombán. El argumento es la larga marcha del pueblo que nos dio toponimia y gentilicio, las penurias que vivieron en la figura de un anciano kilme. La biografía que sigue no es ficción.
LA REDUCCIÓN
Parte de las tierras donde se estableció la Reducción junto a las costas del Plata eran del capitán don Juan del Pozo y Silva, alcalde mayor provincial, quien se hizo cargo en Córdoba de la caravana de
los Quilmes que venía de los Valles y los condujo desde esa ciudad hasta Buenos Aires.
Se desconoce cómo llegó a hacerse de la “suerte de estancia” que don Juan de Garay otorgó a don Pedro Quirós quien lo acompañó en la fundación de Buenos Aires, tras una travesía extrema, cruel y desgarradora.
Según don Luis Otamendi, a quien tomamos como base para desarrollar esta semblanza, de su libro “Origen de Quilmes”, también fueron infructuosas sus investigaciones para determinar
quiénes fueron los sucesivos propietarios de lo que hoy es el Partido de Quilmes, desde que Quirós se desprendió de todas las posesiones que le otorgó Garay y se marchó a España en 1584;  [1] quizá, desilusionado por la falta de riquezas metalíferas de este suelo y esquivo - como debió ser por su estirpe noble - a doblar el lomo para trabajar la tierra y extraer la fecundidad que luego, varios años después, enriqueció a tantos otros más despabilados. La suerte de estancia o “tierra de pan llevar” que recibió Quirós, ocupaba la actual planta urbana de Quilmes, más las tierras situadas detrás del arroyo Las Piedras hasta el deslinde con el actual partido de Almirante Brown, más otras donaciones en la Ciudad.
QUIRÓS
En las referencias documentales sobre este primer propietario de esas “mercedes” que hoy es Quilmes, también hay divergencias. En
primer lugar, hay algunos historiadores que afirman que era asunceno, nacido en Asunción del Paraguay, que cambió sus posesiones por “una guitarra y un caballo[2] y que al marcharse de la nueva ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Nuestra Señora de los Buenos Aires, se estableció en la ciudad de Concepción de Buena Esperanza - conocida por Concepción del Bermejo – fundada en 1585, donde fue designado regidos de su cabildo. O puede ser que se haya marchado a España y regresado luego a América para establecerse en el Chaco. Es una investigación en veremos, comprobar si hay documentación del transcurrir de Pedro Quirós en esa ciudad.
DEL POZO Y SILVA
Cuando don Juan del Pozo y Silva con el contingente del pueblo “extrañado” llegó a la Ciudad del puerto, el dominico fray Cristóbal de la Mancha y Velazco, el obispo de Buenos Aires (1645-1673) el tercero en su jerarquía y el primero criollo - nació en Perú -, tenía un pleito judicial con los jesuitas. En 1655, en que convocó al primer sínodo diocesano, logró que se aprobara su proyecto de convertir a las reducciones en parroquias o curatos para que quedaran bajo control del clero secular, a lo cual la Compañía de Jesús se opuso enfáticamente, al punto que apelaron a la Corona, la que finalmente resolvió en favor del Prelado y la Real Cédula que ratificaba [3] la disposición sinodal llegó cuando los quilmes [4] ya estaban esperando en Buenos Aires, en un campamento que se levantó a la altura de la actual plaza Miserere. Siempre hubo enfrentamientos entre dominicos y jesuitas.
El 25 de agosto, el Obispo hace una convocatoria a concurso por oposición al clero seglar. Mientras tanto junto al gobernador José Martínez de Zalazar a pesar de haber sido derrotado jurídicamente ante la Corona solicita a los jesuitas que aunque no podían ser curas doctrineros que dieran instrucción cristiana a los naturales recién llegado, pues había frailes que por haber estado en los Valles conocían el cacán, la lengua de los quilmes.
Del Pozo y Silva, harto de esperar y deseoso de cobrar sus honorarios por el traslado de los quilmes, resolvió instalarlos en su estancia del Pago de la Magdalena, la que estaba despoblada. La triste columna de niños, ancianos, mujeres embarazadas y hombres frustrados cruzó el Riachuelo de los Navíos y llegó a la nueva tierra (que no era la tierra prometida de los israelíes, era el fatal y definitivo campo de exterminio) aproximadamente el 14 de setiembre de 1666, fecha asegurada por Otamendi y fortalecida por José Abel Goldar [5] y Manuel Ales, [6] por ser ese el día en que el santoral católico conmemora la Exaltación de la Santa Cruz.
En diciembre de 1667, del Pozo y Silva hace donación a la Corona de las tierras donde alojó a los quilmes y acalianos, a cambio de que se le concediera la encomienda de los indios guaraníes (algunos autores dicen que eran querandíes [7]) de la tribu de nombre Tubichaminí (tubichá = cacique, apodado de Miní = "chico o de pequeña estatura"; “Cacique Chico”), los que originalmente se hallaban próximos a la localidad de Don Bosco y para esa fecha se habían ubicados en reducción en la isla de Santiago, cuyo encomendero había sido el capitán Francisco Muñoz de La Rosa, fallecido y sin herederos en vista pues su familia se había establecido en Chile. Estos guaraníes nómades o querandíes se desplazaban desde la margen izquierda o norte de la antigua desembocadura del actual Río Salado en la banda occidental del estuario del Río de la Plata, hasta más allá del río Samborombón, Punta Indio, la Ensenada de Barragán. Su desplazamiento resultó eminentemente ribereño y la penetración hacia el interior no superó en ningún caso los ocho kilómetros. [8]
LA ENCOMIENDA
El alcalde mayor no podía ser encomendero de los quilmes, pues estos fueron comprendidos en 'encomienda real', el encomendero era el mismo rey de España; era a él a quien debían pagar tributo y era de él de quien recibirían muy poco o nada. No fue, como se podría pensar, una actitud ecuánime.
Del Pozo y Silva de haberse apercibido de la encomienda, instalándola en sus tierras solo hubiera sido una suerte de "vicario" real no un propietario. Esa sería uno de los motivos de la donación; el otro, que explicaremos luego, tiene que ver con su prestigio en los asuntos de la Corona.
LAS TIERRAS DE LA REDUCCIÓN
Ha continuación se transcribe parte del expediente del gobernador Martínez de Zalazar donde acepta en nombre del rey la donación que hace del Pozo y Silva y le otorga la encomienda de los Tubichaminí, bastante irregular en su constitución dado que este pueblo supuestamente querandí era nómade y no iban a sustentar la intención del encomendero de "asentarlos a la tierra".  
(En el siguiente documento, en  parte, se conserva la ortografía, la sintaxis de la época, la acentuación y la puntuación está ausente en el original)
"En cuya conformidad y atendiendo los méritos de los servicios prestados a la Corona y la donación de tierras de suyo re­feridas, que Vos el dicho Capitán Don Juan del Pozo y Silva, Alcalde Provincial de esta Ciudad, hicisteis por la razón y causa deducida, en nombre de su Magestad, (sic) y como su Go­bernador y Capitán General de estas Provincias del Río de la Plata y Presidente de esta Real Audiencia y en virtud de los poderes que de su persona Real tengo, que por su notoriedad no van aquí insertos, os hago merced por vía de agregación o en la forma que haya lugar de derecho de agregar y Juntar a vues­tra encomienda la que quedó por fin y muerte del Capitán Francisco Muñoz de la Rosa que es de los indios de nación Tubichamini y su cacique, todos los que fueron y al presente hay conforme en el padrón que de ellos se hizo en virtud de que habéis enterado el año de demora, y todos los demás indios que le pertenecen, por dos vidas, la vuestra y la de vuestro legí­timo sucesor (poseerían la encomienda por dos generaciones), conforme a la ley de las sucesiones y los demás derechos y calidades contenidas en el auto sus insertos y habéis de continuar como estáis obligado por la merced de la en­comienda que poseéis a que os hago esta entregación, el hacer vecindad en esta ciudad sustentando armas y caballos y acudir a todas las demás cargas de vecino feudatorio y revalidareis el pleito homenaje que tenéis hecho ante cualquiera de las Justicias Mayores u Ordinarias de esta Ciudad y el Juramento de que haréis todo buen tratamiento a los dichos indios vuestros encomendados y agregados, y que los defenderéis en todas sus causas y negocios, así civiles como criminales, sin consentir en manera alguna se les haga agravio por ninguna persona, y así mismo os encargo la educación doctrina y enseñanza de los dichos Indios en las cosas de nuestra santa fe católica y que los tengáis en paz y política cristiana, sobre cuyo particular os encargo a conciencia y descargo la de Su Magestad y mía tam­bién. Habéis de tener particular cuidado en hacerles curar de sus enfermedades y pagarles enteramente su trabajo personal y satisfacerles lo demás que les perteneciere, y cumpliréis con todo lo demás dispuesto por ordenanzas sin exceder de ellas en lo que os tocare en manera alguna y so  penas que contienen y esencialmente en la cobranza y esa de taza que os deben sa­tisfacer y dar, los trataréis como a vasallos libres y porque Su Magestad, que Dios guarde, por su Real cédula de 24 de octu­bre del año pasado de mil seiscientos y cincuenta y cinco (sic), manda que en estas Provincias se cobre de los encomenderos la limosna de aceite y vino para las Religiosas, estaréis adverti­do que luego que se disponga esta diligencia habéis de pagar la cantidad de pesos que se os cargase para la limosna referí da conforme al computo que se hiciera y perteneciere por el tri­buto de cada indio de tasa de los de esta encomienda que se os agrega conforme al padrón que se hizo, como consta de la certificación suso (sic) inserta y con este os presentaréis ante los señores presidentes y oidores de esta Real Audiencia para que en conformidad de los mandatos y el número de los indios que son de tasa se declare, si estáis obligado a traer confirmación o no, de su Magestad y Señores del Real Consejo de Indias den­tro del tiempo dispuesto y asignado para el efecto y cumpli­miento, con lo referido ordeno y mando al Corregidor de es­ta Ciudad y a cualquiera de los Alcaldes de ella ante quien os presentareis os den la posesión de los dichos Indios agregados a vuestra encomienda en todos y en cualquiera de ellos en nom­bre de los demás Real Corporación actual ‘Jure Domini Velquasi’,[10] conforme a derecho y en ella os defiendan y amparen. Atender los servicios religiosos y doctrinar a los indios quilmes,[11] que se hallaban en Buenos Aires, recién llegados de Córdoba y aún no instalados en destino definitivo, y el 29 de noviembre de ese mismo año ya ubicados en la Reducción, en que el Capitán Dn. Juan del Pozo y Silva cobra la cuenta de gastos de sustento y conducción y en la nueva población que consigno más arriba…” 
Finalmente el 29 de noviembre, del Pozo y Silva cobra la deuda por el traslado y sustento de quilmes y acalianos. [9]
ENCOMENDERO REAL 
¿Quién era el jefe del Estado Español y de todas las colonias americanas mientras en la Gobernación del Río de La Plata se sucedían estos acontecimientos? ¿Quién fue el primero encomendero de los quilmes y acalianos?
Precisamente en 1665, el mismo año de la derrota de los quilmes por Alonso de Mercado y Villacorta había ascendido al trono español Don Carlos II, llamado “el Hechizado”, nacido en Madrid el 6 de
noviembre de 1661, o sea que tenía 4 años de edad en esa fecha. Fue su padre Felipe IV y su madre Mariana de Austria, sobrina de su marido, o sea que era prima de su propio hijo. La reina asumió la regencia hasta que “el Hechizado” alcanzó la mayoría de edad en 1675. Su sobrenombre le venía de su lamentable estado físico. Parece ser que los sucesivos matrimonios consanguíneos de la familia real produjeron tal degeneración que Carlos creció raquítico, enfermizo y de corta inteligencia, además de estéril pues sufría el 'síndrome de Klinefelter' una anomalía cromosómica que consiste en la existencia de dos cromosomas X y un cromosoma Y, que generalmente afecta a los varones. Si bien la reina debía ser asistida por una Junta de Regencia de seis miembros, el poder lo regía su confesor, el jesuita Juan Everardo Nithard, que la había acompañado en 1649 a Madrid desde la corte de Viene, cuando llegó a España para casarse con tu tío. Este jesuita entró a formar parte del Consejo de Estado en enero de 1666, y alcanzó el puesto de Inquisidor General, la cima de las instituciones eclesiásticas de la monarquía española. Así estuvieron las cosas hasta que Carlos II cumplió 18 años. Su reinado estuvo transitado por múltiples reyertas. Carlos II murió el 1 de noviembre de 1700, era bistataranieto de los Reyes Católicos, último de la Casa de Austria (Habsburgo) en España. Le sucedió su sobrino nieto francés, el primer Borbón, Felipe V. De esta gente dependían los reinos coloniales de la América Hispana. ¡¡Este era el Real Encomendero!! [12]
ORIGEN Y TRAYECTORIA
Pero volvamos a nuestro biografiado. Este trajinante caballero había nacido en Santiago de Chile en 1631, o sea que tenía 35 años cuando recibió a los indios quilmes en Córdoba y los condujo hasta sus tierras junto al Río de La Plata; para la época era un hombre maduro. Fue su padre, el sargento mayor Jerónimo del Pozo Silva y del Peso, también nacido en Chile, donde en 1643, lo encontramos como Canciller de la Real Audiencia, y su madre la sanjuanina Constanza de Toledo y Lemos en 1622, nativa de San Juan de Cuyo, hija de Fernando Álvarez de Toledo y Toledo y de Jerónima de Lemos y Gil, provenientes ambos del condado de Lemos, Galicia. Don Juan era el segundo de siete hijos que tuvieron estos gallegos inmigrantes; sí, porque si bien aún estas provincias eran parte del mismo reino, ellos fueron la primera migración española al “nuevo mundo”.
La situación acomodada de su padre y el origen noble de su madre, emparentada con los Lemos, los Osorio y los Trastamara (estirpe real), le permitió gozar de una crianza acomodada y una formación sólida que lo ubicó destacadamente en aquel Buenos Aires colonial.
Muy joven aún se estableció en Mendoza luego residió en Córdoba, donde dejó un gran prestigio. Finalmente se estableció en Buenos Aires definitivamente.
MATRIMONIO
En Buenos Aires conoció a quien sería su mujer, doña Ana María de Garro y Arechaga Silva quien pertenecía a su misma clase de funcionarios de la Corona; su padre era el licenciado en cirugía don Alonso de Garro y Arechaga recibido de protomédico en Madrid y su madre doña María de Silva, quienes se habían establecido en Buenos Aires en 1630. El 15 de marzo de 1655, presentó la declaración de soltería imprescindible para pedir la mano de su futura esposa. El 21 de marzo de 1656, se casaron en el templo de La Merced, el tenía 25 años. Fueron testigos de la ceremonia el maestro Lucas de Sosa, canónigo de la iglesia Catedral, el capitán Tomás de Rojas y Acevedo, y el canónigo Melchor Agustín de Mesa.
CARGA PÚBLICA
Del Pozo fue designado Alcalde Provincial de la Santa Hermandad [13] el 3 de diciembre de 1664, por el gobernador José Martínez de Zalazar. Sus funciones eran celar y administrar justicia en la campaña, excepto contra indígenas, a quienes sólo podían perseguir por el delito de abigeato. Los cargos públicos se compraban y se vendían, el que obtiene del Pozo fue rematado públicamente por $ 1.300 el siguiente año de su designación, de modo que este lo adquiere y el 30 de setiembre de 1670, el rey lo confirma el mismo año.
Luego obtiene otros cargos militares. Alférez, Capitán de Infantería, Sargento Mayor de Presidio, Procurador General de la Ciudad, Alférez Real, Fiel Ejecutor y en 1664, Alcalde Ordinario. El fiel ejecutor desempeñaba dentro del cabildo un papel de inspección y fiscalización en la actividad económica haciendo salvaguardar las ordenanzas y lo estatuido por los cabildos.
Es de destacar que casi todos estos puestos públicos eran “ad honorem”, si bien aportaban prestigio y ciertas prebendas; por esa causa la mayoría de esta “clase de funcionarios de la Corona”, la conformaban súbditos que poseían cierto nivel de fortuna propia o heredada.
Pero no son todas estas funciones, seguramente ejercidas con constancia y firmeza, fueron las que le permitieron formar una de las fortunas más sólidas del Buenos Aires colonial del siglo XVII. 

UNA SOCIEDAD EN COMANDITA

En 1676 fue elegido el cuarto obispo de Buenos Aires, el navarro, Antonio de Azcona Imberto* y el primero que provenía del clero secular. Le tocó la difícil tarea de remodelar la Catedral Metropolitana ya que pese a haberse inaugurado cinco años antes, en 1671, tenía serios problemas de filtraciones y rajaduras causadas por el temporal estival de 1682, que hizo caer la torre. Las obras se iniciaron en octubre de 1682, con más de 30 indígenas tupí-guaraníes y otros tantos provenientes de la Reducción de Santa Cruz de los Quilmes. En 1693 los nativos, bajo la dirección del obispo, concluyeron "las tres naves del cuerpo principal levantada sobre arcos de cal y ladrillo y cubierta de tejas".

Durante su administración tuvo serias diferencias con el gobernador Agustín de Robles Lorenzana desde 1691 hasta 1700, entre otras muchas, la verdadera enemistad se fundó en una comisión de orden civil que el Prelado recibió de la Corona por Real Cédula del 7 de mayo de 1677, relacionada sobre la conducta con que Robles manejaba la cosa pública. El Obispo comprobó la existencia de una ‘sociedad en comandita’ encabezada por Robles con la participación de sus sobrinos y de los vecinos de Buenos Aires: Juan de Pozo y Silva y el sanguinario Amador de Rojas y Acevedo, quienes ejercían una actividad comercial promoviendo el contrabando en las costas sur del Río de la Plata. El Obispo puso en evidencia que estos funcionarios ejercían una verdadera “sociedad en comandita”.

De modo que no solo los cargos públicos y los cueros fueron origen de su fortuna sino que el contrabando, donde se incluía la “mercadería semoviente” es decir esclavos; prospero negocio que varias décadas antes, en las costas próximas a la Reducción de los Quilmes,  don Pedro Izarra en su estancia “El Corbatón” (Ezpeleta) y luego sus descendientes los Gaete.

 ACCIONERO DE GANADO CIMARRÓN
 En 1672, en las nuevas tierras que se le conceden a cambio de las que cedió para crear la Reducción, se lo nombra “accionero del ganado cimarrón” o sea que tenía el derecho consuetudinario de "vaquear", caza de ganado salvaje en la campaña en las proximidades del río Salado. Actividad que había iniciado el portugués Melchor Maciel en 1608 desde la margen sur del Riachuelo. Dos años después del Pozo creó una organización de caza que llegó a exportar hasta 500 cueros curados al año.
DESCEDENCIA
Fueron sus hijos Juan del Pozo Silva (n. 1657) quien se casa con Tomasa Ruiz de Ocaña de la Rosa; Alonso del Pozo Silva Garro Arechaga (n.1660) quien se casa con la belga Elena de Witte Solier Van Eguen y Antonia del Pozo Silva Garro Arechaga [14] casada con el granadino don Francisco de la Palma Lobatón. Una hija de estos últimos se casará con un Gaete y tendrán tierras en el Pago de la Magdalena.
Don Juan del Pozo y Silva murió en Buenos Aires el 6 de agosto de 1697 a los 73 años, dejando además de una gran fortuna una extensa descendencia; fue su bisnieto el brigadier general Cornelio Judas Tadeo Saavedra Rodríguez. [15] No se halló documentación que informe de algún ínfimo gesto de ayuda o apoyo al pueblo desarraigado que instaló en las que fueron sus tierras, donde sólo encontraron el exterminio que se prolongó durante 146 años, hasta 1812 en que se decretó extinta la Reducción.

* EL OBISPO AZCONA poseía un importante patrimonio personal heredado de sus padres, el cual dedicó a obras de caridad en la sede de su diócesis, lo que le valió a su muerte que el Cabildo Eclesiástico dijera de él que despreciaba «las cosas del siglo...» 31. El resto de sus bienes fue empleado en la construcción de la Catedral y del palacio episcopal; al final de su vida otorgó la libertad a nueve de sus trece esclavos.

 Brune, ob. cit. T. III, p. 182. - A.G.N. IX 48-8-6 f. 17-24 Cayetano Bruno, Historia de la Iglesia en la Argentina, Buenos Aires, Ed. Don Bosco, T. Ill, p. 202-3. [5] 6


Compilación y argumentación Chalo Agnelli
Quilmes, 1987/2015
FUENTES
Agnelli Ch. y otros. “Quilmes, 346 años y un Bicentenario – 10 autores para un homenaje”. Ed. Buenos Aires Books, Buenos Aires, 2012.
Craviotto, J. A. “Quilmes a través de los años”. Municipalidad de Quilmes, 1° edición, agosto de 1966. Quilmes.

Frías Susana R. Presencia navarra en Buenos Aires: 1580-1713

Frías, Susana Frías y Baetucci, Viviana (2015) “Indios, negros y españoles-Confirmaciones en Buenos Aires: 1685-1699”.  Dirección General de Estadística y Censo -Ministerio de Hacienda

Luna GabrielLa Otra Historia de Buenos Aires” -  2° Libro Parte XXII www.periodicovas.com

Gammalsson, Hialmar Edmundo. “Los pobladores de Buenos Aires y su descendencia”. Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Secretaría de Cultura, Edición en homenaje al cuarto centenario de la fundación de la ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1980.
González Lebrero, Rodolfo. “La pequeña aldea. Sociedad y economía en Buenos Aires (1580-1640), Ed. Biblios, Buenos Aires, 2002
Ibarguren Aguirre, Carlos Federico “Los Antepasados a lo largo y más allá de la Historia Argentina” (Trabajo inédito), Tomo VII, Los Gaete
Otamendi, Luis E. “Historia de la Reducción 1666 – 1812”. Actualidad Quilmeña - año III - N27 - "301 años de Quilmes". Agosto de 1967.
Sors, Guillermina. “Quilmes Colonial”. Publicación el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires “Dr. Ricardo Levene”. Contribución a la historia de los pueblos de la provincia de Buenos Aires. La Plata, 1937.
Los Pozo y Silva, Pico, José María, (Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, Nº32, Buenos Aires, Argentina http://www.genealogiafamiliar.net/
http://www.genealogiafamiliar.net
www.genealogiafamiliar.ne
 
NOTAS

[1] Otamendi, Origen de Quilmes, Pág. 27
[2] Craviotto, 2ª edición, 1969 Pág. 69
[3] Sors. G. Pág. 48 a 50.
[4] Cuando se hace referencia al pueblo nativo se coloca con “k”, cuando se menciona la localidad con “qu”. 
[5] Ver en EL QUILMERO del sábado, 3 de diciembre de 2011, LOS GOLDAR 
[6] Ver en EL QUILMERO del martes, 7 de septiembre de 2010, "DON MANUEL ALES, HISTORIADOR E INVESTIGADOR.
[7] Querandí significa “gente que come grasa”, eran pampas septentrionales; se desplazaban entre el cabo San Antonio y el sur de Córdoba transitando el litoral de los ríos de la Plata y Paraná hasta el río Carcarañá. Al río Arrecifes se lo llamó "de los Querandíes", por sus asentamientos en la región. DeLa pequeña aldea. Sociedad y economía
en Buenos Aires (1580-1640)
[8] La pequeña aldea. Sociedad y economía en Buenos Aires (1580-1640)
[9] A.G.N.
[10]iure dominii vel quasi” o el derecho de propiedad
[11] En este documento extraído y copiado tal cual de libro de Otamendi, antes mencionado, el gentilicio figura con “qu”
[12] Ver en EL QUILMERO del, “ENCOMENDEROS DE LOS QUILMES”
[13] La Santa Hermandad fue una institución permanente, creada por los Reyes Católicos en 1476 para Castilla, constituida por alcaldes y cuadrilleros, destinada a perseguir y castigar a quienes cometían delitos en despoblado.
[14] Antonia fue dotada el 22.7.1689 con unas casas situadas frente a la Plaza Mayor, descriptas así por el escribano: "Unas casas de vivienda, en la trasa desta ciudad, en la Plaza Mayor de ella adonde hace esquina frontera de la Santa Iglesia Catedral, que lindan por el Norte, calle real en medio, con sitio y casas de doña María de Mattos y Encinas, viuda, mujer que fue del capitán Pedro Guerrero de Escalona, y por la parte del Oeste con sitio y solar de doña Juana de Acevedo viuda del Capitán Lorenzo Flores de Santa Cruz, por el sur con sitio y casas que pertenecen al Deán que es y a los que en delante fueren de dicha Santa Iglesia Catedral, que se componen... de una sala enmaderada de empatillado, cubierta de teja con sus puertas y todo lo demás que está edificado de tapias en dicho sitio..." Antonia Recibió también una chacra en el Pago de los Montes Grandes (San Isidro) lindante con la chacra de Matías Cordobés y con una fracción de tierra similar que su padre entregó ese mismo día como dote a su otra hija, Francisca. Le fueron adjudicadas asimismo dos cuadras "de sitios para edificar en la trasa de esta ciudad hacia el camino que va al Fuerte de San Pedro". Juan agregó "marcos y monedas de Plata labrada de tomo y martillo", varias alhajas importantes -"una rosa de oro con ciento y once diamantes grandes y pequeños"-, imágenes sagradas, muebles, alfombras, una silla de manos, cinco esclavos etc. El novio, por su parte, recibió la facultad de recoger tierras realengas diez mil cabezas de ganado vacuno, de las que podía disponer su suegro en calidad de "accionero", y agregó mil quinientos pesos en arras por "la nobleza y virginidad de la dicha doña Francisca mi esposa e ijos que mediante la voluntad de Dios nuestro Señor espero tener en ella".
Antonia testó el 23.1.1695. Murió viuda dejando dos hijos de corta edad y nombrando por tutor de ellos a su padre, Juan del Pozo y Silva. Dispuso ser sepultada en el Convento de San Juan "donde están enterrados mis antepasados y tengo sepultura propia". Dispuso asimismo, la creación de una capellanía en el convento de San
[15] Brigadier General Cornelio Judas Tadeo Saavedra y Rodríguez  (n. 15/9/1759  Potosí, Bolivia 29/3/1829  Bs. As.) era hijo de María Teresa Rodríguez Güiraldes y de Santiago Felipe Saavedra de la Palma Lobato, quien a su vez era hijo de Bernardo de Saavedra Gutiérrez de Paz y de Ana de la Palma Lobatón del Pozo Silva, quien fue hija de Francisco de la Palma Lobatón y de Antonia del Pozo Silva Garro de Arechaga, (n. el 7 May 1671) bisabuela de Cornelio Saavedra e hija de Juan del Pozo Silva Toledo y de Ana Garro de Arechaga Silva tatarabuelos del  jefe del Regimiento de Patricios, intervino decisivamente en la Revolución de Mayo siendo el presidente de la Primera Junta de gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata así como también el primer presidente de la Junta Grande en la que se transformó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario