Este trabajo del Dr. Craviotto y de don César
Barrera Nicholson fue publicado, en forma incompleta, en "El
Hogar" del 28 de agosto de 1942 (año XXXVIII, N° 1715 - páginas 9 y
59), con el título "Cómo en el 70 se libró Guillermo Enrique
Hudson de prestar servicios en la frontera.”
DE LA VIDA DE
GUILLERMO E. HUDSON
La
personalidad de los hombres, regida en su formación, paulatina por un
intrincado complejo de factores físicos y metafísicos, pareciera que, orientada
en un sentido, en algún modo predestinado, sufriera en ciertos casos
desviaciones por causas que determinaran el medio ambiente y los accidentes
psico-físicos a él inherentes o que se afirmara en otros por la mediación de
sucesos favorables a su dirección primaria, reforzándola con sucesivas circunstancias
propicias.
La vida de Guillermo Enrique Hudson,
podría ser un testimonio que ratificara la última premisa. Conocida cada vez
más íntimamente la existencia del argentino ilustre que motiva estas líneas, a
través de
su fecunda obra de escritor que nos dice de las inquietudes del
poeta, cuyo espíritu contemplativo, iluminado por un profundo y vigoroso
sentido personal de la belleza, se manifiesta en rasgos que cautivan, en sus
características de observador de hondo alcance y se revela en su lápiz de
dibujante, en sus descripciones de ornitólogo, en sus concepciones
filosóficas, en su pluma de literato, en fin, cuando nos habla acerca de los
hombres y de las cosas, de los pensamientos que le sugiere el viento, la luz y
las sombras, los animales y las plantas, lo que le dice todo cuanto ve o
intuye.
Y en sus reflexiones se destaca nítida la
personalidad del contemplativo, sumida en un perenne vagabundaje en redor de
sus imágenes mentales, riquísimo venero de una vida interior vigorosa,
dinámica, creadora, en un perpetuo vincular y aquilatar relaciones de causa y
efecto. [1]
EL VAGABUNDAJE
Guillermo E. Hudson era un enfermo, desde
temprana edad. Siendo adolescente, un reumatismo articular agudo con serias
complicaciones cardíacas hizo temer por su vida, que varios médicos ingleses
desesperaron de salvar en aquella oportunidad. Adherencias de pericardio, tal
vez insuficiencias valvulares, quién sabe, quedaron acaso afectando su
organismo como secuelas de la grave afección sufrida; y ellas pudieron
determinar en el enfermo, un estado de resistencia al esfuerzo físico, el
cansancio característico a tales lesiones que se revela en una manifiesta
repugnancia hacia el ejercicio violento, tan específicamente necesario en las
tareas rurales del medio campero de la juventud de Hudson. El caso es que
adquirió luego de su convalecencia, fama de haragán de tener hábitos de
vagancia; uno de sus vecinos decía refiriéndose a Guillermo E. Hudson, que era
un vagabundo, incapaz de hacer algo de provecho. Desde luego, la afirmación era
objetivamente irrecusable, pues luego de su enfermedad, presumiblemente forzado
a un régimen de
semiquietud, su temperamento ya predispuesto le impelía, dando
rienda suelta a su imaginación, a permanecer tendido sobre los pastos, bajo un
árbol, horas enteras, días y más días durante el transcurso del año, entregado
a una aparente ociosidad, a una holganza improductiva y censurable.
Y así esta enfermedad de Hudson, pudo
constituir la circunstancia inhibitoria que le alejara de las faenas campestres
y proveyera la gimnasia funcional en un temperamento hecho para la
especulación espiritual, más que para el duro ajetreo del estanciero criollo
del 1850, necesitado de una recia complexión para triunfar sobre un medio hosco
y hostil; sobre una Naturaleza madrastra, para aquel que no estuviera
capacitado para la lucha en los primitivos ambientes rurales, semibárbaros, de
aquel lejano ayer de nuestra campaña.
La afección
orgánica que tanto angustió las horas de su vida, larga a pesar de todo, pesó
indeleblemente en él, eliminando al hombre de acción, por el del pensamiento
puro, dedicado a la Naturaleza, a un místico amor por todo lo creado. Sus
amigos pusieron en su tumba, con razón, este epitafio:
"He loved birds and green
places and the wind on the heath, and saw the brightness of the skirt of God"
(Amó los pájaros, los lugares verdes y el viento de los matorrales y vio el
brillo de la aureola de Dios) [2]
ENROLAMIENTO
MILITAR
Corresponde al Dr. Fernando Pozzo el
mérito de haber sacado del olvido y puesto en evidencia en la tierra de su
nacimiento, la figura del viejo quilmeño y sabio naturalista Guillermo E. Hudson.
Durante su actuación como Comisionado
Municipal en la comuna de Quilmes, en 1940/41, fundó la Junta de Estudios
Históricos y firmó el decreto por el cual ponía a disposición de la misma, para
fines de estudio, el valioso Archivo de la comuna.
Una consecuencia inmediata de ello es la
obtención de datos totalmente desconocidos, acerca de Hudson y su familia ya
hechos públicos en la publicación “Argentina
Libre” del 7 de mayo de 1942, N° 111, p. 71. El examen de un nuevo legajo,
nos permite hoy dar a conocer los que exponemos a continuación.
Por un decreto del gobierno de la
provincia de Buenos Aires, como consecuencia del desguarnecimiento de las zonas
fronterizas con los indios, causada por la guerra con el Paraguay, se dispuso
el 27 de abril de 1870, la organización de un enrolamiento militar con el
objeto de llenar las necesidades defensivas del momento. La orden pertinente
llegó el 3 de mayo siguiente con 400 papeletas y 40 registros a Quilmes,
consignadas al Comandante Militar de la zona, Don Andrés Baranda, y con carácter
de “muy urgente”. Las instrucciones
indicaban que debían quedar exceptuados del servicio, además de los enfermos y
físicamente impedidos, los capataces de los establecimientos de campo, los
postillones y aquellos que tuvieren a su cargo padres ancianos o achacosos.
|
Diagnósitico manuscrito realizado por el Dr. José Antonio Wilde como médico de policía, eximiendo a Guillermo Enrique Hudson de prestar servicios de frontera. |
El médico de policía del partido de
Quilmes, Dr. José Antonio Wilde,
dio comienzo el 15 de mayo, a la revisación médica de los enrolados que por sus
condiciones debían quedar exceptuados del servicio activo y figurar por lo
tanto en la “milicia pasiva”. En ese
primer día se presentaron, entre otros, Francisco Gómez, Zoilo Gaitán, Cristian
Melo, (G.) Enrique Hudson, Wenceslao Astudillo, etc, en total fueron 16
personas, correspondiéndole a Hudson el número 4 de la revisación de acuerdo
con el número de su certificado anotado por el Dr. Wilde.
En esta ocasión, la enfermedad de Hudson
vuelve a inhibirle para la acción, corroborándose así las consecuencias de su afección
de la adolescencia. El certificado del Dr. Wilde dice así:
“El
que firma Doctor en Medicina certifica que el vecino de este Partido, Don
Enrique Hudson pacede (sic) de un
vicio orgánico del corazón, sufriendo frecuentes ataques de reumatismo. Doi (sic)
el presente certificado á petición del
interesado para los fines que puedan Convenirle, Quilmes Mayo 15 de 1870,
(firmado) J. A. Wilde, Medico de Policía”.
El primer contingente de los enrolados en
la milicia activa, partió desde Quilmes el 1° de agosto, en número de 18
hombres, conducido por el teniente de la Guardia Nacional Crisanto Fernández,
con destino a las proximidades de la laguna Blanca Grande, casi en el deslinde
de los partidos de Olavarría, Tapalqué y Bolivar actuales, entonces asiento del
comando de la “Frontera Costa Sud”. Los Guardias Nacionales que prestaban
servicio de frontera lo hacían por un plazo de seis meses al cabo de los
cuales eran reemplazados por los de otro contingente.
En este punto tal vez sea del caso
recordar los conocidos versos del Martín Fierro:
355/Al
mandadnos nos hicieron
más
promesas que a un altar.
El
Juez nos jué a proclamar
y
nos dijo muchas veces:
muchachos,
a los seis meses
los
van a ir a revelar”
y luego éstos:
667/Ansí
pasaron los meses
y
vino el año siguiente,
Versos que unen a la referencia del
servicio de fronteras, la singular coincidencia de referirse a las levas
hechas en la época en que el Ministerio de Guerra era desempeñado por el
coronel Martín de Gainza.
… … … … … … … … …
que
iba a venir sin tardanza,
sigún
el jefe contó,
un
ministro o que sé yo...
que
lo llamaban Don Ganza.
Precisamente desempeñado entre los años
1868/1871, época en la cual ocurre el enrolamiento que nos ocupa.
UN GAUCHO DE
VIEJO CUÑO
Fue así como, gracias a su corazón
lesionado, pudo Hudson dedicarse por entero y con la clara intuición de un
autodidacta, a
almacenar en su memoria portentosa las múltiples y variadas
observaciones que muchos años después, en los umbrales de la ancianidad, le
permitieron mostrarse como sabio naturalista (nuevas especies ornitológicas
argentinas le deben su nombre) en el “Naturalista del Plata”, como
escritor de noble fibra, en “El Ombú”, “Tierra purpurea”, “Allá lejos y
hace tiempo”; como metafísico de envergadura en "La cierva del parque de
Richmond" y varios otros, donde muestra su amor por todo lo que
vive, la finísima sensibilidad de su alma de artista, su genio poético de
hermosísimos matices, y su profundo conocimiento de las cosas de su patria la
pampa, los gauchos, los indios y tanto era así, que ellos grabaron hasta en su
físico exterior, las modalidades del gaucho que vivía en su interior, y que le
hicieron decir a Roberto Cunninghame Graham, amigo personal de Hudson, en carta
al Dr. Fernando Pozzo, en 1934: “… su hablar lento y su acento de la pampa,
siempre me hacían pensar que tenía ante mi, un gaucho de viejo cuño".
Compilación,
compaginación y argumentaciones Prof. Chalo Agnelli
hudsoniano
NOTAS
[1] Por las abundosas lecturas hechas a los trabajos históricos
y de investigación de Craviotto y de Barrera Nichoson, pude advertir las
particularidades lexicográficas de cada uno, sus estilos de construcción
narrativa, las convenciones de la lengua, el vocabulario y el tratamiento que
cada uno hacía de las ideas. Esto me permite afirmar que este texto tiene más
componente, está más influenciado por la mano de don César que de Craviotto que
aportó, indudablemente, la parte historiográfica. Ambos se complementaban
exitosamente en esta tarea que nos legaron generosamente.
[2] Ver en EL QUILMERO del:
domingo, 3 de noviembre de 2013 “BUSCANDO A HUDSON ENTRE LOS PÁJAROS DE LONDRES”
No hay comentarios:
Publicar un comentario