jueves, 8 de septiembre de 2016

HÉCTOR WILDE “BOLAZO” (1898 – 1965)



Por Chalo Agnelli/2015
Los adoradores de Talía y Melpómene, las musas del teatro y la música, fueron figuras que descollaron tanto en lo local como en el arte del espectáculo nacional. Y no fueron pocas. La vocación por la interpretación musical y la actuación ha proliferado en forma exponencial, sobre todo en los últimos años. Desde aquellos primeros actores: Manuel Casavalle y Carmencita Lanatta, desde el primer cuarteto de músicos formado por Antonio Barrera, Julio Fernández Villanueva, Rodolfo Labourt y Julio Ithuralde, vasto es el número de nombres que deberíamos agregar. 
LOS WILDE 
Haber visibilizado la figura del Dr. José Antonio Wilde desde el 2008, con su biografía, “Dr. José Antonio Wilde, médico, escritor y
educador quilmeño”, retomando la semblanza de don Luis E. Otamendi expuesta el 17 de agosto de 1964; [1] y luego en los homenajes realizados con la Biblioteca Goyena y la Agrupación de Historiadores Los Quilmeros, con motivo al Bicentenario de su nacimiento, me acercó a descendientes de este prohombre local, quienes me facilitaron variada documentación, entre otras, este artículo del diario “Crónica” de Bernal [2] de 1965, un obituario - de un autor que sólo recuperamos por las siglas J. C. D. - a Héctor Rafael Wilde, nieto de quien fue el segundo médico y el de mayor vastedad de acción en cuanto al progreso en tiempos de la tercera fundación de Quilmes.

RUMBO BOHEMIO 
“Descendía Héctor R. Wilde de una vieja, familia argentina. Ilustre por la limpia conducta de sus antepasados e ilustre por la calidad espiritual de muchos de sus miembros, algunos de los cuales, como Eduardo [3] y José Antonio [4] dejaron a la cultura
nacional y a la posteridad libros que las han enriquecido y serán siempre consultados como verdaderas obras maestras en su género. Pero como si el alma les hubiera bullido hasta la super­ficie, nada más reñido con la personalidad de los Wilde que el empaque y la prosopopeya. Vaya uno a saber qué gracejo español o qué picardía criolla se había mezclado, como pizca de pimien­ta, a la sangre sajona de los Wilde para que todos ellos hubieran tenido a flor de labio el chispazo, humorístico y el gusto por la informalidad que parece acompañar una auténtica bohemia inte­lectual. Y llegados á este punto, ya estamos con el amigo que despedimos. 
Héctor Wilde, "Bolazo", como gustaba le llamaran, y como oímos llamarle a una señora del barrio de Barracas al pasar frente al velatorio dónde se hallaba escrito su nombre, tal vez como signo revelador de que el alma popular le había hecho un lugarcito en su seno, poseía ese carácter familiar que acaso le inclinaba a la aventura, al rumbo bohemio y cambiante de la vida, con muchos senderos y recodos donde puede uno tropezarse con la auténtica sensibilidad popular, la que crea y recrea el habla, la del folklore y la que se nutre con la sustantividad auténtica de la tierra. Así anduvo Wilde en sus mocedades acompañado como parte integrante del espectáculo al Circo Anselmi. Y así lo veremos
Eduardo Wilde
después en la convivencia de esa gran familia artística argentina que tanto queremos porque, aparté de verdadero talento, posee esa aptitud nacional que la hace tan nuestra.

Una de sus últimas inquietudes fue la reivindicación para su abuelo José Antonio del nombre Wilde de la estación del Ferrocarril Gral. Roca, que por su carácter genérico muchos adjudicaban a su tío Eduardo, [5] iluminado Ministro informante
de la. Ley Nº 1420, de enseñanza común, obligatoria y laica. Fue entonces cuando le conocimos y supimos de su trato inteligente y cordial. Y fue, también, en el curso de algunas de esas charlas que
J.A.Wilde busto en el Museo Brown
supimos por él de rasgos personales de ciertos personajes de nuestra escena y de su amistad con aquellos que, como Carlos Gardel, han pasado a ser verdaderos mitos nacionales.
Ni prolongada en el tiempo, ni profunda por su grado de intimidad, acaso sea nuestra amistad con Héctor Wilde una revelación de cómo entraba en el afecto su cordialidad, su expansiva simpatía humana y esa gracia tan suya o tan de ellos... porque frente a Wilde nos ganaba, a través de su prestancia, el recuerdo de esa familia que sembró páginas de luz en él discurrir de la vida nacional.” (J.C.D. Mar. 1965)

De Izq. a Der,: Bolazo, Leguizamo, y Carlos Gardel.
APÉNDICE DOCUMENTAL 
Siguiendo a uno de los máximos biógrafos de las personalidades del tango y conocedores de la música nacional Orlando del Greco en el sitio “Todo Tango” (declarado de Interés Nacional), [6] completamos con datos y obras de ‘Bolazo’: “Héctor Rafael Wilde nació en Buenos Aires el 15 de marzo de 1898. Comenzó trabajando en el Circo Anselmi que estaba en la calle Boedo, donde luego se levantó el cine ‘Los Andes’. Allí fue peón, ‘caramelero’ y payaso con el nombre “Tallarín”, pues era alto y delgado. Llegó a ser protagonista del género de “dramas criollos”. Con el tiempo, ante los micrófonos radiales, dio vida su personaje popular ‘Bolazo’, relatando los cuentos del gaucho Juan José Suilar, más conocido por Don Montiel. Tanto en el circo como en el teatro, además de actor, se destacó como cantor en la compañía de los hermanos Campos (1929), sus guitarristas eran Juan José Buscaglia y Ángel Domingo Riverol - luego guitarrista de Carlos Gardel -. Wilde fue autor y compositor de varios tangos, ente ellos: ‘Tiépolo’ (1924), ‘Lombardo’, ‘Máximo Acosta’, ‘Esponja’; la ranchera ‘Campo’, con música de Enrique Delfino y la tarantela ‘All'uso nostro’ con música de Anatonio Bonavena. 
Amigo de Gardel desde sus inicios, relató para Orlando del Greco: […] ‘Mi tango ‘Esponja’, estrenado en el Teatro Nacional por Domingo Conte en 1929, no llegó a ser grabación de Gardel sino una prueba […] Y lo de (la ranchera) “Campo” fue mal colocada en el álbum ‘Lo que cantaba Gardel’ de la editorial Ricordi, ya que la hicimos muchos años después de muerto Carlitos’. Héctor R. Wilde falleció en Buenos Aires el 13 de octubre de 1965 (Orlando del Greco)
Al cumplirse un año de su muerte su viuda la Sra. Elsa Ricci, mandó celebrar una misa en la parroquia Santa Lucía de la calle Montes de Oca 550, de la Capital Federal, la asistencia fue asombrosamente extraordinaria.
Compilación y argumentación Chalo Agnelli
Gentileza de Raquel Grassi Wilde y Patricia de la Lloza
Octubre, 2015, Cincuentenario de su fallecimiento
FUENTES:

Agnelli, Chalo. "Cuadernos de Identidad I" Pp. 65 y 66. Editorial Tiempo Sur. Quilmes, 2009 

Agnelli, Chalo. “José Antonio Wilde, médico, periodista y educador quilmeño” (Biografía) Ed. Jarmat, Quilmes, 2008. 

Otamendi, Luis E. “Dr. José Antonio Wilde – Homenaje” Serie medallas biográficas dirigida por Carlos G. Maier. Bibl. Pública Mun. “D. F. Sarmiento”. Quilmes, 1964. 

Ver EL QUILMERO del miércoles, 5 de junio de 2013, “MÁXIMO SALABERRY Y EL DIARIO "CRÓNICA" DE BERNAL - 7 DE JUNIO DIA DEL PERIODISTA” http://elquilmero.blogspot.com.ar/2013/06/7-de-junio-dia-del-periodista-maximo.html


Ver http://www.todotango.com/


VER SOBRE JOSÉ ANTONIO WILDE
ACONTECIMIENTOS WILDEANOS + EL QUILMERO (42 notas)
NOTAS

[1] Ver conferencia publicada en: Otamendi, Luis E. “Dr. José Antonio Wilde – Homenaje”.

[2] Ver EL QUILMERO

[3] A veces las notas al pie son fastidiosas, pero insertarlas en una nota periodística que se pretende replicar textualmente, son necesarias; como en este caso de la mención al Dr. Eduardo Wilde, sobrino de nuestro Dr. José Antonio Wilde. El siguiente texto está tomado de la mencionada biografía de su tío, página12: “Eduardo era hijo del Coronel Diego Wellesley Wilde y nieto de Santiago Wilde, ambos ingleses y sobrino del Dr. José Antonio Wilde, quien motiva esta crónica, pues es al que aludimos cuando en Quilmes se menciona ese apellido.
     La madre de Eduardo fue Visitación García, tucumana, hermana de Fortunata, la mujer que en 1841, se colocó en la historia de su provincia, como una Antígona criolla, pues tuvo el coraje de quitar la cabeza de Marco María Avellaneda de la pica en que estuvo expuesta durante dos semanas en la plaza principal de la ciudad.
    Eduardo Wilde fue en la historia nacional una figura de relevancia imprescindible; que su tío José Antonio Wilde igualó en dimensión en aquel pueblo sureño y provincial que fue Quilmes entre 1850 y 1885. Ambos abarcaron las mismas funciones para desterrar el atraso, la desidia, el fanatismo, el autoritarismo, los privilegios, la corrupción, la desunión y jerarquizar el amplio espectro de las fuerzas del progreso positivista que era religión en su época.” Para quien se interese por conocer más ampliamente la vida y la obra de Eduardo Wilde recorriendo la biografía de Maxine Hanon “Eduardo Wilde, una historia argentina…”

[4] Ver de Agnelli, Chalo. “José Antonio Wilde, médico, periodista y educador quilmeño” (2 tomos)

[5] En realidad era primo segundo, pues Eduardo Wilde era primo de su madre Victoria Adelaida Wilde Wilde, hija de José Antonio y de su esposa y sobrina Victoria Wilde Rivas, nacida en Gualeguaychú, Entre Ríos.

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