jueves, 29 de junio de 2017

LA HISTORIA

La historia debe ser militante de la historia. Pues de otro modo caemos en el peligro de considerar una única versión, una única interpretación de la historia; como ya nos pasó a los argentinos con la “historia oficial”, diseñada por don Bartolo para la preeminencia de un país liberal, oligárquico y dependiente. Esa historia con la que nos educamos numerosas generaciones hasta que surgieron los pensamientos preclaros de Busaniche, de Scarabrini Ortiz, de Jauretche, de Bayer, Galasso, de Pigna, que abrieron una posibilidad al disenso y el debate que engrandece el pensamiento de los pueblos y los hace libres, inquisitivos y críticos… condiciones que deberían ser intrínsecas de las Instituciones Históricas y sobre todo de las Academias: tal como lo viene intentando la revista “Todo es Historia”, como para aproximarse a un modelo deseado.
Dicen los fundamentalistas de ciertos partidos políticos o de ciertas poses historiográficas: "la historia debe ser...", la historia NO DEBE SER, la historia ES un cúmulo de situaciones de las que cada uno es parte y contraparte. De lo que luego, en el fondo de la taza de té o de café, cada uno puede leer. Así como tampoco la única verdad es la realidad, pues hay tantas reralidades como seres humnaos hay en el planeta. Lo que ayer fueron verdades incuestionables después se tansformaron en medias verdades y hoy, no digamos que son mentiras, pero perdieron contundencia. Nosotros, cada uno, somos la historia, nadie  queda afuera. Las galimatías de los culturosos que se creen dueños de la verdad pues alguna vez blandieron una banderita revolucionaria, mas luego se sentaron en confortables escritorios con aire acondicionado y nunca se jugaron por la vulnerabilidad de quienes necesitaban de reivindicaciones que "contradictoriamente" promovía publicitariamente sus 'partidos'. Cuando una sola de esas personas me muestra su hilo en el orillo ya no creo más en ellos. Se movilizan con la historia de la revacha, sea contra quien sea, siempre que no den con la talla de sus dimensiones preconcebidas... Pero todo es discutible...
Escribió Juan Jacobo Bajarlía:“El historiador debe aproximarse a la verdad. No siendo así se convierte en político de la historia, porque siempre ha menester de la parcialidad para defender su partidismo. Y desgra­ciadamente, en nuestro país no abunda el historiador imparcial. Existe todavía el caudillo de prensa de que nos hablara Alberdi (1) en sus 'Cartas quillotanas'.
Él es, muchas veces, quien dirige la opinión y nos da una semblanza desfigurada de los hechos. ‘La prensa suda­mericana — nos dice despechado el contendor de Sar­miento —, tiene sus caudillos, sus gauchos malos, como los tiene la vida pública en los otros ramos. Y no por ser rivales de los caudillos de sable dejan de serlo de la pluma’.
Pero si alguno no reconociera hoy la existencia de caudillos de la prensa, no pueden negar se ha originado una serie funambulesca de caudillejos que tratan de enjuiciar a nuestras pro-hombres sin otra razón que la lectura de libros escritos tendenciosamente o el poco tino de quien nunca frecuentó los problemas del pasado.
Quisiéramos saber — permítaseme el pleonasmo — si a quienes podríamos llamar 'gacetilleros', ya que les queda grande el título de caudillos, han abierto a veces algún libro fecundo. Estoy seguro que su bibliografía se reduce siempre a una obra intrascendente y a uno que otro dato lanzado como brulote para desorientar […]
En vano será cuanto escriba. Seré uno de los tantos cuyas palabras han de perderse, porque además de todo lo dicho, hay un odio exacerbado con infinitas raíces que arrancan desde el más profundo légamo de nuestra historia. Es el odio que siempre caracterizó nuestras luchas. El odio que no hemos depuesto todavía, conver­tido ahora en un resentimiento imbatible. Ricardo Sáenz Hayes, citando a Joaquín V. González en un libro lleno de buen juicio, nos dice que el odio ha  sido el agente generador de los acontecimientos más significativos de nuestra primera centuria.
Nosotros agregamos que el odio predomina a despecho de los grandes espíritus, y predominará – ya lo estamos viendo – en esta segunda centuria (s. XX)
Y no quisiera terminar este párrafo sin hacer míos estos pensamientos de Sáenz Hayes: ‘Adonde quiera que se mire hallaremos lucha, ojeriza, rencores, venganzas despiadadas. No es menester que corra sangre para destruirse entre sí. Odia el grande al pequeño, por pequeño, y el pequeño al gran­de, por grande. Se odian los iguales en el mismo juicio; los que van de jornada por el mismo camino. El joven procura desalojar al viejo y el viejo cierra hermética­mente las puertas al joven. Existen, además, odios o an­tipatías de carácter psicológico: los violentos detestan a los apacibles, los audaces a los tímidos, los respetuosos y solemnes a los sarcásticos y cínicos’.
Donde hay tanto odio no puede haber imparcialidad. Y así como el odio fue el agente generador de nuestros más grandes acontecimientos, el odio es también el agente inspirador de nuestros libros, cuyas descripciones necesitan ser escorzadas de acuerdo con una perspectiva que encuentre en el espíritu el juicio sereno de la historia. Cuando esto haya acontecido, desaparecerá el caudillo de la cizaña y el sentimiento retrospectivo de federalis­mo y unitarismo.
Nosotros hemos tratado de ser imparciales. Y decimos con Alberdi: ‘Aunque opuesto a Rosas..., he dicho que escribo esto con colores argentinos’.
Hemos analizado serenamente la tan discutida época de Rosas, y al terminar el manuscrito que hoy se publica nos vino a la memoria la frase con que Tácito comenzó sus Anales (‘sin ira ni fervor’) y la hemos usado para po­ner esta obra bajo su égida: Sine ira et studio.” [de Bajarlía, Juan Jacobo. “Sables, historias y crímenes”, Pp. 145 a 147 Bruguera-Libro blanco. Diciembre de 1983. Buenos Aires]
Chalo Agnelli 
Quilmes, 1 de julio de 2010
NOTA
1.-  Personaje contradictorio de nuestra historia... pero, bueno, sacando al Gral. San Martín, Manuel Belgrano, Mariano Moreno, Martín Miguel de Güemes, Gervasio de Artigas, si se rasca un poco en las acciones de los que conocemos como nuestros 'Próceres' siempre se encuentra un cadáver en el ropero... 

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