Hay hombres y mujeres que reciben herencias, grandes premios o realizan negocios que le permiten acceder a un buen pasar económico.
Hay otros que a base de esfuerzos, a veces sobre naturales, salen adelante, construyen sus casas, educan a sus hijos.
Los primeros seguramente no valorarán la fortuna que amasan, porque la ganaron sin esfuerzo, pero los otros sí, valoran, defienden y atienden su patrimonio.
Quilmes que nació en el dolor del desarraigo que sufrieron nuestros ancestros Kilmes y Acalianos, hoy es una pujante ciudad, que crece día a día, pero que duele, le duele a los que sienten el orgullo de ser quilmeños. Duele porque siempre llega desde el pasado el recuerdo de nuestros hermanos aborígenes, que murieron de tristeza, simplemente. Sembrando con su sangre esta tierra ribereña, que hoy es nuestro orgullo.
Quilmes crece, es una frase hecha, utilizada más de una vez en alguna campaña, pero es la realidad, Quilmes crece gracias al trabajo constante, al esfuerzo denodado, de los que llegaron desde el interior, de los que cruzaron mares para llegar hasta estas tierras y de los que fueron bendecidos de nacer en ellas.
Nacer en un pueblito de una provincia argentina o en una gran ciudad europea, es un hecho social, casi un accidente, pero vivir en Quilmes y sentirse quilmeño es una decisión del alma.
Ser quilmeño es sentir una gran alegría cuando el Club Quilmes o los Mates, están entre los primeros puestos de la tabla, es sentir una gran emoción cuando en algún rincón de la provincia nos dicen que somos los que más actividad cultural generamos, es sentir un gran dolor cuando el río decide salir y mantener en vilo a toda la Ribera, esa Ribera donde todos, alguna vez nos contagiamos con el agridulce "mal del sauce”.
¡Somos una legión de 600.000 almas de cara al futuro, sintiendo el alivio de saber que somos más los buenos que los malos y que todos definitivamente todos, afirmamos, qué orgullo ser Quilmeño!
Fotos: Diario La Nación, Fernando San Martín, D' Onofrio
No hay comentarios:
Publicar un comentario