Lic. María Rosa Mariani
Evaristo Iglesias,[1] ex Inspector General de Escuelas en la Provincia de Buenos Aires, en su libro titulado “La Escuela Pública Bonaerense hasta la Caída de Rosas”, de Editorial El Ateneo,[2] recopila “copiosa información recogida en documentos inéditos, principalmente del Archivo General de la Nación, Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires y Biblioteca Nacional”, revela aspectos desconocidos de la historia de la educación en nuestra provincia.
Como ya se expusiera en la publicación de EL QUILMERO del sábado 16 de marzo de 2013, la fecha fundacional de la Escuela N° 1 de Quilmes planteaba controversias, por lo cual se señalaron cuatro opciones posibles. El 31 de diciembre de 1822; el 29 de noviembre de 1824 cuando se designó a José Rosende como maestro, el 14 de mayo de 1827 cuando comenzó a dictar clases, y la última el 25 de mayo de 1863, cuando se inauguró el primer edificio. Tomando el libro de Iglesias, el presente trabajo recopila información sobre esos primeros años, e intenta aportar datos respecto del período que comprende desde 1822 a 1829.
Relata Iglesias que con la creación de la Universidad en 1821 todas las escuelas de primeras letras existentes fueron incorporadas al Departamento de Escuelas de esa casa de estudios bajo la “inmediata inspección del Cancelario[3] y Tribunal Literario”. Las que funcionaban en la ciudad de Buenos Aires (Central, Socorro, San Nicolás, Piedad, Concepción, San Telmo, Hospicio y Montserrat, además de algunas privadas) y las de la campaña (Villa de Luján, San Fernando, Chascomús, San José de Flores, San Isidro, San Fernando, Las Conchas y Ensenada de Barragán).
El Dr. Antonio Sáenz, como Rector de la Universidad, asumió la organización del Departamento de Escuelas adoptando las medidas para la atención de las necesidades. Se le asignó presupuesto y se le encomendó promover la creación de nuevos servicios educativos en los lugares que fueran necesarios. En tal sentido, a su solicitud, en marzo de 1922, Rivadavia aprobó la creación de una escuela en Morón y otra en San Nicolás, en julio del mismo año la de Recoleta, dispuso la reapertura y acondicionamiento de las de San Fernando y Ensenada, y posteriormente proyectó para 1823 la creación de un importante número de escuelas en pueblos de la campaña: Cañada de la Cruz, San Antonio de Areco, Arrecifes, Guardia del Salto, Rojas, San Pedro, Pergamino, Baradero, Pilar, San Vicente, Cañuelas, Guardia del Monte y Quilmes.
En cumplimiento de lo propuesto, ya el 31 de diciembre de 1822, en la primera de las fechas que registra la historia; se procedió a la designación de Dn. José López como preceptor para la escuela de Quilmes. Un cargo cubierto, pero sin prestación efectiva de servicio educativo ya que (según informe de visita del Dr. Sáenz) ante “la apatía de los vecinos” termina proponiendo el traslado de López a Ensenada, que se concreta por decreto del 7 de junio de 1823.
La enérgica decisión del Rector no modificó la “indiferencia” ni los tiempos de gestión de los quilmeños que recién a fines del año siguiente (1824) consiguieron una casa para el funcionamiento del establecimiento escolar. A pedido del Dr. Sáenz se destinaron 81 pesos “para el tren de Bancos” y “los demás artículos de dotación”, y el 25 de noviembre se designó para dirigir la escuela a Dn. José Rosende. Al año siguiente, por decreto del 20 de septiembre de 1825 se nombró a Luciano Montes de Oca y Marcos Ortega para integrar la Junta Inspectora local, sin embargo (según el registro más antiguo encontrado por Iglesias), Rosende “inició sus funciones” el 14 de mayo de 1827.
Con dos fechas de fundación, el 31 de diciembre de 1822, y noviembre de 1824 (el 25 según fecha de designación del docente citada por Iglesias, y el 29, según otras fuentes), se carece de información fehaciente sobreel funcionamiento de laescuela instalada en un local ubicado a seis cuadras de la capilla hasta el 14 de mayo de 1827. Poca suerte tuvo con ese edificio, ya que para 1829, el “estado de conservación del local era tan malo” que el Jefe de Policía, Dn. Gregorio Perdriel, tras una visita efectuada al pueblo de la antigua reducción, solicitó el reemplazo por uno nuevo y aconsejó destinar los fondos provenientes de la venta de “los fracmentos de la Casa Almacén en el Arsenal de Barracas” tras el incendio que había sufrido. Se recaudaron 1018 pesos, una “suma respetable para la época, y tanto, que los síndicos del templo de Quilmes, señores Luciano Montes de Oca y Juan Manuel Cabot la encontraron sumamente interesante para invertirla en la nueva iglesia en construcción”. El gobierno autorizó ese destino para los fondos, como así también el traslado de la escuela al edificio de la capilla, algo que no se efectivizó ya que no tenía techo y el juez de paz propuso su traslado a otro más adecuado. Algo que aparentemente no se concretó, ya que de acuerdo al informe de matrícula escolar presentado el 12 de octubre de 1929 por el Inspector General, Dr. Segurola; la escuela de Quilmes a cargo del preceptor José Rosende NO TENÍA ALUMNOS.
Mg. María Rosa MarianiEvaristo Iglesias
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