La
Venus de Milo fue descubierta en 1820, durante una excavación en la isla
homónima, al norte de la isla de Creta. El embajador de Francia en Grecia la
compró y obsequió al Rey Luis XVIII, quien al año siguiente la llevó al museo
del Louvre.
Algunos
autores aseguran que se trata de la representación de Anfítrite, la diosa del
mar, venerada en la isla donde fue encontrada. Otros sostienen que representa a
Afrodita, deidad de la belleza adoptada por los romanos cuando conquistaron
Grecia, que la bautizaron Venus. Los historiadores del arte señalan que probablemente
sea una adaptación de la Afrodita de Capua, atribuida al escultor Lisipo.
Se
trata de una representación femenina a mayor tamaño que una mujer real, que fue
exhibida en la Gran Galería del Louvre donde cobró fama mundial, y allí se
encuentra actualmente. Junto con la Victoria de Samotracia y la Gioconda, es una
de las piezas-ícono del museo.
Justamente
por eso, su imagen ha sido y es replicada en distintos materiales; su foto está
en láminas, remeras y es estampada en tazas, manteles, bolsos y un sinnúmero de
recuerdos que se venden en la boutique del Louvre. Igual sucede con porcelanas,
terracotas y adornos de jardín en muchos rincones del planeta.
También
fascinó a estudiosos del arte, historiadores y legos. Artistas de diversas
disciplinas aluden a ella en sus producciones, como Salvador Dalí que la incluyó
en la pintura “El torero alucinógeno” y realizó una sucesión de esculturas bajo
su inspiración.
En nuestro país, Marta Minujin hizo “El queso de la Venus”, en hierro cubierto con malla metálica al que agregó cientos de cubitos de queso, y forma parte de su serie de “arte comestible”. Luego de exhibido, el público saboreó el alimento, confirmando que se trataba de “arte efímero”.
La Venus que se halla en el Museo del Louvre |
UNA RÉPLICA
Los
comentarios precedentes nos introducen en un atractivo tema, en especial para
vecinos de Quilmes y Berazategui.
“Los claveles”, vivienda del matrimonio Bustillo-Ayerza. |
Comienza
con el desaparecido chalet “Los claveles” que estaba próximo a la estación
Plátanos del ex ferrocarril Roca. Había sido obsequiado por Alfonso Ayerza y su
esposa Helena Jacobé Iraola a su hija Blanca (“Cachita” Ayerza para los vecinos),
cuando se casó en 1917 con el arquitecto Alejandro Bustillo (1889-1982). La
casona con muchas comodidades, estaba rodeada por un amplio parque abundante en
claveles que habían dado nombre a la propiedad. Entonces estaba en el partido
de Quilmes.
Uno de
los límites del parque era el arroyo Conchitas, en cuyo lecho se colocó una
réplica de la Venus de Milo, entre los rieles ferroviarios y el puente
sobre la calle Mitre. No hay documentación fehaciente sobre la fecha en que fue
emplazada, pero pudo ocurrir posteriormente a la inauguración de “Los claveles”.
El arroyo Conchitas, la escultura a la izquierda y al fondo el techo de “Los claveles”. |
Incontaminado, el arroyo fue escenario para la recreación. Atrás el viejo puente de madera sobre la calle Mitre. |
Descendientes de Alejandro Bustillo sostienen que la Venus había sido traída de Europa. Pudo comprarla el gran arquitecto cuando viajó al Viejo Mundo en 1921 y permaneció allí durante dos años. Para entonces había construido varias casas de campo, la estancia La Primavera y Villa Devoto, de donde se puede inferir que había apuntalado la economía personal y consolidado su declarada admiración por el arte griego lo que confirmó incluyendo frontis, columnas y otros detalles helénicos en algunas de sus obras.
Durante la estadía europea pudo sucumbir a la tentación de adquirir una réplica de la famosa dama sin brazos, para que formara parte de la que fue su vivienda en Plátanos durante varios años.
¿PIEZA ÚNICA DE UNA
SERIE DE DIEZ?
Con
frecuencia se comentó en la localidad, que esa Venus era una de las diez
réplicas con la misma antropometría que el original del Louvre, las únicas que
el famoso museo habría realizado. Las demás que se copiaron con la autorización
de la entidad variaban en el tamaño.
El afán
de averiguar esas suposiciones, determinó que entre 1960 y 1980 hubiera gestiones
ante el Instituto Helenístico Argentino (que funcionaba con la anuencia de la
Embajada de Grecia en nuestro país) para avalar esa teoría. La promovió Leopoldo
Herrera, amigo de César Bustillo, primogénito del arquitecto que había nacido y
crecido en Plátanos.
El caso
es que la copia tiene la nariz rota y no restaurada como la del museo parisino
y del peplo (túnica griega) asoma el pie izquierdo, extremidad que no posee la
original.
Foto que permite ver detalles del pedestal. |
Con el
tiempo, los Bustillo se mudaron, la vivienda familiar fue vendida y tuvo varios
propietarios. Descuidado primero y a manos de intrusos después, el chalet “Los
claveles” desapareció.
La Venus
permaneció en el arroyo como parte del paisaje de la zona. Fue durante mucho
tiempo un símbolo de Plátanos.
Víctima
de piedrazos, objeto de tiro al blanco y centro de varias desconsideraciones, perduró,
evidenciando la calidad de los materiales con los que fue confeccionada.
Lamentablemente, el pedestal se convirtió en relleno de un asentamiento próximo
al arroyo.
LA NUEVA UBICACIÓN
La
perseverante insistencia de algunos vecinos, principalmente Leopoldo Herrera,
determinó que a fines de los ’70, las autoridades municipales encararan su
traslado a Berazategui.
Centro Cultural “L. F. Rigolleau” como marco para el primer plano de la réplica. |
En esos años el Centro Cultural tenía auditorio, sala de exposiciones, oficinas, sanitarios y vivienda del casero. La incorporación de la Venus, poco a poco, fue transformándose en parte del conjunto. La pregnancia[2] de su silueta la convirtió en una suerte de enseña asociada al Centro Cultural.
Saludo navideño de 1980 en una placa de cerámica.
En los
años ’70 y ’80 se acostumbraba a enviar tarjetas navideñas y allí alguna vez se
imprimieron en serigrafía sobre originales de artistas como Ferrer Pasquetti y
Célica García, entre otros. Más adelante para los saludos de fin de año se
hicieron objetos artesanales.
Y en 1980
los buenos augurios se materializaron con una edición de baldosas de cerámica
rectangulares, con el perfil del edificio contorneado y la Venus. Esas tabletas
fueron coloreadas por los docentes de los talleres y el personal administrativo
del Centro Cultural, con infinita alegría.[3] Luego se hornearon y,
cuidadosamente envueltas, fueron entregadas en mano a sus destinatarios.
Tiempo
después, para celebrar los primeros años de inaugurado el Centro Cultural, se publicó
el libro “¡Cumplimos los quince!”, diseñado por Maximiliano Sánchez Correa y Gustavo
Reyes. Los jóvenes eligieron para la tapa una imagen de la Venus, por su
carácter de insignia representativa del lugar.
Imagen de la emblemática Venus en la tapa de un libro.
Al margen de las similitudes y diferencias y de las medidas antropométricas iguales, o no al original del Louvre, lo cierto es que la escultura que fue emblema de Plátanos, se convirtió en símbolo de un luminoso Centro Cultural.
A miles
de kilómetros de la afamada, y con probables cien años de edad, ya tiene su
propia historia.
La educadora y periodista Ana María de Mena residente en Neuquén [4] es miembro honoraria de la Junta de Estudios Históricos de Quilmes anamariademena@gmail.com
Compaginación
Chalo Agnelli
[1] El tondo (tondi en plural) es una composición
pictórica que está realizada en forma de disco, y no en rectángulo como es
tradicional.
[2] Pregnancia es la cualidad de las formas visuales que captan la
atención del observador por la simplicidad, equilibrio o estabilidad de su
estructura.
[3] Tuve el privilegio de formar el
equipo que puso en marcha el Centro Cultural “León Fourvel Rigolleau” y
participé en esa tarea.
[4]
Ver en el Blog EL QUILMERO del domingo, 3 de
marzo de 2013 “Ana María De Mena, Mujer al
Sur...”
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