miércoles, 1 de septiembre de 2021

LA VENUS DE PLÁTANOS Y SU DESTINO DE EMBLEMA POR ANA MARÍA DE MENA

La Venus de Milo fue descubierta en 1820, durante una excavación en la isla homónima, al norte de la isla de Creta. El embajador de Francia en Grecia la compró y obsequió al Rey Luis XVIII, quien al año siguiente la llevó al museo del Louvre.

Algunos autores aseguran que se trata de la representación de Anfítrite, la diosa del mar, venerada en la isla donde fue encontrada. Otros sostienen que representa a Afrodita, deidad de la belleza adoptada por los romanos cuando conquistaron Grecia, que la bautizaron Venus. Los historiadores del arte señalan que probablemente sea una adaptación de la Afrodita de Capua, atribuida al escultor Lisipo.     

Se trata de una representación femenina a mayor tamaño que una mujer real, que fue exhibida en la Gran Galería del Louvre donde cobró fama mundial, y allí se encuentra actualmente. Junto con la Victoria de Samotracia y la Gioconda, es una de las piezas-ícono del museo.

Justamente por eso, su imagen ha sido y es replicada en distintos materiales; su foto está en láminas, remeras y es estampada en tazas, manteles, bolsos y un sinnúmero de recuerdos que se venden en la boutique del Louvre. Igual sucede con porcelanas, terracotas y adornos de jardín en muchos rincones del planeta.

También fascinó a estudiosos del arte, historiadores y legos. Artistas de diversas disciplinas aluden a ella en sus producciones, como Salvador Dalí que la incluyó en la pintura “El torero alucinógeno” y realizó una sucesión de esculturas bajo su inspiración.

En nuestro país, Marta Minujin hizo “El queso de la Venus”, en hierro cubierto con malla metálica al que agregó cientos de cubitos de queso, y forma parte de su serie de “arte comestible”. Luego de exhibido, el público saboreó el alimento, confirmando que se trataba de “arte efímero”.

La Venus que se halla en el Museo del Louvre

UNA RÉPLICA

Los comentarios precedentes nos introducen en un atractivo tema, en especial para vecinos de Quilmes y Berazategui.

“Los claveles”, vivienda del matrimonio Bustillo-Ayerza.

Comienza con el desaparecido chalet “Los claveles” que estaba próximo a la estación Plátanos del ex ferrocarril Roca. Había sido obsequiado por Alfonso Ayerza y su esposa Helena Jacobé Iraola a su hija Blanca (“Cachita” Ayerza para los vecinos), cuando se casó en 1917 con el arquitecto Alejandro Bustillo (1889-1982). La casona con muchas comodidades, estaba rodeada por un amplio parque abundante en claveles que habían dado nombre a la propiedad. Entonces estaba en el partido de Quilmes.

Uno de los límites del parque era el arroyo Conchitas, en cuyo lecho se colocó una réplica de la Venus de Milo, entre los rieles ferroviarios y el puente sobre la calle Mitre. No hay documentación fehaciente sobre la fecha en que fue emplazada, pero pudo ocurrir posteriormente a la inauguración de “Los claveles”.

El arroyo Conchitas, la escultura a la izquierda y al fondo el techo de “Los claveles”.

Incontaminado, el arroyo fue escenario para la recreación. Atrás el viejo puente de madera sobre la calle Mitre.

Descendientes de Alejandro Bustillo sostienen que la Venus había sido traída de Europa. Pudo comprarla el gran arquitecto cuando viajó al Viejo Mundo en 1921 y permaneció allí durante dos años. Para entonces había construido varias casas de campo, la estancia La Primavera y Villa Devoto, de donde se puede inferir que había apuntalado la economía personal y consolidado su declarada admiración por el arte griego lo que confirmó incluyendo frontis, columnas y otros detalles helénicos en algunas de sus obras.

Durante la estadía europea pudo sucumbir a la tentación de adquirir una réplica de la famosa dama sin brazos, para que formara parte de la que fue su vivienda en Plátanos durante varios años.

¿PIEZA ÚNICA DE UNA SERIE DE DIEZ?

Con frecuencia se comentó en la localidad, que esa Venus era una de las diez réplicas con la misma antropometría que el original del Louvre, las únicas que el famoso museo habría realizado. Las demás que se copiaron con la autorización de la entidad variaban en el tamaño.

El afán de averiguar esas suposiciones, determinó que entre 1960 y 1980 hubiera gestiones ante el Instituto Helenístico Argentino (que funcionaba con la anuencia de la Embajada de Grecia en nuestro país) para avalar esa teoría. La promovió Leopoldo Herrera, amigo de César Bustillo, primogénito del arquitecto que había nacido y crecido en Plátanos.

El caso es que la copia tiene la nariz rota y no restaurada como la del museo parisino y del peplo (túnica griega) asoma el pie izquierdo, extremidad que no posee la original.

Foto que permite ver detalles del pedestal.
El pedestal sobre el que se apoyaba tenía en cada una de sus cuatro caras, un cuadrado en relieve dentro del que había un tondo[1] también en relieve. En cada uno de éstos sobresalía una cabeza de animal. De lo poco que permiten ver las fotos encontradas, no parece el trabajo de un albañil común, sino la tarea esmerada de una mano de obra hábil. Se podría decir que era un pedestal apropiado para una reproducción especial. Como era inusual y bello el entorno de Plátanos. 

Con el tiempo, los Bustillo se mudaron, la vivienda familiar fue vendida y tuvo varios propietarios. Descuidado primero y a manos de intrusos después, el chalet “Los claveles” desapareció.

La Venus permaneció en el arroyo como parte del paisaje de la zona. Fue durante mucho tiempo un símbolo de Plátanos.

Víctima de piedrazos, objeto de tiro al blanco y centro de varias desconsideraciones, perduró, evidenciando la calidad de los materiales con los que fue confeccionada. Lamentablemente, el pedestal se convirtió en relleno de un asentamiento próximo al arroyo.

LA NUEVA UBICACIÓN

La perseverante insistencia de algunos vecinos, principalmente Leopoldo Herrera, determinó que a fines de los ’70, las autoridades municipales encararan su traslado a Berazategui.

Centro Cultural “L. F. Rigolleau” como marco para el primer plano de la réplica.
Fue el personal de la Dirección de Obras Públicas de la Municipalidad, quien tuvo a su cargo rescatarla del arroyo y llevarla al predio donde funciona el Centro Cultural “León Fourvel Rigolleau”, sobre la calle Narizzano. Después de haber sido limpiada adecuadamente fue instalada en el jardín, frente al mástil de la institución. En aquel momento no se le practicó restauración de ningún tipo.

En esos años el Centro Cultural tenía auditorio, sala de exposiciones, oficinas, sanitarios y vivienda del casero. La incorporación de la Venus, poco a poco, fue transformándose en parte del conjunto. La pregnancia[2] de su silueta la convirtió en una suerte de enseña asociada al Centro Cultural.

Saludo navideño de 1980 en una placa de cerámica.

En los años ’70 y ’80 se acostumbraba a enviar tarjetas navideñas y allí alguna vez se imprimieron en serigrafía sobre originales de artistas como Ferrer Pasquetti y Célica García, entre otros. Más adelante para los saludos de fin de año se hicieron objetos artesanales.

Y en 1980 los buenos augurios se materializaron con una edición de baldosas de cerámica rectangulares, con el perfil del edificio contorneado y la Venus. Esas tabletas fueron coloreadas por los docentes de los talleres y el personal administrativo del Centro Cultural, con infinita alegría.[3] Luego se hornearon y, cuidadosamente envueltas, fueron entregadas en mano a sus destinatarios.

Tiempo después, para celebrar los primeros años de inaugurado el Centro Cultural, se publicó el libro “¡Cumplimos los quince!”, diseñado por Maximiliano Sánchez Correa y Gustavo Reyes. Los jóvenes eligieron para la tapa una imagen de la Venus, por su carácter de insignia representativa del lugar. 

Imagen de la emblemática Venus en la tapa de un libro.

Al margen de las similitudes y diferencias y de las medidas antropométricas iguales, o no al original del Louvre, lo cierto es que la escultura que fue emblema de Plátanos, se convirtió en símbolo de un luminoso Centro Cultural.

A miles de kilómetros de la afamada, y con probables cien años de edad, ya tiene su propia historia.

La educadora y periodista Ana María de Mena residente en Neuquén [4] es miembro honoraria de la Junta de Estudios Históricos de Quilmes anamariademena@gmail.com

Compaginación Chalo Agnelli

NOTAS

[1] El tondo (tondi en plural) es una composición pictórica que está realizada en forma de disco, y no en rectángulo como es tradicional.

[2] Pregnancia es la cualidad de las formas visuales que captan la atención del observador por la simplicidad, equilibrio o estabilidad de su estructura.

[3] Tuve el privilegio de formar el equipo que puso en marcha el Centro Cultural “León Fourvel Rigolleau” y participé en esa tarea.

[4] Ver en el Blog EL QUILMERO del domingo, 3 de marzo de 2013 “Ana María De Mena, Mujer al Sur...”

  

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