viernes, 23 de abril de 2010

LOS MURALES DE LA ESCUELA Nº 17 "LEONARDO ROSALES" DE LA COLONIA


En 1979, “Año Internacional del Niño y La Familia”, tres artistas plásticos quilmeños: Enrique Pizarro, Rita y Sonia Otamendi, maestra de la escuela, con el apoyo de la directora señora Arminda Grass de Arana, pintaron en el gran salón de actos importantes murales que ocupan 200 metros cuadrados, representando una alegoría sobre: El niño, la naturaleza y sus hermanos: Alegoría Inicial, Juegos Infantiles, El Trabajo, El campo, La música, Los bailes y Alegoría final. Fueron inaugurados el 23 de mayo de 1981.

El jueves 22 EL QUILMERO visitó la escuela Nº 17 donde estuvo con un cargo de vicedirector algunos años atrás. Cotidianamente acompañaban nuestra tarea unos significativos murales hechos por docentes y artistas del establecimiento. Estos murales son los únicos en su tipo en una escuela pública. Lamentablemente unos electrotécnicos muy poco acertados y menos asesorados, con esa imprudencia que solemos tener, de creernos conocedores de nuestra propia ciencia y todas las demás no los tuvieron en cuenta. Quizá por ese grado de soberbia involuntaria, pero que termina perjudicando el patrimonio cultural de una institución, de una ciudad, de un país, como en los últimas décadas quedó en evidencia el descuido al patrimonio quilmeño.
Algo propio de las megalópolis que, inevitablemente, pierden identidad por el aglomerado de gente de distintos rincones del país y del mundo que se juntan en un mazacote informe y confuso.
Esos murales ya habían sido restaurados en una oportunidad por la artista Hilda Paz con alumnos de la escuela de Bellas Artes Carlos Morel y hoy están dañados por la falta de previsión del departamento de infraestructura de la Dirección General de Escuelas. Los que vivimos como directivos el rotundo fracaso de la Transformación Educativa en los 90´ y sufrimos las obras de infraestructura que las escuelas tuvieron que soportar para instalar los 8º y 9º años, sabemos de esa “soberbia”. Recuerdo cuando ante un señalamiento mío de desacuerdo, como director de la escuela Nº 79, en los planos para construir las nuevas instalaciones, el arquitecto, director de infraestructura, me responde, “usted es idóneo en educación, déjeme la arquitectura a mí”. Finalmente las obras se hicieron según mi advertencia y criterio que era el más adecuado para una institución educativa, que mejor que el mismo docente que está semanalmente en la escuela para saber qué conviene y qué no para el edificio, en la medida de los posible.
Reproducimos a continuación el reportaje que en 1981,  hicieron a los artistas, autores de los murales de la escuela 17, "Leonardo Rosales" de La Colonia. Chalo Agnelli
EL SOL. Sábado 9 de mayo de 1981
TRES QUILMEÑOS DEJAN SU TALENTO EN MURALES 
A pocas cuadras de la estación de Quilmes se en­cuentra la escuela primaria Nº 17. Exactamente en la esquina de Entre Ríos y M. Quintana. Su aspecto ex­terior no difiere de tantas otras Sin embargo en su interior se ha producido una transformación notable, siete grandes murales, que ocupan una extensión de 200 metros cuadrados, des­pliegan su propuesta de formas, armonías y colores en el salón central. Sus pare­des, que testimoniaron el paso de generaciones y generaciones de escolares, trasmiten hoy un mensaje de belleza.
La magnitud de la obra convocó nuestra curiosidad. Dicen que el hombre moder­no ha perdido su capacidad de sorpresa, Pero nadie puede dejar de sorprenderse ante estos murales, como ex­presión artística, y ante la historia que precede a su ejecución. Al menos esa es la sensación con los protagonis­tas de esta "aventura del espíritu".
Tres artistas, dos mujeres y un hombre, conforman el equipo que concibió y llevó a su término la obra. Son sus nombres Enrique Pizarro, Sonia y Rita Otamendi. Interrumpimos su trabajo, están dando los retoques fi­nales, para conocer de cerca el pensamiento y los sentimientos de quienes dieron vida a las paredes de la Es­cuela N° 17.
La charla fue sencilla. Pudo desenvolverse en un ambiente cálido y espon­táneo. Contribuyó quizá para ello una amistad de muchos años con la más joven de los entrevistados.
Sentados en los pupitres de un aula cercana al salón central, el diálogo develó algunos de los secretos que explican la obra.
INICIO DE LOS TRABAJOS 
- ¿Cómo se les ocurrió la idea de los murales?
- Todo empezó en el año 1979 - contesta Enrique Pizarro - Ese año fue declara­do, el Año Internacional del Niño y la Familia. Un motivo importante por sí mismo. Y en realidad hacía mucho tiempo que me venía gol­peando la idea de hacer estos murales. Sonia trabaja en esta escuela como maestra y propuso el proyecto a la directora de la misma.
- Y por lo visto tuvo bueno acogida.
- Totalmente - contestó Sonia Otamendi - Desde un principio la directora, señora Arminda Grass de Arana, se entusiasmó con esta idea. Nos apoyó en todo momento y permitió que trabajáramos sin ningún tipo de problemas. Además recibimos el apoyo de la cooperadora que aportó los  materiales necesarios.
- Queremos señalar - interviene Rita Otamendi - que además nos han apoyado en la provisión de materiales otras instituciones. Espero no olvidarme de ninguna. El Banco de Quilmes, la cooperadora del CIE., el Rotary Club, la Intendencia municipal y muchos aportes anónimos. Nosotros pusimos nuestro esfuerzo y nuestra vocación por la pintura, pero en realidad la obra pertenece a la comunidad y ése es el sentido que desde un prin­cipio le quisimos dar. 
SENTIDO DE LOS MURALES 
- Creo que ha llegado el momento de entrar de lleno en el fondo del asunto. ¿Cuál es el sentido que quisieron dar a los murales? O, mejor dicho, ¿Cuál es el mensaje que le da sentido a la obra? 
- El tema central es el ni­ño en su relación con la na­turaleza y con sus hermanos - La voz de Pizarro vuelve a poblar el aire con sus incon­fundibles ecos del altiplano - En realidad es una mirada de la evolución del niño dentro de su marco natural, que lo constituye la cultura en la cual se desenvuelve. Y esto no es una abstracción. Por eso el paisaje es el nuestro, las costumbres, los valores que se simbolizan son los nuestros. Se puede decir que es un testimonio que intenta rescatar nuestros valores, en contraposición con el individualismo, el materialismo que ha penetrado en nuestra, sociedad. Y esto que parece muy solemne es parte de la misma lucha que empren­demos cada día en contra de aquellos, valores que no queremos ni para nosotros ni para nuestros hijos…
 - ¿Quiere decir entonces, que los siete murales guardan un orden, no están desconectados entre sí?
- Exacto. Hemos concebi­do la obra como una unidad. Lo que se refleja es un modo de vida, una propuesta de vi­da en sus diversas manifes­taciones. Además la unidad en sí misma vale como una de las aspiraciones más hon­das del ser humano. A ello apunta nuestro trabajo. Es la alegoría que completa y corona, podríamos decir, toda la obra. 
SIMBOLISMO 
- Me gustaría que ex­plicaran brevemente lo que simboliza cada mural, así es posible entender esa unidad a que se refería Pizarro. 
- En verdad es difícil transcribir lo que expresa una pintura. Pero brevemente podemos manifestar la idea que nos inspiró.
Los tres artistas vuelcan en este punto sus opiniones, alternativamente y a veces en forma conjunta, sin perder por ello la ilación de las ex­plicaciones.
- El primero es una alegoría sobre el nacimiento del niño y sus primeros años rodeado de las instituciones fun­damentales; la maternidad, el saber, las artes, la educación, corporizadas a través de las figuras que lo rodean y lo acompañan en los primeros pasos.
Luego aparecen los juegos infantiles, aquellos juegos que hoy parecen olvidados: la rayuela, el rango, la payana. Son los juegos que despiertan la solidaridad y la sencillez y se contraponen con los que hoy se ofrecen a los niños que apuntan a la belicosidad, a la mecanización, a la pasividad.
El tercer mural está destinado al trabajo. El contacto entre el hombre y la naturaleza. La "posibilidad," que se puede rechazar o aceptar, de humanizar al hombre y convertir en fecunda a la naturaleza.
El cuarto mural es una alegoría sobre el campo, como ex­presión de una fuerza vital. Queremos destacar la acti­tud de agradecimiento que impregna  el espíritu de los hombres de campo, simboli­zado en la figura masculina que de rodillas agradece a Dios con una espiga de trigo y un pan en cada mano. Luego llegamos a la música. La revalorización del folklore porque el hombre saca de la naturaleza los instrumentos y los sonidos para interpretarlo. Aquí se puede observar a un niño que toma los cantos dé los pájaros criollos: el chalchalero, el jilguero, el zorzal.
Después sigue la escena de los bailes folklóricos, aunque no esté representada ninguna coreografía especial. Los tres grupos que danzan simbolizan las tradiciones, el centro, del norte y del litoral de nuestro país. 
- ¿Por qué las figuras del mural de la uni­dad son proporcionalmente más grandes que las del resto? 
- Porque pretendemos trasmitir la idea de que la unidad es lo más importante. Qué a ella apunta natural­mente el hombre y que la relación armoniosa con la naturaleza y con sus hermanos lo lleva a vivir la unidad profundamente. En este estado se logran: la vivencia de la poesía y la eterna juventud, simbolizadas por las dos figuras que rodean al mural.
- ¿Ustedes tenían ya experiencia  en la pintura de murales?
- El único que habla reali­zado este tipo de trabajos era Enrique - afirma Rita Otamendi - Además quiero aclarar que la concepción to­tal de la obra le pertenece.
- También yo quiero hacer una aclaración - replica Pizarro - Lo fundamental fue la unidad del equipo y el hondo respeto que siempre reinó entre nosotros. Además sin el aporte de estas dos damas que están sentadas frente a usted, la obra no hubiera podido llevarse a ca­bo de ninguna manera. La ri­queza plástica v el exacto conocimiento del paisaje de nuestras pampas, de su fauna y de su flora que tienen ambas permitieron que la obra tenga el nivel que tiene, humildemente creo que es bueno. 
ARTE Y VOCACIÓN 
- ¿Cuál es la fuerza in­terior que los llevó a plantearse una tarea de esta magnitud, teniendo en cuenta que para ello debieron pasar los sábados y domingos de casi dos años en su ejecución? 
- Muy sencillo. Esa fuerza se llama vocación. Vocación para volcar en una pintura toda la grandiosidad de la naturaleza que a veces no llega a abrumar. Además en los murales se reflejan valores que, al ser verdaderos, empujan al hombre. Este tipo de pintura está vinculada con la comunidad y con la cultura. No sirve para satisfacciones egoístas.
- También - interviene Sonia Otamendi -, quisimos demostramos y demostrar que á través de la pintura mural se pueden transmitir muchas cosas y, fundamentalmente, que es posible practicarla hoy. Es posible trasmitir valores que tenga que ver con la vida cotidiana. Muchos pintores se encierra en su mundo y todo su trabajo apunta a satisfacer su narcisismo. Los murales le dan otra dimensión a la cosa.
- ¿Cuándo quedará concluida la obra? 
- En un par de semana. Estamos ya en la parte fina los últimos retoques. Para proteger los murales de “la caricias” de los chicos, les vamos a dar una mano de barniz. La dirección de la escuela ha resuelto efectuar la inauguración el próximo 22 de mayo. 
La conversación había concluido. Antes de retirarnos observamos aquel despliegue increíble de formas y colores y otra vez nos sorprendimos. El arte aliado con las seguras convicciones de sus ejecutantes lo habían hecho.
Se ven en la parte superior de la pared los caños de electricidad sobre los murales.
EL SOL. Sábado 9 de mayo de 1981
Prof. Chalo Agnelli, 23 de abril de 2010 
Ver en EL QUILMERO del martes, 16 de marzo de 2010, “Escuela Primaria Nº 17 "Leonardo Rosales" de Quilmes - Reseña Histórica”
 

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