El sábado 3 de agosto de 2013, fue el 10º aniversario de la partida de Violeta y el día 10 se cumplen los 103 años de su nacimiento. Como su tío-abuelo nació y murió en agosto.
Efectivamente, el 10 de agosto de
1910 nació en Buenos Aires Violeta Gladys Shinya, hija de Laura Denholm Hudson,
sobrina del gran Guillermo Enrique Hudson y de Georges Yoshio Shinya, un joven
japonés que había llegado a nuestro país embarcado en la Fragata Sarmiento en
setiembre de 1900, y que en ese comienzo del Siglo XX fue el primer inmigrante de
ese origen en pisar suelo argentino.
Laura
Denholm Hudson, Violeta niña, su padre y su abuela materna
A los cinco años,
la pequeña Violeta perdió a su mamá quedando al cuidado de su padre y de su
abuela, Mary Hellen Hudson, hermana menor del escritor. Ella había permanecido
durante algún tiempo en el ranchito que había sido propiedad familiar, donde
había nacido el escritor, y conservó algunos animales embalsamados por él, que
se pueden ver en la actualidad en el museo que lleva su nombre.
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La abuela Mary
Hellen Hudson, de notable parecido con su hermano G.E. Hudson, y su nieta.
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Se trata del
Museo y Parque Ecológico Cultural que depende de la Provincia de Buenos Aires y
está en Florencio Varela.
Violeta recibió
una educación esmerada y solía contar la lectura y comentarios que su abuela le
hacía de las cartas que el autor de “Allá lejos y hace tiempo” le enviaba desde
Inglaterra.
Su padre no tuvo
nunca un cargo diplomático, pero divulgó incontables artículos sobre las
relaciones argentino-japonesas en los diarios más importantes de Argentina,
Chile, Uruguay y Japón. De esa forma fomentó los vínculos de nuestro país con
los del suyo y contribuyó a las relaciones comerciales. Se ocupó de brindar a
su hija de una orientación profundamente humanista que ella ponderó siempre.
Violeta solía comentar que el padre descendía de samuráis.
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Con el
Embajador de Japón en Argentina y Rubén Ravera, director del Museo |
Vivió mucho
tiempo en Colegiales y estudió en el Colegio Normal Nº 10 de Buenos Aires de
donde egresó como maestra en 1929. En la Universidad de Buenos Aires obtuvo el
título de Profesora en Letras, convirtiéndose así en la primera docente nikkei
(descendiente directa de padres japoneses nacida en América) y la primera
universitaria nikkei en nuestro país. Durante treinta y cinco años ejerció la
docencia.
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Con
Taro Takano en el Festival de Cosquín, con sus típicos anteojos a lo Victoria
Ocampo.
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Brindó
conferencias, charlas radiales y colaboró con su padre en las publicaciones del
“Argentin Djijo” y en “La Plata Hochi”, dos medios orientados a la comunidad
japonesa. También tradujo libros escritos por él.
Recibiendo parte del techito del rancho natal de
Hudson. Lo entrega Gregorio Serventi y la acompaña el Presidente de la
Asociación Amigos del Museo
Como
contrapartida de una estatura menuda, Violeta estaba dotada de un gran
temperamento. Trabajó afanosamente en la divulgación de la obra literaria de su
tío-abuelo ornitólogo, escritor, naturalista y fino observador de aves y
vegetación que describió detalladamente. También tradujo “El ombú”, “Un
naturalista en el Plata”, “La edad de cristal”, “Un niño perdido”, “Días de
ocio en la Patagonia” y “Páginas luminosas”, obras de Hudson que fueron publicadas
por prestigiosas editoriales.
Violeta saluda a Adolfo Bioy Casares
Dirigió el Museo y Parque Evocativo G.E.
Hudson desde que se fundó en 1964 hasta 1991, cuando se hizo cargo el. Prof Juan
Carlos Lombán. Durante esos años contribuyó a su crecimiento, fomentó visitas, enriqueció
el patrimonio institucional y fue vínculo permanente entre las autoridades de
la Embajada Japonesa en Argentina y el Museo.
Violeta fundó la
Asociación Amigos del Museo Hudson que presidió durante mucho tiempo. Siempre
siguió atentamente el desarrollo de sus actividades, fue amiga de María del
Carmen Pereyra, bibliotecaria de la entidad durante muchos años; y en ella
sigue siendo referente, ya que dejó discípulos y su impronta de trabajo.
En la postguerra,
el país oriental fomentó la enseñanza de la lengua inglesa para incentivar el
intercambio tecnológico y comercial y esto favoreció el conocimiento y aprecio
por la obra de Hudson, en armonía con el amor y respeto a la Naturaleza que
traducen sus textos, dos rasgos de la cosmovisión nipona. Violeta viajó tres
veces a Japón - en una oportunidad en compañía del actual Director del complejo -
para promover subsidios de fundaciones niponas que permitieran extender los
límites del solar natal del escritor e incentivar el intercambio cultural.
Viajó a Estados
Unidos e Inglaterra para gestionar contribuciones que permitieran introducir
mejoras en esa institución tan cara a sus sentimientos. Su trabajo posibilitó
aportes del Lloyds Bank, la Municipalidad local y la Fundación Suntory. Se
recuerdan también la divulgación de la obra hudsoniana del ex embajador Masao
Tsuda y del artista Taro Takano - cultor del folklore argentino y admirador de
Atahualpa Yupanqui - con quienes ella mantuvo intercambios. A Takano lo acompañó
a una edición del Festival de Cosquín.
Cada 4 de agosto,
fecha de nacimiento del escritor, concurría a la recordación que ella había
promovido desde la fundación del Museo y se convirtió en una celebración
tradicional. Tan fuerte ha sido su accionar que en el medio regional se la
mencionaba por su nombre y no hacía falta agregar más, porque su figura se
imponía inconfundiblemente con solo decir “Violeta”.
En 1998 fue
declarada Ciudadana Ilustre de Florencio Varela; entonces las personalidades
del quehacer cultural del lugar y distritos vecinos se acercaron para
acompañarla. Dos años más tarde fue agasajada en Buenos Aires con motivo de su
cumpleaños número noventa.
Buenos Aires,
Varela, Quilmes, donde cultivó amistades y Berazategui, donde siempre recordó a
Don Gerónimo Narizzano - el hudsoniano que llevaba a sus alumnos al solar natal del
escritor para poner en libertad pajaritos que compraba enjaulados, en memoria
del naturalista - contaron con su presencia en distintas actividades culturales.
En 2000 tuvo la
última intervención pública cuando se presentó la biografía de Narizzano en el
Centro Cultural Rigolleau, a la que accedió gustosa por los gratos recuerdos
que tenía del recordado maestro.
Un año después
la Fundación Cultural Argentino - Japonesa la incorporó a su Consejo de Notables.
En 2002
concurrió al Museo de Florencio Varela por el que tanto había hecho, para el
aniversario de su ilustre tío-abuelo. Temperamental y coqueta, comentaba su
fastidio por permanecer sentada durante el acto…mientras lucía elegante,
calzando tacones altos, cuando orillaba los noventa años! Esa sería su última
visita.
Un año más
tarde, el 3 de agosto de 2003 se detuvo su corazón. Hubo conmoción porque los
allegados al ranchito de Hudson nos preparábamos para asistir al día siguiente
al aniversario del escritor, cuando nos enteramos. Telefónicamente nos fuimos
avisando unos a otros la novedad. Por esa vez la conmemoración se trasladó al
18 de agosto, la fecha de partida del autor de “Días de ocio en la Patagonia”.
En 2005 se realizó en el Museo Hudson una
Jornada de homenaje a la cultura de Japón y el grupo Linautas integrado por
Adriana González, Jorge Patalogna y Gerardo Mauderli Winkel pintó un mural en
una pared del Centro Cultural Violeta Shinya.
En
2010 cuando se cumplió el centenario del nacimiento de Violeta se realizaron
actividades para recordarla. Entre ellas, la Lic. Graciela Linari - quien le ha
dedicado varias páginas en su publicación “Palabras con historia”- y María del
Carmen Pereyra, una de sus fieles amigas, presentaron el trabajo “Sumi… mujer
en flor” una compilación gráfica digital realizada con sentido poético. Sumi
era el apelativo que Violeta había recibido de su padre y así la llamaban sus
familiares.
Las
grullas pintadas para homenajearla, en el Centro Cultural que lleva su nombre
Próximos a
cumplirse 103 años de su nacimiento, esta evocación concluye aquí, con
agradecimiento a su persona que tanto y tan bien ha sembrado.
Ana
María de Mena
Periodista, historiadora, docente, hudsoniana.
Miembro Honoraria de la Junta de Estudios Históricos de Quilmes