por Juan C. Benavente
Edmundo Marichal y Francisco Sánchez son dos pioneros de la
aviación nacional y quilmeña con cuyas hazañas nos sorprende el autor de este
segundo artículo Juan Carlos Benavente [1] publicado por el periódico Perspectiva
Sur el lunes 16 de febrero de 2015, engrosando la investigación y documentación
histórica sobre las primeras experiencias de vuelo en nuestro Distrito,
quedando englobada en ellos la historia de la IMPA y el Área Material Quilmes. [2]
FÁBRICA DE AVIONES
En 1915, el constructor Edmundo Marichal inaugura un
aeródromo-escuela y fábrica de aviones en el bañado de Quilmes, de los primeros
y mejor equipados del país. Desde que inició su carrera como constructor de
aviones, Marichal probaba sus máquinas sin haber hecho el curso de piloto.
Recién en 1917, en Quilmes, obtiene su brevet de vuelo.
Al instalar su escuela de pilotos en nuestro bañado, Marichal contó para la
instrucción con uno de los mejores pilotos de entonces, el ex sargento del
ejército Francisco Sánchez. Además, también fueron instructores Pedro A. Garré,
Celestino Corvellini (1892-1932) y Manuel González, quien será protagonista de
la próxima nota.
OSADO PRECURSOR
Francisco Sánchez (1888-1952), reconocido por Jorge Newbery como el mejor
biplanista argentino, realizó arriesgados vuelos para
la época, y contó con una
sólida y envidiable experiencia de vuelo en aeróstatos y aviones. Ex sargento
primero del Ejército Argentino, diestro jinete, tuvo el brevet N° 16 de Piloto
de Globo; el brevet N° 31 de Piloto Aviador Internacional, fue instructor,
piloto de prueba en Europa, su arrojo, pericia en vuelo y dinamismo merecen un
tratamiento particular.
Tras pedir la baja como suboficial del Ejército y decidido por el camino de las
alas, meses después se incorpora como instructor en el aeródromo de Marichal,
en Quilmes.
VUELOS
En sus vuelos de instrucción, este precursor volaba sobre
la ciudad de Quilmes y el balneario, y hacía viajes por los pueblos aledaños. Entre los numerosísimos vuelos que hizo en la escuela,
algunos
reflejados por medios gráficos de la época; Sánchez efectuó en 1915,
el trayecto Quilmes - Florencio Varela, en 25 minutos a bordo de un biplano
Farman-Marichal. Allí, ante la insistencia del público maravillado con la
experiencia, llevó numerosos pasajeros, en su mayoría de sexo femenino. Alcanzó
los 200 m de altura, incluso transportando a dos pasajeros por vuelo.
Pionero de los vuelos nocturnos en el país, Sánchez relata
así su primera experiencia: “Mientras
volaba con mi alumno Manuel González, nos sorprendió la noche. Ocasionalmente
observé unos chispazos que producía el troley de un tranvía que marchaba desde
Constitución a Quilmes. Enfilé mi aparato sobre uno de los coches, maniobré y
con suerte aterricé sin daño alguno en un descampado de Fiorito”. Los
vecinos del lugar, sorprendidos, le dieron a los noctámbulos un cálido
recibimiento.
Convencido y entusiasmado, Sánchez organiza para los días
13 y 14 de marzo de 1915, sendos vuelos nocturnos programados sobre Buenos
Aires. El día 13 realizó dos vuelos de 15 minutos cada uno.
Para el día 14, con
la colaboración de Marichal, preparó especialmente una exhibición, dotando al
avión Farman-Marichal de una dínamo y luces y señalizando el lugar de aterrizaje,
el stadium de la Sociedad Sportiva de Palermo. Aquel vuelo duró cuarenta y cinco minutos, y según las
crónicas de la época, fue un espectáculo inolvidable. Incluso, los reflectores
del acorazado Rivadavia, apostado en el puerto de Buenos Aires, iluminaron y
siguieron por momentos las evoluciones del avión de Sánchez. Al aterrizar la
máquina, el piloto fue ovacionado y homenajeado; no obstante ello, la
Intendencia de la ciudad de Buenos Aires le cobró la nada modesta multa de
$150 por realizar “exhibiciones circenses
sin permiso”.
Meses después, popularizado por los vuelos, Sánchez fue
invitado a realizar una demostración aérea en Trelew, provincia del Chubut.
Sánchez viajó con un avión de Quilmes en el vapor Rawson, hasta la ciudad
homónima. Luego de varios intentos fallidos, el 12 de octubre de 1915, en un
brevísimo y accidentado vuelo al mando del avión Farman-Marichal, Sánchez se
convierte en el primer aviador que levanta vuelo desde la Patagonia.
NOCHES
Pedro Garré, quien sucedió a Sánchez como instructor en el
aeródromo-escuela de Quilmes, también realizó vuelos nocturnos desde el lugar,
y en uno de ellos, llevó a un pasajero desde Quilmes a Sarandí.
Es importante destacar y poner en contexto la trascendencia
de los vuelos nocturnos en aquellos años. Según el historiador Julio Luqui
Lagleyze, el primer vuelo nocturno del mundo lo habría realizado el piloto
francés Emilio Aubrun el 30 de marzo de 1910, a bordo de un avión Bleriot
cubriendo el trayecto Villa Lugano -Villa Madero. Aubrun había sido invitado a
una cena, y decidió trasladarse en avión.
En esos tiempos no existían las radio ayudas ni las pistas
señalizadas; los GPS y el aterrizaje por instrumentos no existían ni en las
fantasías; las ciudades no tenían la magnitud ni el brillo de las actuales;
los pueblos estaban unidos por caminos de tierra y de noche todo era un gran
agujero negro, arriba y abajo, apenas tachonado por estrellas y algunas luces.
Además de los riesgosos vuelos nocturnos, en el flamante
aeródromo de Quilmes y a comienzos de siglo XX también hubo festivales aéreos
que atrajeron gran cantidad de público.
FÁBRICA
Un capítulo inicial de nuestra aviación concluyó
transitoriamente con el alejamiento de Manchal y el cierre del aeródromo de
Quilmes, pero con mucho fervor, la aviación se afincará años más tarde en la
zona. No obstante ello, llama la atención un dato (que intentamos
corroborar) que brinda el historiador quilmeño José A. Craviotto, quien no duda
al fechar la información en 1920: “Una
nota de progreso la dio la modesta fabrica de aviones instalada en un viejo
galpón de la calle Humberto Primo, frente a la plaza José Antonio Wilde. Allí
el constructor Marechal fabricó varios biplanos Caudron, con motores de 100 HP,
similares al utilizado en el cruce de los Andes por la aviadora francesa Mme.
Bolland.”
Por Juan Carlos Benavente, personal técnico de la Fuerza Aérea e
integrante de la Sala Histórica del Área de Material Quilmes,
recientemente volvió de una misión oficial en la Antártida Argentina.
Cronista de la aviación local.
Compilación y
compaginación Chalo Agnelli
FUENTES
Perspectiva Sur, lunes 16/2/2015
REFERENCIAS
[1] Ver en EL QUILMERO del jueves, 26 de diciembre de
2013, JUAN CARLOS BENAVENTE UN
QUILMEÑO EN LA ANTÁRTIDA (COLABORACIÓN)
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