1915-2015, CENTENARIO DE LA AVIACIÓN EN QUILMES (PARTE XVI)
Continuamos reproduciendo de Perspectiva Sur las apasionantes notas sobre la histórica de la aviación en Quilmes realizadas por el profesor Juan Carlos Benavente y el amigo Ítalo Nonna, generoso colaborador de EL QUILMERO y de la Biblioteca Popular Pedro Goyena.
BASTARÁ QUE SE JUNTEN UNOS MUCHACHOS...
Tras el ocaso de IMPA en el aeródromo de Quilmes, a finales
de la década del `40, años después reaparece la actividad civil con el Club de
Planeadores Quilmes. En esta entrega, los inicios en el vuelo de la agrupación.
El "Club de
Planeadores Quilmes" (CPQ) se constituyó formalmente en 1953; pero el
inicio de la actividad aérea en las instalaciones del aeródromo del Taller
Regional Quilmes, se dio recién a comienzos de los 60.
Antes de volar, comenzaron los trabajos en el taller, ubicado en la ciudad de
Quilmes. Dada la postergación de los vuelos, los miembros del CPQ formaron dos
brigadas para hacer el curso de piloto de planeador: una se dirige a Elizalde,
en La Plata, y la otra a Merlo, donde operaba el Club de Planeadores Cóndor.
Entre los miembros de ésta última estuvieron Ítalo Nonna y Ernesto Daino, técnico de
la FAA hasta su retiro.
Los brigadistas de Merlo tuvieron la oportunidad de volar con Enrique
Hoerhammer, que entonces se desempeñaba como instructor. Hoerhammer era un
veterano piloto alemán de los trimotores Junkers JU-52, y que tuvo una gran
participación en las actividades aéreas de Quilmes durante la década del ´30,
cuando en este aeródromo operaba la compañía Sindicato Cóndor y fue uno de los
primeros aeródromos internacionales del país, efectuándose vuelos a Chile, y a
Europa vía Brasil.
RECUERDOS DEL ALEMÁN
Emilio Alonso, veterano piloto de avión e instructor en el CPQ, recuerda así al
mítico alemán: "Martillo torcido - el significado de su apellido en alemán,
según dichos del propio Hoerhammer - era un verdadero ´duro´; solía contarnos
historias conmovedoras. Cierta vez, nos relató, volando un JU-52 sobre la
cordillera de los Andes, el avión entró en una ´descendente´, perdió potencia y
altura y ya no pudo subir. Recitando un poema, Hoerhammer posó lentamente al
avión sobre una loma. Los motores se desprendieron y quedaron a unos 80 metros
de la máquina. Hoerhammer, herido en el abdomen, utilizando cordones del
tapizado del avión y un alambre, realizó una intervención quirúrgica de
campaña: él mismo se cosió."
Iber Damaso, laureado piloto de planeador del CPQ, también se sumó a la
reconstrucción de esta historia. Damaso obtuvo varias marcas de vuelo, entre
ellas, fue el único piloto del CPQ que ganó un Cóndor de Plata, una importante
distinción en el ambiente del vuelo a vela. Él también voló con Hoerhammer, y
recordó que "cuando el piloto alemán, ya entrado en edad, volaba como
instructor en Merlo, por sus problemas de próstata llevaba unas bolsas de las
utilizadas para agua caliente: en pleno vuelo, quitaba el tapón y orinaba en
ellas".
EN EL AIRE DE QUILMES
La actividad aérea regular -instrucción y entrenamiento- del CPQ, con material
de vuelo propio, comenzó en Quilmes en la década del ´60, aunque desde la
década anterior el club realizó importantes festivales aéreos en las
instalaciones de la ex - IMPA.
Por entonces, el CPQ era el único grupo deportivo que existía, aunque esos
jóvenes retomaban una febril actividad que hubo en Quilmes en la década del
´30, cuando varias agrupaciones civiles y deportivas convivían en el aeródromo
junto a la compañía Cóndor.
Paulatinamente el club fue adquiriendo, o recibiendo material aéreo por
donaciones o en calidad de préstamo por el Estado. En la dotación del club se
contaban: un automóvil Buick 28, destinado al remolque de planeadores
primarios, y utilizado para llevar las aeronaves a la pista. Entre los
planeadores, el CPQ contó con un Schweizer 2-22, biplaza de instrucción; un
Scheibe MÜ-13E Bergfalke, biplaza de instrucción adquirido por el CPQ con el
dinero recaudado en los festivales; un Cóndor IV biplaza de instrucción y
entrenamiento, también del club; tres Grunau Baby IIb, fabricados por IMPA en
Quilmes. Los remolcadores fueron el avión Morane Saulnier 502
"Cigüeña", el mismo que actualmente está en el Museo Nacional de
Aeronáutica, y un Ranquel, reemplazado por otro tras un accidente en 1965. De
todo este material, el Estado les había cedido los remolcadores, los Baby II y
el Schweiser.
Según refieren los pilotos, Quilmes presenta un inconveniente para el vuelo a
vela. Alonso explica: "En Quilmes teníamos el problema de la falta de
térmicas. La cabecera norte de la pista está casi metida en el río. Teníamos una
cómoda y accesible escuela de vuelo y tal vez deberíamos haber dividido la
instrucción: los cursos teóricos en Quilmes y las prácticas de vuelo en
Florencio Varela, en un campo que utilizábamos".
El lugar que se menciona era un campo propiedad del Dr. Isidoro Iriarte, quien
cedió el lugar (detrás del cementerio de Varela) tras las gestiones que hiciera
José Parodi, mecánico en el TRQ, miembro del club, y mecánico de los vehículos
de Iriarte. En tanto, en las instalaciones que le cedió la Fuerza Aérea Argentina en el aeródromo quilmeño, el
CPQ utilizó el Hangar 1 para guardar aviones y planeadores, y un pañol para
sogas y otros materiales.
Juan C. Benavente e Ítalo Nonna
Perspectiva Sur
25.5.2015
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