Las notas al pie corresponden la nombre científico con que figuran en la taxonomía las aves mencionadas (Chalo Agnelli)
La Nación, 1961
CHORLITO PATAS COLORADAS |
El Dr. Gosse - nacido el 13 de agosto de 1879 -, gran admirador de Hudson, era médico y literato; y siendo estudiante formó parte como naturalista de la expedición Fitz-Gerald a los Andes (1896-97) Entró en el ejército en 1914, sirviendo en Francia en la 23ᵃ división hasta 1917, y luego en la India hasta el final de la guerra. Es autor de varios libros sobre medicina, biografías y viajes; y como naturalista ha publicado notas sobre la historia natural del valle de Aconcagua, aves de las Baleares y mamíferos de Flandes. Su vocación literaria y de naturalista le venía de herencia, pues era hijo de Sir Edmund Gosse, poeta y bibliotecario de la Cámara de los Lores y nieto de Philip Henry Gosse, naturalista.
Esta semblanza, escrita por Philip Gosse como un homenaje ‘al hombre que de toda Inglaterra más deseaba conocer’, por uno de esos caprichos del destino no fue publicada a su debido tiempo ni en el país e idioma original; y lo es pasados casi cuarenta años y en idioma extranjero, pero aparece en la tierra donde Hudson nació, la misma que Gosse había recorrido en sus mocedades, haciendo en ella, como Hudson, su aprendizaje de naturalista.
“Debido a su mala salud, que lo obligaba a pasar los inviernos en Cornualles, el Sr. Hudson rara vez podía asistir a las reuniones de la Sociedad. La reunión precisa a que me refiero había empezado
CURRACA ZARCERA |
“Era evidente que el recién llegado se hallaba perturbado. Después de cerrada la puerta detrás de él, se mantuvo por un momento de pie, dándole la espalda, ojeando a su alrededor con una especie de tímido desafío. Me representé a un jaguar, o un puma, u otro animal salvaje atrapa
“Considero que hay un riesgo de desilusión al enfrentar por primera vez al hombre cuya obra a uno lo ha deleitado e inspirado.
CURRUCA RABILARGA |
De ahí en adelante estuvo encantador, hablando espontáneamente sobre sus sitios preferidos de la ‘Forest’, particularmente del bosque conocido como ‘King’s Plantation’: de los días pasados contemplando y oyendo - especialmente oyendo - a los pájaros, citando, si bien recuerdo, los cantos del chorlito de patas coloradas [1] y de la curruca zarcera [2] y lo que evidentemente le interesaba mucho, el rechinar del galanteo de la chocha. [3]
Habló también de la curruca rabilarga [4] y estaba esperanzado en que estas favoritas suyas, que él llamaba ‘hadas de las retamas’, continuarían manteniéndose en el sur de Inglaterra.
Me contó igualmente de sus visitas anuales a Norfolk, a Wells, supongo cada noviembre y diciembre para oír los pájaros de invierno que se congregan en los bajíos pantanosos junto al mar, pero consideraba que ya no podía resistir el frío en razón de su débil salud, la misma causa por la cual no pasaba los inviernos en Londres.
Lo llevé hasta hablar de sus libros al comentarle los precios que pedían los libreros de segunda mano por algunas de sus primeras ediciones.
El tema le interesó manifiestamente y me refirió que pocos días antes un ejemplar de su ‘Argentine Ornithology’ había sido vendido por veintidós libras esterlinas. Me agregó, además, que estaba por lanzar una nueva edición de su ‘Lost British Birds’, con unas quince láminas coloreadas por Grondvold y que iba a retirar de la circulación la vieja edición de este folleto que fue publicado por la ‘Society’ muchos años ha.
Me prometió una copia de esta ya vetusta tirada para agregar a mi
MILANOS NEGROS |
Pareció muy interesado en mi intento de contribuir a la propagación de los milanos negros [5] en Inglaterra. Le hice presente que aún había alguna pequeña colonia de estas en otro tiempo comunes aves inglesas en ciertos apartados rincones de la isla, la existencia de la cual se debe exclusivamente a la acción de unos pocos amantes de los pájaros. En cualquier momento este reducido grupo de familia de nuestros últimos milanos negros puede ser borrado de la existencia por obra de los guardabosques y coleccionistas.
Le sugerí que algunas pocas parejas de esos milanos podrían ser capturadas y luego liberadas en Richmond Park, donde formarían - hay razones para suponerlo - una nueva colonia en un paraje seguro y donde muchos amantes de los pájaros disfrutarían de su presencia.
Hudson se mostró atraído por la idea y creo que si hubiese vivido habría empleado su gran influencia para llevar adelante este proyecto. No puedo menos de pensar que la formación de la tal colonia en Richmond Park o en otra parte sería un muy grato y
ÁGUILAS PESCADORAS |
De los milanos la conversación pasó a las águilas pescadoras [6] y me recordó que los últimos lugares donde anidaron fueron Yorkshire y Gloucestershire.
Alentado por su benevolencia, le confesé que una vez tuve el atrevimiento de escribirle. En el otoño de 1915, mientras estaba con nuestro ejército en Francia, después de pasar muchos días en un profundo y oscuro sótano de una destruida cervecería, en un villorrio llamado ‘Bois Grenier’, detrás de las trincheras, cerca de Avementiers, estuve leyendo nuevamente ‘Hampshire Day’ y me arriesgué a escribir al autor para decirle qué felicidad fue para mí releer el encantador libro en medio de las penurias y brutalidades de la guerra.
Después que mi carta fue despachada estuve anonadado por la vergüenza de haberla escrito, hasta que un día recibí una larga y realmente deliciosa contestación… - Philip Gosse”.
hudsoniano
OTRA OBRA DEL AUTOR
Casares, Jorge (1930) “William Henry Hudson y su amor a los pájaros”. Separata de la revista El Hornero Volumen IV°, página 277 y siguientes. Establecimientos Gráficos Tomas Palumbo. Buenos Aires. Colección: Comisión de homenaje a Hudson[2] Hartford warbler: Sylvia undata
[3] Woodcfick: Scolopax rusticóla
[4] White throat: Sylvfa comunis
[5] Black Kite: Milrus migrans
[6] Osprey: Pandion haligotua
[a] Jorge Casares es autor de: “Guillermo Enrique Hudson y su amos a los pájaros”. Ed. por el Consejo Nacional de Educación, 1933 y de “Antología de Guillermo Enrique Hudson” (1841-1922) Losada, 1941. Traductor de “El cardenal, historia de mi primer pájaro enjaulado” de G. E. Hudson del Consejo Nacional de Educación, 1933.
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