miércoles, 11 de octubre de 2017

PERFUME DE MUJER - VIOLETA SHINYA (COLABORACIÓN)



EL QUILMERO trae a cuenta una página de la revista “Palabras con Historia” de la periodista, historiadora varelense Graciela Linari. En “Palabras con homenaje” del mes de agosto de 2003, la autora recuerda a la imperecedera Violeta Shinya y el acto realizado en ocasión de la imposición de su nombre a un Centro Cultural. Pero recuperemos las palabras de Graciela.

De Graciela Linari
Agosto 2003
Violeta Shinya, sobrina nieta de Guillermo Enrique Hudson, falle­ció el 3 de agosto de 2003, días antes de cumplir 93 años. Profesora de letras, traductora de algunas de sus obras y pilar fundamental en la recuperación del solar natal, hoy convertido en ámbito para el estudio y la preservación de la fauna y la flora bonaerenses, Violeta Shinya fue honrada en el Parque Ecológico con la imposición de su nombre a un Centro Cultural. Hoy, Palabras con historia (Año 2 – N° 12) intenta este humil­de homenaje, tarea nada fácil porque no pueden resumirse en apenas algunos conceptos más de nueve décadas de vida plena y activa.

Mujer con nombre de flor, Violeta par­tió dejando tras de sí el aroma que supo exhalar en cada una de sus acciones, a lo largo de su
extensa y fructífera vida.
No buscó, como la tímida flor, escon­derse  entre la fronda, recatada para per­fumar sin ser vista. Por el contrario, esta Violeta temperamental y decidida, impri­mió a su vida una fuerza desbordante que excedía con creces su cuerpo enjuto pero no frágil.
Fuerte. Tenaz. Emprendedora. Inte­ligente. Tradicional en sus hábitos y au­daz en sus empresas, supo desde peque­ña hacer frente a dolores profundos: una mamá que la deja huérfana cuando ape­nas ha llegado al primer lustro de vida y una abuela idolatrada que lastima con su ausencia temprana, cuatro años después. Enfrenta a muy tierna edad, también, el desarraigo de sucesivas mudanzas: la casa paterna, en Capital; Córdoba y sus sierras después, buscando en Los Cocos un bálsamo para la salud de la joven madre enferma; el regreso a Buenos Aires nuevamente... También el segundo ma­
trimonio de su padre... nueva familia... Circunstancias que van moldeando ese carácter duro que a modo de coraza vis­tió Violeta por la vida.
La niña se hizo mujer, estudió, fue la primera estudiante «nissei» (hija de argentina y japonés) en el país. La escuela normal y la universi­dad registran su paso y acreditan su ca­pacitación, una formación que le permiti­ría luego abrirse paso en la docencia, sin resignar - nunca - sus ansias de aprender. Fue, de por vida y simultáneamente: do­
cente y alumna, curiosa, inquisidora, per­seguidora siempre de la aristocracia que sólo dan la educación y el conocimiento.
A su tesón se debe, en buena parte, la recuperación de aquel rancho perdido en las pampas que el doctor Fernando Pozzo encon­trara tras larga búsqueda en 1929. Vein­tiséis años de trabajo al frente del Mu­seo, desde su creación en 1964, hasta su alejamiento en 1991, dicen de entrega sin mengua. Con apasionamiento defendió vida y obra de
aquel tío abuelo a quien sólo llegó a conocer a través de las car­tas que su abuela, Mary Ellen, solía leer­le de pequeña. Y dedicó su vida a res­catar, para los argentinos, a aquel tras­humante autor con alma de gaucho, que sólo escribió en inglés y vivió añorando la vida que dejó en las pampas. 
Violeta ha partido. Pero siguiendo sus enseñanzas, no debemos llorar su ausencia sino, simplemente, celebrar que haya vivido. Aquí y allá, en el Parque o en la biblioteca, quedarán por siempre su palabra docente, su sonrisa y un antiguo olor a violetas de agosto.
Violeta al rescate de parte del techo de tejuelas de madera de la vivienda de la familia Hudson en "Los veinticinco ombúes" junto a Ayerza y don Gregorio
LA ÚLTIMA ABANDERADA
Al conmemorarse un nuevo aniversario del fallecimiento del escritor y naturalista argentino (18/8/1922) se efectuó, también, el acto de homenaje a su sobrina nieta en “Los Veinticinco Ombúes”,
solar en el que Hudson transcurriera su infancia y ju­ventud. En uso de la palabra, el director del Parque Ecológico, museólogo Rubén Ravera, se refirió a la desaparición de Violeta Shinya señalando que “se segui­rá trabajando con el mismo tesón evi­denciado por ella, con la misma fuer­za para difundir la obra de Hudson.
“Violeta fue la última y quizás, la más grande abanderada de la causa hudsoninana”, dijo luego el profesor Juan Carlos Lombán, invitado a pronunciar unas palabras. Enfatizó el orador las múl­
tiples actividades de la extinta, a quien lo unió una larga amistad y mutua admiración. ¿Quién hizo las magnífi­cas traducciones de obras de Hudson? Violeta Shinya. ¿Quién escribió traba­jos breves que se publicaron en im­portantes periódicos? Violeta Shinya. ¿Quién formó discípulos? ¿Quién fue nuestra maestra? Violeta Shinya. Ella nos ha dejado una bande­ra, una guía importante y si bien este homenaje es realmente hermoso por­que veo niños, veo gente de distintos estratos de nuestra sociedad, veo cariño, veo fervor... tenemos que ha­cer mucho más. Tenemos que conse­guir cosas que ni Violeta pudo, pero que el país merece, por ejemplo, las obras completas de Hudson. Me da vergüenza pensar que están en inglés, que están en japonés - y me alegro de ello - pero no están en castellano. Nuestro homenaje permanente a Vio­leta va a ser tomar su bandera, to­mar su ejemplo de vida, tomar sus ideas y seguir adelante luchando por divulgar la vida y obra de Hudson”. 
26 de setiembre de 1998 se le hizo entrega, en los salones del colegio Santa Lucía, de un reconocimiento como Ciudadana Ilustre de Florencio Varela. En la foto acompañada por la periodista e historiadora Graciela Linari y su esposo el periodista Romeo Rosselli.
A la espera de ser descubierta la placa con el nombre de “Centro Cultural Profesora Violeta Shinya” está oculta tras una tela blanca que el viento se empeña en hacer flamear. 
Tras el descubrimiento, a cargo del profesor Luis Ganduglia direc­tor de Museos, Monumentos y Si­tios Históricos de la Provincia y de la arquitecta Nilda Carbone, amiga de la extinta, Rubén Ravera explicó que esa tela es un antiguo pañuelo de seda que perteneció a
Yoshio Shinya el padre de Violeta, quien lo luciera al cuello con su ropa de gala tradicional japonesa y que, en un gesto típicamente ma­ternal, ella obsequió, años atrás, al actual director del Parque. 
En el homenaje habló también el pro­fesor Enrique Pedrotti, presidente de la Asociación Amigos del Parque Ecológico “Guillermo Enrique Hudson” quien resal­tó el legado cultural que había aportado Violeta Shinya a través del contacto que ella había tenido con su abuela, Mary Ellen Hudson, hermana menor y
preferi­da del naturalista y escritor.
Señaló también la labor desplegada en apoyo a la tarea iniciada por el padre, Yoshio Shinya, quien, aún antes de que Japón designara representantes diplomá­ticos en la Argentina, trabajó por las relaciones entre ambos países. 
Violeta - dijo Pedrotti - siguiendo la tradición anglosajona,
prefería en vez de conmemorar las muertes, festejar los nacimientos. De ahí que ella im­puso el hábito de celebrar los aniver­sarios del nacimiento de Hudson, los 4 de agosto, y nosotros hemos trata­do de respetar esa tradición. También en este momento hay una celebra­ción. Tenemos que celebrar la vida de Violeta. Debemos agradecerle a Dios todo lo que ella ha hecho, todo lo que nos ha dado durante tantos años de trabajo, todo lo que ella ha dado a la cultura y a la educación.”

Graciela Linari
“Palabras con historia” Año 2 – N° 12
Agosto de 2003. 
Compilación y compaginación Chalo Agnelli, 2013

VER EN EL QUILMERO 

martes, 31 de diciembre de 2013, “VIOLETA SHINYA, SEMBLANZA - A LOS 103 AÑOS DE SU NACIMIENTO” (colaboración) 

viernes, 2 de agosto de 2013, “VIOLETA GLADYS SHINYA A LOS 172 AÑOS DEL NACIMIENTO DE GUILLERMO E. HUDSON” (COLABORACIÓN) 

jueves, 18 de mayo de 2017, "GUILLERMO ENRIQUE HUDSON, HIJO DILECTO DE QUILMES" DE VIOLETA G. SHINYA




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