jueves, 4 de julio de 2019

"QUILMES CAPITAL DE LA PROVINCIA" (X) VEJETACIÓN, HIGIENE Y OROGRAFÍA


Quilmes, Capital futura de la Provincia” de Luis V. Varela (1881), dividido en 10 notas consecutivas. La primera es una transcripción de “Quilmes a través de los años” del Dr. Craviotto. Las dos siguientes, corresponden a “los antecedentes”, la biografía de Varela, seguidas por 6 que presentan los 12 capítulos, la última con la carta sobre la vegetación y la higiene del Dr. Carlos D. Spegazzini y el plano y estudio del terreno por don José Benites. A continuación se desarrolla la SEPTIMA PARTE con la carta de Spegazzini y el plano de Benites (Chalo Agnelli)

CARTA SOBRE VEJETACIÓN E HIJIENE (sic)
DEL DR. D. CARLOS SPEGAZZINI [1] 
Estimado Dr. Benavente
 Muy señor mío: 
Habiéndome usted demostrado deseo de tener algunas noticias sobre la flora del risueño pueblo de Quilmes, con muchísimo gusto voy á satisfacerle espresándole (sic) así mismo mi sentimiento por haber todavía estudiado muy poco aquella localidad, y por haberla visitado simplemente en la estación de invierno, muy poco favorable á tales investigaciones; sin embargo acepte lo poco que le puedo ofrecer, corno anuncio de un trabajo más vasto sobre este punto tan interesante de la Provincia Bonae­rense. 
En general la flora de los alrededores de Buenos Aires es muy pobre y de una monotonía desagradable para el botánico, perteneciendo toda al tipo de la región pampanea, es decir predominio de unas cuantas gramináceas á las cuales se pueden adjuntar algunas compuestas, va­riando y enriqueciéndose algo en los lugares paludosos (palúdicos) y en las cercanías del río, notándose siempre la falla de esencia arbórea, solo representada por el sauce colorado (Salix Humboldtiana) por el ceibo (Erythrina Cristagalli), por unos raros talas (Celtis tala), la esencia arbus­tiva tiene por base el añapindá (ñapindá) (Acacia bonaerensis), la Mata negra (Cassia corymbosa), el palo lechero (Excaecaria biglandulosa), y el Lantana Camara. 
Desde el tiempo que vivo en Buenos Aires hasta aho­ra solo había encontrado un lugar que presentara una vejetacion (sic) algo diferente, y fue la localidad llamada Las Conchas, cerca de San Fernando, donde como árbol se encuentra la Excaecaria biglandulosa y corno arbustos el clarandí (Cepalanthus Sarandí), el espinillo (Acacia cavenia), la multa (Eugenia uniflora), el Chenopodium Tiveedii, á las cuales se deben adjuntar varias enreda­deras de los géneros Mossenia, Metastelma, Durvillea, Cardiospermum, un Smilax y entre las herbáceas dos Cleomes. 
Es este invierno encontré otro punto dotado de una flora muy rica y absolutamente diferente de las de Bue­nos Aires y de las Conchas y que en verdad casi se acerca á la de las Provincias al Norte del Paraná y del Uruguay. Este punto dichoso fue el hermoso pueblo de Quil­mes. 
Ya varias veces había pasado á lo largo de su territo­rio pero para detenerme solamente pocos minutos y mí atención había quedado particularmente impresionada por la presencia bastante notable, á lo largo del ferro­carril, de algunas plantas raras en otras partes, como la Turnera hispida, la Wilbrandia sailttifolia, el Evolvalus sericeus. No obstante juzgaba que allí hu­biera una flora de mucho interés, sin embargo determi­né hacer una excursión, y la efectué en el día que tuve el honor de hacer su amable conocimiento. 
No le puedo esplicar (sic) mi sorpresa y placer cuando en dicho día poco después de haber empezado, mis investi­gaciones en el terreno cuaternario de las lomas altas, mas ó menos 14 metros sobre el nivel del agua, encon­tré parásita en un añapindá una diga-liga (Lovauthus cuneifolius), planta hasta ahora solo encontrada en las provincias más al norte de Buenos Aires. 
A este descubrimiento tuve muy pronto que adjuntar otros varios no menos importantes, entre los que no son de olvidar un sesurium, y el Mieranthemum orbiculatum (géneros nuevos para la República Argentina) y estoy cierto que muchos tesoros aun me han quedado escondi­dos por la mala estación, cosa que me hace esperar con gran deseo a la vecina primavera para poderlos re­velar todos. Pero esto era nada en comparación á lo que me espe­raba; en efecto, bajando de las lomas y llegado al terreno aluvional moderno, que forma la orilla del Rio, en lugar de encontrar como creía la vejetación (sic) de Palermo ó de la Boca, me encontré transportado á las cercanías de Concordia ó fácilmente más arriba todavía. 
Los sauces ordinarios habían casi, por completo, desa­parecido para dar lugar á majetuosos (sic) Coronillos blan­cos (Strychnodaphne Spc), los ceibos á los Laureles (Nectandra Spc), los talas á los hermosos Mata ojos (Lúcuma mercifolia) á los Coronillos colorados (Sentia Buxifolia) y a numerosas especies de Myrtaceas (ocho especies más ó menos) que son conocidas bajo el solo nombre general de Charchal, á la sombra de estas plantas vejetaba vigorosamente la Monodora interifoglia, y la verdadera Rosa centifolia, mientras numerosas enredaderas verdadera enredaderas como el Cordios permum velutinum (nuevo para la República Argentina), dos Smilas, varias asclepiades una bignoniácea, la Maneatis Hilarii, colgaban de todas las ramas entrecruzándose.  
Tal es el pequeño bosquejo que le puedo ofrecer sobre la vejetación (sic) del bello Pueblo de Quilmes, y  aquí  podría estenderme (sic) en consideraciones muy largas á su favor, pero creo que será bastante decir que el estudio de la vejetación (sic) es el mejor método para determinar las condiciones hijiénicas (sic), meteorolójicas y geolójicas de un país siendo que á la constitución de su carácter especial concurren particularmente y muchas veces casi únicamente la temperatura constante, la igroscopicidad de la atmósfera y las condiciones del suelo. 
Siento mucho que por el momento no le pueda dar un cuadro más estenso (sic), pero no es mía la culpa y fiando en su suma bondad espero que usted querrá siempre considerarme. 
Saluda á V. atentamente. 
Carlos Spegazzini 
Buenos Aires, 28 de Julio de 1881
PLANO Y ESTUDIO DEL TERRENO POR 
DON JOSÉ BENITES 
Buenos Aires, Julio de 1881 
Al señor Presidente de la Comisión que trabaja para llevar la Capital de la Provincia á Quilmes. 
Dr. D. Doroteo Benavente
 Señor: 
La Comisión que tan dignamente preside Vd. me en­comendó el relevamiento de un plano, en el partido de QUILMES, el cual sirviera para ilustrarla cuestión de Ca­pital que se ajita (sic) en ese mismo centro.
 Cumpliendo con la Comisión que se me confiara, tengo el honor de acompañar el plano adjunto, el cual ha sido levantado, no solo de las barrancas que limitan el pueblo QUILMES en su frente al Río de la Plata, sino también de aquel terreno que he creído, más apropiado para la fundación de una gran ciudad.
Por este plano verá el señor Presidente que se ha me­dido una superficie de terreno, compuesta de cinco mil setecientos veinte y ocho hectáreas, once áreas y cinco centiáreas, superficie que se encuentra determinada por las líneas HM., MO., OP., PQ. y QH. y que á mi juicio es más que suficiente, para poder en ella proyectar el tra­zado de cualquier ciudad, en las  mejores condiciones que para estos casos exijen (sic) los adelantos modernos y que cualesquiera que sean sus exijencias (sic) de desenvolvimiento futuro, siempre tendrá ancho espacio donde desarrollarse con facilidad.
Se comprenderá más fácilmente la verdad de esta aserción, si se tiene en cuenta, que nuestra gran metrópoli sólo cuenta, a pesar de esos años transcurridos desde su fundación, solo cuenta decía, alrededor de dos mil qui­nientas hectáreas de población, que puede llamarse densa y que pasará aun mucho tiempo para que una edificación continua abarque la zona que se ha medido en QUILMES. 
El terreno comprendido entre las barrancas y las di­ferentes líneas medidas en los costados Sud Este, Sud Oeste y Nord-Oeste del plano, es terreno alto, sumamente ondulado, llegando en algunos parajes estas ondulaciones, á causar una diferencia de nivel de 12 y 15 %.
No escapará á la penetración del señor Presidente la inmensa ventaja que estas diferencias de nivel ofrecen, pues en un terreno de estas condiciones las obras higié­nicas y de salubridad que demanda imperiosamente una ciudad, son fácilmente practicables, no sucediendo esto en Barracas al Sud, donde la normal de las diferencias del nivel solo alcanza á un 3%, punto mínimum y aun discutible que se necesita para la construcción de cloa­cas, etc., etc.
Estas ondulaciones ó colinas, obedecen todas ellas á un arrumbamiento especial y según constantemente paralelas el trazado del pueblo de QUILMES á medios rumbos, ofreciendo por este hecho una gran ventaja sobre el trazado de pueblo antiguo, en que por regla general ese trazado ha sido verificado de Norte á Sur y de Este á Oeste.
Sabido es, y son conocidas de todas las influencias benéficas que entre nosotros ejerce el viento del Sud-Oeste (pampero) y una ciudad trazada siguiendo las ondula­ciones que rodean el pueblo de QUILMES, gozaría amplia­mente de estas buenas condiciones, constituyéndola este hecho en una ciudad bien aireada y seca. 
El agua del sub-suelo se encuentra á igual distancia que en Buenos Aires 13 metros por regla general, y es sumamente potable, no ofreciendo su composición química diferencia, con la de Buenos Aires. 
Quilmes, como todos los pueblos ribereños tienen un terreno que arrancando las barrancas llega hasta el Río de la Plata, terreno conocido con el nombre de bañado.
La Municipalidad ha hecho alambrar perfectamente este terreno y lo alquila para el pastoreo, sacando de él una renta. Este hecho demuestra que el bañado se en­cuentra en buenas condicione y que el difiere notable­mente de otros terrenos de la misma especie que cons­tantemente conservan agua, haciéndose por este hecho inesplotables (sic) durante una gran parte del año.
Actualmente funciona un tramway entre el Río y la estación del ferro-carril y recorre una distancia de tres mil doscientos veinte y cinco metros, de los cuales dos mil metros de trocha están construidos en el terreno ba­ñado. Esta construcción según datos que se me han suminis­trado no cuesta ni un solo peso más que lo verificado en el terreno alto, demostrando este hecho qué la capa su­perior del bañado se adapta fácilmente á esta clase de construcciones.
Dato importante es este, si se tiene en cuenta que una gran ciudad fundada en QUILMES necesita un puerto, y que este se encontrará cruzado por infinidad de vías férreas que faciliten las operaciones de su comercio marítimo.
La situación ventajosísima, para la fácil y rápida co­municación con el exterior, interior, y capital de la Na­ción, está demostrada por sí sola y no creo deber insistir sobre este punto, que es un axioma para el que tenga las más ligeras ideas geográficas de nuestro país.
Otra gran necesidad de una ciudad á fundarse, es la fácil previsión de aguas sanas y permanentes en cantidad suficiente para sus necesidades y este punto como el anterior no ofrece tampoco duda de que QUILMES llena la condiciones. Tierra buena para la agricultura, es también otra ne­cesidad.
Y bien, para probar la bondad.de la tierra en QUILMES, bastará tener presente, el hecho altamente significativo de que los chacareros que pueden llamarse los peritos prácticos en la materia, prefieren pagar en QUILMES un 10 y 15 % más de alquiler, por los terrenos, que en cualquiera de los otros partidos limítrofes.
Esto por una parle y por otra el gran desarrollo agrícola que ha tomado QUILMES desde que funciona el ferro-carril demuestran de una manera evidente la singular predilección que los sembradores dan á los terrenos de este partido, donde su tierra es proverbialmente conocida como una de las más fértiles. Se piden también para establecer una ciudad condiciones hijiénicas (sic) buenas.
Y bien, para concluir, lo haré con palabras que he oído del Dr. Wilde: “Hacen veinte años que ejerzo la medicina en QUILMES y estoy pobre”. 
Hay que tener presente que el Dr. Wilde ha tenido toda su vida hábitos ahorrativos. Con lo espuesto (sic) creo dejar concluida mi misión y si ello no satisface á los honorables miembros de esa comisión, cúlpese mi pobre intelijencia (sic) y no la falta de mi buen deseo.
Saludo al señor Presidente con mi mayor aprecio y respeto.
JOSÉ BENITES
       Digitalización, escaneo y configuración Prof. Chalo Agnelli 
Gentileza del Prof. Claudio Schbib
Asociación Historiadores Los Quilmeros
Biblioteca Popular Pedro Goyena
Quilmes, agosto 2016.
BIBLIOGRAFÍA PARA CONSULTAR 
Craviotto, José A. (1966) “Quilmes a través de los años” Ed. Municipal. Pp. 241 y 242
Salmerón, Luis Arturo. “La gran hambruna irlandesa, 1845-1849”. https://relatosehistorias.mx 
Trujillo, Juana. “Breve historia de Antoine Augustin Parmentier y la patata” https://www.directoalpaladar.com 
Varela, Luis V.: (1877) “Debates de la Convención constituyente de Buenos Aires 1870-1873”. Publicación Oficial. Hecha bajo la dirección del convencional Luis V. Varela. Bs. As., La Tribuna, 1877. 2 Tomos 
Ver en EL QUILMERO del lunes, 17 de octubre de 2011, “William Wheelwright y una excursión fluvial por el Rio de La Plata hasta Ensenada” 
NOTAS

[1] Carlos Luis Spegazzini nació en Bairo, Italia, el 20 de abril de 1958. En 1879 desembarcó en nuestro país, después de formarse académicamente en la península y bajo la tutela del renombrado micólogo Pietro Andrea Saccardo. En el verano de 1881-2, Spegazzini visitó Patagonia y Tierra del Fuego como miembro de la expedición del Teniente Bové, en la goleta malograda Golden West. En 1884, al regresar de la expedición, Spegazzini se trasladó a La Plata, y ganó el puesto de Catedrático de Botánica de la Universidad de Buenos Aires.
Spegazzini murió el 1° de Julio de 1927 en La Plata. Durante 45 años, escribió una cantidad enorme de estudios sobre hongos argentinos, moviéndose en áreas inexploradas, describiéndo las espécies una por una. En total, publicó más de 150 monografías, no solamente sobre hongos, sino también sobre plantas florecientes, y le fue otorgado el título de Doctor de Ciencias.

"QUILMES CAPITAL DE LA PROVINCIA" (IX) CAP. IX y X


Quilmes, Capital futura de la Provincia” de Luis V. Varela (1881), dividido en 10 notas consecutivas. La primera es una transcripción del libro “Quilmes a través de los años” del Dr. Craviotto. Las dos siguientes, corresponden a “los antecedentes”, la biografía de Luis V. Varela, seguidas por 6 que presentan los 12 capítulos, la última con la carta sobre la vegetación y la higiene del Dr. Carlos D. Spegazzini y el plano y estudio del terreno por don José Benites. A continuación se desarrolla la QUINTA PARTE con los CAPÍTULOS IX y X (Chalo Agnelli)


- IX -
La actitud asumida por el Gobierno de la Provincia; sus medidas referentes á la nueva Capital, el número y la condición de las obras públicas para ella proyectadas ó mandadas estudiar, la atención preferente prestada por el Poder Ejecutivo á esta cuestión, desde los primeros días de su inauguración, todo, todo, en una palabra, nos autoriza á creer que quiere hacerse de la futura Capital, una gran ciudad. En ese sentido hemos venido estudiando las condiciones que deben servirle de base.
Creemos habernos detenido suficientemente, sobre al­gunas de esas condiciones que llamaremos esenciales; pero hay otras que, aunque parezcan de detalle, tienen grave importancia en este asunto.
Si se elije, como pensamos que sucederá, un punto que no sea hoy una ciudad construida, sino solo rudimentos de una gran ciudad, tendrá que tenerse muyen cuenta la manera como la tierra esté distribuida en el punto elejido (sic)
Dos cuestiones graves, envuelve para nosotros, este detalle de la  distribución de la tierra. La primera se refiere á la manera como esté subdividida la propiedad privada, en toda la estensión (sic) del partido, y principalmente en los alrededores del punto que se elija para asiento mediato de las autoridades. La segunda como lo este, la misma Capital designada.
Tratemos estas dos cuestiones separadamente. Partidarios decididos de QUILMES, para futura Capital, no nos obstinamos en que la plaza del pueblo conocido con ese nombre, sea el centro preciso de la nueva ciudad.
Desde Bernal hasta Punta de Lara, hay una zona de terreno alto, permeable, higiénico, que puede ser materia de estudios serios y complexos (sic), para adoptarse como base de la gran Capital á construirse.
Pero, si se tomase la actual población de QUILMES co­mo esa base, sería muy digno de notar que, ese pueblo que recuerda la primera reducción de una tribu indigna, que señala la primera cruz cristiana clavada en lo alto de una colina, para amparar con sus brazos estendidos (sic) la civilización de la tierra conquistada, es también, tal vez la única en la Provincia de Buenos Aires, que ha realizado instintivamente todas las aspiraciones de la higiene (sci), de la comodidad y de la belleza en las poblaciones modernas.
Quilmes tiene calles de diez y ocho varas de ancho, sin árboles, ni edificios de alturas eminentes, que pro­duzcan sombra ó impidan la circulación del aire ó in­tercepten los rayos solares.
San Fernando presentaba, hace pocos días, como uno de sus títulos prominentes, el ancho de sus calles de once varas. ¿Qué diremos de esas calles de QUILMES, que de­jan DIEZ Y OCHO varas, para que circulen la luz y el aire, indispensables en las grandes poblaciones, porque produ­cen la vida, el calor, y los colores?
La vejetacion (sic), que se produce allí con lujuriosa exu­berancia completa las ventajas que ofrecen esas calles dilatadas; de manera que, ese centinela altísimo de la tierra argentina, que mira constantemente al rio inmediato y al mar lejano, como el atalaya celoso, ofrece tam­bién dentro de sus límites poblados, todas las ventajas de las ciudades, que se preocupan de establecer el con­fortable para sus habitantes, entregados á la molicie y á la holganza.
Combinaciones imprevistas, hicieron que primero se construyeran las líneas férreas que ligarán al Norte, el Oeste, y el Sud, por la vía de este nombre, con la ciudad de Buenos Aires. QUILMES había quedado olvidado, co­mo si el espíritu del progreso moderno hubiese querido realizar en ella la promesa del Evangelio: LOS ÚLTIMOS SERÁN LOS PRIMEROS.
Y así ha sido, en verdad. Cuando el ferro carril dé la Boca y Ensenada llegó á sus puertas, con todas las inconveniencias que una línea mal atendida produce, Quilmes sintió un estremecimiento nervioso, que, como esos movimientos violentos que la reacción del marasmo producen, la impulsó al progreso.
Todo se transformó y el pueblo de las tradiciones legendarias de la conquista india, sintió el álito (sic) del pro­greso penetrar y dilatarse por sus venas.
Las viejas familias de la aristocracia porteña, que daban el tono á la sociabilidad argentina, que tuvieron allí sus dioses lares en las épocas primitivas, volvieron á postrarse ante los altares de sus creencias tradicionales; el pueblo de QUILMES, que nacía á la vida de la civi­lización, con el ferrocarril y el telégrafo por agentes de su progreso, reconstruyó sus edificios, renovó su templo y organizó todas las comodidades de su vida urbana, como si presintiera sus destinos futuros.
Hoy QUILMES no es una gran población. Seis ó siete mil almas se agitan allí permanentemente, doblándose su cifra en las estaciones del verano y de la primavera, pero, en cambio, su distribución como centro poblado, sus bases como ciudad, puede afirmarse que responden á las más exageradas exigencias de las ciudades, moder­nas.
Su defecto único, para nosotros, es lo que otros reco­nocen como una ventaja. Sus calles, perfectamente rectas, están metódica y simétricamente cortadas, de manera que QUILMES con­serva el tipo de las ciudades españolas, cuyo plano es siempre un damero.
Si de la distribución de la tierra urbana, en QUILMES, pasamos á la distribución de la tierra en todo el partido de ese nombre, entonces comprenderemos que QUILMES tiene sobre muchos puntos de la Provincia, hasta esa otra ventaja.
La futura Capital no puede situarse sobre tierras que tengan uno, dos ó tres propietarios esclusivos (sic) Coloquemos la nueva ciudad en una gran zona, bastante para producir un condado, que pertenezca á un solo propietario, y habremos establecido la esplotación (sic) como base del progreso posible de la Capital de la Pro­vincia. El feudalismo no ha muerto del todo. El pechero existe todavía en el arrendatario del gran señor.
Buenos Aires no puede hacer su Capital, tributaria de los intereses de uno ó de algunos particulares. La manera de fomentar el desarrollo de la futura Capital es hacer que tengan interés en su engrandecimiento el mayor número de individuos posibles. Si se entrega la tierra á la esplotación (sic) de unos pocos, es seguro que el atraso será la consecuencia de esa es­plotacion (sic) Hay problemas agrarios que no los resuelven ni las combinaciones de los hombres ni la implacable (sic) mano de los siglos.
La Irlanda feniana (nacionalistas irlandeses que se oponían al dominio británico sobre Irlanda, ver bibliografía), la Irlanda que gime, pidiendo á la tierra su alimento, en ese pan ya elaborado por el cielo, que llamamos la papa, lucha disputando á los se­ñores del suelo, la área que produce el producto que ella fecunda coa su sudor y con su sangre; y cuando, en medio del horror de la matanza, se eleva un himno de HOSSANNA, es para Parmantier (Antoine Augustin Parmentier, Montdidier, 17 de agosto de 1737 - París, 17 de diciembre de 1813 - fue un agrónomo, naturalista, nutricionista e higienista), el que trajo la papa, ignorada en la India, á las poblaciones de la Europa, para que sir­viera de sustento, barato y fuerte, á las muchedumbres acosadas por el hambre.
No, la nueva ciudad debe situarse sobre una tierra ya fraccionada, ya dividida, ya fecundada con la labor del hombre, que ama el suelo y se liga á sus productos.
Quilmes se encuentra en esas condiciones; y como si hasta en sus ínfimos detalles quisiese probar su escelencia (sic), la papa de Quilmes tiene en los mercados un precio más alto que la de cualquier otro punto de la Provincia.
El partido de QUILMES es pequeño, en su estención (sic) y, sin embargo, su tierra está tan subdividida, que no hay persona, no hay señor, que pudiera pesar en el desarro­llo futuro de aquella comarca. Todos sus numerosos propietarios tienen interés personal y directo en multiplicar los elementos de su riqueza privada, de manera que, el día en que la Capital allí se instalase, todos ellos serian los más fervientes obreros del adelanto de la nueva ciudad.
En una estensión (sic) que apenas se dilata al Sud en ocho leguas y dos al Oeste, Quilmes tiene mil trescientos se­senta propietarios que pagan contribución directa.
La subdivisión de la tierra se ha hecho allí de tal manera, que bastará un pequeño impulso para que los propietarios se multipliquen y cien mil habitantes for­men la base de la nueva ciudad. ¡4360 propietarios, representan cinco mil familias!
- X - 
En el desenvolvimiento futuro de los acontecimientos de América, la ciudad de Buenos Aires tiene que desem­peñar un papel sumamente importante. Las poblaciones que, como ella, se encuentran situa­das á la margen de grandes ríos, tienen oculto, entre las brumas del porvenir, un destino grandioso, semejante á las predestinaciones, que se realizan en un día indeterminado.
La Capital de la Provincia de Buenos Aires, cuando estaba sujeta á la jurisdicción provincial, era una encar­nación bisexa, que reconocía muchas fuentes de rápido desarrollo; pero también muchas rémoras que detenían su progreso.
El localismo porteño era combatido por el egoísmo provinciano y las fuerzas poderosas de la Nación Argentina, perdiéndose y dilatándose en todos los ámbitos de la Nación, no se concentraron en Buenos Aires, tal vez por temor de dar demasiada grandeza á una simple Ca­pital de Provincia.
Hoy las circunstancias han cambiado. Buenos Aires es la Capital de la República Argentina; y los que ama­mos esta tierra, en su unidad nacional, sin pequeñas di­visiones geográficas antagónicas, tenemos que desear y aspirar, que la Capital de la República Argentina, llene la alta misión que el destino le ha señalado en el porve­nir de America.
Dupuy dice que las rejiones (sic) templadas “tienen mayor población que los climas glaciales ó tórridos”; y Buenos Aires, que debe su nombre á la escelencia (sic) de su clima, tiene que ser una ciudad de inmensa, población.
La atracción de los grandes centros es siempre pode­rosa; y la Capital actual de la República Argentina, es­tá señalada, por su posision (sic) geográfica, por sus propios elementos de engrandecimiento, por el rápido crecimien­to de su población, á ejercer una influencia decisiva en gran parte de la América Latina.
Bolivia, Brasil, Paraguay, y República Oriental, tienen que buscar forzosamente el apoyo de la gran ciudad porque la opinión y la fuerza de la República Argentina, serán siempre gobernadas por el sentimiento de su Ca­pital.
Dueño del Atlántico, y con tendencias sinceras á con­solidar su organización, la República Argentina tiene que aventajar los progresos de todas sus limítrofes. El Brasil es un imperio demasiado vasto para que conserve su integridad después de la muerte de Pedro II. La idea y el ejemplo republicano de sus vecinos, en­cendió en Rio Grande la tea revolucionaria, que ha comu­nicado el incendio hasta las lejanas Provincias del Norte Brasilero. El día en que el monarca amado por su ilustración y su benevolencia, desaparezca, las muche­dumbres del Brasil se sentirán influenciadas por los prestigios de la forma republicana, y no se conformarán fácilmente con el gobierno del Príncipe d‘Eu, esposo de la Princesa Imperial.
Guillermo d' Orange, que funda una dinastía en Ingla­terra, tenia á su espalda sus grandes hechos en defensa de su Holanda valerosa. Pero, el Principe d‘Eu no tiene, para los brasileros ni siquiera el prestigio de una raza reinante. Descendiente de reyes, sus antepasados y sus coetáneos están desterrados del trono y cuando la revolución re­publicana no les persigue, los monarcas celosos les obligan á espatriarse (sic)
En tanto, pues, que la República Argentina consolide sus fuerzas y sus elementos de poder y de riqueza; en tanto que la ciudad de Buenos Aires se engrandezca, por los medios de los elementos que la Nación acumule en su seno, reconociéndola como su indisputable centro cientí­fico, financiero y político, en tanto, en fin, que el tiempo hace su obra cruel y fatal, destruyendo emperadores é imperios, la Capital de la República seguirá estendien­do (sic) su influencia sobre sus limítrofes.
No se trata por ahora, de reconstruir el Virreinato de la Plata. Se trata de afianzar los límites actuales de la patria, obligando á los vecinos á respetarlos y conservar­los por interés propio. Como el Brasil, el Paraguay, Bolivia y la República Oriental, necesitan fomentar el desarrollo material y mo­ral de la ciudad de Buenos Aires.
Somos su refugio y su aliado, en los días del destierro y de la lucha por la libertad. Es en el seno de nuestra gran ciudad donde sus esta­distas y sus escritores perseguidos, protestan contra las traiciones y contra las tiranías de sus patrias.
Somos nosotros, quienes vinculados á la América por el sentimiento de la fraternidad, nos asociamos á sus protestas, compartimos sus sentimientos y confundimos nuestros esfuerzos y nuestras preces con todas sus gran­des causas.                              Jamás hemos sido para ellos, un estraño (sic). Siempre nos miraron como al jefe de la familia, que no tiene de­recho de mezclarse en las querellas de su hogar emancipado; pero á quien deben consultar y de quien deben esperar mucho, en los días de la tribulación y de la desgracia.
Pero, en esos instantes supremos en que las almas se comunican sus aspiraciones y sus desfallecimientos; en esas horas eternas en que la esperanza se esfuerza por sostener al desaliento, ninguno de nuestros vecinos in­ternacionales piensa en la República. Todos se ocupan solo de Buenos Aires.
Es la Europa preocupada de París, sin detenerse á pensarlo que opinará la Francia. Y esta atracción poderosísima del centralismo de Buenos Aires, debe detenernos á reflexionar á los que, amando tanto a la República Argentina, tenemos empeño que el nombre y la influencia de la Provincia de Buenos Aires no desaparezcan.
Para el envidioso dominador del Pacífico, la Argentina es solo Buenos Aires. Nosotros necesitarnos hacer que para los Argentinos, Buenos Aires exista como Capital internacional;  necesitamos prestarle todo el concurso de nuestra vida y de fuerza, para que su poder crezca con la rapidez asombrosa de Brooklyn y de Chicago. […] necesitamos también ayudar su influencia, con el engrandecimiento del territorio que nos queda bajo dominio y la jurisdicción provincial.
Es menester aunar todos los esfuerzos porteños para la Provincia una Capital capaz de ser una gran en pocos años.
[…] poblacion aumentada día á día, debe preocupar de una manera especial, pero es forzoso reconocer a la poblacion no puede hacerse por medios artificia ni por halagos de promesas imposibles.
[…] se colocase la capital en cualquier punto lejano del interior de la Provincia, la población no acorrería á  […] como hoy no acorre la inmigración á nuestras Provincias interiores. La progresión creciente de nuestras poblaciones litorales no está en proporción con el crecimiento de las posiciones mediterráneas.
QUILMES podría desarrollar sus elementos de engran­decimiento en un grado que no guardaría relación con punto cualquiera de la Provincia, pero hay motivos especiales para ello, motivos que toman su origen en la situación actual de aquel punto. Para el crecimiento rápido de las poblaciones, es elemento indispensable, la comodidad de la vida, la sociabilidad, diremos así, que reúnen las familias y […] los elementos del progreso.
En el curso de estos escritos, hemos hablado alguna vez de la influencia que esos accidentes ejercen sobre las ciudades y hemos declarado que pensamos que, en nuestra época, no es posible improvisar, en las nuevas capitales, una sociedad cosmopolita y heterogénea, sin oponerse á la esplotación (sic) de los aventureros.
QUILMES tiene, sobre todas las demás agrupaciones existentes una ventaja indisputable. Su base de población tiene escritos los orígenes de las principales familias de Buenos Aires. Primera Reducción en la historia de la conquista de esta parte de América, tienen allí también su asiento las primeras familias que después sirvieron para poblar á Buenos Aires.
Parage (sic) de recreo y de paseo, en las épocas de calor, QUILMES puede fácilmente convertirse en un lugar vera­niego, en una ciudad de engrandecimiento creciente, con verdaderas fuentes de población entre las familias de sus antiguos moradores.
La manera como la propiedad está allí dividida, el número de habitaciones y de hogares construidos, su […] misma de esta ciudad y, en una palabra, to­dos los elementos propios de que hoy ya dispone QUILMES, autorizan á fundar grandes esperanzas en su desarrollo rápido.
Y, para la misma Capital de la República, el engrandecimiento de QUILMES, sería una ventaja. Si una gran ciudad se alzase á tan corta distancia de la ciudad de Buenos Aires, la influencia que esta tiene que ejercer so­bre los destinos de América, seria natural y Iónicamente aumentada; porque el poder material y moral de la Ca­pital de la República, se sentirían multiplicados por el poder material y moral de la vecina Capital de la Pro­vincia.
QUILMES, por las tradiciones de su propia población, atraería inmediatamente á su seno, si fuese designada como Capital, inmenso húmero de nuevos pobladores; porque ya tienen arraigo allí gran número de familias que hoy se encuentran en Buenos Aires.
Desde sus primeros pasos, la nueva Capital en QUILMES, tendría hábitos de ciudad; porque, constituida ella con los mismos elementos de la sociedad porteña, no ha­bría cambio violento de costumbres sociales, sino que por el contrario, aquella población sería solo una conti­nuación de esta, sociolójicamente (sic) hablando.
Y como no habría facilidades de comunicaciones du­rante la noche, entre la Capital de la República y QUILMES si fuese Capital de la Provincia; el resultado forzoso seria hacer, en esta última, cómoda y agradable la vida de pueblo, por medio de la organización de centros so­ciales, teatros, clubs, etc., todo lo que serviría para fomentar el rápido crecimiento de la nueva población.
Llevadas á QUILMES las autoridades y oficinas públi­cas de la Provincia, desde su instalación tendrían fáci­les elementos de gobierno y de acción, no solo por el número de familias y hombres competentes que se insta­larían definitivamente allí, sino porque hoy mismo QUIL­MES tiene, entre sus actuales propietarios y pobladores vecinos capaces de ocupar cualquier puesto en una ad­ministración regular y honrada.
No es necesario tener profundos conocimientos, para afirmar .que, en los intereses positivos de la Provincia de Buenos Aires, está el fomentar el más creciente desar­rollo de su nueva Capital. La influencia política de Buenos Aires, como Provincia, depende esclusivamente (sic) de su importancia material en el porvenir; y no hay gran importancia posible, sin que un centro poderoso sirva de núcleo á todas las manifestaciones de la inte­ligencia, de la riqueza y de la política.
Ese núcleo no ha de formarse en pocos añas, si la Capital que se elija no tiene de antemano, alguna base tradicional de población permanente. Para esto, no basta que exista un número, más ó menos grande, de pobladores; es menester que esos pobladores, sean de aquellos que, teniendo vínculos directos y actuales con la ciudad de Buenos Aires, atraigan á la nueva capital, con sus familias, los actuales hábitos sociales de esta capital.
Sería muy fácil encontrar en cualquier rumbo de la provincia, una reunión de vecinos, capaz de servir de núcleo á una población floreciente; pero no es fácil en­contrar, ya preparado, el núcleo de pobladores necesa­rio para hacer una gran ciudad.
Chivilcoy, con su población actual, tiene más habitantes que QUILMES; pero Chivilcoy ha atraído ya á su seno todos los pobladores que, de cualquier manera, tengan vínculos con los vecinos de aquel punto. No hay lazos directos, sino muy insignificantes, entre las familias de Chivilcoy y las familias de Buenos Aires. Las costumbres sociales de Chivilcoy, son distintas de las de Buenos Aires, y habría gran trabajo en hacer per­der los hábitos de aldea, á los que tienen por misión fundar una gran ciudad.
En cambio, en QUILMES, con menos pobladores que Chivilcoy, hay ya hecho y arraigado en el seno de las familias, todo lo que produce en Buenos Aires el confort y la comodidad de la vida; á tal estremo (sic) que las cos­tumbres sociales de aquel punto son tan iguales á la de esta ciudad, que los viajeros que de aquí van, tienen que ir prevenidos de que no van á un pueblo de campo, sino á una sociedad tan lujosa, tan ilustrada y tan sujeta á las exigencias (sic) del savoir vivre como Buenos Aires mismo.
Allí hay elementos de engrandecimiento, porque QUILMES ha sido fundado con los mismos elementos de Bue­nos Aires y entre los pueblos, como entre los hombres el desarrollo futuro puede conocerse desde la cuna. Hércules nació con doble musculatura
 (CONTINÚA EN LA SIGUIENTE NOTA – CAP. XI y XII) 
Digitalización, escaneo y configuración Prof. Chalo Agnelli
Gentileza del Prof. Claudio Schbib
Asociación Historiadores Los Quilmeros
Biblioteca Popular Pedro Goyena
Quilmes, agosto 2016
“QUILMES 10 AÑOS”

BIBLIOGRAFÍA PARA CONSULTAR 
Craviotto, José A. (1966) “Quilmes a través de los años”. Ed. Municipalidad de Quilmes.
Salmerón, Luis Arturo. “La Gran Hambruna irlandesa, 1845-1849”. https://relatosehistorias.mx 
Trujillo, Juana. “Breve historia de Antoine Augustin Parmentier y la patata” https://www.directoalpaladar.com 
Varela, Luis V.: (1877) “Debates de la Convención constituyente de Buenos Aires 1870-1873”. Publicación Oficial. Hecha bajo la dirección del convencional Luis V. Varela. Bs. As., La Tribuna, 1877. 2 Tomos 
Ver en EL QUILMERO del lunes, 17 de octubre de 2011, “William Wheelwright y una excursión fluvial por el Rio de La Plata hasta Ensenada”