“Quilmes, Capital futura de la Provincia” de Luis V. Varela
(1881), dividido en 10 notas consecutivas. La primera es una transcripción del
libro “Quilmes a través de los años”
del Dr. Craviotto. Las dos siguientes, corresponden a “los antecedentes”, la
biografía de Luis V. Varela, seguidas por 6 que presentan los 12 capítulos, la
última con la carta sobre la vegetación y la higiene del Dr. Carlos D.
Spegazzini y el plano y estudio del terreno por don José Benites. A
continuación se desarrolla la QUINTA
PARTE con los CAPÍTULOS IX y X (Chalo Agnelli)
La actitud asumida por el
Gobierno de la Provincia; sus medidas referentes á la nueva Capital, el número
y la condición de las obras públicas para ella proyectadas ó mandadas estudiar,
la atención preferente prestada por el Poder Ejecutivo á esta cuestión, desde
los primeros días de su inauguración, todo, todo, en una palabra, nos autoriza
á creer que quiere hacerse de la futura Capital, una gran ciudad. En ese sentido hemos venido
estudiando las condiciones que deben servirle de base.
Creemos habernos detenido
suficientemente, sobre algunas de esas condiciones que llamaremos esenciales;
pero hay otras que, aunque parezcan de detalle, tienen grave importancia en
este asunto.
Si se elije, como
pensamos que sucederá, un punto que no sea
hoy una ciudad construida,
sino solo rudimentos de una gran
ciudad, tendrá que tenerse muyen cuenta la manera como la tierra esté
distribuida en el punto elejido (sic)
Dos cuestiones graves, envuelve para
nosotros, este detalle de la distribución de la tierra. La primera se
refiere á la manera como esté subdividida la propiedad privada, en toda la
estensión (sic) del partido, y principalmente en los alrededores del punto que
se elija para asiento mediato de las autoridades. La segunda como lo este, la
misma Capital designada.
Tratemos estas
dos cuestiones separadamente. Partidarios decididos de QUILMES, para futura Capital, no nos
obstinamos en que la plaza del pueblo conocido con ese nombre, sea el centro
preciso de la nueva ciudad.
Desde Bernal
hasta Punta de Lara, hay una zona de terreno alto, permeable, higiénico, que
puede ser materia de estudios serios y complexos (sic), para adoptarse como base
de la gran Capital á construirse.
Pero, si se tomase la actual
población de QUILMES como
esa base, sería muy digno de notar que, ese pueblo que recuerda la primera reducción de una tribu
indigna, que señala la primera cruz cristiana clavada en lo alto de una colina,
para amparar con sus brazos estendidos (sic) la civilización de la tierra
conquistada, es también, tal vez la única en la Provincia de Buenos Aires, que
ha realizado instintivamente todas las aspiraciones de la higiene (sci), de la
comodidad y de la belleza en las poblaciones modernas.
Quilmes tiene calles de diez y ocho varas de ancho, sin
árboles, ni edificios de alturas eminentes,
que produzcan sombra ó impidan la circulación
del aire ó intercepten los rayos solares.
San Fernando presentaba, hace pocos
días, como uno de sus títulos prominentes, el ancho de sus calles de once
varas. ¿Qué diremos de esas calles de QUILMES, que dejan DIEZ Y OCHO varas, para que circulen la luz y el aire, indispensables
en las grandes poblaciones, porque producen la vida, el calor, y los colores?
La vejetacion (sic), que
se produce allí con lujuriosa exuberancia completa las ventajas que ofrecen
esas calles dilatadas; de manera que, ese centinela altísimo de la tierra
argentina, que mira constantemente al rio inmediato y al mar lejano, como el
atalaya celoso, ofrece también dentro de sus límites poblados, todas las
ventajas de las ciudades, que se preocupan de establecer el confortable para
sus habitantes, entregados á la molicie y á la holganza.
Combinaciones imprevistas,
hicieron que primero se construyeran las líneas férreas que ligarán al Norte,
el Oeste, y el Sud, por la vía de este nombre, con la ciudad de Buenos Aires. QUILMES había quedado olvidado,
como si el espíritu del progreso moderno hubiese querido realizar en ella la
promesa del Evangelio: LOS
ÚLTIMOS SERÁN
LOS PRIMEROS.
Y así ha sido, en verdad. Cuando
el ferro carril dé la Boca y Ensenada llegó á sus puertas, con todas las
inconveniencias que una línea mal atendida produce, Quilmes sintió un estremecimiento
nervioso, que, como esos movimientos violentos que la reacción del marasmo
producen, la impulsó al progreso.
Todo se transformó y el pueblo de las
tradiciones legendarias de la conquista india, sintió el álito (sic) del progreso
penetrar y dilatarse por sus venas.
Las viejas familias de la aristocracia porteña,
que daban el tono á la sociabilidad argentina, que tuvieron allí sus dioses
lares en las épocas primitivas, volvieron á postrarse ante los altares de sus creencias
tradicionales; el pueblo de QUILMES, que nacía á la
vida de la civilización, con
el ferrocarril y el telégrafo por agentes de su progreso,
reconstruyó sus edificios, renovó su templo y organizó
todas las comodidades de su vida urbana, como si presintiera
sus destinos futuros.
Hoy QUILMES no es una gran
población. Seis ó siete mil almas
se agitan allí permanentemente, doblándose su cifra en las estaciones del
verano y de la primavera, pero, en cambio, su distribución como centro poblado,
sus bases como
ciudad, puede afirmarse que responden á las más exageradas
exigencias de las ciudades, modernas.
Su defecto único, para nosotros, es
lo que otros reconocen como una ventaja. Sus calles, perfectamente
rectas, están metódica y simétricamente cortadas, de manera que QUILMES conserva
el tipo de las ciudades españolas, cuyo plano es siempre un damero.
Si de la distribución de la
tierra urbana, en QUILMES, pasamos á la distribución de la
tierra en todo el partido de ese nombre, entonces comprenderemos que QUILMES tiene sobre muchos puntos de la
Provincia, hasta esa otra ventaja.
La futura Capital no
puede situarse sobre tierras que tengan uno, dos ó tres propietarios esclusivos
(sic) Coloquemos la nueva ciudad en una gran zona, bastante para producir un condado,
que pertenezca á un solo propietario, y habremos establecido la esplotación
(sic) como base del progreso posible de la Capital de la Provincia. El
feudalismo no ha muerto del todo. El pechero existe todavía en el arrendatario
del gran señor.
Buenos Aires no puede
hacer su Capital, tributaria de los intereses de uno ó de algunos particulares.
La manera de fomentar el desarrollo de la futura Capital es hacer que tengan
interés en su engrandecimiento el mayor número de individuos posibles. Si se entrega
la tierra á la esplotación (sic) de unos pocos, es seguro que el atraso será la
consecuencia de esa esplotacion (sic) Hay problemas agrarios que no los
resuelven ni las combinaciones de los hombres ni la implacable (sic) mano de
los siglos.
La Irlanda feniana
(nacionalistas irlandeses que se oponían al dominio británico sobre Irlanda,
ver bibliografía), la Irlanda que gime, pidiendo á la tierra su alimento, en
ese pan ya elaborado por el cielo, que llamamos la papa, lucha disputando á los señores del suelo, la área
que produce el producto que ella fecunda coa su sudor y con su sangre; y
cuando, en medio del horror de la matanza, se eleva un himno de HOSSANNA, es para Parmantier (Antoine Augustin Parmentier,
Montdidier, 17 de agosto de 1737 - París, 17 de diciembre de 1813 - fue un
agrónomo, naturalista, nutricionista e higienista), el que trajo la papa, ignorada
en la India, á las poblaciones de la Europa, para que sirviera de sustento,
barato y fuerte, á las muchedumbres acosadas por el hambre.
No, la nueva ciudad debe situarse sobre
una tierra ya fraccionada, ya dividida, ya fecundada con la labor del hombre,
que ama el suelo y se liga á sus productos.
Quilmes se encuentra en
esas condiciones; y como si hasta en sus ínfimos detalles quisiese probar su
escelencia (sic), la papa de Quilmes tiene en
los mercados un precio más alto que la de cualquier otro punto de la Provincia.
El partido de
QUILMES es pequeño, en su estención (sic) y, sin embargo, su tierra está tan
subdividida, que no hay persona, no hay señor, que
pudiera pesar en el desarrollo futuro de aquella comarca. Todos sus numerosos
propietarios tienen interés personal y directo en multiplicar los elementos de
su riqueza privada, de manera que, el día en que la Capital allí se instalase,
todos ellos serian los más fervientes obreros del adelanto de la nueva ciudad.
En una estensión (sic) que apenas se
dilata al Sud en ocho leguas y dos al Oeste, Quilmes tiene mil
trescientos sesenta propietarios que pagan contribución directa.
La
subdivisión de la tierra se ha hecho allí de tal manera, que bastará un pequeño
impulso para que los propietarios se multipliquen y cien mil habitantes formen
la base de la nueva ciudad. ¡4360 propietarios, representan cinco mil familias!
- X -
En el desenvolvimiento futuro de
los acontecimientos de América, la ciudad de Buenos Aires tiene que desempeñar
un papel sumamente importante. Las poblaciones que, como ella, se encuentran
situadas á la margen de grandes ríos, tienen oculto, entre las brumas del
porvenir, un destino grandioso, semejante á las predestinaciones, que se
realizan en un día indeterminado.
La Capital de la Provincia de
Buenos Aires, cuando estaba sujeta á la jurisdicción provincial, era una encarnación
bisexa, que reconocía muchas fuentes de rápido desarrollo; pero también muchas
rémoras que detenían su progreso.
El localismo porteño era
combatido por el egoísmo provinciano y las fuerzas poderosas de la Nación
Argentina, perdiéndose y dilatándose en todos los ámbitos de la Nación, no se
concentraron en Buenos Aires, tal vez por temor de dar demasiada grandeza á una
simple Capital de Provincia.
Hoy las circunstancias han
cambiado. Buenos Aires es la Capital de la República Argentina; y los que amamos
esta tierra, en su unidad nacional, sin pequeñas divisiones geográficas
antagónicas, tenemos que desear y aspirar, que la Capital de la República
Argentina, llene la alta misión que el destino le ha señalado en el porvenir
de America.
Dupuy dice que las rejiones (sic)
templadas “tienen mayor población que los climas glaciales ó tórridos”; y
Buenos Aires, que debe su nombre á la escelencia (sic) de su clima, tiene que
ser una ciudad de inmensa, población.
La atracción de los grandes centros
es siempre poderosa; y la Capital actual de la República Argentina, está
señalada, por su posision (sic) geográfica, por sus propios elementos de
engrandecimiento, por el rápido crecimiento de su población, á ejercer una
influencia decisiva en gran parte de la América Latina.
Bolivia, Brasil, Paraguay, y
República Oriental, tienen que buscar forzosamente el apoyo de la gran ciudad
porque la opinión y la fuerza de la República Argentina, serán siempre
gobernadas por el sentimiento de su Capital.
Dueño del Atlántico, y con
tendencias sinceras á consolidar su organización, la República Argentina tiene
que aventajar los progresos de todas sus limítrofes. El Brasil es un imperio
demasiado vasto para que conserve su integridad después de la muerte de Pedro
II. La idea y el ejemplo republicano de sus vecinos, encendió en Rio Grande la
tea revolucionaria, que ha comunicado el incendio hasta las lejanas Provincias
del Norte Brasilero. El día en que el monarca amado por su ilustración y su
benevolencia, desaparezca, las muchedumbres del Brasil se sentirán
influenciadas por los prestigios de la forma republicana, y no se conformarán
fácilmente con el gobierno del Príncipe d‘Eu, esposo de la Princesa Imperial.
Guillermo d' Orange, que funda
una dinastía en Inglaterra, tenia á su espalda sus grandes hechos en defensa
de su Holanda valerosa. Pero, el Principe d‘Eu no tiene, para los brasileros ni
siquiera el prestigio de una raza reinante. Descendiente de reyes, sus
antepasados y sus coetáneos están desterrados del trono y cuando la revolución
republicana no les persigue, los monarcas celosos les obligan á espatriarse
(sic)
En tanto, pues, que la República
Argentina consolide sus fuerzas y sus elementos de poder y de riqueza; en tanto
que la ciudad de Buenos Aires se engrandezca, por los medios de los elementos
que la Nación acumule en su seno, reconociéndola como su indisputable centro
científico, financiero y político, en tanto, en fin, que el tiempo hace su
obra cruel y fatal, destruyendo emperadores é imperios, la Capital de la
República seguirá estendiendo (sic) su influencia sobre sus limítrofes.
No se trata por ahora, de
reconstruir el Virreinato de la Plata. Se trata de afianzar los límites
actuales de la patria, obligando á los vecinos á respetarlos y conservarlos
por interés propio. Como el Brasil, el Paraguay, Bolivia y la República
Oriental, necesitan fomentar el desarrollo material y moral de la ciudad de
Buenos Aires.
Somos su refugio y su aliado, en
los días del destierro y de la lucha por la libertad. Es en el seno de nuestra
gran ciudad donde sus estadistas y sus escritores perseguidos, protestan
contra las traiciones y contra las tiranías de sus patrias.
Somos nosotros, quienes
vinculados á la América por el sentimiento de la fraternidad, nos asociamos á
sus protestas, compartimos sus sentimientos y confundimos nuestros esfuerzos y
nuestras preces con todas sus grandes
causas. Jamás hemos sido para ellos, un
estraño (sic). Siempre nos miraron como al jefe de la familia, que no tiene derecho
de mezclarse en las querellas de su hogar emancipado; pero á quien deben
consultar y de quien deben esperar mucho, en los días de la tribulación y de la
desgracia.
Pero, en esos instantes supremos
en que las almas se comunican sus aspiraciones y sus desfallecimientos; en esas
horas eternas en que la esperanza se esfuerza por sostener al desaliento,
ninguno de nuestros vecinos internacionales piensa en la República. Todos se
ocupan solo de Buenos Aires.
Es la Europa preocupada de París,
sin detenerse á pensarlo que opinará la Francia. Y esta atracción poderosísima
del centralismo de Buenos Aires, debe detenernos á reflexionar á los que,
amando tanto a la República Argentina, tenemos empeño que el nombre y la
influencia de la Provincia de Buenos Aires no desaparezcan.
Para el envidioso dominador del
Pacífico, la Argentina es solo Buenos Aires. Nosotros necesitarnos hacer que
para los Argentinos, Buenos Aires exista como Capital internacional;
necesitamos prestarle todo el concurso de nuestra vida y de fuerza, para que su
poder crezca con la rapidez asombrosa de Brooklyn y de Chicago. […] necesitamos
también ayudar su influencia, con el engrandecimiento del territorio que nos
queda bajo dominio y la jurisdicción provincial.
Es menester aunar todos los
esfuerzos porteños para la Provincia una Capital capaz de ser una gran en pocos
años.
[…] poblacion aumentada día á
día, debe preocupar de una manera especial, pero es forzoso reconocer a la
poblacion no puede hacerse por medios artificia ni por halagos de promesas
imposibles.
[…] se colocase la capital en
cualquier punto lejano del interior de la Provincia, la población no acorrería
á […] como hoy no acorre la inmigración á nuestras Provincias interiores.
La progresión creciente de nuestras poblaciones litorales no está en proporción
con el crecimiento de las posiciones mediterráneas.
QUILMES podría desarrollar sus
elementos de engrandecimiento en un grado que no guardaría relación con punto
cualquiera de la Provincia, pero hay motivos especiales para ello, motivos que
toman su origen en la situación actual de aquel punto. Para el crecimiento
rápido de las poblaciones, es elemento indispensable, la comodidad de la vida,
la sociabilidad, diremos así, que reúnen las familias y […] los elementos del
progreso.
En el curso de estos
escritos, hemos hablado alguna vez de la influencia que esos accidentes ejercen
sobre las ciudades y hemos declarado que pensamos que, en nuestra época, no es
posible improvisar, en las nuevas capitales, una sociedad cosmopolita y
heterogénea, sin oponerse á la esplotación (sic) de los aventureros.
QUILMES tiene, sobre todas las
demás agrupaciones existentes una ventaja indisputable. Su base de población
tiene escritos los orígenes de las principales familias de Buenos Aires.
Primera Reducción en la historia de la conquista de esta parte de América,
tienen allí también su asiento las primeras familias que después sirvieron para
poblar á Buenos Aires.
Parage (sic) de recreo y de
paseo, en las épocas de calor, QUILMES puede fácilmente convertirse en un lugar
veraniego, en una ciudad de engrandecimiento creciente, con verdaderas fuentes
de población entre las familias de sus antiguos
moradores.
La manera como la propiedad está
allí dividida, el número de habitaciones y de hogares construidos, su […] misma
de esta ciudad y, en una palabra, todos los elementos propios de que hoy ya
dispone QUILMES, autorizan á fundar grandes esperanzas en su desarrollo rápido.
Y, para la misma Capital de la
República, el engrandecimiento de QUILMES, sería una ventaja. Si una gran
ciudad se alzase á tan corta distancia de la ciudad de Buenos Aires, la
influencia que esta tiene que ejercer sobre los destinos de América, seria
natural y Iónicamente aumentada; porque el poder material y moral de la Capital
de la República, se sentirían multiplicados por el poder material y moral de la
vecina Capital de la Provincia.
QUILMES, por las tradiciones de
su propia población, atraería inmediatamente á su seno, si fuese designada como
Capital, inmenso húmero de nuevos pobladores; porque ya tienen arraigo allí gran
número de familias que hoy se encuentran en Buenos Aires.
Desde sus primeros pasos, la
nueva Capital en QUILMES, tendría hábitos de ciudad; porque, constituida ella
con los mismos elementos de la sociedad porteña, no habría cambio violento de
costumbres sociales, sino que por el contrario, aquella población sería solo
una continuación de esta, sociolójicamente (sic) hablando.
Y como no habría facilidades de
comunicaciones durante la noche, entre la Capital de la República y QUILMES si
fuese Capital de la Provincia; el resultado forzoso seria hacer, en esta
última, cómoda y agradable la vida de pueblo, por medio de la organización de centros
sociales, teatros, clubs, etc., todo lo que serviría para fomentar el rápido
crecimiento de la nueva población.
Llevadas á QUILMES las
autoridades y oficinas públicas de la Provincia, desde su instalación tendrían
fáciles elementos de gobierno y de acción, no solo por el número de familias y
hombres competentes que se instalarían definitivamente allí, sino porque hoy
mismo QUILMES tiene, entre sus actuales propietarios y pobladores vecinos
capaces de ocupar cualquier puesto en una administración regular y honrada.
No es necesario tener profundos
conocimientos, para afirmar .que, en los intereses positivos de la Provincia de
Buenos Aires, está el fomentar el más creciente desarrollo de su nueva
Capital. La influencia política de Buenos Aires, como Provincia, depende
esclusivamente (sic) de su importancia material en el porvenir; y no hay gran
importancia posible, sin que un centro poderoso sirva de núcleo á todas las
manifestaciones de la inteligencia, de la riqueza y de la política.
Ese núcleo no ha de formarse en
pocos añas, si la Capital que se elija no tiene de antemano, alguna base
tradicional de población permanente. Para esto, no basta que exista un número,
más ó menos grande, de pobladores; es menester que esos pobladores, sean de
aquellos que, teniendo vínculos directos y actuales con la ciudad de Buenos
Aires, atraigan á la nueva capital, con sus familias, los actuales hábitos
sociales de esta capital.
Sería muy fácil encontrar en
cualquier rumbo de la provincia, una reunión de vecinos, capaz de servir de
núcleo á una población floreciente; pero no es fácil encontrar, ya preparado,
el núcleo de pobladores necesario para hacer una gran ciudad.
Chivilcoy, con su población actual,
tiene más habitantes que QUILMES; pero Chivilcoy ha atraído ya á su seno todos
los pobladores que, de cualquier manera, tengan vínculos con los vecinos de
aquel punto. No hay lazos directos, sino muy insignificantes, entre las
familias de Chivilcoy y las familias de Buenos Aires. Las costumbres sociales
de Chivilcoy, son distintas de las de Buenos Aires, y habría gran trabajo en
hacer perder los hábitos de aldea, á los que tienen por misión fundar una gran
ciudad.
En cambio, en QUILMES, con menos
pobladores que Chivilcoy, hay ya hecho y arraigado en el seno de las familias,
todo lo que produce en Buenos Aires el confort y la comodidad de la vida; á tal
estremo (sic) que las costumbres sociales de aquel punto son tan iguales á la
de esta ciudad, que los viajeros que de aquí van, tienen que ir prevenidos de
que no van á un pueblo de campo, sino á una sociedad tan lujosa, tan ilustrada
y tan sujeta á las exigencias (sic) del savoir vivre como Buenos Aires mismo.
Allí hay elementos de
engrandecimiento, porque QUILMES ha sido fundado con los mismos elementos de
Buenos Aires y entre los pueblos, como entre los hombres el desarrollo futuro
puede conocerse desde la cuna. Hércules nació con doble musculatura
(CONTINÚA
EN LA SIGUIENTE NOTA – CAP. XI y XII)
Digitalización,
escaneo y configuración Prof. Chalo Agnelli
Gentileza
del Prof. Claudio Schbib
Asociación
Historiadores Los Quilmeros
Biblioteca
Popular Pedro Goyena
Quilmes,
agosto 2016
“QUILMES
10 AÑOS”
BIBLIOGRAFÍA PARA CONSULTAR
Craviotto, José
A. (1966) “Quilmes a través de los años”.
Ed. Municipalidad de Quilmes.
Salmerón, Luis Arturo.
“La Gran Hambruna irlandesa, 1845-1849”. https://relatosehistorias.mx
Trujillo, Juana. “Breve historia de Antoine Augustin
Parmentier y la patata” https://www.directoalpaladar.com
Varela, Luis
V.: (1877) “Debates de la Convención
constituyente de Buenos Aires 1870-1873”. Publicación Oficial. Hecha bajo
la dirección del convencional Luis V. Varela. Bs. As., La Tribuna, 1877. 2
Tomos
Ver en EL QUILMERO del lunes, 17 de octubre de 2011, “William Wheelwright y una excursión fluvial
por el Rio de La Plata hasta Ensenada”