1968 fue el año de los primeros trasplantes de páncreas y de corazón en nuestro país; el de la visita de Indira Ghandi a Buenos Aires y el de la obtención del título de mediano juniors de Nicolino Locche, acontecimientos que conmocionaron a la sociedad argentina.
Ese año estaba al frente de la Municipalidad de Quilmes el Comisionado Cdro. Dante Ferrero, funcionario de facto que a nivel nacional encabezaba el Gral. Juan Carlos Onganía.
Los vecinos leían la prensa nacional y escuchaban las radios capitalinas. Los noticieros televisivos se veían en blanco y negro por la noche. No habían irrumpido aún las emisoras de frecuencia modulada y el mundo digital pertenecían al futuro.
En esa época los quilmeños más ávidos del quehacer local, se informaban a través de las páginas del diario “El Sol”, fundado en 1927, por José Antonio Blanco. También se leía, menos, el periódico “La Lealtad” que desde 1949, dirigía Alfredo Faggiano y circulaban medios como el varelense “Cruz del Sur” de Alberto Masserdotti, “El Municipio”, diario capitalino de distribución en las comunas del Gran Buenos Aires, dirigido por Raúl Armagno Cosentino y algunos otros.
Funcionaba el Círculo de la Prensa de Quilmes desde 1949, donde se agrupaba la gente vinculada con los medios. Algunos corresponsales de publicaciones nacionales eran Ángel Torrado del diario “Clarín” y Antonio García del diario “La Nación”.
Ernesto Fernández Navale y Oscar Bousíguez durante la 23° asamblea del Círculo de la Prensa de Quilmes.
El Sr. González, responsable del sector contable de Enfoques, tercero de derecha a izquierda, durante una asamblea del Círculo de la Prensa. |
Comenzó su aparición bajo la dirección de Domingo Costa y en su logotipo tenía impresa la definición de su propuesta: “Testigo dinámico de la ‘nueva’ zona sur”.El periódico se imprimía en La Plata, en los talleres gráficos de la firma presidida por David Kraiselburd que editaba su diario “El Día”.
A principios de 1970, uno de los accionistas, Tomás Ignacio Giráldez, compró “Enfoques” y pasó a dirigirlo. Así fue que el 29 de junio de ese año sus páginas anunciaban que suspendería la aparición por unos días, para ajustar detalles de la instalación del taller de impresión propio.
La dirección, administración y redacción estuvieron en una antigua vivienda ubicada en 25 de Mayo y Moreno. También funcionaba allí el taller donde se instalaron una rotativa, cuatro linotipos, las cajas con distintos cuerpos y estilos de tipografía, una máquina Ludlow para componer los títulos y las mesas con las ramas sobre las que se armaba cada página manualmente. Por un portón sobre la calle Moreno se ingresaban las grandes bobinas de papel. El ambiente del taller siempre olía a tinta.
Linotipista en plena tarea. Probablemente se trate del taller de Enfoques (imagen de la revista Periscopio, 1970). |
TOMÁS IGNACIO GIRÁLDEZ
Se enorgullecía de pertenecer a una quinta generación de quilmeños; de hecho un antepasado suyo, don Tomás Giráldez, había sido Juez de Paz. [2]
El nuevo propietario de “Enfoques” había heredado una fortuna que le permitió comprar el diario. Junto con ella había recibido una biblioteca con más de cuarenta mil libros.
En el período en que dirigió “Enfoques”, residía con su esposa Virginia, recordada partera quilmeña, en la calle Tucumán a pasos de Andrés Baranda. Allí estaban la habitación con estantes que cubrían las paredes desde el piso al techo llenos de libros, los muebles conteniendo colecciones de historia y mesas con montones de ejemplares apilados.
Con el matrimonio vivían una criada con su hijo Luis - que hacía los mandados domésticos y oficiaba de cadete en la Redacción - y tres o cuatro muchachas que ayudaban en los quehaceres domésticos. Un número variable de perros, que no bajaba de cinco, completaban el cuadro de habitantes de la casa.
La rutina de Giráldez era llegar al diario cerca del mediodía después de desayunar tardíamente. Ocupaba una gran mesa siempre llena de papeles sobre los que caía la ceniza de sus cigarrillos, esos que le habían teñido los dedos de nicotina. Allí atendía las visitas, el teléfono y daba directivas para la edición diaria.
Generalmente no almorzaba y volvía a la casa a merendar con su benévola esposa y el personal que la acompañaba, compartiendo la pastelería que ella preparaba con amorosa dedicación.
Luego regresaba al diario por un rato y partía después a alguno de los lugares donde jugaba a los naipes. Frecuentaba los garitos y en ellos probablemente dejó su fortuna.
Tomás Giráldez
Giráldez diariamente dictaba al cronista que estuviera cerca, una columna que iba recuadrada en primera página en todas las ediciones. Era el “Buen día Gobernador”, título que incluía elogios hasta la adulación, al brigadier Miguel Moragues,[3] gobernador de facto. Acuñó para él la frase: “el gobernador Moragues vuela a la altura de los cóndores”, que solía escribir sin pudor.
En los párrafos que seguían al saludo, planteaba un pedido para beneficiar a una institución meritoria o alguna persona necesitada. Al poco tiempo se materializaba la respuesta, así fuera la cocina para una guardería, el mimeógrafo para una escuela, equipos para un cuartel de bomberos y otros elementos que satisfacían una demanda. Los halagos del “Buen día gobernador” siempre surtían el efecto buscado.
Cuando estaba impresa la edición en las primeras horas del día, un personaje amable retiraba los primeros ejemplares y rumbeaba a la estación ferroviaria. Era Jorge Carcellés, ex boxeador de Avellaneda que vivía en Quilmes, donde había desarrollado su actividad deportiva. Entonces rondaría los cincuenta años y su cara sonrosada se notaba que tenía el tabique nasal fracturado, que había dado origen al sobrenombre “Ñato”, por el que era conocido.
El “Ñato” Carcellés tomaba un tren a La Plata de madrugada y cuando llegaba se iba caminando hasta la Casa de Gobierno. Allí dejaba diariamente los ejemplares destinados al Brig. Moragues. A veces regresaba a la Redacción portando algún sobre o comentario para Giráldez. En muchas oportunidades el sobre contenía una disposición gubernamental prioritaria para su publicación o la solución a algún pedido formulado en el “Buen día gobernador” en días anteriores.
Ese vínculo provincial favoreció la llegada de avisos publicitarios oficiales para “Enfoques”, que también se divulgaban en otros medios. Y cuando Moragues visitaba Quilmes dedicaba un rato al obsequioso director del diario; inclusive lo visitaba en su casa.
La obsecuencia convirtió a Giráldez en una persona tenida en cuenta y a su diario en un espacio influyente. Así, no era raro ver en la Redacción a funcionarios, políticos, gremialistas, dirigentes de entidades y empresarios, en conversación con el dueño de casa.
LOS QUE PASARON POR LA REDACCIÓN
Los editoriales sobre temas de actualidad eran escritos por Tomás Ángel Aguilar, un comisario inspector retirado, que había ejercido el periodismo y escribía muy bien.
Vivía con la esposa en La Plata, madrugaba para leer los diarios nacionales y “El Día” de su ciudad y elaboraba una interpretación de la realidad político-social del momento, que escribía en una página de tamaño oficio. Lo hacía sobre hojas de papel de calcar, usando carbónicos para obtener varias copias.
En la mañana temprano partía rumbo a la Municipalidad de Berazategui, donde pasaba por el despacho del Intendente y del Secretario de Gobierno para dejarle un ejemplar de ese informe a cada uno. Luego se dirigía a la Redacción de “Enfoques” a dar otra copia y el editorial del día siguiente al director del diario. Desde allí se iba al Ministerio de Defensa a entregar el mismo análisis.
Era un itinerario de cierta exigencia y estrés para una persona mayor, que él neutralizaba los fines de semana practicando tenis, una actividad que disfrutaba. Y alguna vez contó que durante una estadía en Mar del Plata había jugado con Guillermo Vilas, en los comienzos de su notable carrera deportiva. Tomás Aguilar era en ese tiempo una suerte de eminencia gris que descifraba lo que ocurría en el país y lo analizaba para esos lectores con los que tenía acceso directo. Ellos prestaban atención a sus comentarios y a veces lo consultaban, ya que él solía responder con opiniones equidistantes si se trataba de un conflicto y con mesura inteligente para asuntos de otra índole.
Fue un pionero de las newsletters reservadas[4]. En esos años, Jorge Vago desde su “Prensa confidencial” tenía un lema para sus suscriptores: “Yo le digo en qué dirección salta el gato; ahora usted se ocupará del gato”. Esa frase podría resumir los informes de Aguilar.
Otro integrante del equipo permanente era David Tolzes, quien se había desempeñado en “El Ariete”,[5] la publicación del Partido Socialista. Tolzes era el encargado de cerrar la edición. Con su pipa y los ojitos pequeños detrás de los lentes gruesos y mucho aumento, lidiaba con la muchachada que arremetía.
Después, un grupo de jóvenes que dábamos los primeros pasos profesionales, como Alejandro Claudio Tarruella, Mabel Liliana Rivero, Isabel Posse Domínguez y quien escribe esta nota, pertenecíamos al elenco más o menos estable de la Redacción. La página de sociales, fueran nacimientos, matrimonios, viajeros, despedidas, etc. la hacía Pedro Horacio Coluccio, quien asistía a todos los brindis y ágapes a los que podía concurrir. Por ello era motivo de bromas diarias y algún desdén de los cronistas que considerábamos que lo suyo no era periodismo, sobre todo si sobre el cierre de edición – cuando nos habíamos retirado los cronistas - hacía levantar alguna nota para incluir un cumpleaños o un asunto similar.
Del grupo de redactores, Alejandro Tarruella desarrolló una importante trayectoria periodística en el país y el exterior. También publicó libros de poesía y ensayo. Durante su paso por “Enfoques” fue padre de Ramón, su primer hijo, y escribió una “Cantata”.
Las fotografías eran sacadas por Alfredo San José [6] y Carlos Scott, [7] a quienes se convocaba cuando era necesario. San José, querido y recordado, estaba siempre atento en su taller de Brandsen y Moreno, a pocas cuadras del diario. Y Scott residía algo más lejos, pero acudía rápidamente y dispuesto a colaborar. Si ninguno de los dos podía concurrir, Alberto Videla con la cámara y en su motoneta iba al lugar donde había que registrar la nota gráfica. Videla había instalado el laboratorio en un cuartito donde revelaba, copiaba fotos y hacía los grabados sobre planchas de metal pegadas en tacos de madera. Era un hombre todo terreno que se las ingeniaba para usar las planchas más de una vez y a él apelaban los linotipistas y armadores a la hora de solucionar los inconvenientes que iban surgiendo durante la impresión.
La administración corría por cuenta de un señor González auxiliado por una señora empleada, quien hacía todo tipo de malabares para pagar las facturas más o menos en término… Era su desafío diario afrontar a los proveedores que usualmente cobraban con atraso en relación a lo pactado.
No había productores publicitarios visibles. La mayoría de los avisos provenían de organismos oficiales, igual que los edictos y las convocatorias jurídicas. De vez en cuando acercaban publicidad quienes habían sido fundadores y otros avisos llegaban por agencias publicitarias y ocasionales comercios, profesionales y empresas.
“Enfoques” llegaba a los lectores por suscripciones y se enviaba por el correo postal de entonces.
Alejandro Tarruella
pregunta al sacerdote José Tedeschi (sentado). De pie al lado del cura, Mabel
Liliana Rivero, fallecida tempranamente. Imagen tomada en Villa Itatí.
De pie, Bruno Conti, entonces concejal; detrás Robín López y otros políticos en la Redacción del diario. |
Personal del taller (Izq.) René Cimino de ante de la señora sonriente. De perfil Tomás Giráldez (quinto de derecha a Izq.) en una cena del Aero Club Río de la Plata. Se ven las sogas de un paracaídas.
El entrañable
fanático del club Quilmes, Alfredo San José y su señora. Imagen de 2003 tomada
por Carlos Scott.
Hacia fines de 1973 se habían acumulado las facturas de insumos impagas y las personas que trabajaban en todos los sectores del diario no habían recibido sus sueldos, que habitualmente percibíamos atrasados y en cuotas. La demora se había convertido en hábito, pero esa vez fue más prolongada y agotó la paciencia de todo el personal.
Después de varios días de promesas que no se cumplieron, apenados, pero decididos, los integrantes de la Redacción y del Taller presentamos al director un ultimátum mediante nota firmada por cada uno, manifestando la negativa a trabajar si no se pagaban las deudas. Así se interrumpió la publicación. Ese fue, en 1973, el final de “Enfoques”.
Los redactores éramos jóvenes y poco a poco, cada uno fuimos encontrando el itinerario profesional propio. Quizás los más comprometidos eran el personal de taller, los redactores y los empleados que estaban al frente de hogares y tenían hijos.
Tiempo después, tres linotipistas abrieron la imprenta “A media luz” en la calle Corriente 348 de La Colonia. Ellos eran René Cimino, Abraham Simón y Ángel Retamar. Probablemente la deuda que la empresa tenía con ellos hubiera sido saldada con la maquinaria de imprenta. Allí se dedicaron a realizar trabajos impresos y llegaron a imprimir algunos periódicos como “Visión Sur”. El mismo Tomás Giráldez fue cliente con una publicación periódica de escasa continuidad.
Con el tiempo el último director de “Enfoques” dejó su casa de la calle Tucumán y se mudó a Berazategui, desde donde insistió con un proyecto periodístico, que no resultó.
“Enfoques” se publicó en un período en que circulaban en Quilmes algunas personas relacionadas con la prensa de entonces que, cada uno en lo suyo, trazó un camino, como Teódulo Domínguez, Oscar Raúl Cardoso, Fernando J. Veronelli, Romeo Rosselli, [8] Alicia Esteban, Fernando Rubén Pieske, entre otros… gente de oficio que conoció el modo artesanal de las publicaciones, antes de la llegada del offset, las tecnologías digitales y las redes sociales.
Al margen de audiciones como “Paseando por Rivadavia” de Andragnez, “¿Escuchamos música?” de Ely Fontana y “La voz del sur” de José Ruzo,[9] entre otras, “Enfoques”, junto al diario El Sol, dio cuenta de un distrito que se permitió contar con varios programas radiales, revistas, y publicaciones periódicas. Había espacio para todos.
De algún modo, Quilmes testimonió su pujanza con la edición de dos diarios de importante tirada simultáneamente, que convivieron durante algunos años sin entorpecerse. Fue quizás el único distrito del Gran Buenos Aires, tan cercano a la capital del país, con esa muestra de su enorme potencial a través de la prensa.
Por Ana María de Mena
Compilación Chalo Agnelli
BIBLIOGRAFÍA
“Los gigantes del miniperiodismo”, revista Periscopio, 21-7-1970
“El periodismo en Quilmes”, por Lidia Scholz, Museo Histórico Fotográfico de la Municipalidad de Quilmes, 6-6-1992.
Consultas varias a Blog El Quilmero.
Archivo personal de la autora.
NOTAS
[1] Ver en el Blog EL QUILMERO del miércoles, 6 de junio de 2012 “Omar Roberto Andragnez, ‘Clavelito’ - El Día del Periodista 2012”
[2] Ver en EL QUILMERO del viernes, 20 de mayo de 2011, “Tomás Giráldez – Juez de Paz y Placero”
[3] Miguel Moragues (Bs. As. 16 de mayo de 1918 / L. de Zamora 4 de febrero de 2003) Militar perteneciente a la Armada y posteriormente a la Fuerza Aérea. Ascendió a la jerarquía de brigadier y fue comandante en jefe de la aeronáutica desde el 7 de mayo al 2 de septiembre de 1958. En septiembre de 1971 juró como gobernador de facto de la provincia de Buenos Aires, cargo que sostuvo hasta el 25 de mayo de 1973 en que cayó la dictadura cívico-militar y asumió como gobernador electo Oscar Bidegain.
[4] Boletín informativo, publicación distribuida de forma regular, centrada en un tema principal. Su extensión es variable y puede tener muchas funciones.
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