Bien decía recientemente una esclarecida artista y escritora que ser justicialista durante los dos primeros gobiernos del Gral. Perón (1946-1955) y a su vez, pertenecer a sectores de la clase media y media alta, era dramáticamente difícil, ese fue el caso del profesor Armando César Bucich, ensayista y escritor, autor, entre otros, de la novela "Desorientados" (1937) y el ensayo "La Verdadera Democracia" (1952). Muchas familias de esos sectores sociales se dividieron indefectiblemente por esta causa. Quilmes tiene algunos ejemplos al respecto. Aquellos eran "años de rabia"... que parecieran reeditarse en los últimos tiempos.
Armando C. Bucich fue docente, pertenecía a dos familia de educadores de extenso arraigo en Quilmes. Fue periodista y como tal perteneció a la Asociación Gente de Prensa junto a otras personalidades locales como el Prof. Luis Ricagno, Guillermo A. Ithursarry, Martín Ibarra Figueredo, Francisco Urrestarazu, entre otros.
De izq. a der.: el Prof. Armando C. Bucich, Edith March, Isabel Salas Matienzo y el Dr. Tomás Otamendi (1929) |
El Prof. Bucich habla ante el H.C.D. el 1 de mayo de 1955 en la asunción al cargo constitucional de Intendente Municipal de Quilmes. (gentileza Flia. Bucich-Otamendi) |
"Cuando la Dirección de la Escuela Normal me honró encomendándome
la misión de hablar a Uds. en esta fecha en que se recuerdan las virtudes del
trabajo, pensé que, si bien no disponía del tiempo necesario para componer un
himno al trabajo, a lo que el tema invita insistentemente, bastaba que
echáramos una mirada en torno nuestro para que el himno surgiera espontáneo y
triunfante, en la contemplación de las mil maravillas que la mano hacendosa del
hombre fecunda, crea y embellece. Esta es la verdad, jóvenes amigos, porque la
vida toda del hombre digno, es un ininterrumpido canto al trabajo.
El hombre que se respeta y ama su honor, su familia, su patria y su
prójimo en el concierto de los pueblos, no repara tanto en el trabajo en sí,
como en el fin a que se propone llegar en actitud de triunfador. Esta es la
obra a la que daré forma, piensa en el entusiasmo de la empresa imaginada; y
desde ese instante su trabajo no es una carga, ni una perturbación, ni una
tortura, ni una imposición es el regocijo de las manos en acción, es una fiesta
del espíritu en luz. […]
Así contemplamos con asombro los resultados singulares y múltiples de la
contienda incruenta de la voluntad del hombre con las fuerzas de la naturaleza.
La tierra que se abre en surcos generosos, donde germina la semilla que
culminará en el fruto, nos habla de los sudores y los jadeos del labrador que
manejó el arado, combatió la zizaña (sic) y canalizó el riego, soportando
soles ardientes, vientos helados y ataques traicioneros de insectos voraces.
El agua de las cumbres que administrada en embalses fecunda campos o
vivifica poblaciones; los territorios unidos, a través de ríos torrentosos,
por atrevidos puentes; la montaña adusta y pétrea, que nos muestra de pronto el
agujero del túnel por donde los pueblos hacen florecer el comercio y la
cultura, todo nos habla de la grandeza del trabajo, por aquellos que
proyectaron con su inteligencia ágil, y por aquellos que ejecutaron con sus
manos curtidas y hábiles.
El libro que embellece muchas horas de nuestra vida, nos habla también
de las penurias del tipógrafo inclinado sobre su máquina, y del grabador
aspirando emanaciones de las cubetas donde preparo el diseño que encanta
nuestra vista.[…]
Esto, mis jóvenes amigos, es la poesía del trabajo. Pero hay también
una prosa del trabajo.
Esta prosa surge de las relaciones del trabajador manual, del obrero,
con la sociedad a que pertenece y para la cual produce. Esta prosa se torna
amarga y dolorosa cuando la sociedad, por una desviación de la sensibilidad,
que se ha producido en el mundo muchas veces, - y cuyos orígenes y proceso no
es grato analizar ahora -, olvida durante décadas los esfuerzos, los sudores,
los sacrificios, que originan en los hombres de trabajo los numerosos y
variados productos que le proporcionan comodidad, atractivo, gusto y felicidad. […]
Cuando la incomprensión, el olvido y el menosprecio de los trabajos
manuales se acentúa en los que lo disfrutan sin valorizarlo, aquellos que
producen sin disfrutar y trabajan sin compensación se entristecen en su labor,
se escudan en la conformidad, pero no olvidan, y el resentimiento muerde sus
almas privadas de la esperanza que da un sentido a la vida. Entonces la prosa
del trabajo se embadurna y se ensombrece, y una brecha de confusión separa a
los hombres que han olvidado que son hermanos.
[…] Leamos con devoción los artículos de Moreno, los informes de
Belgrano, entre otros, para conocer hasta qué punto se esforzaron ellos para
afianzar la bienandanza del pueblo cuya libertad estaban conquistando, cimentada
en la armonía y la comprensión mutuas de las clases sociales del pueblo que
nacía, a fin de asegurar la felicidad de todos por la justicia y moderación de
los pudientes, y el merecido bienestar e instrucción de los trabajadores y
campesinos.
Fue en las últimas décadas de ese mismo siglo y en las primeras de éste,
cuando una desconsiderada infiltración y comando de fuerzas extranjerizantes,
que subestimó y arrinconó al hombre de la tierra, desvió el pensamiento sagrado
de nuestros padres de la primera hora, y sumió al país en confusión y zozobra
angustiosas.
Del contraste de aquellos ideales humanitarios, y de estas
perturbaciones deshumanizadas, surgió la revolución que tuvo por jornada máxima
el 17 de octubre de 1945, y que las generaciones de hoy vivimos, sustentamos e
impulsamos.
Estos son párrafos de historia argentina contemporánea.
Ahora no importan las asperezas y contrastes del momento, las oscilaciones
de los precios, los contratiempos en los vehículos, las apreturas y estridencias
del tránsito.
Sólo importa la dignificación del trabajo para cimentar la grandeza de
la patria, para asegurar la felicidad de las generaciones venideras, y para
afianzar la sagrada e intocable soberanía de la Nación.
Los argentinos de hoy, en este centro del siglo veinte, hemos querido
conseguir que la prosa del trabajo no se mantuviera alejada de la poesía, y que
la poesía del trabajo se enraizara con la prosa para humanizarla y
embellecerla.
La hemos conseguido. El artículo 37 de la Constitución Justicialista
sancionada el 11 de marzo de 1949, contiene un poema en diez párrafos, que
transcribe el “Decálogo de los Derechos del Trabajador”.
Ustedes y nosotros, como iniciados y vigorizados en la vida intelectual,
sabremos dar la categoría que corresponde, ante las peripecias de hombres y de
pueblos, a este precepto trascendental no confundir la mente por lo accidental
y transitorio, frente a lo fundamental y perdurable. O, como decía San Martín
en su palabra llana y recia: “Como la esencia de las cosas llenen el objeto,
lo demás es sin importancia.” Armando C. Bucich.
PÓRTICO QUILMEÑO
Bajo el sauzal la
playa pensativa,
el campo verde, la
barranca altiva,
y en el torreón de la
barranca, erguido,
Quilmes ha un siglo
reposando está;
el Plata le custodia
y le acaricia,
pero a veces,
crispado en la tormenta,
grita, se estira, yérguese
y revienta,
y a herir el pie. dé
sus cimientos va.
Vibran aún en las
riberas combas
el rumor de los
llantos calchaquíes,
el recio “¡All
right!” de Beresford. las bombas
de la escuadrilla
homérica de Brown;
y asómanse a
escuchar, sobre la loma,
las largas chimeneas
industriales,
las románicas torres
parroquiales
y el techo rojo de un
“coraje” sajón.
Entre el cantar de
horneros y torcazas,
y el clamorear de
pitos y campanas,
aparecen radiantes
las mañanas
como un himno al
Trabajo y al Deber;
y diz que, en el
crepúsculo sombrío,
cuando el oleaje azul
la costa arrambla,
las Náyades rosadas
del gran Río
se trepan,
bulliciosas, a la Rambla,
¡y surgen en triunfo por las calles
con mágica apariencia de mujer!
colaboración Cristina Secco
FUENTES
Archivo Histórico de la Escuela Normal de Quilmes.
Biblioteca Popular Pedro Goyena
Márquez, Jorge. "Al sur de la utopía - Una historia política de Quilmes" (1955-1983) Tiempo Sur Ediciones, Quilmes 2010. Pp. 11 a 26.
Periódico "El Plata" 11/6/1955, Pág. 3
Diario El Sol, 7/10/1955 - 9/2/1956 -
1 comentario:
German Bucich
Espectacular tu trabajo sobre Armando Cesar Bucich. Bien hecho y muy afin a la realidad. Yo, ademas de familiar fui vecino. Colon 433 mi casa. Pero te daras cuenta que fuimos intimos amigos con Ariel. Armando no era peronista en el 45 46. Adheria a la union democratica. Pero su sensibilidad y su saber politico y social lo hicieron peronista. Fue un hombre de gran valia. Lamentablemente sufrio en sus ultimos años la necedad, la torpeza de la autodenominada :revolucion libertadora". De nuevo te digo Chalo, muy bueno tu relato.
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