Compilación Chalo Agnelli
Quilmes nos dio personalidades en todos los niveles de la cultura y las artes, desde la lírica con Luisa Bertana, las artes plásticas con Aldo Severi, Ludovico Pérez y Manuel Oliviera, la danza con Vera Stankaitis y Ofelia de Temperley, la dirección de orquesta con Leonardo Gay, y la interpretación en violín con el grande Luis Vidal, en piano con Alicia Etchevertz Amoedo, el Prof. Rennes, el maestro Renison, cantautores como Julio Lacarra y Oscar Pometti, la literatura como Liliana Guaragno, Beatriz Piedras, Carlos Patiño y tantos otros… y en teatro, entre las muchas figuras que se destacaron tuvimos una muy callada, a quien los que rozamos sus actividades no olvidamos y sentimos el deber de recuperarlo, Agustín Vigo Giai.
EL TEATRO NACIONAL
Fue en el cine teatro Rivadavia, en Quilmes donde, de niño, vio entre bambalinas desarrollarse el juego del drama del Teatro Nacional. Concluía la década del '30 cuando despuntando la adolescencia ya comandaba un elenco que remedaba a las figuras de ese gran teatro: Blanca Podestá, Ricardo Passano, Camila Quiroga, Elías Alipi, los hermanos Ratti.
LAS BELLAS ARTES
Sin embargo, concluidos los estudios secundarios Agustín Vigo Giai se inclinó por otra pasión y se inscribió en la Escuela Superior de Bellas Artes donde fue alumno, entre otros, de Carlos de La Cárcova y Ángel Vasallo. Además incursionaba en el taller de escenografía de Rodolfo Franco y Mario Vanarelli, el escenógrafo preferido de Narciso Ibáñez Menta.
EUROPA
Egresó de Bellas Artes en 1953 e inició una carrera en el que lo llevó a Europa, donde se perfeccionó en el Instituto de Cultura Hispánica y luego bajo el patronazgo del gobierno francés. Fue una oportunidad doble porque allí tomó contacto con el teatro internacional y se perfeccionó en idiomas.
En 1957, el 46º Salón Nacional de Bellas Artes lo distinguió con una mención honorífica por su obra “La Palomas”, otorgada por mayoría absoluta de los artistas José Fioravanti, Nicasio Fernández, Miguel Novot, Carlos de la Cárcova y Francisco Reyes.
En España fue estudiante de románico, un estilo artístico predominante en Europa en los siglos XI, XII y parte del XIII. En París conoció a dos eximios escultores de los años '30, Ossip Zadkine (Smolensk, 1890 - París, 1967) y Constantin Brancusi (Hobiţa, 1876 - París, 1957) Sus obras llegaron a la Bienal de Venecia y al Riverside de Nueva York.
LA DOCENCIA
Ejerció la docencia como profesor de idiomas y a partir de 1961 fue escenógrafo del elenco teatral Luz y Sombra luego Teatro Municipal de Quilmes donde permaneció hasta 1971.
El 13 de junio de 1970 realizó la escenografía y el vestuario de “Las puertas”, obra de Norberto Martín; siguió “Recordando con ira” de John Osborne; “Esquina peligrosa” de J.B. Priestley. En 1971, “La cocina de los ángeles” de A. Husson; “Romero y Julieta”; “El pan de la locura” de Gorostiza, entre otros trabajos.
EL ARTE Y LA VIDA
Su calidad intelectual adquirió relevancia en Quilmes y fue convocado por muchas instituciones culturales para dar conferencias; el viernes 3 de agosto de 1962, en ocasión de la semana de homenaje a Pedro Goyena fue invitado por la presidenta de la Biblioteca Popular Pedro Goyena de Quilmes, Prof. Ana Inés Manzo, a expner en el Club Social sobre “El arte y la vida”, charla que contó con numeroso público y debió repetirse una semana después para la gente que no había podido ingresar al salón.
Su obra escultórica fue retribuida con más de veinte premios, uno de ellos en el XVII° Salón de Arte de Mar del Plata, pero en 1970, problemas de salud no le permitieron proseguirla, pero Agustín, un esteta en el mayor sentido de la palabra encaminó su pasión por las tablas hacia la dramaturgia.
EL MUNDO DE LA ESCENA
Sus piezas teatrales tampoco pasaron desapercibidas: en 1971 recibió el premio Argentares – Fundación Odol por la pieza “El Ascensor”.
El 8 de julio de ese año se transmitieron varios fragmentos de esa obra por L.S.1 Radio Municipal, a cargo de actores del elenco de Luz y Sombra.
En mayo de 1972, obtuvo el premio Fundación Eligio González Cadavid, con el auspicio de la municipalidad de Buenos Aires y Argentores por “La casa sin dios”. Habían concursado 86 escritores y el jurado lo integraron: Edmundo Guibourg, Héctor Giovine, León Mirlas, Rubén Pesce y Eduardo Sáenz. Recibió quinietos mil pesos. “El Ascensor” fue puesta por el grupo GEITUBA que dirigía Julio Piquer.
Escribió el monólogo “La lista”, que con las obras mencionadas fueron publicadas por Ediciones del Carro de Tespis en 1972 con prólogo de Edmundo Guibourg (1893-1986) que en un párrafo dice: “Un artista bien madurado por lo tanto. El teatro le llamaba por la vía escenográfica ensayada últimamente en el equipo municipal de Quilmes, pero ese canto de sirena suscitaba en Vigo Giai un llamamiento más íntimo, más secreto, el que le dictó pulsar la creación dramática, tantear la material hablada.”
Otra de sus obras es “Dos”, fue publicada por la Colección Teatral Argentores en 1981 y en el 2003 la representaron Pablo Faletti y Reinaldo Lear, bajo la dirección de Franca Guthmann.
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La mejor biografía es la de quienes lo conocieron. Colaboración del director de teatro, actor, dramaturgo y amigo Leopoldo Russo.
AGUSTÍN VIGO GIAI
(Resumen de largas charlas mantenidas entre los años 1962 y 1983 con el inolvidable amigo Vigo Giai)
Poco se conoce de ciertos aspectos privados de la vida de Agustín, y sumándolo a su coquetería y delicadeza de bon-vivant, jamás supimos el año de su nacimiento. Que algunos estimamos, por esos deslices que a veces cometemos sin darnos cuenta, que sucedió entre 1915 o 1916, eso si: un 5 de junio.
Que su padre fue un militar destacado de aquella época y que por imposición paterna entró a la Escuela de Cadetes de la Armada, hasta que un suceso extraño en esas filas, le brindó la oportunidad de tener la baja y por fin dedicarse a lo que el destino le tenía preparado.
EL ARTE
Y así entre idas y vueltas decidió dedicarse a la plástica, mas precisamente a la escultura, donde descolló, durante años.
Pero su espíritu refinado, su gusto por la belleza de lo artístico, su necesidad de expresar, vaya uno a saber, qué necesidades interiores, hizo que no solo la plástica lo tuviera entre los más asiduos participantes, sino también el Cine, el Teatro y la Lírica que lo descubrió, entre los mas acérrimos e infaltables personajes en cada estreno que se produjera en Buenos Aires, buscando silenciosamente la vocación verdadera que ya en años posteriores terminaría encontrando.
En sus primeros años de viajes a Europa compartió tertulias y funciones de Teatro, junto a importantes figuras de nuestro país.
Recuerdo haber visto fotos de él, cenando, después de una función de Romeo y Julieta, (en Paris) junto a Libertad Lamarque, Alfredo Malerba, Alberto de Zavalia y su esposa Delia Garcés, con la que mantendría una relación amistosa y esporádica hasta el final de su vida. Ambos tenían ese espíritu culto y refinado, delicado y sutil, que les permitía decir hasta las más grandes barbaridades, sin que sonaran burdas o triviales (y sin ponerse colorados) Sus críticas de algo que no les gustara eran lapidarias, Y que junto a Irma Córdova, su otra gran amiga, podrían convertirse en una apología de cómo: "¡ESCAPAR DE UN TEATRO DESPUÉS DE HABER VISTO UN BODRIO Y QUEDAR BIEN!"
LA CRÍTICA
Una libriana como Delia (Garcés) y un geminiano como Vigo Giai, juntos eran el peligro feroz para cualquier director o actor de teatro. Y sobre todo para la crítica obsecuente, allá por mediados de los '40.
Pero vayamos a su entrada al teatro. Alrededor de los '60 Agustín ya sentía un cierto cansancio y, porque no atreverse a decirlo, hartazgo de su vocación temprana: la escultura. Indudablemente un bichito interno lo carcomía. Y fue esa causalidad del destino que justo enfrente de la puerta de su casa, un grupo de arriesgados y locos artistas quilmeños comenzaron a construir un teatro. Eran unos locos desesperados que peleaban por un ideal, y a Agustín solo le costo, dar unos pasos, cruzarse de vereda y comenzar una relación que perduro hasta su muerte (salvo un pequeño paréntesis entre 1974 y 1979) donde lo dedicó al teatro, pero desde un lugar inesperado.
Cuenta Antonio Di Noto en la primera reseña histórica de Luz y Sombra al cumplir el vigésimo aniversario:
…. “Álvarez Santomé preparo bonos contribuciones para solventar los gastos que nos ocasionaban la construcción de este teatro, pero estos se sumaban considerablemente y por momentos se hacia dramática la prosecución de las obras. Pero ocurrió que enfrente de la sala vivía un gran artista de Quilmes, el escultor Agustín Vigo Giai, quien comenzó a intimar con nosotros y así prácticamente una idea suya nos posibilitó una solución que a esa altura ya se hacía apremiante. La amistad de Vigo con el escultor de La Carcova, nos relacionó con el Fondo Nacional de las Artes y así logramos dos importantes préstamos de $ 40.000 cada uno, luego de un prolijo análisis de nuestros antecedentes”…
Acoto que estos prestamos fueron devueltos en tiempo y forma durante los años subsiguientes. Y que hubo que cumplir rigurosamente con lo establecido por la reglamentación interna de esa Institución. Previa aceptación de rigurosos controles.
Y la historia siempre se cierra en sí misma. Allá por 1961 la Dirección del Fondo Nacional de las Artes, la ejercía Delia Garcés.
EL LUZ Y SOMBRA
Fue por ese tiempo que Agustín se suma a las huestes de Luz y Sombra de la calle Moreno 635, como escenógrafo. Realizando grandes creaciones, como la de “Ha llegado un inspector” “Medea” “Volpone o el zorro” y “Todos eran mis hijos” entre otras.
Y a partir del 16 de setiembre de 1967, año de la inauguración del Teatro Municipal, canta su presencia en las escenografías de “La celda”, “Arlequín servidor de dos patrones”, “Las Zorra y las uvas”, y “Recordando con ira”. Hace su primer intento de Dirección con “Esquina peligrosa” de J.B. Priestley, para descollar en la insuperable puesta escenográfica y diseño de vestuario de “Romeo y Julieta", de W. Shakespeare, en la adaptación de Pablo Neruda.
Lepoldo Russo y Elvira Lammanna en la puesta de "Romeo y Julieta" con escenografía y vestuario de Vigo Giai en el teatro de la Soc. Italiana de Quilmes. |
Pude participar de la génesis de “El Ascensor”, tanto como de “La Casa sin Dios” y “Dos” obras multipremiadas y de un monólogo escrito y dedicado especialmente a la querida actriz Elsa Juárez, “La Lista”.
LAS LUCES DE LA CIUDAD
Sus compromisos como autor y los premios obtenidos, lo llevaron a alejarse de Quilmes, para participar en las puestas en escena de sus obras en Capital Federal y, en honor a la verdad, se puede decir que el camino se le hizo muy difícil, eran las épocas donde el Teatro Alternativo (actualmente llamado OFF) no tenía el prestigio de hoy, ni el de sus antecesores “El teatro Independiente”.
Por los años 1972, 1974, estrena en el Teatro Armando Discépolo, en Pichincha y Rivadavia, (una parcela que quedo después de la demolición, del viejo y legendario teatro Marconi) su afamada obra “El Ascensor”, con dirección de Julio Vaccaro y con actores vocacionales entre los que se contaba a Esteban Peláez, (Py) un actor que empezaba a hacer sus 'pininos' en Televisión y algunas cosas en Teatro (fallecido a temprana edad)
Este, al ver su prolijidad, su carácter organizativo, su predisposición para la producción y su capacidad para aunar esfuerzos, lo invitó a sumarse, como administrador, a un grupo que pasaría a la historia con el nombre de “Los Comediantes de San Telmo”
Y AQUÍ COMIENZA OTRA HISTORIA
En 1974, y en una vieja casa de San Telmo, tipo chorizo a la que le han cerrado la galería, arman un escenario de 4x4 y estrenan, la sobreviviente hasta hoy: “ORQUESTA DE SEÑORITAS” pieza de Jean Anouilh escrita en 1962 y que fuera estrenada sin éxito en la Argentina con Blanca Lagrota, Graciela Araujo, Marta Gam y Nelly Prono, entre otras.
Pero la novedad está, en que en esta puesta, los personajes, todos femeninos, están interpretados por hombres. (Existía un único antecedente en el país: la puesta de “Las Criadas” de Jean Genet, dirigida por Sergio Renán y actuada por Héctor Alterio, Luis Brandoni y Walter Vidarte. (Sin pensarlo el grupo de Renán les había allanado el camino para que el público abriera su cabeza y aceptara el travestirse.)
Agustín se pone al frente de la administración y la producción ejecutiva del espectáculo (algo así como llevar bien las cuentas) y la obra se estrena en esa sala de apenas 90 o 100 espectadores y se produce el 'Boom' en Buenos Aires. Se agotan las localidades, la gente hace colas infructuosas para poder verla, renuevan contrato, hasta que finalmente, atorados por el éxito, van creciendo y mudándose a distintas salas de teatro cada vez más grandes.
Con adaptación de Augusto Rave, la dirección de Jorge Petraglia, con introducción musical de la bellísima canción de Chico Novarro en música y letra de María Elena Walsh, escritas especialmente para la obra, el elenco integrado por Carlos March, Hugo Caprera, Alberto Fernández de Rosas, Esteban Peláez, Santiago Doria, Alberto Busaid y Zelmar Gueñol, arrodillan al mundo teatral argentino, oprimido además por las circunstancias políticas de la época. “Orquesta” en su superficialidad, nos muestra a una directora de Orquesta, dispuesta a todo, hasta el suicidio y asesinato de sus integrantes para conseguir lo que quiere, mantenerse en el poder.
Es uno de los pocos gritos claros en una Argentina democrática pero amordazada por la Triple A.
La obra recorre muchos teatros de Buenos Aires, hasta recaer en el entonces Teatro Estrellas (Hoy Crónica TV) donde cumplen las 1000 representaciones, a teatro lleno.
Agustín como anfitrión, delicado y dominador de varias lenguas, se encarga de ubicar a embajadores y artistas extranjeros que se acercan a curiosear esta obra de mujeres hecha por hombres, y acompaña del brazo gentilmente hasta su butaca a todos los artistas argentinos que no se la querían perder.
China Zorrilla, Susana Rinaldi, Mirtha Legrand, Marilina Ross, Cipe Lincosky, Luisina Brando, Alfredo Alcon, Emilio Alfaro, Bárbara Mujica, Malisa Zini, Antonio Gasalla, Carlos Perciavale, Gabriela Ascher, Edda Díaz, Duilio Marzio, Nene Malbran, Josefina Ríos, Cristina Banegas, Ernesto Bianco entre muchos y la infaltable Tita Merello, (asistente en cada cumpleaños, como madrina de la obra), presencian este espectáculo que asombra a Buenos Aires.
Luego vienen las giras, Chile, Perú, Colombia, Venezuela y México y desde allí a España.
Se pasean por Oviedo, Sevilla, Valladolid y Valencia hasta recaer en Madrid, donde inauguran (como único y nunca visto espectáculo argentino) el Teatro Príncipe.
Por el desgaste propio de los cinco años de laburar todos los días juntos, la cooperativa se separa y cada uno emprende su destino, y algunos, los más, su regreso a la patria…
Pero si al cabo de los años transcurridos uno habla con algunos de los que participaron en esa empresa, todos van a coincidir en lo mismo: "Por la tozudez y la aparente avaricia bien encaminada de Vigo Giai, que nos aconsejaba no malgastar la plata, hoy tenemos lo que tenemos, el futuro asegurado".
Ya cansado regresa a su querido Quilmes, vende su esquina famosa de Moreno y Alem y se muda al séptimo piso de la calle Mitre al 700, justo arriba de la ex peletería Jodurcha.
Pero el teatro le sigue tirando, y después de algunos intentos realiza la escenografía de “El Organito” que hicimos en la Sociedad Italiana y la de “El Zoo de Cristal”, en el mismo lugar, donde además realiza la traducción y adaptación de Tennesse Williams, junto al director Hugo Molina.
Pero como la historia siempre se cierra, vuelve al Teatro Luz y Sombra, donde tiene la oportunidad de estrenar su obra “Los Inquilinos” y además sacarse otro gusto escondido: la vocación de actor. Es así, que se pone al servicio de Norberto Martín y actúa en “Los Compadritos” y “¿Quién Yo?” Que dirige Alejandro Martín.
Dice Norberto Martín en su anecdotario del Teatro Luz y Sombra en su 45 aniversario: Año 1991: “Alejandro Martín, encaró para este año, el proyecto de ‘La Obra Premiada’ de Julián Rey…. Hubo un lamentable retraso en el estreno de esta obra. Agustín Vigo Giai que ensayaba un personaje en la pieza proyectada, debió ser reemplazado por Carlos Calzetta, pues acabábamos de sufrir un nuevo lamentable y luctuoso suceso en nuestras filas”... “Agustín Vigo Giai, un forjador incansable desde los tiempos batalladores de Moreno 635, había fallecido. Su falta era insustituible, Actor, Autor, Pintor, Escultor y Escenográfo, todo ese potencial había sido puesto sin reparos ni especulaciones a disposición de nuestro teatro”... “Vigo fue de las personas que señalizaron, apoyaron nuestro teatro y se comprometieron en la creación de esquemas de trabajo y dedicación al estudio. Vigo Giai fue un ejemplo de dedicación y uno de los impulsores de ideales aprensibles y prácticos, quizás un paradigma para los jóvenes que deben entender que el teatro es elaboración, reelaboración, solidaridad y autocrítica de una tarea sin fin y exigible a todos, porque es una tarea de Arte. Vigo Giai estará en nuestra memoria, que es lo único que podemos procurar quienes quedamos, como testimonios de su ejemplo”.
EPÍLOGO CON ALGUNA APOSTILLA
Era inaguantablemente organizado, pero increíble. En una oportunidad y ante la puesta en escena de “Muertos sin sepultura” de J. P. Sartre, yo necesitaba investigar sobre la resistencia francesa, más precisamente sobre los “maquis”.
Recurrí a Agustín, que peló varios cuadernos y me dijo: “Espera, dejame ver… maqui… maqui… acá están.” Naturalmente se encaminó al garaje donde de pared a pared, había un placard y lo abrió. Ante mi asombro aparecieron centenares de revistas, con orejas de papel y un número que las identificaba. El buscó tranquilo y de entre unas de las pilas, sacó una Revista Paris Match. Me dijo: “Acá esta.”. Miró el índice, buscó la página y allí estaba para mí solo, toda la historia de ese grupo de revolucionarios.
No recuerdo si fue en ese momento u otro día, donde le comenté que estaba asombrado de su orden y organización, entonces abrió un cajón y sacó varios cuadernos ordenados por años. Allí figuraban día por día, los gastos que había realizado. Desde su sueldo, hasta la compra en el almacén, en la verdulería, el boleto de tranvía o colectivo y (no van a creerlo) hasta la propina que le había pagado al último acomodador de un cine.
Y el resultado final, era justo y matemático. La plata que figuraba como saldo era la misma que tenía en el bolsillo.
Y como muestra de su organización, tengo cuidadosamente guardado y archivados por fechas: (lógicamente hechos por él) programas de teatro, juntos con otros del Colón de los años '40, '50 y '60. (que, gracias a Dios llegaron a mis manos)
Allí duermen desde Luis Arata a Paulina Singerman, Niní Marshal, Tita Merello, La Campoy y Cibrián, Thorry y Analía Gadé, Elina Colomer y Ángel Magaña, Mecha Ortiz, Carlos Cores y Amelia Bence, Irma Córdova y Enrique Serrano, El Folies Berger y las Mulatas de Fuego, Los Cinco Grandes del Buen Humor y Pepe Iglesias "El Zorro".
Y también comparten el papel, Wagner y Verdi, Pirandello y Abel Santa Cruz, Mozart y Leonor Rinaldi, Vittorio Gasman y Filomena Marturano, Sandrini y Malvina Pastorino…
YA VEZ, ERA UN PURO ARTISTA, IBA DE ARRIBA ABAJO, DE DERECHA A IZQUIERDA, AMABA LO EXQUISITO Y LO POPULAR, PODRÍAS HABLAR HORAS ENTERAS DE LITERATURA, DE ARTE O FILOSOFÍA, COMO TAMBIÉN DE CHISMES DEL ESPECTÁCULO, DE PUTERÍOS Y OTRAS YERBAS.
ERA UN SER HUMANO. HECHO Y DERECHO QUE MAMABA DEL MUNDO Y ERA PERMEABLE A TODO. ADEMÁS DE TENER UNA CAPACIDAD DE SOLIDARIDAD Y AFECTO COMO NUNCA VI.
Pero por sobre todo:
UN CREADOR, UN VERDADERO ARTISTA, EN TODO EL SENTIDO DE LA PALABRA.
Y la última va de yapa: en la enciclopedia “¿Quién es Quién?”, donde figuran los más grandes premios mundiales del arte escultórico, Agustín figura en una de las ultimas páginas, por cuestiones alfabéticas, y dice algo así como “Importante escritor argentino… ganador de la bienal de arte en… etc. etc. etc.” Libro escrito cuando el aún era escultor y ni siquiera pensaba dedicarse al Teatro.
¿Casualidad? ¿Premonición? ¿O simple error de imprenta? ¡Mágicas cuestiones del destino!
Leopoldo Russo, actor, dramaturgo, profesor de teatro, funcionario.
(Para vos queridísimo, amigo-hermano Chalo y por Agustín Vigo Giai, en su memoria)
Quilmes, 25 de febrero de 2009
3 comentarios:
Estimado Sr. Chalo. Mi nombre es Federico Vigo y soy uno de los 2 nietos de Agustin Vigo Giai. Resultó muy interesante leer la biografía de mi abuelo. Si desea contactarse le envio mi email federicodvigo@yahoo.com.ar
mi nombre es Ivan Hansen y hoy vivo en uruguay, yo fui alumno de escultura del gran Vigo Giai en Quilmes a quien siempre recuerdo con mucho cariño, gracias por publicar esta reseña, fue como un viaje en el tiempo. saludos y gracias. ivanhansen@hotmail.es
Buenas tardes. me presento soy Vanessa Lias, mujer de Gustavo Vigo, nieto de agustin vigo. Eh quedado sorprendida con toda la historia por Ud. conatad y lo importante que resulto ser Agustin en el mundo del arte y del teatro. Gracias por su reseña. Saludos desde Tucuman
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