MÁS SOBRE “GUILLERMO ENRIQUE
HUDSON O EL LEGADO INMERECIDO”
En la presentación que se realizó el 20 de febrero de 2015, en la Biblioteca Goyena del libro “Guillermo
Enrique Hudson o el legado inmerecido” del Prof. Juan Carlos Lombán;
compilado por el Prof. Agnelli y publicado por la editorial hudsoniana ‘Buenos
Aires, Books’, se contó con la presencia y la palabra del director del Museo
Histórico Provincial “Guillermo Enrique Hudson”, de Florencio Varela, Lic.
Aníbal Rubén Ravera, quien transmitió con su bonhomía y pasión, un juicio de
valor sobre la obra de Hudson que se transmite en el libro presentado en dicha
ocasión; un ensayo que recupera y da relieve a la identidad argentina de la obra
del primer escritor quilmeño, naturalista y arquetipo de la literatura
gauchesca.
Por Aníbal Rubén Ravera
“Cuando se creó el Fondo Nacional de las Artes,[1]
Victoria Ocampo le encargó a Alicia Jurado [2]
que hiciera una biografía de Guillermo Enrique Hudson. Así fue que Jurado y la
beca Guggenheim [3]
durante dos años estudió las huellas de Hudson en EEUU, pues sus padres eran
estadounidense, y en el Reino Unido donde escribió todos sus libros desde los
33 años hasta su muerte en Londres a los 81 años. Entonces la aparición de esa
obra en el año 1971, fue un impacto importante; no porque no hubiese trabajos
anteriores, sino porque fue una obra rigurosa, muy bien documentada. [4]
Alicia Jurado llega con su libro publicado por el Fondo Nacional de las Artes a la casa natal, los “Veinticinco ombúes”, dicho año, reflexiona y dice “De todos los lugares que recorrí, este debió haber sido el primero” Pero lamentablemente no lo había hecho y quien lee ese libro se queda con la premisa que la obra hudsoniana no pertenece a la Cultura Argentina.
Al profesor Lombán le tocó debatir la opinión de la escritora en televisión y lo hizo muy bien, pero había que sumar evidencias, entornes organizó en el Club Universitario de Quilmes un seminario llamado 'Seminario Pampeano' y que consistió en lo siguiente: hacer una especie de cirugía de la obra de Hudson, 24 libros, y extraer datos que tuvieran que ver con nuestra sociedad en el siglo XIX: las viviendas, que se comía, a qué jugaban los chicos, cómo era el paisaje, cuál era la idiosincrasia del gaucho. Fue un trabajo sumamente interesante. Y “Guillermo Enrique Hudson o el legado inmerecido” es el resultado de esa investigación en donde a partir de un estudio de fragmentos, en toda la obra, aún el los libros que se pueden considerar más ‘ingleses’, como: Hampshire Days [5] o Afoot in England, Hudson siempre, en todos, recuerda y compara la Argentina.
Alicia Jurado llega con su libro publicado por el Fondo Nacional de las Artes a la casa natal, los “Veinticinco ombúes”, dicho año, reflexiona y dice “De todos los lugares que recorrí, este debió haber sido el primero” Pero lamentablemente no lo había hecho y quien lee ese libro se queda con la premisa que la obra hudsoniana no pertenece a la Cultura Argentina.
Al profesor Lombán le tocó debatir la opinión de la escritora en televisión y lo hizo muy bien, pero había que sumar evidencias, entornes organizó en el Club Universitario de Quilmes un seminario llamado 'Seminario Pampeano' y que consistió en lo siguiente: hacer una especie de cirugía de la obra de Hudson, 24 libros, y extraer datos que tuvieran que ver con nuestra sociedad en el siglo XIX: las viviendas, que se comía, a qué jugaban los chicos, cómo era el paisaje, cuál era la idiosincrasia del gaucho. Fue un trabajo sumamente interesante. Y “Guillermo Enrique Hudson o el legado inmerecido” es el resultado de esa investigación en donde a partir de un estudio de fragmentos, en toda la obra, aún el los libros que se pueden considerar más ‘ingleses’, como: Hampshire Days [5] o Afoot in England, Hudson siempre, en todos, recuerda y compara la Argentina.
Este ensayo de Lombán es el primer contacto con este Hudson netamente
argentino. Para mi como para muchos fue revelador, pues había leído libros
aisladamente y esta es una demostración cabal que la obra de Hudson es Argentina.
Jorge Luis Borges de cualquier manera decía, ‘Es inútil discutir la argentinidad de la obra de Hudson porque no se llega a nada’. De hecho él dio una conferencia al respecto en la Asociación Cultural Británica de Quilmes el 1 de agosto de 1967. [6]
Trabajé durante muchos años con la sobrina nieta de Hudson, Violeta Shinya, quien estuvo en esa conferencia junto a Alicia Jurado. Ambas estaban enfrentadas por este tema. Violeta, a pesar de tener un padre japonés y una madre sobrina de Hudson, de origen norteamericano, era muy argentina. Y sucedió que cuando Borges concluye la conferencia y se dispone a salir, después de haberse esmerado en complacer las dos posiciones, en un momento que cree estrechar la mano de Alicia Jurado se confunde y saluda a Violeta, confesándole: ‘¡Alicita esto era lo que vos esperabas escuchar!’, a lo que Violeta salta como leche hervida.
Jorge Luis Borges de cualquier manera decía, ‘Es inútil discutir la argentinidad de la obra de Hudson porque no se llega a nada’. De hecho él dio una conferencia al respecto en la Asociación Cultural Británica de Quilmes el 1 de agosto de 1967. [6]
Trabajé durante muchos años con la sobrina nieta de Hudson, Violeta Shinya, quien estuvo en esa conferencia junto a Alicia Jurado. Ambas estaban enfrentadas por este tema. Violeta, a pesar de tener un padre japonés y una madre sobrina de Hudson, de origen norteamericano, era muy argentina. Y sucedió que cuando Borges concluye la conferencia y se dispone a salir, después de haberse esmerado en complacer las dos posiciones, en un momento que cree estrechar la mano de Alicia Jurado se confunde y saluda a Violeta, confesándole: ‘¡Alicita esto era lo que vos esperabas escuchar!’, a lo que Violeta salta como leche hervida.
Hoy estos debates no tendrían mucho sentido en términos de globalización,
pero en ese momento dolía si alguien decía, ‘Hudson no tiene nada que ver con la argentinidad’ y obras como la
de Ezequiel Martínez Estrada que se llama ‘El
mundo maravilloso de Guillermo Enrique Hudson’, un ensayo fabuloso, Alicia
Jurado se empecinó en detractarlo con todos los calificativos peyorativos que
no merecían este texto de Martínez Estrada. Ella lo hacía por el sólo hecho que
el ensayista no lo había leído en la lengua original, porque Guillermo Enrique
Hudson escribió todo en inglés.
Martínez Estrada se guió con las lecturas de las traducciones. Que dicho sea de paso no está todavía traducido en la totalidad. Hay 17 obras traducidas y Lombán en este ensayo constantemente anhela y hace común el deseo de que la obra de Hudson pueda presentarse a la sociedad con sus 24 volúmenes originales que fueron publicados por la editorial británica J.M. Dent & Sons, en 1922. Y él lo plantea como un proyecto de la Argentina. Por eso se llama “Guillermo Enrique Hudson o el legado inmerecido”, es un herencia que Hudson nos lega, pero que los argentinos no la merecemos y en particular porque ni siquiera esos libros de título inglés que tienen tantos recuerdos de la Argentina como se puede comprobar con Inglaterra de a pie, que nunca estuvo traducido al castellano, y ahora se puede percibir cuanto hay dedicado a la Argentina, leyéndolo en nuestro idioma. Este legado lo mereceremos cuando estoy libros puedan presentarse de una manera más abierta, hoy sigue siendo una lectura hermética, pues unos cuantos tiene el obstáculo de la barrera lingüística y por otro lado porque no ha sido un escritor suficientemente promovido. Sí lo fue en la década del ’40, ’50 y los ‘60, seguramente hay acá (se refiere a la Biblioteca Goyena) esa edición de Peuser de ‘Allá lejos y hace tiempo’ porque hubo promotores y gente muy decidida como Fernando Pozzo que la tradujo junto a su esposa Celia Rodríguez y la llevaron a todas las escuelas a todas las bibliotecas del país con el apoyo del Estado. En el año ’64 el diputado Becerra propuso una ley para que se editaran las obras completas y se aprobó, lamentablemente el golpe de estado del ’66 descabezó la iniciativa.
“Guillermo Enrique Hudson o el legado inmerecido”, es revelador de la visión que tenía Hudson sobre la Argentina y que le cierra un poco la historia. Cuando Alicia Jurado en 2009, la invitamos a que regrese a los “Veinticinco ombúes” casi 40 años después, de alguna manera reconoce y confiesa que su libro está incompleta y cuando hizo la biografía de Cunningham Graham se la dedica a Hudson. […]
Martínez Estrada se guió con las lecturas de las traducciones. Que dicho sea de paso no está todavía traducido en la totalidad. Hay 17 obras traducidas y Lombán en este ensayo constantemente anhela y hace común el deseo de que la obra de Hudson pueda presentarse a la sociedad con sus 24 volúmenes originales que fueron publicados por la editorial británica J.M. Dent & Sons, en 1922. Y él lo plantea como un proyecto de la Argentina. Por eso se llama “Guillermo Enrique Hudson o el legado inmerecido”, es un herencia que Hudson nos lega, pero que los argentinos no la merecemos y en particular porque ni siquiera esos libros de título inglés que tienen tantos recuerdos de la Argentina como se puede comprobar con Inglaterra de a pie, que nunca estuvo traducido al castellano, y ahora se puede percibir cuanto hay dedicado a la Argentina, leyéndolo en nuestro idioma. Este legado lo mereceremos cuando estoy libros puedan presentarse de una manera más abierta, hoy sigue siendo una lectura hermética, pues unos cuantos tiene el obstáculo de la barrera lingüística y por otro lado porque no ha sido un escritor suficientemente promovido. Sí lo fue en la década del ’40, ’50 y los ‘60, seguramente hay acá (se refiere a la Biblioteca Goyena) esa edición de Peuser de ‘Allá lejos y hace tiempo’ porque hubo promotores y gente muy decidida como Fernando Pozzo que la tradujo junto a su esposa Celia Rodríguez y la llevaron a todas las escuelas a todas las bibliotecas del país con el apoyo del Estado. En el año ’64 el diputado Becerra propuso una ley para que se editaran las obras completas y se aprobó, lamentablemente el golpe de estado del ’66 descabezó la iniciativa.
“Guillermo Enrique Hudson o el legado inmerecido”, es revelador de la visión que tenía Hudson sobre la Argentina y que le cierra un poco la historia. Cuando Alicia Jurado en 2009, la invitamos a que regrese a los “Veinticinco ombúes” casi 40 años después, de alguna manera reconoce y confiesa que su libro está incompleta y cuando hizo la biografía de Cunningham Graham se la dedica a Hudson. […]
Todavía no hemos cumplido con esta profecía de Juan Carlos, de merecer la
obra de Hudson. Falta traducir, falta estudiarlo, falta que los docentes lo
incorporen más a su práctica, pues de Hudson se obtiene elementos de la
historia natural de la provincia de Buenos Aires, de la Argentina, del mundo.
Enseñar inglés con la obra de Hudson es lo ideal pues habla de cosas de acá […]
Nosotros tenemos deudas con Hudson. Acá hay un monumento, en la plaza que está en Lavalle, Conesa, Moreno y Colón, que yo me niego a llamarla del Bicentenario porque debería llamarse plaza Guillermo Enrique Hudson. Hace unos días el Secretario de Cultura que al menos un paseo llevará el nombre de este escritor. Y también está la intención de distribuir libros de su obra en las escuelas de Quilmes. En San Francisco Solano la calle 893 se llama Hudson y sería muy importante que el Municipio coloque allí un busto o una placa.
Cuando uno va a la Ribera y ve montes originales se puede recordar a Hudson. Por eso el valor de este libro del profesor Juan Carlos Lombán con su fervor inquebrantable de hacer quilmeño a Hudson, pero no en desmedro de los varelenses, sino para hacerlo de nuestro país porque ese es el Hudson verdadero. Yo tuvo como lo tuvo Lombán también la posibilidad de recorrer el lugar donde vivió 48 años, Inglaterra, y no es verdad que se lo reconozca tanto. Se lo reconoce como fundador de una Asociación impresionante como lo es la Sociedad de Protección de Aves que tiene dos millones de socios. Por Londres pasó mucha gente y Hudson es uno más, pero no es tan así porque el único que tiene un monumento en Haig Park es él.
Nosotros tenemos deudas con Hudson. Acá hay un monumento, en la plaza que está en Lavalle, Conesa, Moreno y Colón, que yo me niego a llamarla del Bicentenario porque debería llamarse plaza Guillermo Enrique Hudson. Hace unos días el Secretario de Cultura que al menos un paseo llevará el nombre de este escritor. Y también está la intención de distribuir libros de su obra en las escuelas de Quilmes. En San Francisco Solano la calle 893 se llama Hudson y sería muy importante que el Municipio coloque allí un busto o una placa.
Cuando uno va a la Ribera y ve montes originales se puede recordar a Hudson. Por eso el valor de este libro del profesor Juan Carlos Lombán con su fervor inquebrantable de hacer quilmeño a Hudson, pero no en desmedro de los varelenses, sino para hacerlo de nuestro país porque ese es el Hudson verdadero. Yo tuvo como lo tuvo Lombán también la posibilidad de recorrer el lugar donde vivió 48 años, Inglaterra, y no es verdad que se lo reconozca tanto. Se lo reconoce como fundador de una Asociación impresionante como lo es la Sociedad de Protección de Aves que tiene dos millones de socios. Por Londres pasó mucha gente y Hudson es uno más, pero no es tan así porque el único que tiene un monumento en Haig Park es él.
Yo me he limitado a seguir esta línea de pensamiento, contribuir a que la
cultura argentina se apropie de este patrimonio gigantesco, monumental, como
llama Juan Carlos Lombán que es la obra de Hudson. Modestamente en estos 30
años, con mucha gente pues vamos por la cuarta o quinta generación de
hudsonianos nos hemos limitado a conservar el lugar de su nacimiento. El parque
es más grande de lo que era en sus comienzos. Se está restaurando la parte biológica.
Hay arroyos que evocan “Allá lejos y hace tiempo”, pues están igual a cuando
Hudson caminaba por allí. Y con el paso de los años seguirán consolidándose sus
valores y el contenido del libro de Lombán logró convencerme a mí, un invierno,
en 1981, en que estábamos haciendo un trabajo sobre Hudson allá en el Museo, se
largó una tormenta, no había lugar donde guarecerse, entonces nos juntamos él, su
esposa Lucrecia y yo dentro del auto y allí me contó los temas que le
preocupaban y que estaban volcados en “Guillermo Enrique Hudson o el legado
inmerecido”.
Desgrabación y compilación Chalo Agnelli
NOTAS
[1] El Fondo Nacional de las Artes fue creado en 1958, con
el objeto de instituir un sistema financiero para prestar apoyo y fomentar las
actividades artísticas, literarias y culturales de todo el país.
[2] Alicia Jurado
nació en Buenos Aires el 22 de mayo de 1922 y allí falleció el 9 de mayo de
2011. Fue escritora y académica. Hija única de José Antonio Jurado y de
Ilve Fernández Blanco, vivió su primera infancia en la estancia ‘El Retiro’, en
la provincia de Buenos Aires, para después mudarse a la Capital Federal. Cursó
sus estudios en el Liceo Nacional de Señoritas N° 1. Era políglota, hablaba
ingles, francés, italiano y alemán. Colaboradora y amiga de Victoria Ocampo y
de Borges, escribió junto a éste la obra ‘Qué es el budismo’. Antes de
dedicarse a la escritura se recibió de licenciada en Ciencias Naturales, en la
UBA.
(3) Luego con la beca Fulbright realizará la biografía de Cunningham Graham. La Beca Guggenheim, fue creada en 1925. Es un subsidio que entrega la John Simon Guggenheim Memorial Foundation a profesionales avanzados en todos los campos del saber: ciencias naturales, sociales, humanidades y artes; salvo en las artes escénicas. La fundación fue instituida por el empresario minero y filántropo de los EEUU Simón Guggenheim y su esposa, en memoria a su hijo John, fallecido debido a una mastoiditis en 1922.
[4] Los siguientes conceptos de Alicia Jurando fueron publicados por el diario La Prensa en 1991, en una entrevista que se le hizo cuando se presentó la segunda edición de la biografía de Hudson por ella escrita. La transcribimos pues creemos que completa la conferencia del Lic. Ravera en la Goyena: “Las añoranzas de Guillermo Enrique Hudson iban dirigidas a un momento en el tiempo más que a una tierra en el espacio” - considera Jurado al establecer desde un principio una idea diferente a esa imagen de gaucho nostálgico que sobre el construyeron muchos exegetas de su escritura - "La infancia es una época importante – apunta -, que a todos nos incluye pero él escribió en inglés y por lo tanto es un escritor en ese idioma. Pasó mucho tiempo acá - treinta y tres años -, en los que tuvo una relación muy intensa con la naturaleza. Hudson era británico y también hombre de nuestra llanura; el inglés es para él el idioma de su pensamiento, el español está asociado al sentimiento y a la nostalgia. Estuve un año en los Estados Unidos investigando con una beca de la John Simon Guggenheim y viajé varias veces a Inglaterra, recorriendo los lugares donde vivió. El libro publicado por primera vez en 1971 y reeditado ahora por Letemendía, va enlazando de manera inseparable la vida y la escritura de este hombre singular, austero, con una obsesión extrema por las aves, reservado en lo que hace a su vida privada, que se calzó con naturalidad el traje de caballero inglés, aunque siempre añoró la pampa argentina. Casado con una mujer quince años mayor que él, Emily Wingrave, Hudson nunca estuvo enamorado de ella, la llamaba su compañera y en la investigación me crucé con otras mujeres cercanas a él, aunque siempre vivió con Emily hasta que la internaron porque estaba muy enferma y él la visitaba en forma muy esporádica. El andaba mucho por los condados del sur, que son los más cálidos, donde podía observar a una variedad increíble de aves de la campiña. Yo recorrí prácticamente a pie muchos de los pueblos que él nombra y que eran preciosos. Fui a las casas en las que vivió, estuve en Tower House donde murió y descubrí muchos de los errores que había en otras biografías de Hudson escritas en español. Por ejemplo Martínez Estrada decía que no había calefacción en la casa y vi donde guardaban el carbón. Su amor por la naturaleza, se manifiesta también en su rechazo a todo lo que altera esos escenarios naturales por los que deambulaba a diarios. Su odio por los cazadores, los coleccionistas, incluso los turistas y las damas de entonces que usaban sombreros de plumas, algo que abominaba Hudson. Tiene un folleto muy conocido que se llama. ‘Mujeres emplumadas’, en el que criticó la matanza de pájaros. A pesar del afán de Hudson de no dejar rastros de su vida privada queda una gran correspondencia suya. De mujeres no, pero hay cartas con la Real Sociedad Protectora de Pájaros (de la que formó parte), con sus amigos", entre los que se encontraban Morley Roberts, Cunninghame Gram, Linda Gardiner, Joseph Conrad, Violet Hunt, John Gasworthy, Lord Grey y Ford Madox Ford. ‘Allá lejos y hace tiempo’ (1918), es una especie de autobiografía que yo traduje, y me preocupé que se pareciera al estilo de él. Era un hombre muy sencillo, de un estilo muy directo ‘escribe como el pasto crece’, sintetizó su amigo Joseph Conrad.”
(3) Luego con la beca Fulbright realizará la biografía de Cunningham Graham. La Beca Guggenheim, fue creada en 1925. Es un subsidio que entrega la John Simon Guggenheim Memorial Foundation a profesionales avanzados en todos los campos del saber: ciencias naturales, sociales, humanidades y artes; salvo en las artes escénicas. La fundación fue instituida por el empresario minero y filántropo de los EEUU Simón Guggenheim y su esposa, en memoria a su hijo John, fallecido debido a una mastoiditis en 1922.
[4] Los siguientes conceptos de Alicia Jurando fueron publicados por el diario La Prensa en 1991, en una entrevista que se le hizo cuando se presentó la segunda edición de la biografía de Hudson por ella escrita. La transcribimos pues creemos que completa la conferencia del Lic. Ravera en la Goyena: “Las añoranzas de Guillermo Enrique Hudson iban dirigidas a un momento en el tiempo más que a una tierra en el espacio” - considera Jurado al establecer desde un principio una idea diferente a esa imagen de gaucho nostálgico que sobre el construyeron muchos exegetas de su escritura - "La infancia es una época importante – apunta -, que a todos nos incluye pero él escribió en inglés y por lo tanto es un escritor en ese idioma. Pasó mucho tiempo acá - treinta y tres años -, en los que tuvo una relación muy intensa con la naturaleza. Hudson era británico y también hombre de nuestra llanura; el inglés es para él el idioma de su pensamiento, el español está asociado al sentimiento y a la nostalgia. Estuve un año en los Estados Unidos investigando con una beca de la John Simon Guggenheim y viajé varias veces a Inglaterra, recorriendo los lugares donde vivió. El libro publicado por primera vez en 1971 y reeditado ahora por Letemendía, va enlazando de manera inseparable la vida y la escritura de este hombre singular, austero, con una obsesión extrema por las aves, reservado en lo que hace a su vida privada, que se calzó con naturalidad el traje de caballero inglés, aunque siempre añoró la pampa argentina. Casado con una mujer quince años mayor que él, Emily Wingrave, Hudson nunca estuvo enamorado de ella, la llamaba su compañera y en la investigación me crucé con otras mujeres cercanas a él, aunque siempre vivió con Emily hasta que la internaron porque estaba muy enferma y él la visitaba en forma muy esporádica. El andaba mucho por los condados del sur, que son los más cálidos, donde podía observar a una variedad increíble de aves de la campiña. Yo recorrí prácticamente a pie muchos de los pueblos que él nombra y que eran preciosos. Fui a las casas en las que vivió, estuve en Tower House donde murió y descubrí muchos de los errores que había en otras biografías de Hudson escritas en español. Por ejemplo Martínez Estrada decía que no había calefacción en la casa y vi donde guardaban el carbón. Su amor por la naturaleza, se manifiesta también en su rechazo a todo lo que altera esos escenarios naturales por los que deambulaba a diarios. Su odio por los cazadores, los coleccionistas, incluso los turistas y las damas de entonces que usaban sombreros de plumas, algo que abominaba Hudson. Tiene un folleto muy conocido que se llama. ‘Mujeres emplumadas’, en el que criticó la matanza de pájaros. A pesar del afán de Hudson de no dejar rastros de su vida privada queda una gran correspondencia suya. De mujeres no, pero hay cartas con la Real Sociedad Protectora de Pájaros (de la que formó parte), con sus amigos", entre los que se encontraban Morley Roberts, Cunninghame Gram, Linda Gardiner, Joseph Conrad, Violet Hunt, John Gasworthy, Lord Grey y Ford Madox Ford. ‘Allá lejos y hace tiempo’ (1918), es una especie de autobiografía que yo traduje, y me preocupé que se pareciera al estilo de él. Era un hombre muy sencillo, de un estilo muy directo ‘escribe como el pasto crece’, sintetizó su amigo Joseph Conrad.”
[5] Actualmente está siendo traducida por el equipo de la
profesora María Rosa Mariani.
[6] Y dijo Borges: “Es absurdo alimentar
la polémica si Hudson es argentino o inglés, a mi juicio Hudson escribe en
inglés lo que siente y piensa en castellano”.