Investigación del Dr. José A. Craviotto
Publicada en el periódico El Plata
“Planto árboles para pagar mi deuda
con los que antes plantaron aquéllos, que hoy me dan sombra"
leyenda persa
Un acta labrada en la estancia "San Juan", en Quilmes, el 17 de octubre de 1875 por el encargado de las plantaciones de ese establecimiento, Charles Vereecke, ante Leonardo Pereyra, Martín Iraola, G. de Guerrico, Juan M. Cobo, Ruperto Van Geert, M. Guerrico, Félix y Estanislao Frías, atestigua que las primeras semillas de eucaliptos llegadas al país le fueron entregadas a Vereeke por Domingo Faustino Sarmiento en 1858, provenientes de Australia, "y que de ellas provienen los primeros árboles que se han logrado de esta familia".
Descubierto en Australia, en realidad en la isla de Tasmania, en 1792 por Labillardiére, llegó Francia y Estados Unidos en 1854, en 1858 a la Argentina, 1865 a España, 1870 a Italia y en 1876 al Brasil. Es a Sarmiento, pues, a quien debemos hoy el poder contemplar por todas partes, los grandes, elegantes e imponentes eucaliptos, útiles por tantos conceptos, y a que los más antiguos que hoy existen, tengan sólo 4 años que sus similares en todas partes del mundo, excepto en su lugar de origen.
En ese mismo año 1858, se plantaron los primeros eucaliptos en la estancia San Juan pocos años después, de esa estancia se enviaron 1000 árboles a don Vicente Casares, para sus campos en Cañuelas, esto en 1866.
En 1870, llegaban a la. zona de Mar del Plata y abundaban en los alrededores de Buenos Aires, especialmente en San Isidro. En 1873, la plaza principal del Azul fue reconstruida, colocándose una doble hilera de eucaliptos, “árbol australiano, al parecer de porvenir en el país" dijo por entonces el botánico Lorentz. (ver biografía en el apéndice)
En 1876, Fernando Manlult plantó eucaliptos en el parque Tres de Febrero, en el macizo arbóreo que daba sombra al corral de los guanacos y otro conjunto cerca del viaducto del ferrocarril al Rosario; los números indicadores, le servían para localizar estos árboles antiguos entre sus congéneres más modernos, se habían perdido en 1910.
El gobernador de Buenos Aires, Mariano Acosta, ofreció premios en 1873, por cada diez cuadras pobladas de eucaliptos y acacias. Lo cierto es que en las estancias argentinas, entre los años 1870 y 1875, cundió el entusiasmo por los árboles. Del género eucaliptos se conocen no menos 30 especies diferentes, todas útiles para sanear terrenos y pantanos; sirven de valla; además alimenta abejas con sus hermosas y aromáticas flores blancas, blanco verdosas, amarillentas o púrpuras, según las especies.
Eucaliptus camaldulensys en el Parque de la Cervecería |
En otro orden, el concepto de urbanismo en Sarmiento, relativo a su época y a su medio, raya a gran altura, acorde a su mentalidad genial; por él, plazas, parques, zonas, raya a gran altura, acorde a su mentalidad genial: por él, plazas, parques, zonas hoy urbanas o urbanizadas — antes en despoblado — tienen esos hermosos gigantes, nacidos 70 u 80 años atrás. Es incomprensible que sean derribados, si no media alguna razón valedera, de construcción por ejemplo; y si bien el derecho de propiedad puede dar derecho, a derribarlos para obtener ganancia como leña, hay otro derecho superior a todos, pero incomprensible para los que van de su casa al negocio. En Gran Bretaña, en los días de 1941, en plena guerra, el primer ministro Winston Churchill reclamó porque "las compañías madereras están destruyendo nuestros bosques con finos de lucro" y ordenó "que se cuide debidamente el aspecto de nuestros campos" y que se "replanten árboles en la proporción de dos o tres por cada árbol grande que se derribe".
BARANDA, EL ÁRBOL DE LA BUENA SOMBRA
Cuando en Quilmes fueron sembradas las semillas que Sarmiento entregó en la estancia San Juan, el hecho llamó la atención de algunos progresistas vecinos de la zona al sur del arroyo Conchitas. Uno de ellos, don Andrés Baranda, recibió personalmente de Sarmiento las semillas necesaria para preparar un almacigo en su quinta en Quilmes, en la media manzana comprendida entre las calles Rivadavia entre Sarmiento y General Paz. Con las plantas que allí brotaron, ya en 1860, fueron arboladas grandes extensiones de la Estancia Grande, antigua propiedad de don Bernabé Giles — padre político de don Andrés Baranda —, entonces en jurisdicción del partido de la Ensenada, así como en la chacra que ese año había adquirido Baranda de don Pedro Costa. En ésta fueron plantados eucaliptos en número suficiente para formar una avenida con dos dobles filas de árboles, de ancho 25 metros y de largo 500, que conducían desde la antigua entrada hasta, el monte de acacias junto a la casa. Subsisten hoy en gran parte, y tienen su importancia histórica de la que no carecen los eucaliptos más antiguos de la ex-estancia San Juan, pero en ésta no es posible individualizar los más antiguos desde 1915, año en el cual un tremendo ciclón derribó 5000 eucaliptos de gran altura, pero situados en terrenos bajos, anegados por las aguas de lluvia y privaron a sus raíces del suficiente arraigo en el subsuelo.
Fue Antonio Ghiorsi (a) Piquetín, quien efectuó la siembra de las semillas y el posterior traslado y plantación de los pequeños árboles; a unos 200 metros al sureste de la vieja avenida, en la chacra de Baranda, rodeados de algunos talas y acacias, están en pie todavía los ranchos del viejo quintero, fallecido casi 40 años atrás. Fue también Piquetín quien, entre 1868 -70 plantó el ancho cerco de cinacina que circunda aquel campo; según sus informes, con semillas que proveyó Sarmiento.
Aun hoy, desde muy lejos, sobre la lona de casi 35 metros en la que se encuentra la vieja chacra, se observan los eucaliptos casi centenarios; "el espectáculo siempre risueño de los árboles, en medio de la desnudez de la llanura", frase de Sarmiento que puede aplicarse a los gigantes que fueron plantados en la antigua propiedad de un quilmeño progresista.
Dr. José A. Craviotto
Compilación Chalo Agnelli