Prof. Chalo Agnelli
Tras el paseo inaugural que realizamos el 14 de octubre desde Darsena Norte al Club Náutico de Quilmes, como inauguración del proyecto de transporte fluvial que uniría Quilmes con la Capital Federal impulsado por la actual administración municipal, recuperamos en la memoria la excursión que realizó el Ing. William Wheelwright [1], por el Río de la Plata el 25 de marzo de 1870 para demostrar la importancia que tendría para el intercambio comercial del país el puerto de la Ensenada. Asistieron como invitados el presidente Domingo F. Sarmiento, el ministro Vélez Sarsfield, el gobernador de la Provincia Emilio Castro y muchas personas características de la ciudad de Buenos Aires y de Quilmes como el juez de paz de ese año don Tomás Giráldez.
Wheelwright dejó referencia del hecho y de la importancia del puerto de la Ensenada para la economía naviero mercantil en una carta que se publicó en el periódico inglés “The Standard” [2] de Buenos Aires, que continuación tanscribimos:
La excursión de ayer a la Ensenada tuvo por objeto hacer ver a S. E. el Presidente y el gobernador de la provincia y a sus ministros respetivos y amigos cuan hermoso puerto poseía la República Argentina: ni el Presidente ni el gobernador lo habían visto antes jamás. Ignoro qué efecto ha producido en ellos la vista de esta espléndida bahía: haber encontrado a doce leguas de esta ciudad un puerto natural capaz de alojar un millar de buques y susceptible de mejoramientos respecto de su barra hasta hacerle el canal de los buques ordinarios que visitan el Río de la Plata, en tanto que su anclaje exterior no tiene tal vez superior en Europa para lo que es seguridad contra los vientos peligrosos para los más grandes buques mercantes y para los buques de guerra.
El capitán de la Decidée, que ha hecho un estudio reciente de la Ensenada por orden de su gobierno, hizo últimamente al gobierno nacional la observación siguiente: 'Apenas puede creerse que no teniendo Buenos Aires un puerto suyo propio, haya venido sufriendo por siglos pérdidas enormes por la inseguridad y peligro de su anclaje o fondeadero, el inmenso gasto, riesgo y pérdida de tiempo en las maniobras de su comercio y permanecido así indiferente a este bello puerto de la Ensenada’.
Tal es el testimonio de un eminente y autorizado comandante francés, el resultado de sus propias observaciones y de su propio trabajo.
"¿Qué más puede desear el gobierno de esta República que el complementario testimonio dado al señor Rivadavia hace cerca de medio siglo por el distinguido ingeniero M. Bevans (y tantos otros no menos competentes) con respecto a la Ensenada y su capacidad para la comodidad de un enorme comercio; un puerto, el más cómodo y seguro, tan tranquilo, quieto y suave como el Paraná, capaz en extensión ilimitada de muelles, almacenes, diques y que sólo requiere un poco de ayuda del gobierno para darle todas las facilidades que pueden obtenerse en cualquier puerto de Europa?...
"¿Permanecerán indiferentes y apáticos los gobiernos nacional y provincial al tesoro que poseen en el puerto y anclaje de la Ensenada? ¿Seguirán ellos viendo con apatía e indiferencia el miserable estado de cosas que grava al país con pérdida de buques, disipación de tiempo, robos, etcétera, a lo menos en cinco millones de patacones anualmente?...
"¿No revivirán las ilustradas vistas de Rivadavia, que sin la ayuda de los ferrocarriles (desconocidos en su tiempo) sostuvo con todo su poder el puerto de la Ensenada, aun con el auxilio lento de un canal?...
"Que la Ensenada está destinada a ser el puerto de Buenos Aires no es más dudoso que saldrá el sol mañana, pues sólo es ello una cuestión de tiempo y ese tiempo no está distante.
"Es digno de notar que no necesitamos almacenes fiscales, desde que el plan es descargar las mercancías desde el buque a un muelle de suficiente anchura y cubierto, lo cual será toda la protección requerida en la carga y descarga de los buques a los trenes y de los trenes a los buques.”
"De usted, etcétera, W. Wheelwright".
NOTAS
[1] Alberdi, Juan Bautista. “Vida de William Wheelwright” Emecé Editores – Memoria argentina. Buenos Aires, 2002.
[2] Fundado en 1861 por los hermanos irlandeses Eduardo (1832 – 1888) y Michael Mulhall. Emigrados a Buenos Aires en 1852. The Standard fue el primer periódico para la comunidad de habla inglesa. Eduardo fue concejal de la ciudad de Buenos Aires. Tuvo una estancia de 40.000 hectáreas. En 1856 se casó con la inglesa Eloisa Eborall. Murió en Buenos Aires en 1888.
Chalo Agnelli