Por Chalo Agnelli
En el
2015 comencé mis transmigraciones y trastrueques en el tiempo para entrevistar
a figuras del pasado quilmeño; fueron: Francisco Soto el 17 de enero; Santiago
Goñi el 18 de septiembre; Santos Angelletti el 22 de noviembre y Guillermo
Ithursarry (o Ythursarry) el 4 de diciembre y el 3 de enero de 2016 a José
Escobar. Retomo ese ejercicio de reportero que desarrollé en “El Periodista”,
décadas atrás, y ahora me ‘retrotraslado’ para entrevistar a don José Camarero
un actor que descolló en los escenarios quilmeños a partir de la segunda década
del siglo pasado.
Del periódico
“El Plata” 24/9/1939
Es 1939, un año conflictivo en la política quilmeña.
Los conservadores se están dando los unos a los otros. Comienza con don
Victoriano Huisi como intendente - que lo venía siendo desde 1936 -, pero el 12
de enero después de una trifulca palaciega de acusaciones y reproches lo sucede,
interinamente, el concejal y presidente del H.C.D. desde 1932, el Dr. Ernesto
A. Garibotti (cabecilla del desbarajuste), desde el 12 de enero hasta el 12 de
noviembre en que asume Alfredo Fazzi. También a nivel nacional un suceso turba
a los argentinos, el suicidio de Lisandro de La Torre. Europa es un polvorín y
en Quilmes están actuando subrepticiamente grupetes filonazis y falangistas,
porque en España el 29 de marzo concluye la sangría con la victoria de Franco y
su tortuosa quimera. El cardenal Pacelli, quien nos visitara otrora asume como
Papa. En la vecina Chile un terremoto acaba con 30.000 personas. Pero nada
altera tanto el ánimo de los rioplatenses como la batalla naval entre el
acorazado Graf Spee y tres cruceros británicos protagoniza frente a Punta del
Este, Uruguay. En abigarrado síntesis, comienza y se va una época.
Pero entre este maremágnum que es, era y será el
mundo ayer, hoy y siempre, yo llego al borde del barrio La Colonia, cruzo las
vías del Roca - en este pasado Ferrocarril del Sud - y en una casa un tanto
ecléctica ubicada en Olavarría 1, me encuentro con don José Camarero un
apasionado del teatro quilmeño; que con cierto desconcierto por los sorpresivo
de la “interviú” contesta a mis
preguntas con gentileza y rigor.
- El teatro en Quilmes ya hace varias décadas que se pronuncia, desde aquellas primeras piezas escritas por don José Andrés López y actuadas por Elvira Lanatta y Manuel Casavalle. ¿En qué circunstancias, en qué época y con qué elenco comenzó su actuación en el teatro?
- Mi iniciación como aficionado teatral data del año 1919, era muy joven. Integraba el cuadro filodramático, de reciente creación, denominado "Juventud Quilmeña”. En una época que los aficionados teatrales - usando una expresión vulgar – “brotaban como hongos”. Si bien mi memoria no me es fiel para retener la fecha del debut en el tablado, recuerdo perfectamente la obra que representamos: “Justicia", de Agustín Fontanella, [1] que subió a escena en el teatro “Patria e Unitá”,[2] baje la dilección del conocido aficionado local José Gaggero [3] que hacía el rol del protagónico. Sobre la opinión que mereció nuestra labor pública, omito dar juicio porque creo fundadamente que ni él mismo podía darla a conciencia, pues lo que presenciaron los espectadores, más que una representación teatral fue una exhibición cinematográfica (risas); y voy a explicarle el por qué. Apenas iniciado el espectáculo, empezó a llover en forma torrencial, y como en aquel entonces el teatro de referencia carecía de los adelantos modernos en lo que la acústica se refiere, pues tanto el techo del salón como del escenario lo componían simples chapas de zinc; se podrá imaginar, amigo cronista, el pandemonio que se armó allí.
En septiembre de 1925, integré el elenco de “Actos de suegros”, pieza que se representó en colaboración con la cooperadora de la Escuela Primaria Láinez N° 36 (Hoy N° 83) En junio de 1928, como integrante del Club de Fútbol Nacional y junto con Atilio Pozzoni, Pedro Bond, Daniel Alberto Lampi, Eduardo Cerutti y Arnaldo Capra, entre otros, actué en “Las montaña de las brujas” de Julio Sánchez Gardel. Se sucedieron muchas otras puestas teatrales. El 7 de setiembre de 1941 se creó el elenco teatral estable municipal y estuve entre los integrantes. El 21 de mayo de 1942, actué en la obra “Al campo” de Martín Coronado dirigida por Roberto Fossati.
- De entre todos esos compañeros de las tablas ¿A quiénes recuerda con más afecto?
- Especialmente a Antonio García, Manuel Manini (los Manini eran una familia que siempre estaba involucrada en cuanta manifestación artística o deportiva surgiera) y Alberto Lampi, quien siguió en la brecha teatral.
- Dentro de la variedad de personajes que presentan los libretos teatrales ¿Qué roles prefería desempeñar y qué género dramático?
- Le diré, previa, discriminación de la pregunta. Si bien sobre el género mis preferencia se inclinaron siempre hacia el dramático, en lo que respecta a roles, hubo, diríamos, dos aspectos en mi vida teatral. Mientras las líneas abdominales me lo permitieron (la panza), mis roles preferidos fueron los galanes, hasta que producido la curvatura física me tuve que conformar con los característicos (risas)
- El teatro nacional ha tenido y tiene a lo largo de su historia, como lo fue Casacuberta en Buenos Aires y Manuel Casavalle en Quilmes nombres que brillaron en la actuación y como dramaturgos ¿Qué autor, actor y actriz merecían su predilección en su época?
- Martínez Paiva, [4] Luis Arata[5] y Blanca Podestá,[6] respectivamente.
- ¿Y entre los quilmeños?
- Como autores locales la elección, a mi entender, es fácil, pues desaparecido Pedro Poloniolli, creo que el único que acumuló méritos como tal, fue Aníbal Carro. En lo que respecta a actrices, también creo debe haber unanimidad pues el honor de considerársela mejor aficionada quilmeña le corresponde, sin discusión alguna, a la señora Dora Barrera Nicholson de Ricagno.[7] Y ahora, viene el nudo gordiano de la pregunta: si bien mis predilecciones sobre autor y actriz son definidos, como le termino de expresar, en lo que atañe a los actores ya la cosa cambia de aspecto pues hay dos que cuentan con mi predilección y que los tengo a un mismo nivel: Luis Setti y Luis Fedeli.
- Teniendo en cuenta esos nombres y su desempeño en todos los géneros y roles dramáticos ¿Qué opina del momento del teatro quilmeño, en este 1939?
- La desaparición de Romero y Gaggero, dos puntales del teatro de aficionados, dejó un gran vacío y desconcierto, a lo que se suma el alejamiento, propio de la edad de figuras prestigiosas como Ramini, Palla, Bond, Pozzoni, Chasco, Fosatti y otros a quienes lamento no recordar, quienes propendieron en forma eficaz al afianzamiento del incipiente teatro quilmeño. Y como considero que es ley natural que lo que no se renueva muere a plazo fijo, creo que el teatro quilmeño, que tuvo su época de oro en el período comprendido entre los años 1915 a 1935, está en peligro desaparecer.
- La vida del actor marca sus momentos más rutinarios, al punto que dejan de serlo. ¿Qué hecho o qué momentos de su actuación en las tablas, permanecen más vívidos en su memoria?
- El momento más vivido en mi memoria fue mi interpretación en "El chanchullo”, de Muñoz Seca, que al decir de mis compañeros fue mi mejor creación; esto en lo que respecta a la faz espiritual del asunto. En lo que físicamente se refiere, hay dos hechos que tampoco se borrarán de mi memoria y ambos difieren fundamentalmente entre sí, pues mientras el uno tuvo contornos dramáticos, el otro adquirió ribetes cómicos. El que he tildado de dramático me sucedió en el año 1920 y tuvo lugar durante la realización del sainete de Marone y Giudice titulado “Espinas del alero”. Juan Romero, quien protagonizaba al héroe, puso tanto calor en su papel - cosa habitual en él pues vivía los papeles que representaba - que a no mediar un gesto de prevención mío, a estas horas posiblemente no relataría tan tranquilo el episodio; consecuencia de ello fue una herida de consideración por deflagración de pólvora, cuya cicatriz aun conservo en mi mano izquierda. Y ahora viene el otro episodio, pero que a la inversa del relatado anteriormente, lo recuerdo jocosamente. El ‘Club Martínez’, afiliado a la Liga Quilmeña, daba una función a beneficio de su caja social y fui solicitado para integrar el reparto de la obra “El indio”. Accedí a ello y me tocó en suerte interpretar un personaje que al final de la representación es asesinado de una puñalada. Ahora bien, si esto me hubiera sucedido antes del accidente ya relatado, hubiera sido una cosa de lo más natural, pero después de esa experiencia dolorosa, conociendo los puntos que calzaba el “gordo” Duque, que era el que tenía que matarme - de características similares a Juan Romero – tomé mis prevenciones y dije: “del mal el menos”, hacía de galán y le pedí al miembro del club organizador Salvador Delgado, me facilitara su saco para entrar en el cuadro final. Consecuencias: un pinchazo, para mí de tres milímetros de profundidad en el costado del cuerpo, y una buena zurcida para el saco del señor Delgado, lo que hizo que exclamara parodiando al inglés del cuadro: “¡Me pinchó pero salvé la ropa!” (risa)
- El teatro en Quilmes ya hace varias décadas que se pronuncia, desde aquellas primeras piezas escritas por don José Andrés López y actuadas por Elvira Lanatta y Manuel Casavalle. ¿En qué circunstancias, en qué época y con qué elenco comenzó su actuación en el teatro?
- Mi iniciación como aficionado teatral data del año 1919, era muy joven. Integraba el cuadro filodramático, de reciente creación, denominado "Juventud Quilmeña”. En una época que los aficionados teatrales - usando una expresión vulgar – “brotaban como hongos”. Si bien mi memoria no me es fiel para retener la fecha del debut en el tablado, recuerdo perfectamente la obra que representamos: “Justicia", de Agustín Fontanella, [1] que subió a escena en el teatro “Patria e Unitá”,[2] baje la dilección del conocido aficionado local José Gaggero [3] que hacía el rol del protagónico. Sobre la opinión que mereció nuestra labor pública, omito dar juicio porque creo fundadamente que ni él mismo podía darla a conciencia, pues lo que presenciaron los espectadores, más que una representación teatral fue una exhibición cinematográfica (risas); y voy a explicarle el por qué. Apenas iniciado el espectáculo, empezó a llover en forma torrencial, y como en aquel entonces el teatro de referencia carecía de los adelantos modernos en lo que la acústica se refiere, pues tanto el techo del salón como del escenario lo componían simples chapas de zinc; se podrá imaginar, amigo cronista, el pandemonio que se armó allí.
En septiembre de 1925, integré el elenco de “Actos de suegros”, pieza que se representó en colaboración con la cooperadora de la Escuela Primaria Láinez N° 36 (Hoy N° 83) En junio de 1928, como integrante del Club de Fútbol Nacional y junto con Atilio Pozzoni, Pedro Bond, Daniel Alberto Lampi, Eduardo Cerutti y Arnaldo Capra, entre otros, actué en “Las montaña de las brujas” de Julio Sánchez Gardel. Se sucedieron muchas otras puestas teatrales. El 7 de setiembre de 1941 se creó el elenco teatral estable municipal y estuve entre los integrantes. El 21 de mayo de 1942, actué en la obra “Al campo” de Martín Coronado dirigida por Roberto Fossati.
- De entre todos esos compañeros de las tablas ¿A quiénes recuerda con más afecto?
- Especialmente a Antonio García, Manuel Manini (los Manini eran una familia que siempre estaba involucrada en cuanta manifestación artística o deportiva surgiera) y Alberto Lampi, quien siguió en la brecha teatral.
- Dentro de la variedad de personajes que presentan los libretos teatrales ¿Qué roles prefería desempeñar y qué género dramático?
- Le diré, previa, discriminación de la pregunta. Si bien sobre el género mis preferencia se inclinaron siempre hacia el dramático, en lo que respecta a roles, hubo, diríamos, dos aspectos en mi vida teatral. Mientras las líneas abdominales me lo permitieron (la panza), mis roles preferidos fueron los galanes, hasta que producido la curvatura física me tuve que conformar con los característicos (risas)
- El teatro nacional ha tenido y tiene a lo largo de su historia, como lo fue Casacuberta en Buenos Aires y Manuel Casavalle en Quilmes nombres que brillaron en la actuación y como dramaturgos ¿Qué autor, actor y actriz merecían su predilección en su época?
- Martínez Paiva, [4] Luis Arata[5] y Blanca Podestá,[6] respectivamente.
- ¿Y entre los quilmeños?
- Como autores locales la elección, a mi entender, es fácil, pues desaparecido Pedro Poloniolli, creo que el único que acumuló méritos como tal, fue Aníbal Carro. En lo que respecta a actrices, también creo debe haber unanimidad pues el honor de considerársela mejor aficionada quilmeña le corresponde, sin discusión alguna, a la señora Dora Barrera Nicholson de Ricagno.[7] Y ahora, viene el nudo gordiano de la pregunta: si bien mis predilecciones sobre autor y actriz son definidos, como le termino de expresar, en lo que atañe a los actores ya la cosa cambia de aspecto pues hay dos que cuentan con mi predilección y que los tengo a un mismo nivel: Luis Setti y Luis Fedeli.
- Teniendo en cuenta esos nombres y su desempeño en todos los géneros y roles dramáticos ¿Qué opina del momento del teatro quilmeño, en este 1939?
- La desaparición de Romero y Gaggero, dos puntales del teatro de aficionados, dejó un gran vacío y desconcierto, a lo que se suma el alejamiento, propio de la edad de figuras prestigiosas como Ramini, Palla, Bond, Pozzoni, Chasco, Fosatti y otros a quienes lamento no recordar, quienes propendieron en forma eficaz al afianzamiento del incipiente teatro quilmeño. Y como considero que es ley natural que lo que no se renueva muere a plazo fijo, creo que el teatro quilmeño, que tuvo su época de oro en el período comprendido entre los años 1915 a 1935, está en peligro desaparecer.
- La vida del actor marca sus momentos más rutinarios, al punto que dejan de serlo. ¿Qué hecho o qué momentos de su actuación en las tablas, permanecen más vívidos en su memoria?
- El momento más vivido en mi memoria fue mi interpretación en "El chanchullo”, de Muñoz Seca, que al decir de mis compañeros fue mi mejor creación; esto en lo que respecta a la faz espiritual del asunto. En lo que físicamente se refiere, hay dos hechos que tampoco se borrarán de mi memoria y ambos difieren fundamentalmente entre sí, pues mientras el uno tuvo contornos dramáticos, el otro adquirió ribetes cómicos. El que he tildado de dramático me sucedió en el año 1920 y tuvo lugar durante la realización del sainete de Marone y Giudice titulado “Espinas del alero”. Juan Romero, quien protagonizaba al héroe, puso tanto calor en su papel - cosa habitual en él pues vivía los papeles que representaba - que a no mediar un gesto de prevención mío, a estas horas posiblemente no relataría tan tranquilo el episodio; consecuencia de ello fue una herida de consideración por deflagración de pólvora, cuya cicatriz aun conservo en mi mano izquierda. Y ahora viene el otro episodio, pero que a la inversa del relatado anteriormente, lo recuerdo jocosamente. El ‘Club Martínez’, afiliado a la Liga Quilmeña, daba una función a beneficio de su caja social y fui solicitado para integrar el reparto de la obra “El indio”. Accedí a ello y me tocó en suerte interpretar un personaje que al final de la representación es asesinado de una puñalada. Ahora bien, si esto me hubiera sucedido antes del accidente ya relatado, hubiera sido una cosa de lo más natural, pero después de esa experiencia dolorosa, conociendo los puntos que calzaba el “gordo” Duque, que era el que tenía que matarme - de características similares a Juan Romero – tomé mis prevenciones y dije: “del mal el menos”, hacía de galán y le pedí al miembro del club organizador Salvador Delgado, me facilitara su saco para entrar en el cuadro final. Consecuencias: un pinchazo, para mí de tres milímetros de profundidad en el costado del cuerpo, y una buena zurcida para el saco del señor Delgado, lo que hizo que exclamara parodiando al inglés del cuadro: “¡Me pinchó pero salvé la ropa!” (risa)
* * *
Terminamos
la entrevista y vuelvo a mi presente reflexionando en cuántos quilmeños,
quilmeros, como José Camarero, con sus vidas, con sus obras dieron un perfil de
sustanciosa identidad a Quilmes; inapreciable Capital Social de mujeres y
hombres sobre quienes se apoya la tradición, la cultura que nos identifica. En
el caso de nuestro entrevistado, en su actuación, no sólo actoral, bien le vale
el título de CIUDADANO ILUSTRE post mortem.
1. El intendente Dr. José Eduardo López, 2. el Prof. José Sosa del Valle, director de la Escuela Normal, 3. don Carlos D. Valerga, presidente del Boxing Club, 4 don José Camarero y 5. el concejal Perli.
DON JOSÉ CAMARERO
Entre
las muchas familias genovesas y canarias llegadas a La Colonia con la
Cervecería había algunas pocas castellanas. Esa región histórica española de
límites difusos que dio lengua a América. Los Camarero provenían de Burgos, la
capital de la Corona de Castilla, desde 1230 hasta el reinado de los Reyes
Católicos.
INMIGRACIÓN
José
Camarero nació en esa ciudad castellana cuando nacía el siglo, en 1900. Los
Camarero llegaron a la Argentina en 1909 y se establecieron en Quilmes, en la
esquina de 1° de Mayo y Vicente López, arraigándose a la nueva tierra y al
pueblo que aún no tenía la condición de ciudad. También pronto se vincularon
con los vecinos, entablando una sincera y profunda amistad con los Valerga,
especialmente con el benemérito don Santiago.
José
cursó la primaria y luego ingresó en la Academia Mezzadra, la única institución
quilmeña en su género; preparaba a los jóvenes para las actividades mercantiles
y contables, así como en los instrumentos prácticos referentes a esos
quehaceres. A poco de egresar lo atrapó la ubérrima sombra de la Cervecería que
se extendía por todo el barrio.
Hizo una carrera rápida. Trabajó en las oficinas que la empresa tenía en la Capital Federal en la calle Brasil y allí desarrolló una ininterrumpida labor como jefe de contaduría hasta su jubilación en 1955.
EDUCADORES
En 1930, se casó con Lilia Deprati Ferrari, de una familia de arraigo local, de ascendencia genovesa, que dio numerosos educadores a Quilmes como don Pedro Deprati, señero maestro de larga actuación en la escuela primaria Nº 1, en La Plata y como maestro rural. Lilia tuvo una destacada trayectoria como maestra por 30 años en la escuela Nº 6 de Bernal, junto a su cuñada Herma Cañás de Deprati, mujer muy comprometida en la dignificación del docente quilmeño y de la provincia de Buenos Aires.
Hizo una carrera rápida. Trabajó en las oficinas que la empresa tenía en la Capital Federal en la calle Brasil y allí desarrolló una ininterrumpida labor como jefe de contaduría hasta su jubilación en 1955.
EDUCADORES
En 1930, se casó con Lilia Deprati Ferrari, de una familia de arraigo local, de ascendencia genovesa, que dio numerosos educadores a Quilmes como don Pedro Deprati, señero maestro de larga actuación en la escuela primaria Nº 1, en La Plata y como maestro rural. Lilia tuvo una destacada trayectoria como maestra por 30 años en la escuela Nº 6 de Bernal, junto a su cuñada Herma Cañás de Deprati, mujer muy comprometida en la dignificación del docente quilmeño y de la provincia de Buenos Aires.
Ver en EL QUILMERO del sábado, 5 de junio de 2010, “Encuentro
pugilístico barrial – Del arcón de la abuela” – “Salman
Sale Andah versus Odilón Vicentela”
LA COLONIA
Cómo
un sello más de su pasión quilmeña y cervecera, José Camarero, también en 1930
construyó su casa entre la Sociedad de Obreros Cerveceros y las vías del
ferrocarril, Olavarría 1, junto al límite de La Colonia pues, siempre es bueno
recordar que, según la ordenanza municipal del 1 de mayo se crea el Cuartel 1º,
segunda sección de la vereda oeste de Hipólito Yrigoyen hasta Av. La Plata. Así
queda establecida la jurisdicción de Quilmes Oeste. Según esta ordenanza la
estación de Quilmes, la plaza William Wheelwright y todas las propiedades al
Oeste de la calle Hipólito Yrigoyen están dentro de Quilmes Oeste.
EL PERIODISMO
Pero
la vida de don José no se limitaba tan sólo a la responsabilidad del trabajo,
de espíritu inquieto y abarcador fue asiduo colaborador con el semanario “El
Plata”, del E. Mauri Casabal, para la página deportiva. Intuitivo poeta y
entusiasta amante del teatro, ese periódico publicó numerosos poemas suyos y
críticas teatrales. Fue miembro del Círculo de la Prensa, Comprometido con la
cultura, el deporte y la vida social de una ciudad en ciernes perteneció a
numerosas instituciones que diseñaron el perfil de los quilmeños. Integró como
secretario de la comisión directiva del Club de Fútbol Nacional, formó parte de
la Comisión Directiva del Quilmes Atlético Club y de la Sociedad de Bomberos
Voluntarios de Quilmes acompañando a uno de sus amigos más consecuentes el Sr.
Juan Biotti.
Lilia
y José tuvieron tres hijas Mora, Beatriz y Stella Maris, a las que infundieron
una fuerte orientación hacia los caminos de la educación, la literatura y las
artes plásticas.
José
Camarero murió en 1965 dejando una impronta firme y señera en la cultura y la
tradición quilmeña.
Entrevista y
compilación Chalo Agnelli
Colaboración
Mora Camarero Deprati de Baratti
FUENTES
“La Colonia de Valerga, historia social del
segundo barrio de Quilmes” (1874-1974) Ed. Tiempo Sur. Quilmes, 2010
Periódico “El Plata”. Quilmes 24 de septiembre de 1939. (Pág. 5)
Periódico “El Plata”. Quilmes 24 de septiembre de 1939. (Pág. 5)
NOTAS
[1] Agustín Fontanella (1875-1944) Espectáculos en los que participó: Sainete x 4 (Autor), Historia gaucha (Autor, Narigueta (Autor), Los amores de
Giacumina (Autor), Restauración (Autor), Justicia (Autor), Tranquera (Autor), ¡Venganza! (Autor), La esclava (Autor)
[2] Ver en EL QUILMERO
del viernes, 11 de enero de 2019, “Sociedad
Patria E Unitá por Carlos A. M. Eusebi”
[3] Ver en EL QUILMERO
viernes, 13 de junio de 2014, “El grupo filodramático y club social Alberto
Ghiraldo - Los teatros de antaño” [4] Martínez Paiva (Gualeguaychú, Entre Ríos, 9 de octubre de 1887 / Buenos Aires 24 de marzo de 1979) a quien también se menciona como Claudio Martínez Payva, escritor, dramaturgo, guionista de cine y periodista.
[5] Luis Arata (23 de agosto de 1895, Buenos Aires - 21 de junio de 1967, Buenos Aires) Clásico actor de teatro, cine y televisión
[6] Blanca Podestá. (La Plata, 6 de julio de 1887 - Buenos Aires, 17 de mayo de 1967) actriz y productora argentina perteneciente a la dinastía familiar de los Hermanos Podestá hija de Jerónimo Podestá. Compuso a lo largo de su carrera más de 500 personajes.
[7] Ver en EL QUILMERO jueves, 4 de agosto de 2011 “Historia del teatro quilmeño – 3ª parte - Dora Barrera Nicholson De Ricagno”