LEGADO DE IVONNE
NECOL DE F. RIGOLLEAU
Por Ana María De
Mena
A fines del Siglo XIX Gastón Fourvel Rigolleau importaba papel y
tinta a la Argentina y, cuando una huelga de obreros paralizó la producción de
frascos de vidrio para envases, empezó su fabricación, para seguir proveyendo
tinta, por entonces un importante medio de escritura sobre papel, además de los
lápices.
El Ing. Pierre Roubalski y la
sra. Ivonne Necol de Fourvel Rigolleau.
Entre 1906 y 1908, construyó en Berazategui la planta
fabril a la que dio nombre. Su hijo, Víctor León Fourvel Rigolleau continuó la
evolución de la que fue la empresa vidriera más importante de Sudamérica,
trayendo artesanos europeos que formaron a los sopladores argentinos. Recorría establecimientos
fuera del país observando tecnologías y productos, para incorporar a la firma.
Con la dirección del maestro Gerónimo Narizzano, fundó
allí el Ateneo Rigovisor, instituto de perfeccionamiento para obreros de la
firma que extendió sus actividades a la población, ofreciendo gratuitamente
alternativas de formación y de divulgación cultural. Propició además
experimentaciones artísticas, de donde nacieron talladores reconocidos como
Francisco Ragas, el escultor Félix Berdyszczak y la vitralista Lucrecia Moyano.
Fue una vanguardia educativa que dejó huellas en varias generaciones. En lo
artístico inició a pintores y escultores de trayectoria destacada.
La viuda de León Rigolleau en su piso del edificio Kavanagh, cuando contaba ochenta y cinco años de edad.
El Ateneo Rigovisores reconocido como una de las primeras
iniciativas de capacitación al personal, por parte de una industria en nuestro
país. Es también, el lugar donde germinaron las incontables semillas artísticas
que sembró Gerónimo Narizzano, como lo hizo en la Biblioteca Popular Manuel
Belgrano, los talleres municipales y el Centro Cultural motivo de este artículo.
León, recordado por quienes lo conocieron como un hombre
atento a las necesidades de su personal
estaba casado con una mujer francesa, Ivonne Necol. Ella apoyó que
propiciara en Berazategui la creación de un cuartel de bomberos voluntarios,
una sala de primeros auxilios, el Policlínico del Vidrio y otras iniciativas
que contribuyeron al crecimiento comunitario. Ellos apadrinaron la Parroquia
Sagrada Familia.
Dino Pazzelli, Martín Castro,
Angel Palmero, Mabel Harsich, A. M. de Mena, Félix Berdyszak, y un prefecto
funcionario de entonces, escuchando a Gerónimo Narizzano, en una muestra (diciembre de 1976)
Rigolleau se retiró de la empresa en 1958, y falleció dos
años después. Tiempo más tarde, la plazoleta ubicada entre las calles 14 entre
Pellegrini y Garay, fue bautizada con su nombre, igual que la avenida de acceso
desde el Camino General Belgrano. Sin hijos, su esposa también se desvinculó del directorio
de la firma.
Ivonne conservaba vidrios artísticos y cristales
especiales, acumulados a lo largo de viajes por los cinco continentes. A veces
se quejaba porque las mucamas rompían sin querer alguna pieza mientras la
limpiaban.
En los años '70 residía en un piso del Edificio Kavanagh
de Buenos Aires, cuyo ascensor principal no usaba, por no cruzarse con Alfredo
Martínez de Hoz ministro de Economía del Proceso, quien vivía allí, y por temor
a un atentado, a propósito de su presencia. Utilizaba el elevador de servicio.
Una entrevista publicada años después consigna sus propósitos
“Yo deseaba recordar el nombre de mi esposo construyendo un edificio que
estuviera en la comunidad por la que tanto cariño guardaba… además León adoraba
el vidrio y por eso dedicó sus afanes a investigar y divulgar sus usos”.
Así proyectó construir un museo del vidrio en
Berazategui, pese a la resistencia de familiares que desaprobaban las
inversiones que demandaría. No oyó reclamos y afrontó las dificultades de ese
propósito con un proyecto del arquitecto Emilio Menvielle, y los únicos alientos
de un amigo de su esposo, el Ing. Pierre Roubalski, y el de una hermana.
Roubalski había formado parte de varias iniciativas para el
progreso de Berazategui, como la instalación de telefonía automática, la puesta
en marcha del Instituto Politécnico Industrial y haber colaborado con la Sala
de Primeros Auxilios de Ranelgh, el colegio Nuestra Señora y la Comisión de
Cultura. Entonces vivía en Buenos Aires en las proximidades del Congreso
Nacional y semanalmente visitaba el distrito. Era un hombre cordial, menudo, que
llevando un portafolio de cuero negro recorría algunas oficinas dela
municipalidad, saludaba a sus conocidos y dejaba caramelos en los escritorios;
para los fines de año los reemplazaba por calendarios de bolsillo que hacía
imprimir con alguna frase reflexiva.
Él fue clave en algunas decisiones de la señora de
Rigolleau, por ser una persona en la que ella confiaba. En más de una ocasión la
escuchó lamentarse porque afrontó disgustos con la construcción del edificio, y
debió pagar dinero extra al previsto en el presupuesto inicial. Esto ocurrió
porque hubo anomalías. Como ejemplo, se puede citar que el alfombrado del
auditorio se colocó dos veces dado que en la primera fueron insuficientes los
metros de alfombra comprada…
Eran los primeros años de la década del ’70 que
transcurrieron para ella entre desatinos como el citado y objeciones familiares.
Mientras tanto en Berazategui la Dirección de Cultura
había estado casi inactiva durante bastante tiempo, porque el proceso militar
la había considerado un reservorio de jóvenes de izquierda. Una serie de
circunstancias ocasionales - hoy anecdóticas - determinaron que se reimpulsara el
área, a cuyo frente fue designada Mabel Beatriz Harsich de Slingo, de la cual dependían
el Jefe de Ceremonial y Prensa y los empleados. Ellos eran Enrique Héctor
Rodríguez, el fotógrafo Leonardo Ledesma y la periodista que esto escribe. En
el equipo de Cultura estaban Don Gerónimo Narizzano y las profesoras Graciela
Cerutti y Ana María Cora que llevaban adelante talleres de arte. A ellos se
sumaron Ema Fedele de Biancolini y Rodolfo Simar Rossi que se desempeñaban en
otras áreas municipales. También se incorporaron el Prof. Pedro Carlos Costa,
Alicia Edith Müller, Don Félix y María Margarita Berdyszak.
El público en el auditorio,
observa a Palmero, Roubalski, M. Harsich, E. Rodríguez, G. Narizzano, A. M. de
Mena, P. Costa, B. Fedele, R. Rossi, L. Ledesma, G. Cerutti, F. Berdyszak, M.
Berdyszak, A. Müller, M. Amisano, E. Martinotti, A. Gargarello y Ferrer Pasquetti.
El secretario de Gobierno del que dependía la citada
Dirección era el Prefecto (RE) Angel Arturo Palmero, quien se encargó de
visitar a la viuda de Rigolleau, previas entrevistas pactadas por intermedio
del Ing. Roubalski. Sus modales galantes, sus palabras corteses y la compañía
de una esposa agradable,encaminaron acciones para persuadir a la sra. Ivonne, yterminaron
por convencerla de donar el edificio a los vecinos, a través de la cesión al
Municipio.También hubo que hacer gestiones ante el Obispado de Avellaneda, en
cuya diócesis estaba incluido el partido de Berazategui, propietario de los
terrenos sobre los que se había levantado el edificio. Éste constaba de un
auditorio, una sala, oficinas y vivienda para un sereno.
El resto fueron trámites que se hicieron sin pérdida de
tiempo y, finalmente, el 24 de mayo de 1978, se inauguró el Centro Cultural
"León F. Rigolleau". La señora Ivonne asistió al acto satisfecha de
haber conseguido el propósito de recordar el nombre de su esposo. Lo hizo
acompañada de su hermana Mercedes. Las puertas se abrieron con una muestra del
maestro Gerónimo Narizzano, un concierto del guitarrista Cacho Tirao y un
recital poético con Biby Fedele, Pedro Costa y Rodolfo Rossi.
Baldosa de cerámica, diseñada y
pintada por el personal del Centro Cultural “León F. Rigolleau”, que fue obsequiada
en mano, a modo de tarjeta navideña, a auspiciantes y colaboradores.
Al ingresar el público recibió escarapelas -era la Semana
de Mayo- y las señoras fueron obsequiadas con ramitos de violetas, gesto que se
reiteró en las veladas de galas previas al día patrio de los años siguientes.
Fuera de programa el secretario de Gobierno habló al
público -el auditorio estaba colmado- y fue convocando al escenario a quienes habíamos
trabajado. Llegaron tan hondo sus palabras que, poco a poco y uno a uno, fuimos
bajando la cabeza emocionados. A medianoche se entonó el Himno Nacional con lo que
concluyó una jornada inolvidable para quienes asistimos.
EL EQUIPO DE
TRABAJO INICIAL Y LOS PRIMEROS PASOS
Dos años antes aproximadamente, habíamos comenzado a
desempeñarnos en el séptimo piso del monobloc donde funcionaba la
Municipalidad. Éramos un grupo de entusiastas que trabajábamos con mucho empuje,
como ocurre cuando hay pasión. Para todos, especialmente para quienes éramos más
jóvenes, se convirtió en un espacio para el aprendizaje, la creatividad, y el
crecimiento. En muchos aspectos fue Narizzano el maestro del que aprendimos
sobre muestras, talleres, cómo encarar una actividad, cómo definir un catálogo,
por dónde transitar los senderos de la cultura y sus múltiples expresiones…Por
Mabel Harsich supimos de los procedimientos administrativos.
En los primeros tiempos de actividad fuimos conformando
un equipo donde las jerarquías estaban en los sellos, porque a la hora de
trabajar todos hacíamos de todo… Pintar un cubo que soportaría una vasija de
cerámica, tramitar el préstamo de un objeto histórico en un museo, barrer el
piso, conseguir el patrocinio de alguna empresa para afrontar gastos, limpiar
vidrios o dialogar con el agregado cultural de una embajada… Que la sala y el
auditorio lucieran en orden y armonía era el objetivo y nadie rezongaba por
hundir las manos en un balde con detergente.
Así nos fuimos conociendo y las charlas de trabajo se
intercalaron con asuntos personales cotidianos, que derivaron en la
conformación de un clan unido.
Inicialmente, en un intento de sumar experiencia, se
crearon comisiones honorarias de artistas plásticos y de música. La primera
estaba integrada por Ludovico Pérez, Ferrer Pasquetti, Angel Gargarello, Mario
Amisano y Enrique Martinotti, acompañados por Narizzano y Berdyszak que eran
parte del plantel de Cultura.
¿Cómo olvidar aquellos tiempos de planificación y acción
constante? Imborrables las rabietas entre Narizzano y Ferrer Pasquetti que se
sacaban chispas y apreciaban a la par, mientras los testigos obligados
improvisábamos excusas rápidas para huir de lo que se avecinaba al ver llegar a
Pasquetti…
Debido a que el Centro Cultural quedaba a cuatro cuadras
del edificio municipal, era una suerte de isla ajena a la burocracia, donde las
reglas generales de los empleados públicos se podían dejar de lado. Las
actividades de los talleres, los ensayos, los espectáculos, generalmente se
hacían por la tarde y la noche; entonces el horario matutino del resto del
personal no encajaba en el área cultural. Igual ocurría con el uso de
guardapolvos - que eran de color rosa para el personal administrativo y celeste
para el de maestranza - ya que a los asistentes a una velada de gala, un
concierto o una vernissage, se los recibía con indumentaria que no los incluía. Detalles
como esos eran vistos como privilegios inexplicables por el resto del personal municipal…
Igual ocurría con el pago de las horas extras, cuando
alguna medida las restringía… en Cultura hacían falta para cubrir la apertura
de muestras y espectáculos, siempre fuera de los horarios administrativos
corrientes, por lo que tronaban voces lejanas de los que no entendían…
El público percibía la pulcritud de cada actividad, pero
en la organización, los montajes y las puestas a punto, corríamos invariablemente
en los ratos previos, y con imaginación sorteábamos inconvenientes de último
momento. El espectador no advertía que éramos un equipo-todo-terreno, luchando
para que la hora inaugural llegara con el trabajo terminado. Y, casi siempre lo
lográbamos en el límite. Éramos una suerte de incorregibles marginales de la
administración pública.
En esos quehaceres lidiábamos con los vientos adversos.
Y, a veces, con la ignorancia. En una ocasión en que actuaría la Camerata
Bariloche al precio de ofrecer un refrigerio a los integrantes después del
espectáculo, el funcionario al que debimos pedir autorización para ese gasto
mínimo, preguntó con curiosidad ¿Y los de la Camerata, qué hacen…bailan?
También éramos un grupo de inconscientes… En pleno
proceso militar, no nos dábamos cuenta de los riesgos y arremetíamos con fuerza.
En época de listas negras, invitamos a actuar al Cuarteto Vocal Zupay, prohibido a principio de los ‘80. Confiábamos
en la calidad de lo que hacían y nos lanzábamos a la difusión para lograr que
el público asistiera, sin medir a qué nos exponíamos.
Una carta que tiempo después envió Roberto Nazer, el
representante de los Zupay, ilustra la situación y lo insensato de nuestras
andanzas, donde dice: “…Gracias por la ocasión que nos ofrecieron para ponernos
en contacto con la magia, que todavía hoy es posible. Gracias a ustedes. Ojalá
tengamos alguna vez ocasión para ejercitar la obligación de la reciprocidad”.
Imposible entrar en detalles, pero vale mencionarla
presencia de Mederos, el Pro Música de Rosario, el Coro Nacional de Niños,
diálogo con Ernesto Sábato, muestras de numismática, de artesanías argentinas,
de artistas reconocidos, del humor y la historieta con dibujantes famosísimos…
Así llegó el crecimiento que no se detuvo.
Una constante era buscar ideas para solventar gastos,
porque durante muchos años la Dirección de Cultura funcionó sin un presupuesto
asignado. Pedíamos, fundamentábamos, intentábamos convencer a las autoridades… y terminábamos redoblando esfuerzos y encontrando alguna alternativa medio
subrepticia que nos auxiliara.Cuando se colocóel mástil en el frente del
edificio también apelamos al ingenio y con la gente amiga de Obras Públicas que
acondicionó una columna de alumbrado acondicionadainstalarlo e izar la Bandera
por primera vez.
Y en esos fragores, festejábamos cumpleaños, reíamos con
las tarjetas personalizadas que Pedro Costa diseñaba, algunas con caricaturas,
que trascendieron tanto que desde los lugares menos pensados le llegaban los
pedidos para otras “producciones”. Las otras tarjetas, las de saludo navideño
que entonces se estilaban, eran ediciones especiales en las que trabajábamos en
equipo para imprimirlas en serigrafía. Y en una ocasión fueron tabletas de
cerámica con la fachada del Centro Cultural que pintamos entre todos antes de
hornearlas. Cuánto amor y cuánto empeño, casi sin darnos cuenta!
A veces reíamos hasta llorar… Y lloramos emocionados en varias
oportunidades. También defendíamos los proyectos ante quien hiciera falta.
Urdíamos terribles venganzas para los que demoraban el trámite que impedía
pagar un gasto necesario… que terminábamos costeando con nuestro dinero hasta
que alguna vez lo recuperábamos… porque casi nada frenaba el quehacer. Sintiéndonos
incomprendidos y furibundos, al rato una
nueva idea nos ocupaba y olvidábamos lo que habíamos tramado para desquitarnos.
Excepto una vez en que - a riesgo de ver rodar nuestras
cabezas sin piedad - tomamos revancha. Fue pública, muy notoria y grande la
diversiónde mucha gente durante semanas… Pero esa travesura/resarcimiento será
motivo de otra historia, o, acaso, de una historieta.
Mientras tanto, aquí queda constancia del espacio
compartido que contribuimos a poner en marcha y dejó una impronta significativa en los que
participamos. Cada uno siguió su camino, saludablemente marcado por esas
experiencias. El Centro Cultural continuó creciendo, gracias al talento de
mucha gente, y a la paciencia de mucha otra.
En la memoria de los que seguimos un derrotero propio y
en los que se fueron retirando de aquel primer equipo de trabajo, quedó intacta
la hebra invisible que nos une a ese tiempo de realizaciones incesantes.
Entonces podemos decir con Johann Paul Richter “La memoria es el único paraíso
del que no podemos ser expulsados”. Al contrario, estamos en el espacio - único
y privilegiado - de los iniciadores, del que nunca nos iremos. Un espacio donde muchos
sueños fueron posibles.
La Lic. Ana María de Mena es periodista, docente, historiadora,
oriunda de Berazategui; radicada desde hace algunos años en San Martín de los Andes
Fotos de la
autora
Centro
Cultural Municipal "León F. Rigolleau" construido en terrenos contiguos al Instituto Politécnico Industrial de
Berazategui. Calle 15 Nº 5675 - http://www.berazategui.gov.ar