lunes, 9 de noviembre de 2009

ENTREVISTA A DON AGUSTIN GOÑI - BERAZATEGUI (COLABORACIÓN)


Miembro de una vieja familia pionera de Berazategui

Colaboración del maestro Enrique Premoli

El pueblo de Hudson  o más propiamente, de Guillermo Enrique Hudson,  constituyó un núcleo de pobladores muy antiguo, casi diríamos — que es el más antiguo del actual distrito de Berazategui.
Hace más de cien años se instalaron en sus campos los primeros pobladores y de ello dan testimonio en el presento sus descendientes y los magníficos establecimientos que se mantienen en actividad.
Durante el año 1977, Avelina Rivero y Luís Martín Nolfi, efectuaron diversas entrevistas a viejos y calificados vecinos de Hudson, recogiendo en cintas magnetofónicas la conversación mantenida en esas oportunidades. En este número del "BOLETÍN”, presentamos la versión -integra de la correspondiente a don Agustín C. Goñi.
Nuestro entrevistado nació el 15 de septiembre de 1894 y es hijo de Martín María Goñi y de Juana Aristizábal. De esa unión también na­cieron: José Nicanor, Martín J., Julián Evaristo, Victoria María, Ri­cardo F., Enrique Marcos, Rosa J, y Luís María.
Don Martín María Goñi, nació el 22 de noviembre de 1867 y falleció el 20 del mismo mes de 1920, 3º hijo de José María Goñi y de Victo­ria María Sepúlveda, y fueron sus hermanos: José Ignacio, Francisco M., María, Francisco, Juana y Agustina.
José María Goñi, es decir el abuelo de nuestro convecino Agustín llegó a Hudson en 1858, y compró el campo que más o menos forma la actual propiedad familiar. Casó en segundas nupcias con Antonia Epeloa, unión de la cual nacieron Pascuala, Francisca, Ramona, Albina, Julián y Cándida.
Transcribimos a continuación la versión de la conversación realizada el 20 de septiembre de 1977:
- ¿Cuáles fueron los antecedentes de estas tierras?
- Estas tierras fueron asignadas por el virreinato a los colonos inmigrantes españoles. Estaban comprendidas entre el arroyo Sarandi y el arroyo del Gato y fueron vendidas a un tal Núñez y algunas a Maga­llanes, vecino do Berazategui en 1812, quien estaba casado con una Gutiérrez. En 1858 los Goñi se la compraron a Magallanes.
El abuelo construyó un rancho sobre la Posta de Gutiérrez, lugar situado dentro del actual barrio obrero, en el Pueblo Nuevo, adonde nació mi padre y más tarde en 1870, se construyó la casa actual.
- ¿Cuántas eran las hectáreas de ustedes?
- Iban desde este punto (frente a la estación del ferrocarril ac­tual) hasta la primera lengua de agua sobre el Río de la Plata. En 1860, se hizo una mensura hasta el río y en 1868, una mensura hasta al pajonal; unos 1.500 metros. La primera estación de Ferrocarril era El Palo. Cuando alguien quería subir al tren, lo paraba con una bandera que venía a buscar a la casa vieja, a lo de mi abuelo. Era más o me­nos, el año 1880. El tren iba y venía de Ensenada. Del otro lado de la vía (Pueblo Viejo) había un boliche, la peluquería de Rodríguez y de este lado, la escuelita de madera y chapa de zinc. Después allí se levan­tó un galpón donde guardábamos los aperos. En esa escuelita no funcionaban más que 1º; 2º y 3º grados. La maestra no recuerdo como se llamaba.
- ¿Y no había caminos?
- Antes del 80 no había caminos, y las galeras venían por el bañado porque allí no eran necesarios puentes ya que los arroyos podían vadearse fácilmente.
- No era obligación dejar caminos por entre medio de los campos?
-No. Cuando se hizo la mensura, de conformidad con Leonardo Pereira, Leandro Piñeiro y Goñi, había mil o más metros en dirección al noroeste, llegando al campo de la comisaría. Por entonces mi abuelo compró en sociedad con un hermano el campo de Podestá.
- Hablemos de las galeras.
- Las galeras que venían del sud, tenían sus paradas en lo que es hoy el barrio Textil, en los Tres Ombúes, alrededor de 1865. Pasaban por la casa del abuelo, la Posta de Gutiérrez y después iban por la costa, pasando por Madariaga, Juancho hasta Necochea, para internarse luego hacia el Oeste a Tornquist. Este camino estaba marcado por zanjas. Algunos lugares estaban blo­queados por los indios. Luego hubo una línea telegráfica desde Buenos Aires al puerto de La Plata que pasaba por nuestra casa vieja, que en 1870, estaba rodeada por una cerca de ligustros.
- ¿Qué actividades realizaban ustedes?
- La ganadería, Mi abuelo vino soltero y se casó aquí. Dicen que trajo la señora en ancas. En el arroyo de Plátanos no había puente, así que había que pasarlo a caballo. Una parte de esos campos los compró Davidson a Piñeiro.
- ¿Cuando la Revolución del 90, hubo aquí algún movimiento?
- En Hudson acamparon algunas tropas, donde está la estación, pero na­da más.
- ¿Había fábricas aquí en Hudson?
- Una destilería de alcohol y una chacinería.  Carlos Sepp en sociedad con su hermano Roberto puso una fábrica de vinagre en 1902, donde hoy está  La. Humanitaria. Don Claudio Ruiz, ganadero, loteó el pueblo en seis manzanas, desde la barrera hasta el almacén del portugués y donó las tierras que ocupaban la escuela y la Iglesia.  En esa Iglesia de Santa María, el primer casamiento fue el de Roberto Sepp.
- En 1894, se casó allí don Bernardo Lassalle. ¿Cómo se construyó la escuela? ¿Con el aporte popular?
-Sí. La escuela la construyó el pueblo. Una construcción en conchilla pues en ese tiempo no se traía la arena de Montevideo. Fue en la revolución del 90 que mataron al albañil que la hizo. La primera direc­tora de la escuela fue la Sra. de March. Después vinieron los Traversa, acopiadores de granos.
- ¿No recuerda quien era el primer cura de la Iglesia?
-Era un italiano. No recuerdo el nombre. Después fue Cairolo que se trasladó a Tolosa y un tal Romero. Al cura italiano le gustaba pescar y cazar y un día, al bajar del bote le alcanzó la escopeta a otro, que la tomó con tan mala suerte que se escapó el tiro y lo mato. En 1912, era director de la escuela, don Leonardo Presas y las maestras sus dos hijas, Pilar y Asunción.
- Presas fue también el primer presidente de La Humanitaria. ¿Y ustedes, tenían algún puesto?
- Teníamos un puesto en la costa. El puestero se ocupaba de plantar los montes. En los pajonales se hacían montes de sauces y de allí se sacaba la leña. Pero recién se pudo llegar al río, hacia 1905 o 1906. Hasta .entonces se iba por Berazategui y esperar que la marea bajara para volver por la costa. No había población hasta Bacigalupo
- ¿En la costa de Berazategui estaban ya Rolando y Altieri
- No ellos vinieron después.
-  ¿Don Agustín, usted acompañaba a su padre a recorrer el campo?
-Sí. Íbamos a revisar los montes, unas 200 ha También teníamos tambos pero en 1935, los largamos.
- ¿Recuerda algunas crecientes brava?
- Sí. Una fue en agosto de 1914,  otra el 8 de julio de 1923, el río salió de cauce unos 250 m., pero la del 18 de abril de 1940, fue la más grande, llegó hasta 300 m. de la casa.  En la de 1923, se perdieron muchos animales, no había experiencia. Herrera Vegas perdió 500 vacas en un solo potrero. En 1940, murieren dos chicos. Yo recuerdo que ni padre salió a recorrer el campo y mi madre le alcanzó una lámpara. Era. una noche terrible de viento y lluvia.
- La primera estación se llamó Conchitas. ¿Por qué?
- La primera tierra para la estación la donó Sturla, pero no le quisieron poner su nombre, como él pedía y se llamó Conchitas, por la cantidad de conchilla y caracoles que había en el lugar.  El nombre de Hudson se lo puso el  Dr.  Fernando Pozzo.  Los viejos dicen que la casa de Hudson no es la que él señaló, sino una casa de 25 ombúes a 8 km. de la desembocadura del arroyo Conchitas.  Hudson, dice en une de sus escritos,  que nació en una vivienda rodeada de 25 ombúes, cer­ca del puente del arroyo, del lado de los Santa Cruz.  Hudson venía a tomar el tren aquí y otras veces a Berazategui. Según esos datos, es­taba cerca del camino de las carretas, lo que fue el camino del Touring Club (Av. Calchaquí). Uno de los caminos iba a Chascomús,  el otro a Magdalena.
- ¿Cómo se abastecían de mercaderías? –
- Aquí en el boliche. A veces a Quilmes. En Berazategui no había nada.
- ¿A La Plata no iban?
- No se podía ir a caballo, había que hacerlo en volanta. Se iba muy poco.
- ¿Cuándo se instaló la maltería de los Bemberg?
- En 1918,  en 30 ha que eran de nuestra propiedad y les vendimos.
 - Cambió la  fisonomía del pueblo?
- Muy poco y despacio.  En 1910 ó 1911, compró tierras por aquí don José Berazategui y González compró las de Olazar y las vendió en remate a: Vaccaro, Newbery y Di Paolo. Newbery hacia 1910 ó 1907, cayó con un globo del otro lado de la Maltería, cerca de La Humanitaria. El viento empujaba el globo hacia el río, iba y venía, hasta que al anochecer lo hicieron descender. Él compró hacia 1910 esa tierra.
- Tengo entendido que el pueblo viejo de Hudson se llamó Villa Itatí.
- Fueron ocho manzanas que loteó don Claudio Ruiz y le puso ese nombre por la hija, Matilde Pearson. La Villa Elena eran dos manzanas de frente por tres de fondo entre los montes de Ayerza.
- ¿Adónde iba la muchachada de su tiempo a divertirse,  a bailar? Pienso que a La Humanitaria.
- La principal diversión eran las romerías de Villa Elisa en La Fraternal que duraban dos meses, todos los sábados. En la plaza se levantaba un tablado y alrededor se ataban los caballos,  los coches y las carretas, pero a las 12 o la 1 de la mañana, todos abandonaban el baile porque eran tamberos y hacían el tambo a la madrugada, no como ahora que lo hacen con el sol. Cuando nosotros no íbamos allí,  ellos venían acá y eran recibidos por la comisión y la banda para agasajarlos. Pero había una diferencia entre los bailes de Villa Elisa y los de acá; las chicas no asistían si no iba uno de la comisión en coche a buscarlas y con la obligación de llevarlas después a sus casas.  Venían las de García, de Elortondo, las de Achucarro, de Pereira, las de Vidaurreta, Carricart, las de Calegari de Florencio Varela.
- Se dice que en La Humanidad, a las 2 de la mañana se servía un chocolate y masas a las señoras y los hombres pasaban al buffet y que una vez se robaron la olla los del barrio de otro lado de Plátanos y que por eso se llama el barrio de La Olla.
- No. Eso es una leyenda. La olla se encontró dos días después en un pozo, pasando la Cina Cina, donde hay un bebedero.
- ¿Recuerda otros nombres de los pobladores de la zona?
- La almacén de Pedro Arán, primero fue de García; la quinta de los Vasallo, la de Ayerza; la casa de Curti que después compró la abuela, Ramón Tavieres y Villegas, puesteros de los Pereyra sobre la costa; Leandro Piñeiro, Elesgaray...
- ¿Llegaban aquí los diarios?
- Venían por el tren, más puntuales que ahora.
- ¿Cuál era el Puerto Colores?
- El Dr. Emilio Torre lo señaló en uno de sus escritos. Allí venían los barcos ingleses con mercaderías que descargaban y cambiaban por las que traían las carretas: trigo, cueros y pieles. Se le dice el puerto pirata. En 1870, la  salida de las carretas se hacia por este campo. En la costa donde estaban los ranchos había una huella que atravesaba y con palos de ñandubay se hacia el puente. El arroyo Grande o Colores salía al monte en Pereyra, desde el arroyo del Gato. Aún estaban los cauces que venían desde ese arroyo. Después los cerraron. Se agrandaban por el desborde del Gato y por las lluvias. En una lluvia que duró dos horas, cayeron 180 milímetros. Cruzó la vía, se llevó el terraplén e inundó todo hacia Plátanos, Ranelagh y Ezpeleta. Ahora lo niegan.
- ¿Habían entonces pájaros, animales?
- Había gallinetas de monte, después se extinguieron. También avestruces y ciervos. Desaparecieron los gatos monteses. Cuando las crecientes había víboras de la cruz. En 1914, todavía vi algunos carpinchos. Las nutrias aún aparecen. Había flamencos, cuervos, miles de gansos. Patos no hay.
- ¿La costa fue alguna vez refugio de malvivientes?
- Creo que no. Si había algún extraño, uno se cruzaba con ellos se saludaban y nada más. Marcelino Vázquez, un pescador de la zona los alejaba.  Una vez, en 1926, asesinaron a un agenciero de le calle 25 Mayo de Quilmes. Los llevaban al sur, pero al largar amarras el barco se largaron al agua y desaparecieron. Creo que en la costa del río me crucé con ellos. Eran gente brava pero no atacaban.
- ¡Que puede decirnos del contrabando por la costa?
- Del contrabando mucho es leyenda, pero hay cosas ciertas. Con sólo ver el movimiento que había se daba cuenta. Hubo grandes contrabandos.
- Además de la ganadería, ¿Había ovejas, mulas y caballos?
- Ovejas no, mulas tampoco. Podestá supo tener ovejas, pero en una  creciente se le murieron la mitad. Cerdos había unos pocos. Se comenta que antiguamente, en Pereyra, se criaba la caballada para el ejército de Rosas. Dicen que el bisabuelo de estos Pereyra era sastre y que Rosas le dio el campo en pago de una deuda.
- ¿Conoce otra persona que pueda, aportar, otros datos?
- Muchos han fallecido. Creo que todavía vive el Negro Machado. Una vez vino a verme. Me dice: “Vos sos Agustín. Te conocí cuando ibas con tu padre a la costa.” Y era cierto, siempre nos regalaba el pescado, jamás quiso cobrar. Venía a pedirnos unos palos para el rancho. Di la orden que le eligieran los mejores. Me parece que vive en Villa España. Fue dueño de unas 14 has. Que le dio Robustiano Acuña con la condición de que se casara con la mujer que vivía con él. Después esas hectáreas se las vendieron a Libertón.
- ¿Cómo nació la estación Conchitas?
- Mi abuelo vendió a Huergo esas tierras.  En el ínterin vino el ferrocarril y Huergo las donó, pero quería quE le pusieran su nombro. Como no cumplió en el pago y no se había escriturado, mi abuelo  tuvo quo ver con eso de Conchitas, por las canteras de conchilla.
- ¿No estuvo por acá don Florentino Ameghino, el naturalista y geólogo?
-No lo recuerdo. En 1973 ó 74, vinieron unos geólogos de La Plata para hacer excavaciones por cerca del rancho. Encontraron unas cuantas piezas de cerámica. Según dijo uno de ellos que era profesor de la Universidad, tenían cerca de 2000 años. Buscaban también un cementerio antiguo que suponían que había, por existir allí una concentración grande de indios. Llevaron las piezas para estudiarlas y que las iban a devolver, pero hasta ahora, no lo han hecho.  

LA CASA LARGA “EN HUDSON”
Con esta denominación se conocer una construcción visible desde el tren del lado sur de la Maltería y hacia el este de las vías del ferrocarril. Esta casa fue edificada hacia 1880, por José María Goñi, cuando se vendió a la Destilería Franco Argentina (Sepp y Bemberg) la manzana que parcialmente ocupa la construcción estaba compuesta de once departamentos, de dos piezas cada una con cocina y su destino era ser alquilada a la gente que iba a trabajar al nuevo establecimiento industrial a $ 4 mensuales por departamento.

Reportaje hecho aproximadamente en 1980, por docentes de la escuela María Ward. Aportada para este blog por el Prof. Enrique Premolí.

DÍA DE LA TRADICIÓN - SOCIEDAD PROTECTORA DE GUARDIAS NACIONALES DE QUILMES

El Día de la Tradición se celebra el 10 de noviembre, día que nació el escritor José Hernández, defensor del arquetípico gaucho y autor del inmortal “Martín Fierro”, obra cumbre de la literatura gauchesca; fecha establecida por ley promulgada el 18 de agosto de 1939.-

Su origen se remonta el 28 de Marzo de 1928 cuando se funda la Agrupación llamada BASES, en homenaje al Dr. Juan Bautista Alberdi, “con la intención de contribución al enriquecimiento del intelecto para sobreponerse al materialismo de la época”.
Es ésta, quien el 6 de Junio de 1938 presidida por el Sr. Aurelio Amoedo, quien presenta ante el Honorable Senado de la Nación la nota correspondiente pidiendo que se declare el 10 de Noviembre como “Día de la Tradición”. Tomando este día por el natalicio de José Hernández. La aprobación ante la Cámara de Senadores y Diputados fue unánime, declarada bajo la ley Nº 4756 / 39. La referida ley se originó en el Honorable Senado y fueron sus autores D. Edgardo J. Míguenz y D. Atilio Roncoroni.

Por esta razón es que en el año 1975 se promulga la ley Nº 21154, quien pone en vigencia a nivel Nacional, nuestro "Día de la Tradición"; declarándose también por razónes obvias, a la Ciudad de San Martín como “Ciudad de la tradición”. Considerandola como la cuna de la tradición.

La palabra Tradición deriva del Latín tradere y quiere decir donación o legado. Es lo que identifica a un pueblo y lo diferencia de los demás, es algo propio y profundo, siendo un conjunto de costumbres ritos y usanzas que se transmiten de padres a hijos. Cada generación recibe el legado de las que la anteceden y colabora aportando lo suyo para las futuras. Así es que la tradición de una nación constituye su cultura popular y se forja de las costumbres de cada región.-

Biografía: José Hernández
Hijo de don Rafael Hernández y de doña Isabel Pueyrredón, José Hernández nació el 10 de noviembre de 1834 en la chacra de su tío, Don Juan Martín de Pueyrredón, antiguo Caserío de Pedriel, hoy convertida en el Museo José Hernández (Partido de San Martín).
Este argentino nativo expresó diferentes talentos a lo largo de su vida: fue poeta, periodista, orador, comerciante, contador, taquígrafo, estanciero, soldado y político.
Comenzó a leer y escribir a los cuatro años y luego asistió al colegio de don Pedro Sánchez.
En 1843, cuando su madre falleció, su padre, que era capataz en las estancias de Rosas, lo llevó a vivir al campo por recomendación médica, ya que, a pesar de su juventud, se encontraba enfermo.
En el entorno campestre, José Hernández tomó contacto con gauchos e indios. Debido a su proximidad con ellos, tuvo la oportunidad de conocer sus costumbres, su mentalidad, su lenguaje y su cultura. Aprendió a quererlos, a admirarlos, a comprenderlos, y también, a entender sus dificultades en la vida cotidiana.
En marzo de 1857, poco después de fallecer su padre –quien fue fulminado por un rayo-, se instaló en la ciudad de Paraná. Allí, el 8 de junio de 1859, contrajo matrimonio con Carolina González del Solar. Tuvieron siete hijos.
Inició su labor periodística en el diario "El Nacional Argentino", con una serie de artículos en los que condenaba el asesinato de Vicente Peñaloza. En 1863 estos artículos fueron publicados como libro bajo el título "Rasgos biográficos del general Ángel Peñaloza".
En el orden legislativo se desempeñó como diputado, y luego, como senador de la provincia de Buenos Aires. Tomó parte activa con Dardo Rocha en la fundación de La Plata y, siendo presidente de la Cámara de Diputados, defendió el proyecto de federalización por el que Buenos Aires pasó a ser la capital del país.
En 1869 fundó el diario "El Río de la Plata", en cuyas columnas defendió a los gauchos y denunció los abusos cometidos por las autoridades de la campaña. También fundó el diario "El Eco" de Corrientes, cuyas instalaciones fueron destruidas por adversarios políticos. Colaboró además en los periódicos "La Reforma Pacífica", órgano del Partido Reformista, "El Argentino", de Paraná y "La Patria", de Montevideo.
En el orden militar actuó en San Gregorio, en El Tala e intervino en las batallas de Pavón y de Cepeda. Luchó además junto a López Jordán en Entre Ríos.
Debido a los continuos enfrentamientos civiles durante los años '50 y '60, se vio obligado a viajar y trasladó su residencia a menudo. Vivió en Brasil, en las provincias de Entre Ríos y Rosario de Argentina y en Montevideo (Uruguay). En 1870, al fracasar una revolución, tuvo que volver a Brasil. Dos años después, gracias a una amnistía que paró la violencia, pudo volver al país.
El 28 de noviembre de 1872, el diario "La República" anunció la salida de "El Gaucho Martín Fierro" y, en diciembre, lo editó la imprenta La Pampa.
Este poema de género gauchesco se convirtió en la pieza literaria del más genuino folclore argentino y fue traducido a numerosos idiomas.
El libro es considerado la culminación de la llamada "literatura gauchesca" y es una de las grandes obras de la literatura argentina. En él, Hernández rinde homenaje al gaucho, quien aparece en su ser, en su drama cotidiano, en su desamparo, en sus vicisitudes y con sus bravuras.
Su inesperado éxito entre los habitantes de la campaña lo llevó en 1879 a continuarlo con "La vuelta de Martín Fierro", edición ilustrada por Carlos Clérice.
En 1881, publicó su obra "Instrucción del Estanciero". El 21 de octubre de 1886 murió en su quinta de Belgrano. Sus últimas palabras fueron: "Buenos Aires... Buenos Aires...".

El Martín Fierro narra la incorporación forzada del protagonista al ejército, la huida y su amistad con Cruz. Todo el poema está impregnado de denuncia social y encierra grandes verdades políticas como la falta de educación, la mala organización judicial y militar, la deficiencia de la policía rural y, sobre todo, un profundo resentimiento de la clase popular de campaña contra las clases urbanas. El lenguaje del libro es un claro exponente del habla rural.

LA SOCIEDAD PROTECTORA DE GUARDIAS NACIONALES DE QUILMES
A través de su periódico denuncia con persistencia la injusticia que se cometía con el hombre argentino. Tema que alertaba a toda la prensa de la época como sucedió con el “Correo español” que advertía que no se arrastrara a las fronteras a ningún súbdito español.
Sobre los contingentes, dijo: “... este borrón sobre el nombre argentino; el modo en que se práctica en toda la campaña la reunión de hombre para los contingentes, es una verdadera afrenta para nosotros”.
Si bien el país, en esas circunstancias históricos, necesitaba una milicia armada, no se justificaban los abusos y las represalias que se cometían.
Desde El Progreso convocó a la población para formar una comisión de vecinos que reúnan, mediante contribuciones, sumas mensuales por suscripción pública con las que pagar a personeros, que voluntariamente sustituyan a los vecinos convocados para guardias nacionales; liberándolos del azote de separarlos de sus familias, su trabajo, sus posesiones. Evitando de esta manera que se envíe a la frontera a hombres de trabajo y con familia. 
La Sociedad Protectora de Guardias Nacionales se crea en junio de 1873.

La función de personero se venía realizando desde más de diez años atrás. En el periódico El Nacional, de 1865, aparecenvarios pedidos para suplantar a otros en la milicia.
Wilde fue miembro activo y responsable de dicha Sociedad. Tanto en El Progreso, en un primer momento, como luego en las páginas de El Quilmero de 1876 se aprecia su juicio contrario a las levas, “ [...] que en algunas oportunidades se hacían irrumpiendo con violencia en las casas de las familias y arrastrando a los hombres hasta maniatados. Si no se resignaban a la nueva situación eran estaqueados hasta que doblegaban su indignación y aceptaban el cruel destino. Las mujeres y los hijos quedaban a merced de sí mismos, y de inescrupulosos que terminaban apoderándose de sus tierras, llevándose a las niñas para tareas domésticas y a los muchachos como peones a las estancias más alejadas hacia el sur, casi en condición de servidumbre.”
Wilde denunció sin tapujos a los jueces de paz y los comandantes de policía que tomaban represalias con los vecinos que no los votaban amenazándolos con las levas, para perpetuarse en el poder como en un señorío feudal con idénticas prerrogativas (hasta el derecho de pernera)

El miércoles 6 de agosto de 1873 en el Hotel Argentino, frente a la plaza principal (San Martín) reunió a un grupo de vecinos y quedó formado la comisión “... que corriera con todos los trámites y formalidades para lograr por medio de un fondo salvar del Contingente...” Luego se elaboró un reglamento.
El Martín Fierro que aparece en 1872, denuncia las mismas injusticias. Muchos hombres públicos de la época adscribieron a la denuncia de José Hernández, Wilde entre ellos, que seguramente conoció su obra, y combatió las levas como una mancha en la democracia incipiente y su prédica a favor del gaucho víctima del autoritarismo fue constante, persistente y fructífera.
En 1869 escribe Hernández. “Qué se consigue con el sistema actual de los contingentes? Empieza por introducirse una perturbación profunda en el hogar del habitante de la campaña. Arrebatado a sus labores, a su familia, quitáis un miembro útil a la sociedad que lo reclama, para convertirlo en un elemento de desquicio e inmoralidad. No se miden todas las consecuencias de un acto semejante de arbitrariedad, de despotismo, que no por estar consagrado por la costumbre en menos violento y menos vejatorio para la condición del ciudadano.¿Qué tributo espantoso es ese que se obliga a pagar al poblador del desierto?...

A poco de crearse la Sociedad Protectora su sobrino el Dr. Eduardo Wilde, director del diario La República de la ciudad de Buenos Aires, se unió al reclamo que en Quilmes inició José Antonio.
El 9 de marzo de 1876 la Sociedad de Protección Mutua llama a sus asociados para liquidar sus existencias.
Dice El Quilmero: "Existiendo en tesorería la cantidad de 9960 pesos moneda corriente, remanente del gasto en personeros para los contingentes de la frontera y deseando que los socios determinen el destino que debe darse a dicha cantidad, se convoca a asamblea general para una reunión que tendrá lugar el domingo 19 del corriente a las 12 del día en el salón municipal. Previniéndose que cualquiera sea el número de personas que asistan se determinará lo que la mayoría crea conveniente." Firman José A. Wilde, presidente y Juan S. Lechiguero, secretario.

Nota de El Quilmero N° 33- Quilmes, Jueves 23 de marzo de 1876.- SOCIEDAD PROTECCIÓN MUTUA. “En el mes de junio del año 73, nuestro ilustrado antecesor, El Progreso de Quilmes decía, impresionado por el doloroso efecto que causaba al vecindario ver marchar, a formar los contingentes, a muchos vecinos de Quilmes que se veían obligados a abandonar sus familias y a dejar ‘huérfanas’ sus tiernas criaturas:
‘Por dios aflige el pensar que con un solo peso mensual con que contribuyera cada padre de familia o jefe de casa, por cada habitante de ella, bastaría para impedir que no sacasen de Quilmes un solo guardia nacional. De esto se ocupó en lo sucesivo el periódico (El Progreso); de tan generosa idea y al fin obtuvo su realización formándose la Sociedad de Protección Mutua, cabiéndole la gloria de redimir de esa especie de condenación de hombre de bien a su perdición, que en nuestra campaña se llama servicio de contingentes, a más de un honrado y laborioso vecino, a más de un cariñoso padre de familia a quien se le ordenaba abandonar su humilde, pero tranquilo hogar. Y Quilmes (fue) el único departamento de la vasta provincia de Buenos Aires que contó en su seno una asociación tal. Al sancionarse la abolición de ese servicio la Sociedad de Protección Mutua creyó innecesario su continuación y aunque tácitamente por el convencimiento de cada uno de que no existiendo ya el servicio de contingente aquella asociación no tenía objeto, cayó en desuso, hasta el domingo anterior en que invitado el vecindario resolvió su comisión directiva [...] por autorización de los socios presentes depositar a intereses en manos de la municipalidad de Quilmes si ella acepta la existencia de 9.900 pesos que esa sociedad conserva en caja. Se resolvió además reinstalar la asociación con las personas que de las presentes quisieran formar parte de ellas, inscribiéndose como miembro el Dr. José Antonio Wilde, Andrés Baungart, Miguel Arce, Mariano Otamendi, Felipe Amoedo. J. S. Lechiguero, Mariano Solla, P. Giménez, M. Cristoforetti, Carlos Clark, Félix y Celestino Risso, Mariano Rodríguez (el preceptor), Juan Ithuralde, J. Matienzo, Emiliano Reina, Francisco Lanatta, Publio Massini, Ventura Martínez, Ezequiel Navarro. Esos 19 individuos que se inscribieron en aquel acto para formar la Sociedad de Protección Mutua procedieron enseguida a elegir una comisión directiva, resultando electos: Matienzo, Amoedo, Solla, M. Otamendi, Lechiguero. Este último fue designado secretario recaudador. Como se ve, por este resultado de la reunión, el servicio de contingente no le arrebatará a Quilmes, mientras esta asociación exista, un solo de sus vecinos útiles, honrados o laboriosos.”

Tomado de
“Dr José Antonio Wilde – médico, periodista y educador quilmeños”
De Chalo Agnelli
Ed Jarmat – 2008
En las librerías El Monje y Ramos.

LOS ASENTAMIENTOS - UNA HISTORIA QUILMEÑA DE MÁS ACÁ (COLABORACIÓN)


HACE 25 AÑOS NACÍAN LOS ASENTAMIENTOS
"LOS CONDENADOS DE LA TIERRA"

Colaboración del periodista Guillermo Daniel Ñañez
Original en INFOSUR diario jueves 9 de noviembre de 2006

En Solano, al sur de Buenos Ai­res nacía una organización social que pasó a las historia como los "Asentamientos". Gente pobre, condenados de la tierra, sin tierra, abogados como Jorge Deferrari, curas como Raúl Berardo, un obis­po como Jorge Novak, fueron los que permitieron que la gente se exprese y consiga sus objetivos: Así nacieron La Paz, Santa Rosa, Santa Lucía, El Tala y San Martín. Años más tarde Agustín Ramírez entró en la muerte y allá andará según se dice...´
AGUSTÍN
A medio andar del año 1988 pude ver el rostro de Agustín Ramírez (23) en la primera plana de los diarios, yacía en el suelo mirando no se qué punto del infinito, no se qué habrá pensado en ese último instante, lo asesinaron junto a Javier Santos Sotelo (17). Lo conocí porque Agus­tín, flaco, inquieto nos acompaña­ba en la ronda de los viernes de la Plaza San Martín de Quilmes junto a las Madres de Plaza de Mayo. Por algún lado debe estar algún núme­ro de la revista "Latinoamérica Gau­cha" que el prolijamente sacaba cuando podía. Además Agustín pertenecía al FOSMO, una organi­zación de objeción de conciencia respecto al servicio militar que por aquellas épocas era obligatorio. Solía pasar por el "drill" o por el "Quilmes Bar" y hablábamos de política. Luego me enteré que su compromiso, lo había llevado a la organización de un nuevo asentamiento y que este hecho le costó la vida. Agustín, mi amigo, es el "Mártir de los asentamientos". Suelo recor­darlo, pero el tiempo es tirano. Por suerte en Florencio Várela, existe un barrio que lleva su nombre y está compuesto por hombres y mujeres que surgen por el accionar de un asentamiento reprimido en Quilmes, que logró su lugar en tierras vare­lenses.
RAÚL
El padre Raúl Berardo, nació en Bolívar, provincia de Buenos Aires, en una chacra donde su padre se deslomó «sin llegar a ser nunca dueño de la tierra» - le dijo a Mi­guel Briante allá por el '82- Chaca­rero, boyero, hombre de a caballo, se hizo cura con la Orden de los Salesianos, descubrió en un libro francés que se podía poner a toda la Iglesia en Misión, «a pesar de la jerarquía, que siempre estuvo con los poderosos, anduvo a tropezo­nes con sus propias autoridades, trabajó en el puerto de Buenos Ai­res, recaló en Bernal – “Elegía estas zonas porque acá estaba el pueblo oprimido, el pueblo de Cristo” - y al final, llegó a Quilmes, a Solano, a su Parroquia de Nuestra Señora de Itatí. Es la parroquia justa: ahí estaba su obispo, monseñor Novak, “un pastor comprometido con su pueblo”; ahí estaban en formación las comunidades eclesiales de base, un rescate de la primera Igle­sia, la de los pobres, no la de los poderosos. Entonces, un día - dice el cura Berardo -, vino una vecina del ba­rrio viejo, me dijo que ya no tenían lugar en el terreno, que estaba vi­viendo de prestado, que si no po­día pasarse al terreno de enfrente. Pregunté y me dijo que los terrenos eran fiscales. Pensé, o dije, que la tierra es de Dios. Al otro día vino otra vecina. Le dije lo mismo.
Los terrenos no eran fiscales. Ya aparecerían los propietarios: un montón de dueños que en su vida había pasado por el lugar; tierra para especular como bien se hacía por aquellos años; no conocían el arro­yo con su hedor, con sus enferme­dades permanentes. También apa­reció la municipalidad, a constatar violaciones a los códigos y "Menotti" un extraño personaje, que decía trabajar junto con la parroquia, conocer gente del gobierno, ser intermediario de los dueños: dirigía, cobraba unos pesos como adelan­tos para cada terreno, tenía su pro­pia mafia. Eso seria, claro, después, cuando el tiempo aquietara detalles y se supieran algunas cosas. La organización de la gente hizo que pudieran echarlo a patadas. En cinco días, miles de personas se distribuían por las 280 hectáreas divididas en cinco grandes zonas, como agujeros entre los «barrios viejos».
LOS ASENTAMIENTOS
Gritos y atropellos en agosto de 1981 eran algo "normal" para la dic­tadura que se instaura en 1976. Tenían sus internas, la erradicación de "Villas miserias" de la Capital Fede­ral, determinaba la búsqueda de tie­rras en la provincia de Buenos Ai­res. El Código de planeamiento ur­bano de la Capital Federal fue re­formado en febrero de 1977 y signi­ficaba el no acceso a la tierra, la prio­ridad de la dictadura eran las auto­pistas. Dicho en otros términos, "sobraba gente", "sobraba gente pobre". Esto determinó el primer enfrentamiento interno de la dicta­dura. Por un lado la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires, por el otro la Provincia de Buenos Ai­res. Fue el ministro de gobierno de esta última, Fernández Gil quien se refirió al problema el 18 de mayo de 1981: "La provincia como conse­cuencia de la erradicación (de vi­llas) realizada por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, reci­bió un éxodo importante de perso­nas que vivían en esos asentamien­tos, y actualmente debe haber en su jurisdicción 300.000 habitantes en esas condiciones". En estas condiciones políticas se produce la invasión de los terrenos de San Francisco Solano. La reac­ción de los medios de comunica­ción más comprometidos con la dic­tadura no se hizo esperar. El diario "La Razón" del 1º de diciembre de 1981 - que por aquella época era la voz oficial de la dictadura -, tituló: "Un cuadro de miseria que parece tener inspiraciones sospechosas", por otro lado el órgano de los "ser­vicios de inteligencia" era la revis­ta Somos que en su edición del 11 de diciembre de 1981 se podía leer en su tapa "¿Miseria o subversión? Sabían lo que decían.

Juan Brisanoff, un militante político y social, que por aquellos años vivía en el barrio El Tala - uno de los asentamientos solía decirme que el modelo que instauró Martí­nez de Hoz  - ministro de economía de Videla - era la planificación de la miseria por medio de la represión y que se sentía "subversivo" porque el pueblo mismo pretendía "subver­tir" dicho orden de cosas. Cuando se producen los asenta­mientos, la primera reacción fue la represión. El cerco policial, que no se cansaban de gritarle a los asen­tados que esas tierras eran de "pro­piedad privada".
MIEDO A LA VILLA
Por aquella época Guadalupe González tenía 21 años, boliviana, un hijo y decía: “Bueno, yo vine el 24 de noviembre porque creí que me podían dar un pedazo de tierra. Me había enterado que toda la gen­te que necesitaba tenía que venir. Yo necesitaba un pedazo de tierra para mí, para mi marido, para mi hijo. Vivíamos de lo prestado. Me acuer­do que mi marido trajo 40 chapas de cinc, todas viejas, llenas de agu­jeros, maderas. Trajimos palos, hi­los, una pala para cavar el pozo y poner nuestro primer palo parado en nuestro terreno. Trajimos una frazada, un calentador. Yo me pre­paré una bolsa con el mate, la yer­ba, un pedazo de pan, y después tratamos de sobrellevar los días. Una calor tremenda. Me acuerdo que no teníamos adonde pedir agua.”
Los antiguos vecinos negaban su solidaridad porque tenían mie­do que fueran a instalar una «vi­lla», les negaban el agua.
ORGANIZACIÓN
Juan Brisanoff quien hace tiem­po nos dejara, "el gordo Juan'* para los amigos, aclaraba la forma de or­ganización que se dieron: "Empe­zamos a ver la posibilidad de gene­rar la ocupación de algunos lotes. Tomar en cuenta este conflicto nos llevó a planteamos no hacer una Villa, pensábamos que si hacíamos una Villa la represión iba a ser ma­yor. De todos modos la represión se dio. Uno de los elementos fun­damentales que nos permitió aguan­tar la represión y que fue esencial para nuestro triunfo está en la or­ganización. Nos planteamos tres herramientas que fueron la unidad y organización interna y la solidari­dad externa, sin estas tres herra­mientas nosotros veíamos que era imposible obtener victoria alguna. Así planteamos en la ocupación (yo no sé si todos saben que somos cinco barrios, cuatro de aproxima­damente 20 manzanas y uno que es de sólo 2 manzanas) una organiza­ción en la que estuvieran presentes algunos valores de una sociedad distinta a la que planteaba la dicta­dura, en esto tuvo mucho que ver la experiencia anterior de algunos compañeros. Nos dimos una organización por delegados de manza­na, subdelegados de manzana y ayudantes, que no tenían tiempo de duración - eran elegidos y revoca­bles en asamblea de manzana - A su vez, estos delegados elegían una comisión interna dentro del barrio que, de la misma forma, eran elegi­dos en asamblea de delegados. En la comisión interna no había pues­tos ni cargos, nadie era presidente ni secretario (en esto nos diferen­ciamos de los compañeros fomentistas) porque pensamos que de esa formase podía evitar algún tipo de caudillismo, que de última pudiera llegar a claudicar cuando llegara la etapa de negociar con las autorida­des. Cada una de las comisiones internas de los cinco barrios elegían a cuatro compañeros como miem­bros de una instancia organizativa superior: la comisión coordinado­ra; de la cual yo formo parte".

Walter Cardozo llegó los 26 años, tenía tres hijos y su mujer. Termina­ría por ser uno de los principales conductores de lo que daría en lla­marse “El Asentamiento”. Llegó de noche por noviembre. Vivía en Temperley, con sus padres. Tenía una casilla. Muchos años después lle­gó a ser concejal de Quilmes, hoy nos queda el recuerdo. Dice “Ha­bía que cuidar el terreno, para que no se lo ocupara otro. Había que vigilar día y noche. Era descampa­do. Había casas desparramadas. Había discusiones por tos terrenos. Pero acá ya había un orden, para que no se convirtiera en villa. Se medían 11 pasos de frente por 30 pasos de fondo. Desde el primer momento la gente no quiso hacer villa. Querían el terreno para ellos; que no vivan dos o tres familias en un mismo terreno. No querían salir de una villa para meterse en otra. La misma conciencia de la gente les fue diciendo que tenían que marcar los terrenos. Había un señor, este señor influyente, al que ahora to­dos recuerdan como Menotti, el flaco. No se llamaba así; le decían. Aparentaba dirigir todo. Quería co­brar por los terrenos. Yo no le pa­gué nada”, dice Walter. “Hubo gen­te que pagó. Le decían metete ahí, y se metía ahí. No le daban ni un papel ni nada. El se daba una vuel­ta todos los días por acá. Venía con su gente, siempre encontraba algu­no. La gente, como él invocaba a la parroquia, creía que era la autori­dad, y te daba la plata. Durante tres o cuatro meses hubo siempre gen­te levantando casas, marcando te­rrenos. Gente que venía y gente que se iba. Porque muchos tenían casa por acá nomás y lo único que que­rían era marcar el terreno para hacer negocio. La gente se empezó a organizar sola, y los empezó a echar. Había que vivir aquí, ésa era la or­den de todos”.
EL VIEJO
A Berardo le decían cariñosamen­te "el viejo" y dice: “Durante mil setecientos años la Iglesia, en Lati­noamérica, sirvió a los poderosos. Produjo todos esos males. Ahora es necesario que la Iglesia vuelva al lado del pueblo, del lado donde siempre debió haber estado. Cesó el cerco policial, aunque de vez en cuando pasan cosas. No hace mu­cho, seis policías irrumpieron en uno de los barrios. Le pegaron a algunos de los hombres, se propa­saron con una muchacha, se lleva­ron algunos detenidos. Media hora después, había seiscientas perso­nas frente a la comisaría. Hicieron una denuncia. Cuatrocientas perso­nas se ofrecieron corno testigos. El comisario me vino a ver”, dice el pa­dre Raúl, “ me dijo que las acusacio­nes a sus hombres eran graves, que yo hiciera algo para que fueran reti­radas. Le dije que yo no podía ha­cer nada. Que eran ellos, los pobla­dores del asentamiento, los que habían tomado la decisión. Los policías fueron sumariados.
Pasaron otras cosas. En operati­vos cuidadosamente planeados se engancharon a la red eléctrica. No quieren no pagar. Esperan los me­didores. Tampoco quieren no pa­gar los terrenos. Esperan el final de los juicios.”
Brisanoff aclara: "Uno de los elementos que fue desencadenarte para que se rompiera el cerco, lamentablemente era frecuente, fue que una noche entran en el barrio seis policías uniformados, se me­ten en dos ranchos y se llevan a dos mujeres a las que violan des­pués de romperle la cara a los espo­sos. Esto produjo un conflicto se­rio dentro de la policía, que noso­tros no nos calentamos mucho por entender, y apuntamos todos nues­tros calibres allí. Llevamos a tres­cientas personas diarias a prestar declaración como testigos. Este fue el detonante para que se levantara el cerco policial." Berardo planteaba: “Hoy esta­mos aquí, que es fruto de un mon­tón de tiempo, un montón de luchas que nos llevó a tomar esta decisión de venir por una tierra para nues­tros hijos. Supongo que Dios nos ayudó bastante porque El nos indi­có cuál era el camino que teníamos que seguir y siempre estuvo al lado de nosotros. Quizás para el mundo, para la gente que nos rodeaba, era algo que no se podía creer, porque era la primera vez que 20.000 personas impulsadas por la necesidad, impulsadas por el hambre, impulsadas desgraciadamente por los altos costos de los alquileres, la des­ocupación, buscaron una tierra que estaba abandonada, la tierra en la que había violaciones, basurales, un montón de cosas que perjudicaban a la sociedad. Y por eso se logró que hoy gracias a Dios, estemos aún aquí, estemos organizados, estemos unidos que es lo principal".
LAS FORMAS
Comentaba Juan Brisanoff: "Otras de las formas de resistencia estuvo vinculada al problema de la luz. Segba - ahora EDESUR - no iba a molestarse en ponernos la luz, entonces nos habíamos engancha­do. Hay un caso que es bastante gracioso y que demuestra el inge­nio popular para generar formas de resistencia. Una vuelta un policía de los del cerco se sube al palo don­de estábamos enganchados y cor­ta los cables que daban luz a todo el barrio. Los compañeros que lo estaban viendo esperaron la noche, se subieron y volvieron a conectar­los. Al otro día sucede lo mismo. Al tercer día ya habíamos programado la cosa; cuando el botón subió al palo había como cincuenta perso­nas aplaudiéndolo, nada más que eso sirvió para que dejara los ca­bles como estaban, bajara del palo, subiera al patrullero y se fuera. No volvieron a molestamos más con el asunto de la luz.” Agrega que: "El primer triunfo nuestro fue el triunfo del agua, es decir, la colocación de la primer bomba de agua. Fue do­nada por uno de los gremios de la CGT Regional Quilmes del Sindica­to de Sanidad a través del compañe­ro Fenando Kelly. Todavía estaba el cerco policial, o sea que para me­ter los caños hubo que arrastrarse por los yuyos y dentro de un ran­cho que estaba vacío se hizo la ins­talación. La primera bomba de agua en el asentamiento se festejó... La primera respuesta que da la gobernación de la Provincia de Bue­nos Aires (Aguado - Pérez Izquier­do) es mandar en sus autos policia­les a sesenta móviles, lo que impi­de el ingreso de todos los elemen­tos necesarios (agua, alimentos, etc.). Esto se produce más o menos para diciembre de 1981. Hacia un calor terrible, por esta medida mue­ren catorce pibes por diarrea esti­val... Después de la muerte de los catorce pibes, hubo una inundación seria, fue para febrero de 1982, te­níamos un metro y pico de agua. Estaban todos los barrios anega­dos, no se podía entrar con nada. Ante esta situación, recibimos al­guna ayuda del obispo. De la dicta­dura, como siempre, no recibimos nada. Cuando mandan las topado­ras la resistencia fue muy dura. Por­que metimos a todas las mujeres y los chicos adelante y los hombres atrás, del otro lado las topadoras y los milicos. Los que manejaban las topadoras, gracias a Dios no eran milicos, eran trabajadores de la Mu­nicipalidad que al ver la situación dieron media vuelta y se fueron".
EL FIN
Años después se logra la Ley de expropiación de dichas tierras. Hoy cuando camino por las calles del ba­rrio La Paz, cuando me dirijo a dar mis clases de "Historia de la Cultura" en la Escuela de Educación Media N° 9, pienso en la cantidad de gente que participó en aquella pueblada. Hoy ya es un barrio consolidado. Muchos quedaron en el camino, ofrecieron sus vidas y pienso que no está mal rendir­les un homenaje, por el grado de con­ciencia y organización que lograron. Por enfrentar a la dictadura, desafiarla y fundamentalmente por creer que un futuro mejor es posible. Una forma de lucha, que es una forma de ser feliz.
 Compilación Chalo Agnelli
BIBLIOGRAFÍA
BRIANTE, Miguel. “La tierra para el hombre”, en Revista El Porteño Nº 10. Buenos Aires. Octubre de 1982.
FARA, Luís, “Lucha reivindicativas urbanas en un contexto autoritario. Los asentamientos de San Francisco Solano”. Comentario de Juan BRISANOFF, en Los nuevos movimientos sociales/2: Derechos humanos. Obreros. Barrios. Compiladora: Elizabeth Jelin. CEAL. Buenos Aires, 1985.
IZAGUIRRE, Inés – ARISRIZABAL, Zulema. “Las tomas de tierras en la zona sur del Gran Buenos Aires: Un ejercicio de Formación de poder en el campo popular”. CEAL. Buenos Aires. s/f.