Teatro Cristóforo Colombo, primera sala de teatro de Quilmes |
Prof. Chalo Agnelli
Decía en la nota anterior que con la velada "dramático-literaria" realizada en la Biblioteca Popular el 31 de marzo de 1877, se inauguró el Teatro quilmeño. Hace 134 años.
La segunda velada fue la noche siguiente a beneficio de las escuelas locales. Se reiteraron algunas de las piezas ofrecidas y se agregó el drama "Don Sancho y Crispín" con los mismos actores. La tercera representación teatral quilmeña se ofreció un gélido día de julio y tuvo la siguiente programación: "La agonía de Colón" (genovés que aún tenía buena prensa) actuada por Victorio Silva (el actor obligatoriamente travestido), Manuel Casavalle, José Andrés López (el que cuenta todo esto) y Felipe A. Amoedo. La segunda pieza que se presentó fue: "De gustos no hay nada escrito", con: Casavalle, Silva, López e Indalecio Sánchez. A esta siguió "Una lágrima", de género llamado "boceto dramático", que era una especie de "Los de la mesa 10"; con Silva en el papel de la condesa y Casavalle como galán. Por último hubo un "juguete cómico": "Las dos joyas de la casa" de Antonio Corso y Barrera, donde Silva era Pepita y lo/la acompañaban Sánchez, López y Casavalle.
Estas veladas eran largas, densas, con las alteraciones que representaba reponer las "bujías lumínicas" (velas); alimentar la salamandra, intentando paliar el frío que acicateaba duro en aquel desolado pueblito a merced del viento del sudeste; tolerar los vapores nauseabundos que venían del fondo donde desbordaban las letrinas; más los ronquidos del abuelo, la impertinencia de los niños y el cuchicheo de las muchachas que no perdían ocasión de coquetear con lo6 jóvenes varones, considerando que no eran muchas las oportunidades de conseguir marido a no ser que los padres resuelvan el ayuntamiento por ellas, según costumbre generalizada; aún no se realizaban las "cédulas de San Juan".
El tercer espectáculo teatral fue el 9 y 10 de setiembre de 1877. Por cierto tuvo mayor éxito pues lo realizó la "Compañía de Niños Berenguer". Integrada por cuatro niños, María, Juana y Pedro Berenguer y Arturo Amey, todos niños de entre 7 y 12 años, tres hermanos y un primo, dirigidos por su padre y tío Francisco Berenguer. Esta Compañía infantil actuaba con bastante éxito en el teatro "La Alegría" de la Capital. Un pequeño teatro que se inauguró en 1870 hasta su cierre en 1885. En 1909 fue demolido para edificar en su lugar la sede de Caras y Caretas. Interpretaron arias de zarzuelas, romanzas y declamaciones. Fue un éxito indiscutible. Concurrió todo el pueblo y llegaron de los tres puntos cardinales de la campaña (el tercero estaba es el río) Los párvulos encogieron de ternura el corazón de las señoras. Victoria Wilde de Wilde ofreció a María Berenguer como admiración por su talento un ramo de flores.
Dice José A. López con su proverbial sarcasmo. "Es evidente que nuestra sociedad, inclinada a aislarse y dejarse escurrir en su propio aburrimiento, se animaba ahora rompiendo la cristalización de hurañería, y ese prodigio lo realizaba ese modestísimo tablado, que juveniles entusiasmos convirtieron en teatro."
(Continuará)