CLADY MARTA FERNÁNDEZ DE GARAY, KINGA, MAESTRA QUE CONTRIBUYÓ 20 AÑOS EN LA HISTORIA FORMADORA DE LA ESCUELA Nº1
Prof. Chalo Agnelli
Se lió durante décadas conceptos como sacrificio, abnegación, altruismo... el magisterio primario. Hasta
se desgajó la frase “segunda madre”...
hoy sabemos muy bien, gracias a los aportes de la psicología, al racionalismo
lógico, que la confusión de roles no resulta conducente para la formación
integral del niño. El educador tiene que tener compromiso, responsabilidad y
pasión hacia el objeto y el sujeto del aprendizaje, debe estar constante
capacitación y perfeccionamiento, por respeto a sí mismo y al educando que sólo
y preferentemente devuelve respeto y afecto al que realmente demuestra “saber”.
En fin, la pasión por educar es inherente al amor y el amor es una confluencia
de emociones e ideas.
Pero, por supuesto, que todas estas acciones, funciones,
sensaciones deben ser equitativas con ingresos dignos que den al educador, no
sólo la paz de espíritu, sino también la energía que le permitan ejercer su
profesión sin alteraciones ajenas a la tarea propiamente dicha.
UNA MAESTRA, UNA
ESCUELA
Quizá, es demasiado extenso este primer párrafo para iniciar
esta historia de vida de una maestra que transcurrió 20 de los 150 años de
historia que cumple este 2013, la escuela Nº1 de Quilmes, fundada un 25 de
Mayo de 1863. Pero si extenso, necesario, pues describe en sus últimas
apreciaciones lo que la señora Clady Marta
Fernández de Garay fue en su magisterio.
Nació en Quilmes el 13 de febrero de 1933, fue la menor de los
cuatro hijos de don Antonio Fernández, un asturiano que tuvo una casa de
artículos de electricidad en la calle Rivadavia, y doña Emilia Hernandorena,
argentina de origen vasco. Siempre la llamaron “Kinga” apodo que le puso
su padre y viene de “reina”; el asturiano supuso que si rey era “king” reina debería ser “kinga”. Hizo el femenino agregando una “a” como lo haríamos en español.
En 1946, terminó la escuela primaria en el departamento de
aplicación de la Escuela Normal. Tuvo la oportunidad de conocer, en sus últimos
años de desempeño, al director-fundadora don José Sosa del Valle, y luego a
notable educador que fue Juan Manuel Pedro Cotta, quien en una oportunidad,
tras la muerte del segundo hermanos de Clady, de fiebre reumática, le obsequió
a la niña como acompañando la pena, un libro de su autoría, que Clady aún
atesora con afecto.
Fueron algunos de sus compañeros de la escuela primaria:
Matilde M. Ricagno, Marta S. Rosso Altube, Mábel G. Bucich March, Carmen E.
Valdez, Norma Hebe Girón, Juan Francisco Arbert, Juan Luis Biotti, Luis A. Cartasegna, Antonio Edreira, José A. Iglesias, Osvaldo Malatesta, Clementina C.
Fornabaio, Felisa E. Lenguas y otros que, como Clady, también involucraron sus
vidas a la educación. Ella sin titubeos supo que su misión era el aula.
También en la Escuela Normal cursó hasta 3º años del
secundario y 4º y 5º año del magisterio en el Colegio San José de donde egresó en
1952.
Por esos años no era fácil obtener un cargo ya que aún el
partido de Quilmes no había equiparado el crecimiento demográfico producido por
la cantidad de empresa que se crearon y se asentaron en el distrito
establecimientos educativos suficientes para la formación de los hijos de las
nuevas familias radicadas en la zona, atraídas por las nuevas fuentes de
trabajo.
De todos modos Kinga, apodo que le puso su padre y por el
cual es reconocida por todos sus alumnos y amigos, quería trabajar, si no era
en el magisterio en un empleo que le dé cierta autonomía, así fue que, mientras
estudiaba ciencias biológicas en La Plata, entró en la administración del
Sanatorio Alvear, ubicado, en aquel entonces, en la calle Alvear entre Videla y
9 de Julio.
Fue allí donde circunstancialmente conoció a una mujer que
estaba empleada en la Fundación Eva Perón. La señora henchida de gozo por su abuelazgo y agradecida por la atención
brindada a su hija y a su flamante nieta, se interesó por Marta quien la puso
al tanto de su esperanza de ejercer la docencia primaria. La reciente abuela le
dijo que la tendría en cuenta, en la medida de sus posibilidades, pues había un
plan de apertura de nuevos establecimientos escolares en la provincia.
Así fue como inesperadamente en 1953, le llegó un nombramiento
para la escuela rural Nº58 de Pereyra – que aún pertenecía al distrito Quilmes
–, creada recientemente como parte de lo que fue el Primer Plan Quinquenal que fundó
otras escuelas en la zonas, como la Nº59 en el barrio San Juan y la Nº60 en
Villa Mitre también de la localidad de Berazategui. [1]
En esos años los caminos no eran como los actuales ¡Cuando
los había! No existían autopistas ni nada que se aproxime. El micro dejaba a
Clady y a sus compañeras en el camino Centenario y un carro, aún con días de
lluvia y caminos lodosos, las aguardaban para conducirlas a la escuelita en
ciernes. Ubicada en terrenos que habían pertenecido a la estancia San Juan de
los Pereyra Iraola. Los niños que concurrían eran hijos de peones y chacareros, inmigrantes muchos de ellos,
de la zona. No fueron pocas las dificultades, pero hasta hoy a la señora de
Garay le brillan los ojos reviviendo aquellas felices jornadas.
ESTADOS UNIDOS
Poco después Clady se casó con Mariano Garay Maturana, hijo
de Mariano y de Gloria Maturana, nacido el 11 de septiembre de 1928, en el ceno
de dos añejas familias quilmeñas; su tía Josefina Maturana estaba casada con el
senador Manuel V. Huisi. Kinga y Mariano vivieron en la casa de esta tía en la
calle Rivadavia y Belgrano. Entre los Garay hubo una larga nómina de
educadores.
Mariano se recibió de doctor en medicina en la Universidad
de La Plata, y le surgió la oportunidad de hacer la especialización en
ginecología y obstetricia en Detroit, la ciudad más grande del estado de Michigan, EEUU. Allá fueron y allá nacieron sus dos hijos mayores, Esteban y Diego.
En Colorado Mariano hizo la segunda residencia. Luego la
vida – y quizá también el tradicional designio quilmeño del “mal del sauce” - los trajo de regreso al pueblo natal y en
Quilmes llegaron al mundo dos varones más, Andrés y Mariano.
SIEMPRE LA Nº1 Marta, aún con cuatro hijos, ansiosa de retomar la
enseñanza, en 1963, regresó a la
docencia para una suplencia en la escuela Nº1, exactamente en el año de su Centenario,
con la portentosa movilización que significó ese aniversario para Quilmes,
cuando la escuela involucró a toda la comunidad. Era directora la imperecedera
doña Lila A. Giordano de Campelo, [2] quien
estuvo frente del establecimiento desde 1955 hasta 1971 que con su adustez de
eximia conductora fue un hito humano que prestigió la Escuela. A la Sra. de
Campelo la sucedieron en el cargo Marta S. Balaguer de Cabillón, Irene Acosta,
interina, Norma Hurrell de Arbert y vice Felisa Romero de Parodi.
Culminó la suplencia y después de ese extraordinario
reinicio, Candy pasó a la escuela Nº61 de Villa Alcira, en Bernal, era
directora la señora Nelly Lombardo Cichero de Tumini, luego sustituida por
Magdalena Ferro.
Pero su destino era la Nº1 donde retronó a cargo de un
grado del primer ciclo y pocos años después, y hasta el fin de su carrera en
1984, estuvo al frente de 6º y 7º, de donde despidió con la formación básica
para la vida a centenares de jóvenes.
Destino providencial en la historia familiar de esta maestra
pues uno de los artífices paradigmáticos, que lograron que Quilmes tuviera un
edificio de Escuela Nº1, acorde con la tradición de un pueblo centenaria fue
el jurisconsulto Ángel Garay Hornos, abuelo
de su esposo que fue comisionado
municipal desde el 19 de junio de 1906 hasta el 15 de abril de 1907 y como nunca
olvidó a su escuela elemental, cuando fue designado Director General de
Escuelas de la Provincia de Buenos Aires se propuso levantar un edificio
adecuado al crecimiento demográfico que estaba cobrando el pueblo. Contó con el
amplio apoyo de la comunidad y una vez concretados los aprestos burocráticos y
la inclusión de los fondos necesarios en el presupuesto provincial, en 1908 se
comenzó la obra que se concluyo en el Centenario de la Revolución de Mayo.
Personal de la Escuela Nº1 en el año del Centenario, 1963 |
Dos de los hijos de Kinga, Andrés y Mariano, fueron alumnos
de esta escuela, incluso este último la tuvo como maestra a su propia madre lo
que le significó indiscutiblemente mayor rendimiento para que quede demostrado
que no había parcialidades.
Además de la jornada semanal, junto a su colega Marina Vidal
de Russo en matemática y ella en lengua preparaba fuera de horario escolar o
los días sábados, para el ingreso a la Escuela Normal que por esos años era muy
exigente.
Realizó más de 15 viajes de fin de curso con las debidas
autorizaciones de los padres. Los primeros, los hizo con su grupo de alumnos y
luego se sumó la otra sección del 7º. El paseo inaugural fue a Córdoba,
acompañada por su madre y por Andrés su tercer hijo, una excusión un tanto
intempestiva pues nevó de tal manera que debieron anticipar el regreso. Año
tras año visitaron: Rosario, Cataratas, la Ruinas de San Ignacio, Brasil,
Paraguay. Este último viaje fue organizado por la señora Margarita P. de
Imperiale. Fueron acompañados por madres, padres y ex alumnos; momentos de aprendizaje,
auspiciosos, donde se fomentaba la solidaridad, la camaradería, la actitud fraterna,
el respeto mutuo. Nunca padeció un incidente serio, salvo circunstancias
propias de niños que jamás habían salido de Quilmes, como aquel niño que
sobrepasado emocionalmente por la experiencia que estaba transitando no podía
orinar como reacción física a lo emotiva; pues a esas salidas iban todos, aún
lo que no podían pagar; familias, con menores recursos, de la Ribera enviaban sus
hijos a la Nº1. Para estos, con un sentimiento ecuánime, se juntaban los
fondos con rifas, venta de tortas y golosinas hechas por madres o los mismos
niños; se hacían festivales artísticos donde participaban todos los alumnos y,
además, contaban con el altruismo de la comunidad y de la cooperadora “Juan Ithuralde”, que por esos años
cumplía una misión extraordinaria dirigida por el señor Jacobo Alfie,
acompañado por los señores Juan C. Pollini, Horacio Cichero, la señora Lía
Mancedo de Ocampo, Juan Carlos Albaytero, Jaime N. Jacobs, entre otros; que se
ocupaba de la copa de leche con lácteos de Bonafide y facturas de la
panadería-confitería La Paloma de la calle Rivadavia.
Egresados 1972
Todavía no había surgido la intemperancia de los padres ante
la menor reprimenda del docente, ni la sobrecarga que cayó sobre el docente con
proyectos antipedagógicos y extemporáneos, exportados por el neoliberalismo ni la prevención del Sistema Educativo ante las
demandas legales de las familias ni la exacerbación que luego empezaron a hacer
los medios de prensa y comunicación social por la nimia situación que pueda
alterar circunstancialmente la vida escolar como puede acontecer en cualquier
otra institución todas circunstancias que acabaron con las clases-paseo y las
salidas de fin de curso institucionales.
A Kinga le tocó leer la despedida a la señora directora Lila Campelo, en el festejo organizado por las docentes con motivo de su jubilación, después de casi, 20 años al frente de la Escuela Nº 1 |
Muchos de los que fueron alumnos de Kinga Fernández de Garay
hoy son comerciantes, industriales, profesionales, educadores, artistas,
hombres y mujeres de bien, padres y madres de familias que también labran
cotidianamente la historia de este Quilmes sobredimensionado.
Algunos de ellos,
graduados en 1975, cada 5 años, se encuentran en amenos asados en la escuela,
hasta con sus familias, donde nunca falta la señorita Kinga, y en esas
reuniones no sólo intercambian nostalgias, sino también presentes y futuros,
pero sobre todo, el afecto imperecedero por esa escuela de 150 años de historia
que los unió.
Profundo también es para Marta el recuerdo de aquellas
colegas con las que mantuvieron el lustre de esa escuela que era la Nº1 en la
comunidad quilmeña como: la mencionada señora de María H. Russo, Elvira C. Reines
de Osuna, Pepita Mateos, las auxiliares Beatriz y Ángela y otras.
COLOFÓN Kinga Garay tiene dos de sus hijos en EEUU, Mariano y Diego, este
último nacido en ese país, arquitecto recibido en La Plata, que emigró en 1982,
revalidó su título para firmar sus proyectos en ese país y estableció un
estudio en Nueva York. Así y todo nunca olvidó sus raíces ni dejó de reconocer
que la formación que había recibido en la universidad pública argentina era
equiparable a las de las mejores universidades del mundo, por sus conocimientos
advertía que estaba a la par de colegas de otros países. Incluso eventualmente vuelve
a la Argentina a dar postgrados como una forma de devolver lo que aquí
recibió.
Sus hijos le dieron tres nietos: dos varones de Mariano, que
viven en EEUU en el Estado de Maryland, y Ella, de Diego, que estudia arte y diseño en
la Universidad de Massachusetts.
Esteban y Andrés viven en Quilmes.
Su esposo que alcanzó
en Quilmes notable prestigio en su especialidad, falleció el 9 de setiembre de
2005, a los 77 años.
ANÉCDOTA FLORAL Esta maestra aún se mantiene atenta al hecho educativo y a
las estrategias de trabajo con el educando. Su percepción educadora trae una
anécdota que la conmueve. Visitando a sus pequeños nietos en Maryland, considerado
el Estado de las mejores escuelas públicas del los EEUU, era el summer break, nuestras vacaciones
estivales, que como en nuestro país, duran aproximadamente 2 meses y medio, pero
allá, desde principios de junio, hasta mediados de agosto. Uno de los pequeños,
Valentín, cuando fue con sus padres a inscribirse en el pre-escolar le dieron una
germinación con la consigna que durante el verano debía, regarla, protegerla
del viento, evitarla los insectos dañinos y cuando saliera la flor, que era un
girasol, la debía traer a la escuela pues sería el comienzo de clases.
De este modo el niño se fue ese día, donde tan solo había
ido a cumplir con la burocracia de la inscripción, involucrado al sistema desde
una experiencia previa, palpable, real con la Escuela, a través de un hecho de
vida, la de una planta fecundada por él mismo. Acertada metáfora por cierto,
pues la escuela da una semilla, una pequeña, pero fecunda semilla, que cada uno
por sí mismo - y tan solo por sí mismo - podrá hacer crecer lozana y apta para
hacer más vida... o no.
Kinga, consecuente educadora, narra esta enseñanza y se
emociona pues percibe el valor vivencial que tiene la Escuela Primaria en la
vida de mujeres y hombres. Efectivamente, en Clady Marta Fernández de Garay está el
paradigma de lo que fue aquella Escuela Argentina común, obligatoria, gratuita, gradual y neutral en materia
religiosa.
En su conversación, Kinga trasluce el orgullo de haber sido
una protagonista; primero de la escuela pública sarmientina, esa que formó durante generaciones y generaciones a
miles de argentinos y en segundo lugar se percibe el envanecimiento de que esa carrera
docente la transitó en las aulas de la escuela fundadora de la educación
quilmeña, la Escuela Nº 1 que celebra sus 150
años. Su voz se quiebra sobre la palabra “maestra” y sus ojos
brillan mientras recorre álbumes de fotos donde señala nombres, historias,
anécdotas... futuros.
Clady Marta Fernández de Garay, Kinga, patrimonio valioso del Capital Social de Quilmes, falleció el 23 de enero de 2022 a los 89 años.
Entrevista e investigación Chalo
Agnelli
Colaboración Esteban Garay
Fotos, archivo Sra. de Garay
Rodolfo Cabral y Cristina Secco
Colaboración Esteban Garay
Fotos, archivo Sra. de Garay
Rodolfo Cabral y Cristina Secco
NOTAS
[1] Hoy esas escuelas llevan los números 19, 18 y 20,
respectivamente, del nuevo distrito de Berazategui, números que tomaron cuando
esta localidad alcanzó su autonomía en 1960.
[2] V.: http://elquilmero.blogspot.com.ar/2011/09/tributo-al-maestro-lila-giordano-de.html
[2] V.: http://elquilmero.blogspot.com.ar/2011/09/tributo-al-maestro-lila-giordano-de.html