Tomado
de la revista “Fuego y Agua” de diciembre de 1976,
en
el 65ª aniversario de la Sdad. Bomberos Voluntarios de Quilmes.En
una Sociedad como la nuestra abundan las anécdotas. Algunas risueñas, otras
tristes; pero, anécdotas al fin, daremos a conocer varias a nuestros lectores,
porque ellas constituyen parte de su historia.
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Corría
el mes de agosto de 1912, cuando se produjo un desmoronamiento de tierra en la
construcción de las Obras Sanitarias en Wilde. De Quilmes, concurrieron a
prestarle ayuda a los Bomberos Voluntarios de Avellaneda, Pablo Garavelli,
Nicolás Parodi, César Cossoli, Sebastián Semeopale, Mariano Giaimo y Guillermo
Ithursarry.
Allí,
por poco pierde la vida Don Sebastián Semeopale, pues mientras se intentaba
extraer a los peones enterrados por el primer desmoronamiento, comenzó a
producirse un segundo que, afortunadamente, no trajo desgracias, pues
Semeopale y varias personas más, alertadas por Garavelli y Giaimo, pudieron
huir poniendo a salvo sus vidas.
Don
Guillermo Ithursarry concurrió a este siniestro juntamente con Sebastián
Semeopale, llevados por un viejo cochero de plaza de Quilmes, quien no quiso
cobrarles el viaje.
RIVALIDAD
MUSICAL
La
Sociedad Bomberos Voluntarios de Quilmes nació como consecuencia de la pobreza
que consumía cada vez más a la "Società Filarmónica Volontari de
Garibaldi", que, a su vez, era un desprendimiento de la "Sociedad
Musical Unión Artesanos".
Lo
cierto es que a raíz del alejamiento, quedó flotando entre los componentes de
ambas entidades no un resentimiento propiamente dicho, sino más bien una
rivalidad que hizo eclosión durante la celebración de una efeméride Patria.
Se
convino, al programarse los actos, que cada una de las bandas alternarían la
fiesta; pero, con el agregado de que cualquiera de ellas que interpretara una
marcha debía hacerlo de principio al fin; es decir, ni una nota menos ni una
nota más.
Todo
anduvo muy bien al comienzo. El recorrido desde la Municipalidad hasta la Sociedad
Italiana de Socorros Mutuos Cristóforo Colombo, fue cubierto con los aires
marciales de ambos conjuntos, que se alternaban de acuerdo a lo previamente
establecido.
Pero,
escasos metros antes de llegar a destino, la banda actuante en ese momento prolongó
unos compases más la marcha que estaba interpretando y allí ardió Troya, porque
la otra, como impulsada por un resorte, comenzó a su vez otra interpretación,
de manera que las dos irrumpieron en el salón "a toda marcha",
situación que se prolongó por espacio de casi dos horas ante la perplejidad,
primero, de la concurrencia, y la jarana general después.
Así,
podríamos decir, empatada, terminó la rivalidad musical de
"garibaldinos" y "artesanos ".
HUMOR
DE UN COMERCIANTE
En
una zapatería céntrica, muy conocida, se declaró un incendio. En medio de la
confusión reinante, bomberos, dueños y empleados, salvaron la mayor cantidad
posible de zapatos que, en sus respectivas cajas eran depositados a lo largo de
la vereda atestada de curiosos.
A
los pocos días de producido el siniestro, un cartel muy visible pegado en una
de las vidrieras del comercio, decía así: "Se ruega a las personas que se
han llevado equivocadamente un zapato o un botín de un número 1 otro de
distinta medida, tengan la amabilidad de pasar a cambiarlos. Le daremos el
numeren correspondiente".
No
ha llegado hasta nuestros oídos la noticía de la comparecencia de ninguno de
los aprovechadores. Pero lo rescatable de todo esto es el excelente humor del
dueño de la zapatería ante los dos infortunios sufridos: el incendio y el robo.
¡A
LA COMISARIA!
En
el que se recuerda como el siniestro donde hicieron sus primeras armas los
flamantes bomberos quilmeños, ocurrieron dos hechos que conforman esta
anécdota. Se originó fuego en una fideería establecida en la calle 3 de
Febrero (hoy Leandro N. Alem), entre las de Alvear y Brown.
Fue
en octubre de 1912 y, como podrá suponerse, en una sociedad recién creada,
faltaba de todo; fundamentalmente, conocimiento y consideración popular y
elementos para trabajar.
Así
es que sin baldes —los que usaron durante el siniestro los facilitó el señor
Ramón Dapena— pero con un gran sentido de honor y de responsabilidad, nuestros
hombres consiguieron dominar el incendio, no sin antes pasar un susto tremendo
cuando Vicente Baldi, viendo que se derrumbaba el techo donde estaba parado,
se arrojó al vacío, siendo recibido en sus brazos por Mariano Giaimo, que evitó
de esta manera que aquel fuera a estrellarse contra las paredes de un tanque de
agua vecino.
Era
ya medianoche; y no bien sofocado el incendio, fueron invitados a concurrir a
la Comisaría, donde tuvieron que prestar declaración sobre lo ocurrido,
operación que los demoró hasta las 4 del día siguiente. Apenas el tiempo
suficiente para reposar un momento, tomar el desayuno y partir hacia el trabajo
diario. Lo que demuestra con harta elocuencia que ayer, como hoy, un bombero
voluntario no se improvisa. Nace, y juntamente con él se desarrolla una
profunda vocación de servir, que no es frecuente en los hombres.
Cabe
agregar que recién a fines de 1912, el Comisario de Policía instruyó al
personal a sus órdenes a fin de que toda persona que exhibiese la medalla
distintiva del Cuerpo de Bomberos Voluntarios tuviese libre acceso a cualquier
siniestro que ocurriese en la localidad.
¡85
HORAS TRABAJANDO!
Un
incendio originado en la Papelera de Bernal, demandó por sí sólo 85 horas de
intensa labor. Durante todo ese tiempo estuvieron en pie nuestros hombres.
Algunos dejaban su puesto para acudir a su trabajo, y terminada la jornada
regresaban nuevamente al lugar del incendio, en el cual la motobomba destinada
para extinguirlo trabajó ininterrumpidamente durante 80 horas.
El
Cabo Luís Malaspina, que resultó dañado en la vista en esa circunstancia,
recibió al segundo día la noticia de que a un hijito suyo un caballo lo había
coceado.
¡A
BALAZO LIMPIO!
Informan
en el Cuartel que en Alsina (Carlos Pellegrini) y Andrés Baranda, en La
Colonia, necesitan a los Bomberos. Se acude, naturalmente, pero por defectos de
la información, se regresa inmediatamente porque en el lugar indicado no
ocurre nada anormal.
La
Policía, que también ha sido reclamada, destaca a varios de sus hombres en el
lugar preciso: un horno de ladrillos. Pero, con gran sorpresa de sus efectivos,
es recibida a tiros.
¿Qué
ha ocurrido? Sencillamente, se trata de obreros huelguistas que defienden a
balazos sus derechos.
Los
bomberos escapan así, milagrosamente a la agresión, debido al defecto de
información que apuntamos al comienzo de este recuerdo.
Nota
del compilador.
La
revista “Fuego y Agua” estaba editada por la subcomisión de prensa de la
sodiad de Bomberos Voluntarios de Quilmes. Era de distribución gratuita. Era
redactor el periodista y locutor Omar R. Andragnez, cronista David M. Tolzes y
colaboradores Eleodoro M. Lemos, José Goldar (padre), Fernando Lara, Miguel
Fernández Más, reporteros gráficos: Alcibíades Rodríguez, Carlos Scott y Vito
J. J. Nebbia y Víctor Alberto Giordano, como secretario de prensa de la
institución.
Fotos gentileza Claudio Schbib, Carlos Scott, Fernando San Martín
Conpaginación y compilación Chalo Agnelli