por Chalo Agnelli
En el año 2010, como parte de las
actividades de la Comisión del Bicentenario de Quilmes, se realizó un homenaje
a los precursores de la historia quilmeña: José Andrés López, el Dr. Fernando Pozzo,
don César Barrera Nicholson, don José Goldar y su hijo José Abel Goldar, el Dr.
José Alcides Craviotto, el Sr. Oscar Echelini, el profesor Manuel Ales, la eminente indigenista
Guillermina Sors de Tricerri, don Luis Eduardo Otamendi, don Felipe Jorge
Firpo, la profesora Palmira Sagrario Bollo Cabrios, el profesor y bibliotecario
y editor don Carlos Guillermo Maier, el profesor Juan Carlos Lombán y don Luis
Gerardo Barbieri. Me tocó dar dos conferencias, en la ocasión, una en el
Colegio de Abogados y la segunda en el Museo Regional Almirante Guillermo Brown
de Bernal. Además se hizo un cuadernillo con breves reseñas biográficas de
estas personalidades que trabajaron por la identidad quilmeña, sus tradiciones
y su historia. En ese fascículo incluí un prólogo que explica las motivaciones
iniciales que me indujeron a trabajar en el hecho histórico a lo largo de 52
años.
El 1 de julio de 2013, 'Día del Historiador' como homenaje a todos los historiadores y a quienes a través de mis aportes enriquecieron nuestra identidad reproduzco ese preámbulo.
El 1 de julio de 2013, 'Día del Historiador' como homenaje a todos los historiadores y a quienes a través de mis aportes enriquecieron nuestra identidad reproduzco ese preámbulo.
... y sigue
la historia…
Comenzando las actividades de los 200 años de la Revolución de Mayo, la Comisión del Bicentenario Quilmes 1810-2010 consideró rendir un tributo a aquellos que trazaron un surco en la historiografía local, aquellos que, según Tolstoi, desde la aldea describieron el mundo. La presidenta Lic. Nancy Castagnini tuvo la deferencia de encomendarme esa tarea que emprendí con el convencimiento del objetivo que se perseguía, con el placer con que realizo mis trabajos de historia local y con la intención primordial de hacer docencia divulgando nuestro pasado y afirmando nuestra identidad quilmeña.
Inducido por mi familia materna, extensa y profundamente vinculada a Quilmes, desde los primeros años de mi niñez sentí curiosidad por nuestra historia, quizá instigado por las anécdotas de mi abuela y sus primas, por las charlas de sobremesa que eran un rito impostergable en mi familia, pero tengo la certeza que las conferencias y actos alusivos a los que asistí con motivo de las celebraciones del tricentenario quilmeño, en 1966, fueron los disparadores que trazaron esta impronta historicista y localista que me acomete.
Comenzando las actividades de los 200 años de la Revolución de Mayo, la Comisión del Bicentenario Quilmes 1810-2010 consideró rendir un tributo a aquellos que trazaron un surco en la historiografía local, aquellos que, según Tolstoi, desde la aldea describieron el mundo. La presidenta Lic. Nancy Castagnini tuvo la deferencia de encomendarme esa tarea que emprendí con el convencimiento del objetivo que se perseguía, con el placer con que realizo mis trabajos de historia local y con la intención primordial de hacer docencia divulgando nuestro pasado y afirmando nuestra identidad quilmeña.
Inducido por mi familia materna, extensa y profundamente vinculada a Quilmes, desde los primeros años de mi niñez sentí curiosidad por nuestra historia, quizá instigado por las anécdotas de mi abuela y sus primas, por las charlas de sobremesa que eran un rito impostergable en mi familia, pero tengo la certeza que las conferencias y actos alusivos a los que asistí con motivo de las celebraciones del tricentenario quilmeño, en 1966, fueron los disparadores que trazaron esta impronta historicista y localista que me acomete.
Comisión del Bicentenario: de izq. a der.: Guillermo Arbert, Chalo Agnelli, María del Carmen Destéfano, Ely Fontana (+), Juan Carlos Lombán (+), Félix Luna (+), Silvia Scarinci y Nancy Castagnini. |
Crecemos con y en los otros. La calidad del propio crecimiento es
directamente proporcional a la calidad integral de las personas con que nos
rodeamos en la vida. Y esa calidad no está determinada por los conocimientos
académicos, los títulos acumulados, la fortuna material ni el prestigio social
que sean características de un individuo cualquiera, sino por su altruismo, sus
valores humanitarios, su honorabilidad, su genio afable y generoso, el reconocimiento
que sepa mostrar en acciones provechosas para los demás, el don de gentes con
que permita a ese otro que lo encuentre en su camino a compartir acciones en bien
común, acciones que repiquen positivamente en toda la comunidad. Gozar de estos
atributos y tener la capacidad de advertirlos sin alardes se resume en ‘sabiduría
de vivir’.
Inauguré 1966, año del Sesquicentenario de la Independencia Argentina y el Tricentenario de la llegada de los quilmes y acalianos, el 18 de junio, en la Biblioteca Pública Municipal “Domingo Faustino Sarmiento” de la que era, y aún soy, empecinado concurrente – además de la Popular Pedro Goyena - y donde llegué a gozar, no de la amistad, pues la diferencia de edades era grande, pero sí de la consideración y el interés por los temas que me llevaban, de su director el profesor Carlos Guillermo Maier, con quien en 1970 hice un curso de bibliotecario para maestros en la Escuela Primaria Nº 6 de Bernal.
Inauguré 1966, año del Sesquicentenario de la Independencia Argentina y el Tricentenario de la llegada de los quilmes y acalianos, el 18 de junio, en la Biblioteca Pública Municipal “Domingo Faustino Sarmiento” de la que era, y aún soy, empecinado concurrente – además de la Popular Pedro Goyena - y donde llegué a gozar, no de la amistad, pues la diferencia de edades era grande, pero sí de la consideración y el interés por los temas que me llevaban, de su director el profesor Carlos Guillermo Maier, con quien en 1970 hice un curso de bibliotecario para maestros en la Escuela Primaria Nº 6 de Bernal.
En
esa ocasión el profesor Juan Carlos Lombán, que era director del colegio San
Jorge, brindó, un homenaje al Dr. José A. Craviotto, el máximo historiador
de Quilmes, que había fallecido el año anterior. Su pérdida tan temprana abría
un bache en la historiografía quilmeña, pero también una puerta. Se percibía
una gran congoja en el ambiente. Si bien yo era muy joven, tenía especial
percepción del ánimo circundante, condición que aún conservo en menor medida.
Afortunadamente el Dr. Craviotto, junto a don César Barrera Nicholson dejaron a
Quilmes una obra histórica extraordinaria que me propuso compilar y divulgar lo
más prontamente posible. Esta conferencias fue editada por la Municipalidad en
la Serie Medallones Biográfico (N°5) que dirigía el Prof. Carlos Guillermo
Maier.
La
segunda experiencia reveladora fue el martes 9 de agosto de ese providencial
año `66. Con mis amigos Vicente Morandi, Juan Eduardo Alonso, Leopoldo Russo,
Oskar Lambskins y Lucho Illanes asistí a una charla del profesor Manuel Ales,
en el Círculo Universitario, que ilustró con diapositivas. Simultáneamente Ales
presentaba su libro “Quilmes fin de siglo” con el agregado de un plano
topográfico del pueblo de Quilmes, levantado por orden superior por la comisión
del Sur en 1856, recuperado por don Pedro Etchevertz y actualizado hasta 1890,
por el mismo Ales, en 1963. Conservo un ejemplar de dicho libro, obsequio del
Prof. Maier, firmado por él, con correcciones que Ales le había hecho el 18 de
junio de ese mismo año, para una próxima edición oficial.
Por
aquellos años, aún, se respetaban rigurosamente la puntualidad, de modo que la
conferencia empezó a las 18 horas en punto y, una vez concluida, con mis
amigos, corrimos en el Ford Falcon de Lucho - en verdad de su padre - hasta la
escuela Media Nº 3, donde Juan Eduardo estaba terminando la secundaria, a otra
charla. El conferencista era el secretario de la Comisión de Cultura de la
municipalidad, José Abel Goldar.
Conocía
a los Goldar, padre e hijo, como vecinos, habitaban una casa próxima a la mía,
en La Colonia, a pocos metros de la plaza Aristóbulo del Valle. Su tema fueron
los 300 años del transcurrir histórico local y complementado por diapositivas.
Así como las presentaciones de los profesores Lombán y Ales fueron reveladoras,
la de Goldar fue motivadora. Fue la segunda charla con apoyo visual a la que
concurrí.
Al
concluir se informó a los presentes que don Luis Otamendi continuaría el ciclo
de conferencias - aniversario el sábado siguiente, a las 11 hs. en el 2º piso
de la municipalidad.
El
jueves 11 de agosto de 1966, a las 18 hs., en el Colegio Nazaret (Conesa 406)
el Prof. Manuel Ales volvió a dar su conferencia sobre “El Quilmes de antaño”,
ilustrada con diapositivas. La misma se realizó en el Círculo Universitario, Paz
871. Si bien ya lo había escuchado, siempre se hacen variaciones, convenientes
agregados, pero, sobre todo, no pude rechazar la invitación del rector de
secundario del Colegio, el Prof. Celiar R. Cella, padrino de la Biblioteca Goyena, con
quien mantuve amistad hasta su fallecimiento.
El
sábado 13 de agosto, víspera de la fecha conmemorativa, a las 10:45 hs. estaba
en la puerta de la Comuna solo; mis amigos esquivaron con astucia mi compañía.
No era su tema. Arrastrarlos a dos conferencias en un mismo día fue suficiente
para ellos.
En
la puerta me informaron que era exclusiva para personal municipal, pero entre
los asistentes estaban, Omar Andragnez, Felipe Ruesta y el señor Monicat,
municipales, amigos de mi familia que me facilitaron el ingreso.
No
recuerdo por qué inconveniente el señor Otamendi no concurrió, pero envió el
texto de la charla que leyó en parte el Prof. Ales, su amigo y par en varios
trabajos históricos, y el periodista Norberto Giallombardo.
A
don Luis lo había conocido el 17 de agosto de 1964 en su homenaje al Dr. José
Antonio Wilde, que se realizó en la Biblioteca Sarmiento. Charla que me instó a
leer “Buenos Aires desde 70 años atrás” y a iniciarme como exégeta de su vida y
su obra. Misceláneas porteñas del Dr. Wilde que releí más de dos veces; libro
del que, además, colecciono distintas ediciones (la más antigua que poseo es de
1904) En esta oportunidad la reiterada mención de Guillermina Sors, por parte
de estos historiadores me condujo a su libro “Quilmes colonial”.
Conocía
desde la adolescencia, otras misceláneas históricas las del “Quilmes de antaño”
de don José Andrés López, ejemplar que estaba en la biblioteca de mi abuela, y
las memorias de “Estampas de antaño” de Marcelo Traversi.
A
partir de 1974, comencé a compartir con el señor Otamendi el accionar de la
Sociedad de Escritores de la Provincia que se había fundado por iniciativa del
Prof. Francisco Míguez. Ambos, y también el Prof. Ales, fuimos miembros de
su comisión directiva. Yo formaba parte de la ‘guardia nueva’ junto a Jorge
Padula Perkins, Alicia Armella, María Elisa Ezquerra, Julia Rosignol y otros.
No
recuerdo con precisión el tema que se abordó aquel 13 de agosto; no quiero
presumir de memorioso, pero arriesgaría que trató sobre el pueblo originario
que dio nombre y gentilicio a los aquí nacidos y criados. Ayuda a mi memoria el
hábito, que siempre tuve, de tomar notas durante las charlas, apuntes que aún
conservo en su mayoría.
A
esta altura de la sucesión de conferencias ya estaba totalmente compenetrado de
la historia quilmeña, de modo que las siguientes fueron necesidad vital.
El
martes 16 de agosto siguiente, a las 18:30, fui a escuchar nuevamente al Prof.
Juan Calos Lombán, quien se explayó sobre, “Maestros del viejo Quilmes”. Se
realizó en la Biblioteca Sarmiento; organizada y auspiciada por la Comisión
Municipal de Cultura y la misma Biblioteca que dirigía el Prof. Guillermo
Maier, quien presentó el libro de edición municipal “Antiguos Maestros de
Quilmes”, de autoría del disertante y el auspicio de las entidades mencionadas
y de la Comisión de Festejos del Tricentenario,
No
imaginaba, en ese entonces, que en el futuro compartiría tantas vivencias con
el Prof. Lombán y con su esposa Lucrecia Lombán. Quien, para mis escasos 20 años,
resultaba un intelectual imponente, pero sus palabras, recomponiendo la
biografía del Dr. Craviotto, me permitieron comprender ese impulso llamado
pasión, con el que algunas personas transitan por la vida. Muchas veces visité
el Colegio San Jorge acompañado por Lombán, así como luego, ya en ejercicio de
la docencia acompañé a Lucrecia en la fundación en Quilmes de la Asamblea
Permanente por los Derechos Humanos.
El
sábado 27 de agosto a las 19 hs. en la Biblioteca Popular J. M. Estrada de
Bernal, la segunda charla de José Abel Goldar en este aniversario. Su tema fue
“Quilmes de ayer, en el Quilmes de hoy”. Acompañaron esta charla dos muestras:
una de fotos de Alcibíades Rodríguez, “Historia de Quilmes a través de la
fotografía” e “Historia de Quilmes a través del libro”, sobre la obra del Dr.
Craviotto y otros historiadores quilmeños. La primera fue presentada por el
presidente de la biblioteca don Felipe Jorge Firpo y la segunda por el
presidente de la Comisión de Cultura don Juan Agustín Isetta.
Continué
este periplo el viernes 9 de setiembre, en la Biblioteca Municipal, la
señora Violeta Shinya trazó una semblanza biográfica y literaria de su tío
abuelo, el primer escritor y naturalista quilmeño Guillermo Enrique Hudson. A
partir de la cual devoré casi toda la obra traducida del “Hijo dilecto de
Quilmes”
Se
cerró el ciclo de conferencias aniversario el 9 de diciembre a las 18:30 hs.,
en la Biblioteca, con una amena charla del profesor Juan Carlos F. Merediz,
secretario del Instituto Americano de Lexicografía, “Algunos topónimos de
Quilmes”. La misma estuvo auspiciada y organizada por la Comisión Municipal de
Cultura, la Dirección de la Biblioteca y dicho Instituto. También habló en este
evento el Prof. Alberto F. J. Otamendi, quien fue el primer donante de una
importante bibliografía previamente a la apertura de la Biblioteca Popular
Pedro Goyena y fiel colaborador de la Prof. Ana I. Manzo. A quien acompañé a
esta conferencia.
Me
creo en el deber de divulgar esta anécdota personal pues las actitudes de vida
de estos historiadores, como las de quienes fueron mis dilectos profesores
Rodolfo Merediz, Palmira Bollo Cabrios, el Dr. Antonio Pérez Amuchástegui,
Orlando Cella, marcaron mi incursión en la historia; “Crecemos con y en los
otros. La calidad del propio crecimiento es directamente proporcional a la
calidad integral de las personas con que nos rodeamos en la vida."
Efectivamente, como historiador o cronista o lo que sea, a algunos les
preocupan mucho los títulos y los diplomas, yo no los tengo en la materia, pero
me jacto de haber tenido en cuanto al transcurrir de Quilmes y su gente los
mejore maestros: los profesores Maier, Merediz, Míguez, Otamendi, Goldar y mi mentor el profesor Juan
Carlos Lombán. Estos párrafos, sinceramiento, tal vez, no sirvan para
justificar las falencias de que adolecen mis trabajos. Lo que sí puede tener
mayor fuerza es proclamar que he trabajado al impulso de un amor profundo,
incurable y sincero por Quilmes y su gente de antes, de hoy y también de mañana
si surgen personas que sienten lo mismo y recorriendo mis investigaciones,
compilaciones, notas, artículos sociales, culturales, deportivos, biografías,
bibliografías, trabajan por esta punto geográfico difuminado en la megalópolis
que conforman la ciudad de Buenos Aires y el "gransurbonaerense";
este territorio que en los últimos 60 años perdió su perfil y características
propias. De todos modos y a pesar de los tijeretazos a la memoria que los
gobernantes han decretado desde hace tres (o cuatro) décadas seguiré con mi
vocación por Quilmes.
De
modo que es mi deber transmitir a la comunidad quilmeña que los hijos del Prof.
Lombán y las hijas de Lila Giordano de Campelo me han legado todo su archivo
histórico, documentos y bibliografía referente al partido de Quilmes.
Fui
cronista de la historia desde hace tantos años, y más, como los que les llevó a
muchos terminar una carrera en esa ciencia y luego dejarla colgada en la pared.
Lo que me movilizó tanto como a algunos “titulados” es que le di a la Historia
Local una difusión de tal magnitud que nunca se hizo y lo que sí me enorgullece
es contar con tantos jóvenes que con mi aliento siguen mi huella como yo seguí
la de los historiadores mencionados.
La
gente cree que los que nos ocupamos de la historia, ya sea como historiadores,
como cronistas y compiladores, vivimos añorando el pasado, pero no es así, al
contrario, amamos el presente y guardamos firmes esperanzas en el futuro, pues
sabemos que la historia es cíclica y progresiva, es como una helicoidal que
avanza vertiginosamente. Hay sucesos y coyunturas que con las incorporaciones
de las variantes nuevas se repiten someramente. Por supuesto que dejando muchas
secuelas de vida en la travesía y muchos rencores que necesitan, algunos de
ellos cinco o seis siglos para subsanarlos.
Prof. Carlos Guillermo Maier |
Prof. Manuel Ales |