Hay gente que pasa por la vida con sigilo, pero en su callada humildad son grandes hacedores, de esos que no necesitan diplomas ni galardones para alcanzar un logro en bien de todos. Es esa gente anónima que desde su rincón honran la vida haciendo historia, esa historia de la que no hablan los grandes libros. No pretenden nada, nada más que participar por la fuerte identidad que los une a su país y a su gente.
Ayer dejó Quilmes Leonardo Alberto Grasso. Rememoro con claridad la noche de aquel martes de hace algunos años atrás, en que llegó a la Biblioteca Sarmiento donde nos reuníamos los miembros de la Comisión Directiva de la Asociación Sanmartiniana de Quilmes para presentarse, contarnos sus proyectos e integrarse a la Institución.
Leonardo ya había hecho la experiencia de cruzar los Andes y lo repitió en nuevas ocasiones.
Éramos varios los presentes, y de primera vista, nos sedujo la convicción con que se expresaba y la solidez de su pensamiento sanmartiniano, sin grandilocuencia ni aspavientos retóricos. Así lo comentamos luego Ely Fontana, el Prof. Cella, Norma Ordóñez, Stella Maris Bertinelli, Cristina Secco, quien suscribe.
Leonardo era Scout e instructor de jóvenes scouts. Él instrumentó los medios para que no se perdiera la vieja casa donde, desde el 10 de abril de 1894, estuvo la Sociedad de Artesanos de La Colonia, y donde se reunían y hacían practicas la agrupación de Boy Scout Cnel. Juan Pascual Pringles, en la esquina de Vicente López y Pte. Perón.
Se plegó con fervor a las actividades de la Asociación Cultural Sanmartiniana Quilmes. Entusiasmo, que era otro de sus atributos demostrado en el scoutismo, en los ideales de la Gesta Sanmartiniana y ahora en esa Institución, de la que llego a ser vicepresidente.
Como tal le tocó, junto a una eficaz comisión, la responsabilidad de organizar el año del Cincuentenario de la Asociación, 2011, que fue extraordinario en frutos y en la respuesta del público.
Uno de sus cometidos preferidos era recorrer escuelas compartiendo con los niños y adolescentes la experiencia de la Cordillera que elevaba más aún sumándole el nombre del Libertador. Tuvimos la oportunidad de acompañarlo en la primera época de sus visitas y era admirable como los alumnos quedaban atrapados por la pasión que ponía en la relación de sus vivencias en las montañas.
Siempre con un trato afable y franco, con su simpatía y humor oportuno. Incapaz de improcedencias y siempre dispuesto a concretar en forma expeditiva y exacta los menesteres que surgieran.
Su calidad y calidez humana se activó cuando estando el sanmartiniano don Emilio Martínez en momentos postreros de su enfermedad, como no se le podía hacer, como era nuestro deseo, un homenaje en vida a su trayectoria social y cultural, en persona, Leonardo trajo la idea de grabar y filmar a los amigos de Cacho y acercarle sus saludos en un CD y así recorrimos Quilmes y le llevamos una tarde este mensaje a su lecho. Con esa alegría a las pocas semanas se fue don Emilio.
Estando EL QUILMERO, trabajando en las investigaciones para el libro LA COLONIA DE VALERGA – HISTORIA SOCIAL DEL SEGUNDO BARRIO DE QUILMES, hurgando en papeles sueltos que había en la vieja casa de los Artesanos, Leonardo encontró un retrato de don Santiago Valerga que fue la primera imagen gráfica que llegó a nuestras manos, fuera de una muy irregular que reproduce el periódico “La Verdad” de 1927. Encontrar esto y traérmelo a mi casa fue inmediato. Así me acompañó en ese trabajo junto con su esposa que pertenece a una vieja familia de La Colonia.
No podemos decir que ya no está entre nosotros. Muchos no lo conocieron, pero este nombre que EL QUILMERO reproduce recorrerá las redes inconcebibles de la Internet y muchos sabrán que el mundo se salva mientras haya hombres “Justos” como Leonardo Alberto Grasso.
Y aunque esto parecería exacerbado por la congoja, si algo hay después de este transcurrir, Leonardo se fue a observarnos desde Los Andes y seguramente debe estar conversando con el Libertador de las peripecias de aquella gesta libertaria.