En oportunidad que se recordaba el 324º aniversario de Quilmes, el periodista Eduardo Menescaldi - que recientemente presentó un libro de misceláneas - le hizo un reportaje al historiador quilmeño Prof. Juan Carlos Lombán para el suplemento del diario El Sol del 14 de agosto de 1990.
En el año del bicentenario es bueno recuperar esas enseñanzas y refrescarlas en la memoria para el tiempo que viene, pues los conceptos que guarda sobre la realidad nacional que se vislumbra a través de la historia local están vigentes. El título de esa nota fue “CRECER CON ACTITUD HUMANISTA”
—Pareciera que existe cierto desconocimiento sobre la historia inicial de Quilmes. No se menciona a menudo la aparición de aquellos indios. ¿Es que ese espejo del pasado nos muestra un rostro que se rechaza?
—Sí. Yo creo que con los aborígenes hubo un genocidio. Y ese episodio se ha tratado de tapar desde ciertos puntos de vista políticos, religiosos y culturales. Lo que no comprendo es que haya investigadores e historiadores que se acoplaron a esa actitud. Es también un fenómeno general de toda la historia argentina.
En muchos casos se apela al uso del eufemismo, que no es otra cosa que un disfraz para tapar cosas que consideramos desdorosas. Por ejemplo nosotros no le llamamos dictadura militar al gobierno de facto que tuvimos últimamente. Le llamamos proceso. Es una mentalidad que nos fueron creando y hemos desarrollado. Yo mismo tengo que cuidarme de ciertas expresiones, hasta que luego reflexiono y me digo ¿por qué no llamar al pan, pan y al vino, vino? Y en este caso el genocidio de los indios Quilmes sucedió.
Como se sabe, a mediados del siglo XVII se produjeron las sublevaciones Calchaquíes de los pueblos del valle. Los españoles reprimieron terriblemente y lograron doblegar a todas las tribus, excepto a los Quilmes que siguieron resistiendo. La de ellos fue una gesta heroica, extraordinaria. Pero finalmente fueron dominados por el hambre. El momento final fue cuando les destruyeron las cosechas y les quemaron los graneros. Al ver que las mujeres y sus niños se morían literalmente de hambre, ellos se entregaron. Se los tomó prisioneros y fueron enviados al Río de la Plata. Un acto tremendo. Debieron cruzar 1.500 kilómetros engrillados. Sacarlos de su habitat natural fue el peor castigo. Y aquí se produjo lo que era de prever, es decir su exterminio. Se trata de una historia a la que no es tan fácil recurrir sin un sentimiento penoso. En cuanto a la celebración anual del Día de Quilmes, en un medio periodístico que no es "El Sol", se afirmó recientemente que nuestra ciudad fue fundada el 14 de agosto de 1.666, día en que se habría instalado la Reducción indígena. Debemos contribuir a que cese la confusión que se está creando al respecto, ya que aunque esa categórica afirmación no tiene fundamento alguno, lamentablemente se viene reiterando cada vez con mayor frecuencia, a pesar de lo que establecen claramente las investigaciones del Dr. Craviotto, la Sra. Sors y otros historiadores.
—Usted dice que se ha tratado de ocultar ciertos episodios de la historia lejana. ¿Le parece que se dio el mismo fenómeno con respecto al pasado más próximo? ¿ Cuál es, a su juicio, la evolución de Quimes en lo político y social a lo largo de la historia?
—Si por política entendemos la organización para el trabajo, para la producción, el desarrollo espiritual y material, yo creo que la evolución de Quilmes es importante y ponderable desde el punto de vista histórico. Esta ciudad ha logrado en todos los órdenes ser una comunidad pionera en la Argentina. Pero si entendemos por política la capacidad negociadora, la capacidad para obtener ventajas en favor de su pueblo, en ese aspecto creo que han sido más bien pobres los resultados, en este sentido considero que Quilmes tuvo poca aptitud negociadora y política. Y está rodeada por comunidades que demostraron tener un alto peso en esos sentidos. Por ejemplo Avellaneda, Capital Federal, Lomas de Zamora y La Plata.
—¿En qué hechos se refleja esa disminución local?
—Quilmes debió haber tenido mucho antes su obispado, sus tribunales y la universidad. Últimamente electrificaron las vías ferroviarias desde Constitución a La Pla ta y el tramo elegido pasa por otros municipios antes que por Quilmes. Se aducen razones técnicas y otras causas, pero creo que también influyó el peso político que ha tenido siempre Lomas de Zamora, que en esto fue la comuna favorecida.
— ¿Qué expectativa le despierta la nueva Universi-dad de Quilmes?
—Sería acertado que pueda dedicarse en gran medida a algunos problemas urgentes de esta comunidad. Tengo la esperanza de que se aboque al estudio, por ejemplo, del Río de la Plata. Me refiero concretamente a que puedan surgir trabajos de investigación en aspectos históricos, geográficos, sociales y económicos. Quilmes está viviendo de espaldas al Río de la Plata. En este sentido la Universidad puede hacer mucho. Creo que tenemos que volver al río madre. De igual manera puede contribuir al problema de los asentamientos y de la población marginal. No soy un especialista en el tema, pero sospecho que ese flagelo no es bien conocido, sólo sabemos las consecuencias. Me pregunto si se han estudiado bien las causas de esos fenómenos. La nueva casa de estudios podría ayudar a ello.
— ¿ Qué puede decirnos acerca de la historia del arte local y de la investigación realizada por otros expertos?
— En cuanto al trabajo histórico, aquí fue extraordinaria la obra del doctor José Craviotto. Gracias a lo que él investigó durante treinta años, otros podemos seguir profundizando. Pasando al plano artístico, puedo mencionar la importancia que tiene Quilmes en el nacimiento de la pintura nacional. Esta presencia está reflejada en la figura de Carlos Morel, quien fue el primer pintor argentino. Antes de Morel sólo existieron en nuestro país artistas extranjeros en esa disciplina. La representación de la realidad pampeana, vista desde adentro, comienza con éste creador local.
Otro gran pintor argentino, Prilidiano Pueyrredón, tuvo mucho que ver con nuestra ciudad. Si bien no nación aquí, pasó largas temporadas en la estancia de Leonardo Pereyra, es decir en el parque local que lleva ese apellido. Fue el más grande retratista de su época; estamos hablando de la segunda mitad del siglo pasado. Este artista era arquitecto y paisajista. Fue el diseñador del parque Pereyra. Uno de sus autorretratos está basado en esa zona.
Hacia 1856 colaboró en el asesoramiento de la remodelación de nuestro templo, o sea sobre el edificio anterior al actual. También podemos destacar la figura de Julio Fernández Villanueva, pintor del cual este año se cumple el centenario de su muerte. Fue el primer gran autor de temas históricos. Tiene una obra fundamental llamada La Batalla de Maipú, que actualmente se exhibe en el museo nacional. Quilmes ha dado exponentes artísticos de magnitud a lo largo de la historia...
—Finalmente, profesor ¿Usted coincide con aquello de que la historia la escriben los que ganan?
—Sí. Pasó a lo largo de todos los tiempos. Incluso cuando se nos quiere hacer leer la denominada historia universal, en realidad se nos está enseñando la historia de Europa. Se incluye en esos casos algo de Latinoamérica, pero casi siempre es poco y distorsionado. Creo que en parte esta es una actitud deliberada. Me refiero a grupos de poder que, intencionalmente, han diseñado su política. Otros historiadores no han sido conscientes de ello, y se convirtieron en cómplices sin saberlo. En mi caso aun procuro liberarme de una formación que me ha llevado a esa misma situación involuntariamente. No logré apartarme del todo. Todavía sigo haciendo esfuerzos.