Mientras las paredes de la Casa de la Cultura
se levantaban orgullosas en Rivadavia y Sarmiento, la magnífica puerta
de ingreso y los restantes diseños en madera se estaban construyendo en
una de las más importantes carpinterías, que desde 1900, había sobre la
calle Rivadavia, entre Lavalle y Moreno.
Uno
de los operarios fue Manuel da Silva, portugués llegado a América en
1909, que con 26 jóvenes años, oficio de carpintero y deseos de trabajar llegó a nuestra ciudad. Manuel e ingresó en
esa carpinteríacomo como obrero especializado.
En
ese entonces se construía con pocas maquinarias y mucha mano de obra,
trabajan un año en la "obra blanca", hermosas talladuras de caoba, de
tres pulgadas de espesor, tres metros de altura y 1, 30 metros
de ancho. Escaleras, puertas, ventanas, todo lleva el sello de un
delicado trabajo, del cual Manuel da Silva fue tenaz trabajador y
testigo.
Cuando
la obra estuvo concluida el intendente Pablo Castro, y
autoridades locales, invitaron al personal de obra y carpintería a la
inauguración que se realizó el 25 de mayo de 1912.
Las dos hojas se abrieron y cerraron cientos de veces para dejar pasar autoridades, alumno y profesores de la Carlos Morel, visitantes de la Casa de la Cultura y, sin embargo, nada pudo deteriorar su imponencia, líneas y detalles.
Manuel
da Silva en Lisboa había aprendido su oficio junto al maestro
carpintero Jacinto de Oliveira. Desde los 18 años se ganó el sustento
con la madera. En Argentina encontró paz y felicidad, pero nunca alejó
de su corazón a Portugal. Realizó varios viajes a su tierra, pero
siempre volvió a Quilmes.
Adquirió
un lote e hizo su casa en Vicente López y Benito Pérez Galdós, donde
vivió con su esposa, María da Luz da Silva, y sus hijos Manuel y María.
También trabajó en obras de carpintería en la Cervecería Quilmes.
Manuel da Silva, hijo, aprendió el oficio de su padre. Ocupó un importante puesto en la Cervecería y enseñó la especialidad en institutos de la zona. Con su esposa, Elia Bertoia de da Silva, atesoró los diseños y maquetas de puertas, ventanas, escaleras rampantes, muebles, que realizó su padre don Manuel, cuyos originales existenten en edificios y casas de la ciudad; testimonio de una labor de más de 50 años.
Manuel da Silva, hijo, aprendió el oficio de su padre. Ocupó un importante puesto en la Cervecería y enseñó la especialidad en institutos de la zona. Con su esposa, Elia Bertoia de da Silva, atesoró los diseños y maquetas de puertas, ventanas, escaleras rampantes, muebles, que realizó su padre don Manuel, cuyos originales existenten en edificios y casas de la ciudad; testimonio de una labor de más de 50 años.
Investigación Prof. Chalo Agnelli
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