El Departamento de Justicia y Paz
del Obispado de Quilmes en el marco del 11º aniversario de fallecimiento del
Padre Obispo Jorge Novak elaboró una carta que acercó a toda la prensa y los
feligreses católicos. En ella se realiza una exhortación para que aquellos que
conozcan el destino de algunos desaparecidos o niños apropiados brinden
información a las autoridades.
Algunos
fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron:
«Maestro, reprende a
tus discípulos». Pero él respondió:
«Les aseguro que si ellos callan, gritarán las piedras». (Lc.
19; 39-40)
Quilmes, julio de 2012
En el mes en el que se cumple un nuevo
aniversario de la pascua de nuestro Padre Obispo Jorge Novak, incansable
defensor de los derechos humanos, en un tiempo en el que la sociedad interpela
no pocas veces los distintos roles que ha asumido la Iglesia frente al
terrorismo de Estado y sus consecuencias que hasta hoy perduran, queremos
honrar la memoria de nuestro primer Obispo con una reflexión que compartimos
con ustedes.
Como pueblo de Dios que camina en Quilmes no podemos quedarnos callados ante las situaciones de público conocimiento, en donde surgen de ciertos documentos presentados ante la Justicia , que la entonces Conferencia Episcopal Argentina, por los menos desde 1978, tenía conocimiento que el Gobierno de facto, asesinaba a los detenidos - desparecidos, (entre otros ver http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-194987-2012-05-27.html), a ello hay que sumar que uno de los máximos exponentes de la última dictadura cívico militar como lo es el nuevamente condenado Jorge R. Videla ha calificado su relación con la Iglesia como excelente. Y en esta misma línea se ve con sospecha el accionar de distintas organizaciones y personas pertenecientes a nuestra Iglesia en el marco del plan sistemático de apropiación de menores, como por ejemplo en las pruebas aportadas en el caso de la apropiación de Catalina de Sanctis, entre otros graves casos.
La insistente obsesión por sopesar una y otra vez moralmente situaciones de intimidad entre dos personas adultas sean Católicas o no, y la liviandad y en no pocos casos, la omisión por aplicar el mismo tamiz a situaciones de gravedad por actos como los señalados, además de ser contrarias a las opciones concretas de Jesús, son por su contradicción al mensaje cristiano, fuertes inmunizadores contra la fe. Es claro que el silencio en estos casos no es salud y ante delitos de lesa humanidad no puede más que significar una infame complicidad con los responsables de cometerlo.
La primera expresión que surge es de dolor. Nos duele como laicos y laicas, cristianos/as comprometidos/as, después de tantos años, que ese silencio, de parte de pastores y otros miembros de la Iglesia, que acompañaron el genocidio siga vigente en nuestros días. Sabemos que quienes representaban la máxima autoridad eclesiástica en la dictadura ya no ocupan esos lugares. También sabemos que la Iglesia, una institución de dos mil años, registra su vida, casi desde los inicios. (Cfr. Código de Derecho Canónico; 484-490)
Hoy hay otros pastores, y a ellos nos dirigimos para decirles:
Este silencio es un silencio dañino, ¿Cómo puede ser que pudiendo hacer el bien, existan discípulos de Jesús que no lo hagan? ¿Cuántas familias aún esperan saber qué fue de su ser querido, de su hijo/a, nieto/a, de su esposo/a, pareja, padre, madre? ¿Hasta cuándo se esconderá la verdad? Si la única Verdad , esa que Jesús afirma, nos hace libres (Jn. 8; 32). Esa verdad que Jesús asume como parte esencial de su propia existencia: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14; 6). Por ello, en nuestra Iglesia de Quilmes no podemos callar, si lo hacemos "hablarán las piedras" (Lc. 19; 40), ya que hemos tenido el privilegio, la gracia que quien nos abrió camino en el compromiso por la dignidad humana fue nuestro primer pastor Jorge Novak. El padre obispo Jorge señaló el camino, en medio de la noche oscura de la dictadura, jugándose y gastándose la vida en la defensa de los derechos humanos avasallados, violados, en tantos hermanos/as. Con su testimonio nos enseñó que la Iglesia es realmente servidora si ejerce su poder (real y concreto) al servicio de los que más sufren, de las víctimas, de los pobres: "les aseguro que cuando lo hicieron con el más pequeño de los míos, a mí me lo hicieron" (Mt. 25; 40).
Porque la justicia no es un invento de cristianos/as progresistas, la justicia es lo que persiguen las sociedades que buscan vivir con dignidad. La justicia, en los Evangelios, va unida estrechamente por el servicio a la vida y especialmente a la vida amenazada: "porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber,... preso y me visitaron". (Mt. 25; 36-37) Bienaventurados los justos... (Lc. 6; 20-26) Claramente en el Nuevo Testamento, en los Evangelios, la misericordia se traduce como justicia, como solidaridad con los que sufren, no para resignarse a la injusticia, sino como exigencia de justicia.
Así, a la luz de la Palabra de Dios, reflexionamos para pedir a quienes, en el seno de la Iglesia, o identificándose con ella: desde autoridades o ex autoridades políticas, civiles, judiciales, militares, empresariales, hasta laicos/as, movimientos eclesiales, congregaciones religiosas, diáconos, sacerdotes, religiosas/as, obispos, arzobispos y cardenales que posean información que pueda aliviar el dolor de tantas familias que siguen esperando datos de sus seres queridos desaparecidos, que en nombre de la iglesia que todos los bautizados/as conformamos, que en nombre de todos los mártires que abrieron el camino con su sangre para que el proyecto de Jesús llegue hasta nosotros y el Reino siga acaeciendo, que en nombre de todos/as los/as perseguidos/as por la causa del Evangelio, por defender la vida, que en nombre de los pastores que han entregado vida para que la fe en Jesús sea un móvil esencial para nuestras vidas, y que especialmente en nombre de este santo pastor del que hoy hacemos memoria: Jorge Novak, y que, por último, en nombre del pueblo sufrido y de las víctimas a las que abrazamos y acompañamos, en nombre de Dios; les pedimos, los urgimos a que toda información documental o testimonial que posean sobre aquellos años aberrantes de nuestra historia y que sirva para atribuir o esclarecer responsabilidades penales, para conocer y encontrar el destino de los desaparecidos y para recuperar a los 400 niños, víctimas del plan sistemático de apropiación de menores, sea expresada en forma eficaz a las autoridades correspondientes y a la sociedad en su conjunto.
Es por la gravedad de esos hechos que pedimos también a todos los nombrados, que se sumen a este pedido en forma expresa, exhortando a sus pares, a sus superiores, a sus fieles, a sus hermanos/as a expresar cuanto conocen sobre los puntos señalados en el mismo sentido, para que la exigencia del accionar conforme a la justicia como camino hacia la paz, sea un testimonio claro que Iglesia y Derechos Humanos no se han cruzado azarosamente en algunas Diócesis, sino que “la Iglesia asume la defensa de los derechos humanos y se hace solidaria con quienes los propugnan.” (Cfr. CELAM, Documento de Puebla, Conclusiones 146) Reiterando una vez más que NO HABRÁ JUSTICIA SIN VERDAD y NO HABRÁ PAZ SIN JUSTICIA ya que como dice el salmista “El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo. El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de él, y la Paz , sobre la huella de sus pasos.” (Salmo 85)
Como pueblo de Dios que camina en Quilmes no podemos quedarnos callados ante las situaciones de público conocimiento, en donde surgen de ciertos documentos presentados ante la Justicia , que la entonces Conferencia Episcopal Argentina, por los menos desde 1978, tenía conocimiento que el Gobierno de facto, asesinaba a los detenidos - desparecidos, (entre otros ver http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-194987-2012-05-27.html), a ello hay que sumar que uno de los máximos exponentes de la última dictadura cívico militar como lo es el nuevamente condenado Jorge R. Videla ha calificado su relación con la Iglesia como excelente. Y en esta misma línea se ve con sospecha el accionar de distintas organizaciones y personas pertenecientes a nuestra Iglesia en el marco del plan sistemático de apropiación de menores, como por ejemplo en las pruebas aportadas en el caso de la apropiación de Catalina de Sanctis, entre otros graves casos.
La insistente obsesión por sopesar una y otra vez moralmente situaciones de intimidad entre dos personas adultas sean Católicas o no, y la liviandad y en no pocos casos, la omisión por aplicar el mismo tamiz a situaciones de gravedad por actos como los señalados, además de ser contrarias a las opciones concretas de Jesús, son por su contradicción al mensaje cristiano, fuertes inmunizadores contra la fe. Es claro que el silencio en estos casos no es salud y ante delitos de lesa humanidad no puede más que significar una infame complicidad con los responsables de cometerlo.
La primera expresión que surge es de dolor. Nos duele como laicos y laicas, cristianos/as comprometidos/as, después de tantos años, que ese silencio, de parte de pastores y otros miembros de la Iglesia, que acompañaron el genocidio siga vigente en nuestros días. Sabemos que quienes representaban la máxima autoridad eclesiástica en la dictadura ya no ocupan esos lugares. También sabemos que la Iglesia, una institución de dos mil años, registra su vida, casi desde los inicios. (Cfr. Código de Derecho Canónico; 484-490)
Hoy hay otros pastores, y a ellos nos dirigimos para decirles:
Este silencio es un silencio dañino, ¿Cómo puede ser que pudiendo hacer el bien, existan discípulos de Jesús que no lo hagan? ¿Cuántas familias aún esperan saber qué fue de su ser querido, de su hijo/a, nieto/a, de su esposo/a, pareja, padre, madre? ¿Hasta cuándo se esconderá la verdad? Si la única Verdad , esa que Jesús afirma, nos hace libres (Jn. 8; 32). Esa verdad que Jesús asume como parte esencial de su propia existencia: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14; 6). Por ello, en nuestra Iglesia de Quilmes no podemos callar, si lo hacemos "hablarán las piedras" (Lc. 19; 40), ya que hemos tenido el privilegio, la gracia que quien nos abrió camino en el compromiso por la dignidad humana fue nuestro primer pastor Jorge Novak. El padre obispo Jorge señaló el camino, en medio de la noche oscura de la dictadura, jugándose y gastándose la vida en la defensa de los derechos humanos avasallados, violados, en tantos hermanos/as. Con su testimonio nos enseñó que la Iglesia es realmente servidora si ejerce su poder (real y concreto) al servicio de los que más sufren, de las víctimas, de los pobres: "les aseguro que cuando lo hicieron con el más pequeño de los míos, a mí me lo hicieron" (Mt. 25; 40).
Porque la justicia no es un invento de cristianos/as progresistas, la justicia es lo que persiguen las sociedades que buscan vivir con dignidad. La justicia, en los Evangelios, va unida estrechamente por el servicio a la vida y especialmente a la vida amenazada: "porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber,... preso y me visitaron". (Mt. 25; 36-37) Bienaventurados los justos... (Lc. 6; 20-26) Claramente en el Nuevo Testamento, en los Evangelios, la misericordia se traduce como justicia, como solidaridad con los que sufren, no para resignarse a la injusticia, sino como exigencia de justicia.
Así, a la luz de la Palabra de Dios, reflexionamos para pedir a quienes, en el seno de la Iglesia, o identificándose con ella: desde autoridades o ex autoridades políticas, civiles, judiciales, militares, empresariales, hasta laicos/as, movimientos eclesiales, congregaciones religiosas, diáconos, sacerdotes, religiosas/as, obispos, arzobispos y cardenales que posean información que pueda aliviar el dolor de tantas familias que siguen esperando datos de sus seres queridos desaparecidos, que en nombre de la iglesia que todos los bautizados/as conformamos, que en nombre de todos los mártires que abrieron el camino con su sangre para que el proyecto de Jesús llegue hasta nosotros y el Reino siga acaeciendo, que en nombre de todos/as los/as perseguidos/as por la causa del Evangelio, por defender la vida, que en nombre de los pastores que han entregado vida para que la fe en Jesús sea un móvil esencial para nuestras vidas, y que especialmente en nombre de este santo pastor del que hoy hacemos memoria: Jorge Novak, y que, por último, en nombre del pueblo sufrido y de las víctimas a las que abrazamos y acompañamos, en nombre de Dios; les pedimos, los urgimos a que toda información documental o testimonial que posean sobre aquellos años aberrantes de nuestra historia y que sirva para atribuir o esclarecer responsabilidades penales, para conocer y encontrar el destino de los desaparecidos y para recuperar a los 400 niños, víctimas del plan sistemático de apropiación de menores, sea expresada en forma eficaz a las autoridades correspondientes y a la sociedad en su conjunto.
Es por la gravedad de esos hechos que pedimos también a todos los nombrados, que se sumen a este pedido en forma expresa, exhortando a sus pares, a sus superiores, a sus fieles, a sus hermanos/as a expresar cuanto conocen sobre los puntos señalados en el mismo sentido, para que la exigencia del accionar conforme a la justicia como camino hacia la paz, sea un testimonio claro que Iglesia y Derechos Humanos no se han cruzado azarosamente en algunas Diócesis, sino que “la Iglesia asume la defensa de los derechos humanos y se hace solidaria con quienes los propugnan.” (Cfr. CELAM, Documento de Puebla, Conclusiones 146) Reiterando una vez más que NO HABRÁ JUSTICIA SIN VERDAD y NO HABRÁ PAZ SIN JUSTICIA ya que como dice el salmista “El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo. El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de él, y la Paz , sobre la huella de sus pasos.” (Salmo 85)
Nicolás Mirabet Secretaría de Comunicación - Obispado de Quilmes
C. Pellegrini 3280 (1879) Quilmes · Provincia de Buenos Aires · República Argentina
54 11 4250-2323 int. 120 · 11 15 5325-1614
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Departamento de Justicia y Paz
Vicaría de Solidaridad
Obispado de Quilmes
Av. Calchaquí 1371 (B1879ETA) Quilmes Oeste
justiciaypaz@obisquil.org.ar
Colaboración de
“Persectiva Sur”,
publicado el jueves 19
de junio de 2012
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