“Recoger
datos es el primer paso al conocimiento,
pero
distribuirlos es hacer Comunidad”
Hubo en Quilmes mujeres que fundaron el sistema
educativo local, algunas ya se mencionaron como Demetria Rivero, Juana María Cabrera,
las Echeverría, Adelaida Isely, Rita y Carmen Faggiano, pero hubo dos que se
impusieron en la comunidad y no pasaron desapercibidas hasta el punto de crear
dos parcialidades, una que las apoyaba y otro que las repudiaba en el “Quilmes
de Antaño”, de don José Andrés López les dedica considerable espacio.
Dionisia y su hermana Andrea a largo de sus vidas se
abocaron íntegramente a la educación. Fueron mujeres con inquietudes
intelectuales y culturales. Propiciaron
encuentros y fiestas literarias como la realizada en la misma casa del Dr.
Wilde y auspiciada por el sub-inspector de las escuelas locales, José Andrés
López en 1877.
Estas maestras, sobre todo Dionisia, además de contar con
cierta cultura general, abundaban en carácter, que no las hacía personas
accesibles; en una época donde alardear de erudición y mostrar temperamento
fuerte no era bien visto en una mujer.
Dionisia Benítez |
A Dionisia Benítez la municipalidad de otorgó el premio de
una medalla de oro en 1870 por su labor, muchas veces desinteresada y
consecuente, hasta el fin de sus días. Sin embargo, fue destituida en 1877 por
el Consejo Escolar, razón por la cual al año siguiente abrió una escuela
particular para ambos sexos que contó con el amplio apoyo de la población.
La sucesión de
circunstancias y acontecimientos que determinan esta destitución son una
muestra de la hegemonía que tenía el Consejo Escolar sobre escuelas y docentes
y las determinaciones políticas que ya comenzaban a infiltrarse en lo
educativo. [1]
PRIMERA DIVERGENCIA. El 8 de diciembre de 1876 con
motivo del acto de cierre del ciclo lectivo,
pocas horas antes de la entrega de premios por el Consejo Escolar a los
alumnos de las dos escuelas del pueblo, la de las hermanas Rivero y la de las
Benítez, Dionisia informó que si no se les daba preeminencia a sus alumnos por
ser su escuela la más antigua, en lugar
de a los niños de las maestras Rivera no se presentaría en el acto.
El Consejo cedió para evitar escándalos, pero sin
reconocer que la maestra tuviera razón pues consideraban que no era la
antigüedad sino la importancia lo que habían tenido en cuenta para establecer
dicho orden.
Ese incidente quedó allí, pero no se olvidó que las
señoritas Benítez eran protegidas de Andrés Baranda (mitrista), mientras
que las Rivero de Agustín Matienzo (alsinista), hombres de grupos
ideológicos antagónicos, pero sin consecuencias.
SEGUNDA DIVERGENCIA.
Así fue que en noviembre de 1877 el Consejo nombró a Juan de Guerra López,
Alejandro Lassalle y a José A, López como comisión examinadora de los alumnos
de ambas escuelas. Obtenidos los resultados de dichos exámenes el Consejo
acordó 180 premios para las escuelas del partido: 25 de primera clase de los
cuales tres correspondían a alumnos de las Benítez, tres para los educandos de la
escuela urbana de varones; tres para los del señor Bernabé Iriarte, uno para
cada una de las tres escuelas rurales y catorce para las niñas de la escuela de
las Rivero, calificadas como sobresalientes: Vicenta Lassalle, Elvira Risso, Soledad Quevedo, Avelina Tobal, Ramona
Matienzo, Ercilia Otamendi, Ana y Emilia
Murialdo, Ercilia Rubio, Juana María Cabrera, Carmen Lanatta.
El acto se realizó el 8 de diciembre en el Salón
Municipal, presidido por el arzobispo Aneiros de visita en el Partido, con la presencia
de sólo dos de los cinco consejeros.
Los alumnos fueron llamados en el orden establecido en el
programa oficial. Los siguieron los sobresalientes. Terminado el acto la
señorita Dionisia señaló que la señora
Victoria Wilde de Wilde había donado diez medallas de plata para los
alumnos de su escuela que las merecieran y solicitó a los consejeros
autorización para entregarlas lo cual fue aceptado. Terminó el acto pero empezó
el conflicto para la maestra quien se vería tironeada por los grupos políticos
enfrentados en el pueblo.
Dos días después, reunido el Consejo para analizar los
hechos determinó apercibir a la maestra pues si bien accedieron para evitar un
escándalo como el año anterior su proceder no era el correcto. La maestra
inspirada por ajenos contestó impugnando la resolución en términos que el
Consejo calificó de desacato y agraviantes y devolvió la misiva a la docente.
Esta doblemente herida dio publicidad a los hechos en “El Independiente”. El Consejo trinó y el
20 de enero de 1878, presidido por Bernardo Lerdou, y la presencia de Juan
Ithuralde y Máximo Garay, se dispuso la destitución de Dionisia Benítez. Pero a
la hora de las firmas Lerdou se negó a poner su rúbrica y al día siguiente
Mariano Otamendi que no estaba en la sesión anterior se manifestó descontento
con la decisión.
Finalmente renunciaron Garay e Ithuralde, que la retiraron
después de acordar que en lugar de la destitución a la maestra se le aplicaría
una suspensión por tres meses sin sueldo.
Y ahí no quedó todo, la maestra recurrió al Consejo
General presidido por Domingo F. Sarmiento, del que formaba parte el Dr. Wilde,
el marido de la donante de las medallas que generaron el conflicto.
El Consejo General acreditó al Dr. Wilde como mediador
ante el Consejo Escolar para que este se diera por satisfecho con los días de
suspensión transcurridos. Este acató
esta propuesta si la maestra reconocía que había cometido falta grave en todo
este asunto desde la entrega de los premios con las argentinas medallas de doña
Victoria.
La maestra nuevamente se negó a aceptar su supuesto error.
Los “barandistas” la apoyaron comenzando a recogerse firmas de adhesión
que presentaron al Consejo General. Este, dejando de lado la actitud mediadora
cuestionó al Consejo Escolar duramente por lo excesivo de la sanción. Lo cual
se vio como un apoyo al protector de las Benítez, Andrés Baranda, de su amigo Sarmiento.
El Consejo con mayoría del “círculo de la botica”,
es decir “matiencistas”, reunido el 24 de abril bajo la presidencia de
Alfredo Sayús y la presencia de Francisco Labourt, Máximo Garay y Emiliano
Reina dispuso destituir a Dionisia. Y contesto al Consejo General con una
defensa extensa y bien fundada que dio por terminada la cuestión. Y así el
enfrentamiento que a través de un tema nimio tuvieron los dos grupos políticos
antagónicos en el partido tuvo una sola víctima, Dionisia Benítez.
Dionisia fue destituida en 1877, por lo cual al año
siguiente abrió con su hermana Andrea una escuela particular para ambos sexos.
El 25 de junio de 1878 inició sus actividades en la calle 13 (Mitre) Nº 59 y
61, pero el 23 de marzo de 1879 “El Quilmero” informa: “Ayer se mudó
la escuela de las Stas. Benítez, a su misma calle, a una cuadra al Norte de la Plaza (San Martín),
frente a lo de Casavalle, al lado de Maximiliano Córdova.”
El 23 de mayo de 1880 la escuela de Dionisia Benítez se
trasladó y refundió con la oficial (la escuela N° 2 de niñas) al lado del
Juzgado de Paz.
Poco antes de esta fecha Andrea se desvincula de su
hermana y crea una escuela que, probablemente, se halló en terrenos de la
chacra del preceptor Cristoforetti en la esquina NE de las actuales calles
Corrientes y Vicente López. Otras
fuentes afirman que estaba en la esquina SE de Vte. López y Carlos Pellegrini,
frente a la actual plaza Aristóbulo del Valle, llamada popularmente de La Colonia; donde, el
Dr. José A. Wilde con alumnos de esta escuela, aprovechando que en el centro de
esa propiedad había una aguada, sembró semillas de los yingo biloba
traídos de la India
por Domingo F. Sarmiento y obsequiados a él. [2]
Prof. Chalo
Agnelli
De “Maestros y
Escuelas de Quilmes – 1666-2004”
Ed. Jarmat-
Quilmes
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