viernes, 18 de septiembre de 2015

SANTIAGO GOÑI – UNA NUEVA ENTREVISTA TRANSMIGRATORIA (1936/2015)

RETROSPECTIVA AL PASADO
 por Chalo Agnelli
En mi última transmigración al pasado quilmeño en enero, cuando visité a don Francisco Soto, estuve por acercarme hasta la casa de don Santiago Goñi, pero la hora no era prudente y resolví dejar la entrevista para más adelante. [1] 
De modo que ayer, temprano en la tarde, volví a 1936, y rumbeé para la casa de don Santiago, ubicada en la esquina SO de las calles Mitre y Alem. Golpeé y me atendió una criada que me condujo al fondo de la vivienda donde el anciano nonagenario estaba punteando su quinta. Después de los saludos y las presentaciones de rigor me condujo a la galería que corría frente a las habitaciones y nos sentamos en sendos sillones de mimbre. Al momento la criada trajo una jarra de Kalimotxo [2] y algunos pintxos. [3] Encendí mi grabador que don Santiago observó con asombro sin decir palabra y comenzamos la entrevista. 
EL QUILMERO.- Muchas gracias por recibirme con tanta deferencia don Santiago, pero no sé si es prudente para el éxito de este reportaje beber vino tan temprano.
 SANTIAGO GOÑI.- No es sólo vino. Es un refresco que junto con los pintxos son dos sabores imprescindibles en la gastronomía del País Vasco ¡Pruebe amigo, vamos! 
EL Q.- Por cierto que se ve todo muy apetitoso - lo pruebo - Vayamos al tema de mi visita. Saber de usted, su historia de inmigración. 
S. G.- ¿Qué quiere saber de mi que no sepan todos en este pueblo donde todos sabemos de todos? 
EL Q.- Sí, pero yo vengo de este mismo pueblo desde una época en la que está bastante más crecido. Y estoy metido en la tarea de recuperar para la memoria a aquellos vecinos de Quilmes que trazaron una huella indeleble en esta tierra, sobre todo los inmigrantes que llegaron de tantas partes del mundo para diseñar un perfil de nuestra identidad. ¿Cuándo llegó a Quilmes don Santiago? 
S. G.- Llegué a Quilmes, hace 73 años, en 1862. Primero me
radiqué en los cuarteles de la campaña, allá por lo que hoy es Berazategui, donde residían unos parientes. Vine en carreta por el bañado porque por ese camino no eran necesarios puentes ya que los arroyos podían vadearse fácilmente. Antes del 1880 no había caminos adecuados. 
EL Q.- ¿Y esos parientes habían llegado mucho antes que usted?
S. G.- Sí, en 1858, cuando compraron tierras a un tal Magallanes. 
EL Q.- Ud. nació en el País Vasco. 
S. G.- Allí nací el 17 de marzo de 1846, día de San Patricio, cuando reinaba la jovencita Isabel II [4] y el Carlismo preocupaba a los vascos,[5] que no olvi­daban a Zumalacarregui, eltigre de las Amescoas”, [6] como lo llamaban por su fanatismo y su crueldad. 
EL Q.- ¿Y cuando se estableció en este pueblo?
S. G.- Después de una breve estadía allá en la campaña me radiqué en el pueblo. Don Augusto Otamendi era Juez de Paz y Presidente del Municipio. Un hombre muy decidido don Augusto. Trabajaba a la par que sus peones, viera usted. Y de porte imponente, como don Andrés Baranda a quien también conocí mucho pues hice trabajos para él. 
EL Q.- ¿Cómo lo recibió la Argentina, los argentinos?
S. G.- En esos años, éramos más los extranjeros que los argentinos, en esta tierra. Por acá había muchos vascos. Eso me facilitó la
adaptación hasta aprender el castellano, pues yo hablaba la lengua de mi tierra, el euskera. Lo que no me gustaba, era que algunos argentinos me dijeran “gallego”, pero luego no le di importancia. Acá le dicen a todos los que vienen de la Península, gallegos. Cuando saqué el documento argentino me pusieron “español” y aunque porfié que yo no era español, no hubo caso y ahí está. Ahora soy argentino y voto con ese documento. La Argentina es mi patria y la de mis hijos, de mis nietos y de mis bisnietos. 
EL Q.- ¿Había muchos vascos en ese entonces por estos lados?
S. G.- ¡Uy! Sí. Labourt era vasco del Iparralde, también Lassalle, Larralde, Lerdou, Ithuralde. Acá cerca estaban los Iturriaga, los Urrismendi, don Pedro Eliziri vivía aquí cerca sobre Mitre y San
Andrés - ahora se llama Olavarría -, don Ramón Dapena a la vuelta, tenía un almacén llamada “El Universo”, Apecechea, Iparraguirre con panadería en Brown ente Olavarría y Humberto Primo, calle que entonces se llamaba “Progreso”; los Bazterrica que eran tamberos; Arrieta, Etchevere, Etchevertz, Ourracarriet, Arriaga, Letamendi, Borro, mi primo Santiago Laurnaga que vivía en la esquina NO de Brown y Videla; en la esquina de Alem  y Sarmiento estaba la herrería de Domingo Hasperué donde trabajaban - ¡Asómbrese usted! – 20 herreros. El vasco más fuerte que he conocido fue Pierre el Grande que era capaz de trabajar tres días seguidos sin descansar ni comer, pero ¡Santo Dios! Cuando comía, calcule usted cómo lo hacía. Yo lo vi una vez cenando en lo de una parienta mía, despacharse 25 huevos fritos, como postre (Ríe con ganas don Santiago) ¡No digo más nada para que no me llamen exagerado, porque de los vascos se pueden decir muchas cosas como esa! (Vuelve a reír) 
EL Q.- Me contaba de los vascos. 
S. G.- ¡Uy! ¡Si había vascos por estos lados! Y además de los nombras estaban los Otamendi, que hacía varias décadas que
estaban por estos pagos… Sí… un montó más que no recuerdo. ¿Sabe? En 1901 participé de la fundación de la Euskal Echea, la Casa de los Vascos. [7] Hoy tenemos un hermoso local en la equina de Brown y 25 de Mayo. Le voy a mostrar una foto. (Se levanta don Santiago y entra en una habitación, sale a los pocos minutos con
una caja, vuelve a su sillón y comienza a revolver el contenido hasta que me tiende una foto) 
S.G.- Vea. Aquí estoy yo… y este si no me equivoco es su abuelo. - Sigue dando nombres e historias de vida. Lo interrumpo pues el sol cae y se me hará tare para volver al 2015.
 EL Q.- ¿Siempre se domicilió aquí don Santiago?
S. G.- Efectivamente, en el mismo barrio en que siempre he vivido, en esta esquina donde hoy me encuentra usted; con casi 90 años que todavía no llevo del todo mal… aunque pesan mucho. Este solar y la otra mitad de la manzana sobre la calle Tres de Febrero ¡No, quiero decir Alem! Siempre olvido que le cambiaron en nombre. Y como decía, este solar anteriormente había pertenecido a don Santiago Arrascaeta, vasco también, y se lo habían dado en la distribución de tierras que hizo en 1840, don José Eusebio Otamendi. Además le dieron una chacra donde instaló un tambo; por allá por el oeste. Un hijo de este vivió luego en Alem y San Martín, esquina SE.; frente a la quina de Casares y en diagonal con los solares de Benavente. 
EL Q.- En ese entonces este barrio no estaba tan poblado seguramente.
S. G.- ¡Para nada! Pero más que otros rincones del pueblo. Enfrente, donde ahora están las monjitas, vivía don Francisco Labourt. Al lado, don Pedro Giménez instaló su periódico “El Quilmero”, como su… ¿¡Eso que usted tiene con ese mismo nombre!? [8] 
EL Q.- Es un poco complicado de explicarle don Santiago. Las cosas cambiaron bastante en el año 2015. Pero siga con su relato.
S. G.- Seguía a la imprenta de Giménez, Vernieri el peluquero y en la esquina, de lo que hoy es Garibaldi, la librería “El Catalán”.
Enfrente estaba la familia Tasso y a su lado, pegado a mi propiedad, don Luis Leonardi fabricaba muebles; casi todos lo que hay en esta casa los hizo él. En diagonal con mi esquina el terreno estaba baldío. Aún no habían levantado la Biblioteca Municipal, que se construyó durante la intendencia de don José Andrés López, [9] quien murió hace pocos años. El año pasado a la Biblioteca se la bautizó “Domingo Faustino Sarmiento”. [10] Yo fui al acto. En la esquina, frente a la mía, vivía don Agustín Lavaggi, tenían un almacén, y luego sobre Mitre estaba la botica de Bernis y en la esquina de Mitre y Rivadavia una confitería; sigue sobre la calle Rivadavia la peluquería de Navarro, que también era flebótomo y el sastre Salas. Frente a la confitería, el Templo Parroquial. 
EL Q.- ¿Y sus parientes de Berazategui? 
S. G.- Allá se quedó mi sobrino Martín María Goñi. Tuvo un montón de hijos que a su vez tuvieron una numerosísima descendencia… ¡Acá, en Quilmes, hay más Goñi, que en el País Vasco! – Se ríe con ganas don Santiago. 
EL Q.- ¿A qué se dedicó usted? 
S. G.- Me considero el decano de los albañiles quilmeños pues aquí he trepado en andamios, manejando cucharas y colocando adobes y
ladri­llos desde 1865... Hace 70 años bien contados. Recuerdo haber trabajado en la construcción de la casa de don Juan Ithuralde, aquí cerca, frente a la plaza, en la calle Mitre, a metros de Alsina ¡En aquella época, para Quilmes, un palacio de dos pisos! Viera usted. Y en la Iglesia. [11] Si señor, hiciera frío o calor, lloviera o el Sol rajara la tierra trabajábamos a destajo de lunes a lunes si se prestaba. Buena parte de los mu­ros y las torres del templo son obra personal mía. 
EL Q.- Era constructor. 
S. G.- Trabajaba con mi primo Santiago Laurnaga. Él había venido mucho antes del País Vasco. Era algo así como arquitecto, director
de la empresa constructora de la que yo era socio. En 1875 instaló la estufa para la sala de la Municipalidad, el viejo edificio, no el hermoso palacio que se ve ahora, donde también funcionaba la Biblioteca. Las obras del templo estaban paradas. Se habían empezado cuando don Andrés Baranda era juez de paz; con él hicimos un contrato de obra y lo terminamos bajo el gobierno de don Augusto Otamendi. No faltaron diferencias entre aquellos dos jueces meticulosos y exigentes. Hasta por la altura de las torres que la administración de Baranda quería de 25 varas y la de Otamendi de 35. Aún se medía todo en varas. Me costó mucho acostumbrarme al metro. 
EL Q.- ¿Estuvo en acto de inauguración del templo? 
S.G.- (Piensa don Santiago unos segundos…) La piedra fundamental se había puesto en 1863. No recuerdo la ceremonia
inaugural ni puedo citarle fechas, pero sí recuerdo que un domingo por la mañana con asistencia de algunas personas y el párroco Vadones se realizó durante la ejecución de los trabajos un pequeño acto. Creo recordar que bajo el muro lateral de la Iglesia, en su costado sur, en la parte media hoy del altar mayor, [12] si hizo una pequeña excavación, donde se colocó a guisa de recuerdo o piedra fundamental [13], algo así como un recipiente de forma redonda me parece, metálico, en cuyo interior debió encerrarse alguna cosa que no podría precisar. Dos hiladas de ladrillos cubrieron la excavación y sobre ella se elevó luego el muro. 
EL Q.- De manera, don Santiago que usted estuvo en Quilmes durante la fiebre amarilla ¿No se contagió? 
Tengo un triste recuerdo de la peste de 1971. Fue un episodio dramático en mi vida. En Quilmes como en toda esta zona el flagelo se hizo sentir con intensidad. Era tal el pavor que los enfermos morían sin asistencia pues nadie se animaba a prestarla, salvo el Dr. Wilde y a algunas mujeres como doña Juana Gauna. Era hasta difícil que los cadáveres fueran sepultados. Pero hubo una valiente en este pueblo, no recuerdo su nombre, que, quizá por buena paga – lo que no le restaba mérito – se encargaba de los difuntos que conducía amontonados en su carro hasta el cementerio de la barranca, que ya se estaba ocupando en su totalidad habiéndose abierto no hacía tantos años. Un día, estaba yo en el boliche de doña Lorenza “la vasca”, en la esquina de Moreno y Progreso (Humberto Primo) y pasó este hombre. Transportaba varios cadáveres y quizá agotado porque esa jornada había sido más dura que en otras ocasiones o por la fuerza de la costumbre, detuvo su carro en la equina y entró a tomarse un trago al boliche. 
EL Q. -¡Me imagino el alboroto!
S. G.- Todos se apartaron espantados. Pero la patrona ni lerda ni temerosa al saber de la cargo, salió con un pañuelo tapándose la nariz y la boca, para informarse quiénes eran los difuntos que
llevaba el improvisados carro fúnebre. A poco, entre ahogos, se la oyó dar voces de terror. Todos salimos a la calle y allí estaba doña Lorenza gritando en euskera, como hacía siempre que se ponía nerviosa: Hey!! Apaizaren Julian, nire herrikide da! ... Oraindik bizirik zuen ... Begira mugitzen! [14] (Imita don Santiago a la mujer) Era un cura. Julián no sé qué. Estaba de paso por el pueblo, paisano. Había caído enfermo y creyéndolo muerto lo subieron al carro. Como nadie se acercó a ayudarla, ella despreciando el peligro de contagio, trepó al carro por los ejes de una rueda, bajo al cura sola y lo metió en su casa. Julián vivió. Sí señor, tanto vivió que doce años después yo lo acompañé cuando embarcó de regreso a España. 
EL Q.- ¿Y doña Lorenza?
S. G.- Doña Lorenzo no tuvo nunca ningún achaque. Por lo menos no que yo supiera. Murió a poco de cumplir los 90. Fue una tarde siesteando en la puerta de su boliche. 
EL Q.- Bueno don Santiago, lo voy a tener que dejar pues ya se hace tarde.
… … …
Inútilmente me despido. El sol cae lento y don Santiago dormita con la cabeza caída hacia un lado. Le quito la caja de fotos de la falda para evitar que se caiga. La criada se asoma, me sonríe y me acompaña hasta la puerta, antes de llegar escucho: 
S.G.- ¡Hurrengo laguna arte, itzuli laster! [15]
Investigación y ‘reportero’ Chalo Agnelli
 Quilmes, 1936 - 1988 - 2015  
elquilmerofm@yahoo.com.ar
 chaloagnelli@yahoo.com.ar


FUENTES
Ver EL QUILMERO del sábado, 17 de enero de 2015. FRANCISCO SOTO, ENTREVISTA EN EL PASADO - 1936.
Ver EL QUILMERO del  lunes 9 de noviembre de 2009 ENTREVISTA A DON AGUSTIN GOÑI - BERAZATEGUI.
NOTAS


[1] Esta mirada retrospectiva del pasado está elaborada sobre entrevistas que el periódico La Verdad hizo a viejos vecinos de Quilmes, casi nonagenarios en 1936. Los nombres y lugares y los hechos históricos son veraces, sumé nuevos datos tomados de otros autores contemporáneos como Manuel Ales, el Dr. Craviotto y publicaciones de la época como El Plata y Norte. 
[2] Una especie de cóctel de vino tinto con azúcar, jugo de cítricos, canela, vainilla y un saborizante ácido, los cuales en su justa medida y proporción se diluyen en agua carbonatada. 
[3] Una pequeña rebanada de pan sobre la que se coloca una pequeña ración de comida 
[4] Isabel II de España, llamada «la de los Tristes Destinos» o «la Reina Castiza», era hija del Rey Fernando VII y de su cuarta esposa y sobrina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias. Fue reina de España entre 1833 y 1868, gracias a la derogación del Reglamento de sucesión de 1713 (Ley Sálica) por medio de la Pragmática Sanción de 1830. Esto provocó la insurgencia del infante Carlos María Isidro, tío de Isabel II, quien, apoyado por los grupos absolutistas o “carlistas” ya había intentado proclamarse rey durante la agonía de su hermano Fernando VII. 
[5] Al morir Fernando VII el 29 de septiembre de 1833, Carlos emitió el Manifiesto de Abrantes el 1 de octubre siguiente, en el que declaraba su ascensión al trono con el nombre de Carlos V. El 6 de octubre, el general Santos Ladrón de Cegama proclamó a Carlos como rey de España en la La Rioja, fecha en la que se determina el comienzo de la Primera Guerra Carlista. La actitud pesimista de la Corte de Carlos frente a los problemas civiles y militares causaron gran descontento, tanto entre los mandos como en la tropa, y se acrecentaron también las mutuas desconfianzas entre los batallones de las tres provincias vascas y navarras que rehusaron combatir fuera del ámbito geográfico de sus provincias. 
[6] Tomás de Zumalacárregui y de Imaz, duque de la Victoria de las Amezcoas y conde de Zumalacárregui, (29/12/1788 – 24/6/1835) gipuzcoano, militar, llegó a ser general carlista durante la Primera Guerra Carlista. Apodado el «Tigre de las Amescoas» (Navarra) asumió la organización del ejército carlista. No dudó en mostrarse cruel en la represión de los liberales ni en emplear el terror para mantener controlado el territorio, siendo el hecho que más le descalifica la orden de realizar los fusilamientos de Heredia, producidos cuando 200 hombres de las fuerzas cristinistas o liberales de Álava ofrecieron fuerte resistencia, pero, abandonados por su comandante y oficiales, quienes huyeron, y con más de treinta bajas, se rindieron bajo la promesa de que sus vidas serían respetadas. Unos 125 prisioneros fueron conducidos a Heredia en una agotadora marcha de 25 kilómetros hacia el este. Al enterarse Zumalacárregui ordenó que fuesen fusilados. El comandante alavés Bruno Villarreal trató vanamente de exponer al jefe carlista "las tristes consecuencias que ocasionaría tan terrible orden entre los vascos". Zumalacárregui se mostró inflexible. Villarreal, a espaldas de Zumalacárregui, consiguió que dos conocidos suyos fuesen ocultados y salvasen la vida, pero los restantes fueron ejecutados. El general carlista José Ignacio de Uranga anotó en su diario: "Día 17. Permanecimos en Heredia donde se fusilaron 118 peseteros (o chapelgorris boinas rojas del euskera txapel gorri), del ejército liberal.” 
[7] Ver EL QUILMERO del miércoles, 16 de mayo de 2012 CASA DE LOS VASCOS - EUSKAL ECHEA - 1901/2011.
[8] Se refiere al blog, que prefiero no explicarle pues no lo entendería. 
[9] Ver EL QUILMERO del lunes, 8 de junio de 2009 JOSE ANDRÉS LOPEZ - INTENDENTE 1904-1905 - EL QUILMES DE ANTAÑO.
[10] Ver EL QUILMERO del martes, 1 de enero de 2013

LA BIBLIOTECA PÚBLICA MUNICIPAL "DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO"

 [11] Ver EL QUILMERO del miércoles, 1 de abril de 2015 AUGUSTO FELIPE OTAMENDI, JUEZ DE PAZ Y PRESIDENTE DE LA MUNICIPALIDAD.
[12] La entrevista se hace en 1936, de modo que del que habla no es el mismo altar mayor que posee hoy la Catedral que fue levantado en 1941 y se consagró a la Inmaculada Concepción y a la memoria de un
contribuyente don Adan Travereso, de manera que esta pidra fundamental debe estar donde se hallan los reclinatorios del crucero nuevo sobre el que se levanta la cúpula. 
[13] La piedra fundamental se colocó el 1 de noviembre de 1863, hubo misa en la mitad terminada de la nave lateral derecha y el 6 de diciembre de 1865 se ofició la primera misa. 
[14].- En castellano sería: ¡¡Oigan!! ¡Este es Julián el cura, mi paisano!… ¡Aún está vivo… miren se mueve! 
[15] ¡Hasta la próxima amigo, vuelva pronto!

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